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24 de junio de 2019

III. La fórmula F-F prueba que la profundización del modelo K era el de MM

Alberto Fernández: “Mi objetivo es pagar al FMI y los acreedores”

25 de junio de 2019

 

Arrancó la campaña electoral y este jueves Fernández se reunirá con una delegación del FMI a la Argentina. El candidato presidencial reiteró su prioridad de pagar la deuda.
El candidato presidencial por el Frente de Todos elegido por Cristina Fernández hizo sus primeras declaraciones de campaña electoral luego del cierre de listas. Dejó muy en claro que la deuda se va a pagar y que la situación de ajuste va a continuar.
Para Alberto Fernández, el país ya está técnicamente en default. “Si todavía no estamos en uno es porque vivimos una ficción a raíz de la plata que le pedimos al Fondo", expresó.
También indicó que no piensa retrotraer los tarifazos en los servicios, tampoco congelar las tarifas. Fue en una entrevista realizada este lunes por Reynaldo Sietecase y Ernesto Tenenbaum en Radio con Vos.
Este jueves se reunirá con el enviado del Fondo Monetario Internacional (FMI) Alejandro Werner, y con Trevor Alleyne, representante del organismo residente en el país. El FMI dijo querer saber más sobre "las prioridades de política económica" de los candidatos presidenciales. Alberto Fernández ya se adelantó: su objetivo es pagar toda la deuda, sin siquiera una auditoría sobre su orígen y destino.

Un nuevo nunca menos... para el FMI y el capital financiero

Fernández manifestó que "nuestro primer desafío es que el Fondo entienda que ha cometido un error garrafal prestando dinero a un gobierno para que le pague a los acreedores y lo usó para pagar la fuga de divisas".
Efectivamente, una parte importante de los dólares que ingresaron del préstamo stand by con el FMI se fugaron por otra ventanilla.
A pesar de ello, el candidato afirmó que su objetivo es pagar la deuda. "Mi objetivo es pagar, pero no manteniendo la recesión de Macri", dijo Fernández. Promesas de campaña que pretenden ilusionar con la posibilidad de una salida pacífica y no catastrófica de la crisis sin dejar de pagar la deuda.
Consecuentemente con este planteo de no continuar con recesión, es decir, de la ilusión de una mejora económica, los periodistas le preguntaron si entonces cambiar de “palanca” implica aumentar salarios rápido. Pero la respuesta por parte de Fernández fue cambiar el eje y proponer "mantener los empleos" por la vía de asegurar las ganancias empresarias. No hizo ninguna referencia a recuperar algo de los 12 puntos de salario real perdidos bajo el régimen de Macri y el FMI solamente en el año pasado.

¿Bajar las tarifas o congelarlas? No. "Las tarifas tienen que ser rentables"

Asimismo, los periodistas le consultaron si, entendiendo que Fernández afirmó que "las tarifas deben ser acorde a los términos de riqueza de una sociedad", bajaría las tarifas de los servicios públicos. Nuevamente, la respuesta fue apenas que "por lo pronto no seguiría incrementándolas".
También agregó "terminaría con la dolarización de las tarifas y esta lógica de negocios de los amigos de Macri: de los Mindlin, de los Caputo”, pero contradictoriamente, luego negó afirmar que desdolarizaría las tarifas y las congelaría por un tiempo. Es el problema de hablarle a los "mercados" y prometer alguna mejora al pueblo trabajador al mismo tiempo, generando confusión y sin poder siquiera afirmar alguna propuesta concreta.
De manera que, a pesar de oponerse a la "lógica de negocios", el candidato sostuvo que "la realidad es que muchos empresarios argentinos cuando el Estado les da un subsidio, una ventaja, en realidad la hacen ganancia y no la invierten".
Eso es precisamente lo que sucedió durante los años de gobierno kirchnerista, en donde se sostuvo la ganancia de las privatizadas a través de subsidios, pero la desinversión fue deteriorando los servicios, en desmedro de la calidad y la infraestructura. Ni subsidios ni tarifazos resolverán un problema anclado en la privatización de servicios públicos.
Fernández intenta primero tranquilizar al FMI y a los acreedores respecto a que un gobierno presidido por él priorizará a toda costa el pago de la deuda pública, pero por otro lado busca presentarse frente a la sociedad como una ruptura frente al gobierno de Macri. Así, no explica cómo va a hacer cosas diferentes con una economía controlada por el FMI, ni tampoco asegura que va a retrotraer el empeoramiento de las condiciones de vida que ya hizo Macri.

Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Alberto-Fernandez-Mi-objetivo-es-pagar-al-FMI-y-los-
acreedores




La delegación en representantes del gran capital local e imperialista sólo profundiza las penurias abajo y ruinas de tanto el presente como el futuro. Por eso, reflexionemos sobre:
¿Atrapada sin salida?
Argentina dependiente
en crisis transicional
13 de junio de 2019
Por Mariano Féliz

