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11 de noviembre de 2015

I. El sistema de agronegocios en Argentina:¿favorece a los pueblos de Nuestra América?

Argentina transgénica

Mu, el periódico de lavaca
Octubre 2015
El gobierno aprobó una nueva soja y una variedad de papa transgénica para consumo humano. Las irregularidades y ocultamientos, los funcionarios/empresarios, la falta de investigación científica y el rechazo de otros países, investigados por Darío Aranda.

(…)Detrás de la semilla
Para desarrollar este transgénico el Estado estrechó alianza con la empresa Bioceres, un grupo privado compuesto por el “rey de la soja” Gustavo Grobocopatel (Grupo Los Grobo, el mayor pool de siembra del país), Víctor Trucco (presiente honorario de Aapresid, que reúne a empresarios referentes del agronegocio e impulsores de los transgénicos en Argentina), y el científico Moisés Burachik (férreo impulsor de los transgénicos y secretario ejecutivo de la Conabia entre 2004 y 2010). Otro socio de Bioceres es Hugo Sigman (Grupo Insud), multifacético empresario que posee desde laboratorios farmacéuticos hasta la editorial Capital Intelectual, el mensuario Le Monde Diplomatique y fue productor de la película Relatos Salvajes. Sigman suele hacer eje en la responsabilidad social empresaria. En su propio sitio destaca: “Nos interesa el cuidado de las personas, las políticas sustentables con el medio ambiente y devolver a la sociedad parte de lo que recibimos”. Al mismo tiempo, Sigman es director de la Cámara de Biotecnología, que reúne a todos los empresarios del sector, e impulsa monocultivos forestales y transgénicos. Del aspecto científico de la nueva soja está a cargo la bióloga Raquel Chan, del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral y el Conicet. “Este desarrollo significaría mayor producción de alimentos, con una población mundial que crece cada vez más”, afirmó, en sintonía con el argumento central del agronegocio y la falsa necesidad de más alimentos para la humanidad: está comprobado que el hambre se debe a la injusta distribución, y no a la falta de alimentos. Otro de sus tópicos en diversas entrevistas va en línea con lo dicho por el ministro de Ciencia, Lino Barañao, sobre este asunto: “También implicaría un crecimiento del PBI, un aumento de la riqueza del país”. Bioceres ya conformó su alianza con la compañía Arcadia Biosciences, de Estados Unidos, que se materializó en una empresa conjunta (Verdeca) que trabaja en sociedad con la multinacional Dow Agrosciences para utilizar el gen tolerante a sequía.

Presidenta
El lunes 5 de octubre, desde Tecnó- polis y por cadena nacional, la Presidenta celebró la nueva soja. “Es un gran día porque, ustedes saben que yo soy una enamorada de la ciencia y la tecnología, tal como se lo había dicho el otro día a la doctora Raquel Chan, esa brillante bióloga, que hoy nos permite el primer evento biotecnológica de soja resistente a la sequía, la primera en el mundo”. Cristina Fernández de Kirchner afirmó que los nuevos transgénicos (soja y papa) “serán fundamentales para la economía de los productores y permitirá un fuerte desembarco en mercados internacionales”. Remarcó que es la primera vez que la patente no estaba en manos de una transnacional, sino de un consorcio estatal-privado.

Doce años
El espacio clave para la aprobación de transgénicos en Argentina es la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia), creada en 1991 y cuyos integrantes fueron secretos hasta fines de 2014. De 47 especialistas, más de la mitad (27) pertenecen a empresas (Monsanto, Syngenta, Bayer, Dow, Ledesma, Don Mario) o son científicos que realizan trabajos para las mismas compañías. El más claro conflicto de intereses se observa en el máximo responsable de la Conabia y director de Biotecnología del Ministerio de Agricultura, Martín Lema, quién escribió el “paper científico” Desarrollo de construcción basada en criterios de evaluación de riesgo para cultivos junto a Monsanto, Syngenta, Bayer, Basf y Dow Agroscience: todas empresas a las que debe controlar. Desde 1996, la Conabia aprobó 33 eventos transgénicos de maíz, soja y algodón y, ahora, papa. El 78 por ciento de ellos (26) tuvieron luz verde durante el kirchnerismo. Las empresas favorecidas fueron Monsanto (12 semillas transgénicas), Syngenta (siete), Pioneer-Dupont (cuatro), Dow Agrosciences (tres), Bayer (dos) y Nidera y Basf (una cada empresa). En algunos casos, las semillas aprobadas son compartidas por dos compañías.

En sólo dos casos (soja RR, de 1996 y soja Intacta RR2, de Monsanto, en 2012) los expedientes fueron públicos. El primero por una filtración durante el conflicto por la resolución N° 125. El segundo, por una demanda judicial. En ambos casos se denunció que los procedimientos de aprobación estuvieron plagados de irregularidades y se confirmó que el Estado no realiza estudios propios. El gobierno de Argentina aprueba los transgénicos en base a los estudios de las empresas interesadas, las mismas compañías que integran la Conabia y que son juez y parte al momento de liberar soja, maíz y algodón transgénico, todos con uso masivo de agroquímicos. Martín Lema no habla con la prensa. Sí habló Federico Trucco, director de Bioceres: “Conabia determinó que estos genes de tolerancia a sequía no son un riesgo para el ambiente”. Luego el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) determinó que también son inocuos para la salud humana. Ni Conabia ni Senasa respondieron los llamados de MU ni hicieron públicos los dictámenes de aprobación. (…)

Fuente: http://www.rebelion.org/docs/205476.pdf

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