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15 de agosto de 2014

"El elevado uso del automóvil supone un despilfarro energético insostenible, así como una poderosa contribución al sobrecalentamiento del planeta por el incremento del efecto invernadero".

Por una movilidad urbana sostenible
Las congestiones circulatorias, los atascos y el número de vehículos a la búsqueda de aparcamiento en los centros urbanos se incrementan cada día que pasa. La insistencia en el modelo que tan discutibles resultados está dando no parece, pues, una muestra de lucidez. Por esta razón, en Catalunya y en todas partes, diversas entidades y plataformas cívicas trabajan desde hace tiempo para promover formas de movilidad más sostenibles y, por tanto, más cómodas para los usuarios. Desde diferentes instancias de la Administración también se realizan esfuerzos en este mismo sentido, aunque de forma todavía insuficiente. La conciencia de que es necesario cambiar de estrategia va tomando fuerza. 

El incremento de las disponibilidades viarias y la optimización de la logística circulatoria mitigan la situación, pero no llegan a resolverla, ya que todos los argumentos de la oferta formulados hasta ahora han acabado situándose por debajo de las dimensiones de la demanda. Por lo cual, más que aumentar la oferta, seguramente lo que hay que hacer es mejorarla y, sobre todo, modular la demanda. Es decir, es necesario replantearse la actual cultura de la movilidad, basada en el imposible deseo de ir a todas partes en vehículo privado. La cuestión, de todos modos, no es tanto el vehículo como el uso que se hace de él. En el mejor de los casos, mal uso inconsciente, y en el peor, uso inadecuado por falta de alternativas. 

El 80% de la población de nuestro país se concentra en las ciudades. La creciente dispersión territorial, el incremento de la movilidad de la población y la insuficiencia de transporte público, junto con una importante inversión pública, directa e indirecta, en nuevas vías de circulación durante los últimos años, ha provocado un uso creciente del coche privado en los desplazamientos ordinarios de la población. El incremento constante de la utilización del coche ha supuesto también una disminución de la calidad de vida en las ciudades. Ruido, accidentes, congestión, ocupación desproporcionada de espacios públicos y contaminación de la atmósfera son las principales secuelas del uso abusivo del automóvil. Así pues, las tendencias evidenciadas en las encuestas de movilidad realizadas en el área metropolitana barcelonesa en los últimos años indican cierto estancamiento en el uso del transporte público, un apreciable incremento en la utilización del coche privado y una disminución de los desplazamientos a pie. Las infraestructuras de circulación que se construyeron durante los Juegos Olímpicos y las que se han inaugurado posteriormente ya muestran síntomas de colapso en franjas horarias cada día más amplias, pudiendo afirmarse que cada vez tenemos una movilidad menos sostenible. 

Desde el punto de vista de la equidad social, la preeminencia que hasta ahora se ha dado al automóvil tampoco es muy justificable. El 50% de la población adulta no dispone de carnet de conducir y sólo una de cada cuatro personas tiene posibilidad de acceder diariamente al uso de un coche. Es obligación de los poderes públicos garantizar que el 75% de la población que no tiene, en la vida diaria, posibilidad de utilizar un vehículo particular pueda resolver cómodamente sus necesidades de desplazamiento. Los poderes públicos han de desarrollar un esfuerzo importante para concienciar a la población acerca de la necesidad de hacer un uso más racional del coche. La vía pública de nuestras ciudades ha de volver a recuperar la función para la que fue diseñada: un espacio de convivencia y de relación entre la ciudadanía, en el que, además, todos, transeúntes, ciclistas y usuarios del transporte público, puedan circular sin peligros ni tropiezos.

El transporte público o colectivo representa una alternativa eficiente, tanto desde el punto de vista social, como económico y ecológico para moverse entre los diferentes municipios, pero también existen otras muchas maneras de desplazarse en el interior de los municipios, como la bicicleta, caminar o pasear, los patines o los vehículos eléctricos o híbridos con emisiones nulas o muy inferiores a las de los vehículos convencionales. Es un amplio abanico de opciones, cuya justa combinación debe ser, seguramente, la opción sensata. 

Pero lo cierto es que de unos años acá se produce cierto estancamiento en el uso del transporte público, un incremento en del coche privado y una disminución de los desplazamientos a pie. Las congestiones circulatorias, los atascos y el número de vehículos a la búsqueda de aparcamiento en los centros urbanos son el corolario de ello. En París, la velocidad media era de 25-30 km/h en los años setenta, mientras que actualmente es de unos 10 km/h. Paradójicamente, el 75% de la población catalana no tiene, en la vida diaria, posibilidad de utilizar un vehículo privado: va a pie o utiliza transporte público. En Barcelona, cada coche dispone de 10,5 metros cuadrados de calzada, mientras que cada transeúnte tiene 3,5 metros cuadrados de bordillo, o sea que los autos disponen del triple de espacio viario que las personas. 

En efecto, buena parte de la opinión pública cree que el coche es el principal sistema de transporte en la ciudad. Pero los recuentos demuestran que no es así. En Barcelona sólo se hace en coche uno de cada cuatro desplazamientos, mientras en otras ciudades el desplazamiento a pie es mayoritario. El uso del coche tan solo es más importante en los desplazamientos interurbanos, entre ciudades y pueblos. Esta percepción distorsionada de la realidad se explica por que el automóvil ocupa mucho espacio: dos terceras partes del espacio público se destinan al vehículo motorizado. Es evidente, pues, que es necesario proceder a un reequilibrio del uso del espacio público. No puede ser que el 25% de los desplazamientos se adueñen del 65% espacio público y que, además, lo hagan contaminando. 

En un momento en el que cada vez se impone en mayor medida el análisis de los problemas ambientales a nivel planetario es fundamental tener en cuenta que cada viaje en coche invierte cuatro veces más energía que el mismo desplazamiento realizado en transporte público. En este contexto, el elevado uso del automóvil supone un despilfarro energético insostenible, así como una poderosa contribución al sobrecalentamiento del planeta por el incremento del efecto invernadero. 

Este concepto ha sido desarrollado en el trabajo: 
"'Avui, el cotxe a casa. ¡Retroba la teva ciutat!'. Projecte estratègic d'una diada dedicada a la mobilitat sostenible"

Fuente: http://www.erf.cat/php/cas/concepte.php?id_text=131

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