Argentina atraviesa una crisis económica de larga data. Casi una década de estancamiento y recesión han puesto en alerta a los sectores dominantes. Los partidos del orden no encuentran salidas, pues no comprenden la naturaleza profunda de la crisis actual. Los sectores populares enfrentamos los límites del desarrollo dependiente y una bifurcación histórica.
La economía argentina se encuentra atrapada en una profunda crisis. Crisis transicional hemos dicho en otro lado. Una crisis que parece poner en juego la forma de ser del capitalismo argentino, su lugar en el mundo, su papel en la división internacional del trabajo.
La segunda mitad de la primera década de los 2000 mostró la fragilidad del capitalismo dependiente en Argentina. La crisis de 2008-2009 prendió las alarmas sobre un proyecto hegemónico que, apenas parecía consolidarse, comenzaba a enfrentar barreras, primero, y, luego, límites difíciles de superar. En los diez años que sucedieron a esa primera crisis en la nueva fase neodesarrollista, la acumulación de capital se hizo inestable al tiempo que pasaba del estancamiento a la depresión. ¿Pero qué le pasa a la economía argentina? ¿Cuál es el fundamento específico de su crisis transicional?
I
A través de la era neoliberal, el capitalismo dependiente argentino configuró una nueva forma de reproducción ampliada. Sobre una base industrial dependiente pero relativamente extendida bajo control trasnacional, se consolidó un nuevo patrón de acumulación de tipo extractivista. La primera década del siglo XXI vio la expansión del complejo agroindustrial de la soja transgénica, el avance de la megaminería a cielo abierto, la colonización de la producción del hábitat y la vida cotidiana por la financiarización, y más recientemente la expansión de la explotación hidrocarburífera por la vía de la fractura hidráulica. Este proceso es dominado y atravesado por la irrupción del capital trasnacional. Además, la nueva etapa incluía una nueva configuración de políticas que mantuvieran la superexplotación del trabajo de las mujeres en la reproducción social y el cuidado. Las políticas de transferencias de ingresos condicionadas (del Plan Jefes y Jefas a la Asignación Universal por Hije) vieron articular un mercado de trabajo hiperprecarizado con la necesidad de sostener la reproducción social a escala familiar y comunitaria en el marco de un Estado de bienestar que desarticulaba las políticas universales de inclusión social.
II
Esta nueva configuración de la estructura de producción de valor y reproducción social en Argentina consolidaba una nueva base extractivista sobre la histórica estructura industrial dependiente. La industrialización -llamada por sustitución de importaciones- entre 1940 y 1960 había podido consolidarse sobre la base de un patrón de superexplotación de la fuerza de trabajo remunerado (mayormente masculinizado) y no remunerado (mayormente feminizado). En efecto, en torno a la expansión de la base industrial local, un capital crecientemente trasnacionalizado pudo subsistir a partir de un desarrollo urbano “desigual y combinado”: en torno a asentamientos informales, pésimos sistemas de transporte de pasajeros para las clases populares y condiciones de empleo de creciente precariedad. Ese desarrollo industrial pudo consolidarse en un marco internacional dominado por la irrupción de las multinacionales norteamericanas en un mundo capitalista en plena reintegración comercial, financiera y productiva luego de la segunda guerra.
III
En la etapa actual, a posteriori de la reestructuración neoliberal, la transnacionalización capitalista y la irrupción de China e India en el mercado mundial colocan a países de industrialización dependiente -como Argentina- ante una disyuntiva. Argentina enfrenta este nuevo mundo con su economía articulada por una base industrial trasnacionalizada y crecientemente articulada al nuevo vector extractivista.
Por un lado, el ciclo capitalista local es traccionado por la presión creciente que genera la formación de renta extraordinaria asociada a la extracción de riquezas naturales y formas de financiarización de la producción de la vida. Esta situación exacerba las tensiones históricas de la contradicción entre el capital agrario (extractivista) y el capital industrial. La ampliación contemporánea de las bases de apropiación de plusvalía bajo la forma de renta extraordinaria se convierte en una presión permanente sobre el conjunto del capital productivo en el resto de las ramas, en especial en las industrias manufactureras. Estas últimas se ven imposibilitadas de competir por el financiamiento frente a los elevados niveles de rentabilidad extraordinaria de las ramas extractivistas y acentúan la presión para la superexplotación laboral (en las fábricas y en las casas).
IV
En paralelo, por otro lado, el conjunto del aparato industrial enfrenta la irrupción de las manufacturas del eje China-India. El capital en esos territorios avanza con su producción realizada en condiciones de trabajo ultra precarizadas, escalas productivas inconmensurables y crecientes esfuerzos para el desarrollo de nuevas tecnologías para la extracción de plusvalía. Esa irrupción golpea de lleno a una economía como la Argentina donde el ciclo del capital manufacturero se encuentra plenamente integrado a la economía global. En una posición intermedia entre las economías poco industrializadas de la región y el hegemón subimperialista regional (Brasil), el capital en la Argentina enfrenta esa batalla en desventaja. El pueblo trabajador argentino conserva -a pesar de todo- una base de derechos conquistados en sus luchas, derechos que el capital busca diluir para pegar un salto de competitividad. La resistencia popular frente a esa ofensiva es la contracara de la incapacidad industrializadora del proyecto neodesarrollista y la aceleración de la desindustrialización en la etapa reciente de profundización del ajuste bajo el macrismo.
V
La crisis transicional se presenta como expresión del último límite del capital dependiente en Argentina. No parece haber alternativas. Los sectores dominantes pretenden acelerar el ajuste y la explotación laboral y de las riquezas naturales. Para ello, buscan avanzar sobre los derechos laborales (reforma laboral y previsional) y destruir los remanentes del precario estado de bienestar. El salto adelante en términos tecnológicos y productivos es para ellos inviable y no deseable. El ajuste acelerado no es causa sino consecuencia de la crisis transicional, del anacronismo histórico del proyecto del capital en Argentina.
Para el pueblo la opción es clara: revolución o barbarie capitalista, como decía Rosa. La salida desarrollista (el oxímoron del “crecimiento con inclusión” del kirchnerismo) ya fue olvidada, y esos sectores buscarán una transición políticamente ordenada para conducir el ajuste estructural en marcha. El pueblo organizado tiene como única opción resistir y proyectar una salida revolucionaria, que ponga la reproducción ampliada de la vida en el centro. Estamos ante una bifurcación histórica. Como siempre, sólo el pueblo podrá salvar al pueblo.
 

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