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17 de octubre de 2018

Vaca Muerta es enriquecimiento de petroleras de corto plazo, con multimillonarios subsidios y catástrofe socioambiental.

Cuestiones de Sociología, nº 17, e038, 2017, ISSN 2346-8904
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Departamento de Sociología

Hidrocarburos no convencionales y
fracking: Estado, empresas y tensiones
territoriales en la Patagonia argentina

Juan Antonio Acacio * y
Fernando Svampa
**
* Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales- Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata / CONICET,
Argentina |
acaciojuan89@gmail.com
** Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires; Universidad Nacional de
Río Negro, Sede Andina, Argentina |



(...)Para la explotación de HRNC se utilizan las rutas y caminos locales, como así también una
importante extensión del territorio que luego ocupan los camiones emplazados. La actividad implica un importante empleo de la infraestructura periurbana, cuyos costos son absorbidos por el Estado.
La producción de un pozo es a corto plazo (5 ó 6 años), la rentabilidad y eficiencia de los pozos es baja (a diferencia de los convencionales que llegan a estar activos por más de 20 años), mientras que la perforación en las hectáreas es permanente en el tiempo, y tanto la instalación como el revestimiento sufren un deterioro progresivo con el tiempo (Caparroz, 2013).
El pozo perdura toda la vida, a parte cuando ellos te compran o te alquilan, le meten un metro y medio de calcáreo. ¿Con qué lo sacas después? Si eso se compacta –y eso es como un cemento– la tierra se echa a perder, después para sacarlo, te traen cientos, miles de camionadas ¿Con qué lo sacas? El día que se vayan y te devuelvan la tierra, ésta queda perdida.
Chacarero Julio Hernández
con 5.5 ha en producción
Allen, 5 de diciembre de 2015.
Como los HRNC no están acumulados en trampas, sino que se encuentran muy dispersos, en cada yacimiento hay que explotar un volumen de roca mayor para obtener la misma cantidad de gas que en una explotación convencional. Por ende, las explotaciones deben ser más extensas e intensivas, lo   cual   da   cuenta   de   un   paisaje   frutihortícola   salpicado   por   locaciones   con   actividad hidrocarburífera. En este marco es posible encontrar, en el área rururbana de Allen, unidades de organización de la producción de perfil frutícola (manzanas y peras) reconvertidas según los parámetros de exigencias tecnológicas y productivas, y explotaciones agropecuarias marginales, alternando   con   fenómenos   de   neoruralidad,   sin vinculación   agropecuaria,   que   se   hacen   más
frecuentes. Encontramos así un área con “tensión de territorialidades” (Porto Gonçalves, 2001), idea que instala precisamente la tracción entre matrices diferentes en cuanto al uso y apropiación del territorio: una declinante, la ligada a la actividad frutihortícola; la otra ascendente, ligada a los hidrocarburos.

Reflexiones finales
La explotación de los hidrocarburos no convencionales ha surgido en un contexto caracterizado por los cambios y las innovaciones tecnológicas. La “Revolución del Shale” en EE.UU, a principios del 2000, hizo rentable la apuesta por los no convencionales.   Desde actores socioeconómicos energéticos   y   políticos   dominantes   se   difunde   un   discurso   que   pregona   la   utilidad   de   los hidrocarburos, en tanto impulsor del progreso y desarrollo industrial para las potencias emergentes.
El déficit energético causado por las políticas de los años noventa y catalizados por los patrones de consumo productivo, de transporte y de consumo de hogares en el siglo XXI en la Argentina, define una encrucijada: se continúa por el camino inercial trazado por los estilos de desarrollo conocidos, o se encara un proceso de transformaciones cuyos resultados visibles deben ser percibidos en plazos no   lejanos. La  confianza   construida   en   torno   a   los   procesos   de   extracción   de   HRNC   está
condicionada al precio internacional de los hidrocarburos. Mantener esa línea de explotación energética sólo es posible –en el actual contexto de mercado– sobre la base de grandes apoyos económicos, fiscales y de infraestructura provista por el Estado nacional y los Estados provinciales, sede de los yacimientos, a costa del diferimiento o cancelación de otro conjunto de necesidades sociales. Aun con precios compensatorios o que garanticen el equilibrio desde un punto de vista económico, la producción prometida de hidrocarburos mediante el fracking no permitirá resolver las urgencias de corto plazo existentes. La extracción de HCNC constituye una actividad intensiva en
capital (no en trabajo) y demanda cantidades importantes de energía, agua y materiales (acero, cemento y arena, entre otros). De seguir expandiéndose, profundizará las transformaciones en la escala de la intervención territorial. La expansión del
fracking, antes que resolver la dependencia de fuentes energéticas no renovables, la incrementa, demandando el empleo de enormes cantidades de energía fósil (tanto directa como indirectamente) difícilmente substituibles. A su vez, solucionar la problemática mencionada podría requerir que se realicen inversiones de energía fósil en alternativas
más sostenibles. De esta manera, la explotación de HRNC comprende un despliegue de actividades que no podrían realizarse en base a energías renovables; el acero que demandan las tuberías, la inyección del fluido de fractura, la síntesis de productos químicos, el transporte de arena y los equipos de perforación, son insumos que   remarcan  la   dependencia   fósil   en   las   actividades económicas. De mantenerse las tendencias actuales, tendríamos de manera predominante una generación térmica en base a combustibles fósiles con escasa participación de renovables en la matriz energética, profundizando las desigualdades en las regiones y acelerando los procesos de
contaminación y degradación de los ecosistemas.
Notas (..)
Bibliografía(..)

    

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