2 de mayo de 2015
Por Roland Denis (Rebelión)
Puntos metodológicos de construcción de
Gobierno Popular (I)
1. El fin de la contradicción progresiva
El chavismo como fenómeno político nacido
desde la base social es un hecho totalmente contradictorio. Quienes por las
razones de su propio proceso y acceso al gobierno por medio de la figura de
Chávez, tomaron su “representatividad” burocrática y partidista, más adelante
se convierten en una cúpula pequeña que protege sus intereses de poder y
riqueza por medio del legado simbólico y orgánico revolucionario que ha dejado
este extraordinario movimiento; son los capturadores provisionales del mismo y
reproductores del orden capitalista-estatal. Mientras que en su base se siguen
construyendo de manera dispersa y con muchos problemas con todo el orden
constituido, hechos (acontecimientos) y procesos (saberes y tejidos activos de
autogestión y autogobierno colectivo) que le permiten al chavismo seguir siendo
una expresión fiel de lo que podríamos la expresión nacional del movimiento
comunista internacional y particularmente nuestramericano.
Por mucho tiempo este fenómeno contradictorio,
inevitable incluso desde los inicios del chavismo cuando era solo un movimiento
confrontado abiertamente con el orden establecido de la IV república, por
muchos costados de su liderazgo y dirección se intentó de convertirla en una
dialéctica contradictoria pero progresiva. Es decir que “los de arriba y los de
abajo” generen en su contradicción, dentro de la propia lucha de clases
inherente a todos estos movimientos, un saldo en favor del acto emancipatorio:
es hasta cierto punto la tesis básica del marxismo y su propuesta de transición
utilizando las viejas instituciones del Estado nacional.
Es decir, que sea posible forzar a los de
arriba, empezando por el propio Chávez, a utilizar los poderes primeramente
representativos del movimiento y luego burocráticos como cúpulas que toman el
poder de Estado, en favor del establecimiento de un conjunto de medidas
políticas que realmente ayuden romper con las bases de un sistema de dominio
que ha garantizado entre nosotros un particular modo de la reproducción del
colonialismo interno, la dependencia, la desigualdad social, la pervivencia de
un estado eminentemente despótico, prooligarquico y corrupto. Si esta ayuda de
“los de arriba” se podía garantizar, el resto del trabajo a hacer de acuerdo a
la dinámica horizontal de “los de abajo”, fuera del gobierno, alrededor de la
expansión del poder popular, tenía todas las posibilidades de salir vencedora.
Muchos dirán hoy que esto fue una inocente
ilusión o una jugada oportunista, personalmente no lo creo así aunque se haya
trabajado con todas las dudas del mundo y se nos pueda acusar de los que sea,
con mucha razón probablemente. Pero a buena fe, era una apuesta que valía toda
la pena tirarla y cualquiera que haya sido el saldo de frustración, por otro
lado ha sido una aprendizaje colectivo de una inmenso valor histórico. En todo
caso esto queda para la discusión de los cafés y los libros, porque ya los
hechos están cumplidos. Hoy en día a nuestra consideración seguir hablando de
“una dialéctica progresiva” entre “los de arriba y los de abajo” no tiene el
más mínimo sentido. Y el problema no es en sí mismo político o ideológico, si
el gobierno de Nicolás es o no revolucionario en sus formalidades e
intenciones.
El problema en este caso comienza siendo un
hecho eminentemente moral. Por sólo poner un punto: establecer un sistema de
cambio donde un chiquito mundo de sátrapas de la oligarquía junto a sus
contactos de gobierno absorben una gigantesca parte de las divisas de Estado en
un determinado precio para venderlas hasta legalmente por un precio veinte
veces mayor (y más aún en el mercado negro), poniendo a toda una población a
pagar estas ganancias (o este acto de descomunal desfalco público) por medio de
la hiperinflación que esto genera, o a vivir desesperados por conseguir aunque
sea un dólar para entrar por lo menos en una ínfima parte de esta ganancia, es
algo que trasciende toda discusión política y se convierte en un acto de
inmoralidad absoluta por parte “de los de arriba”. Están haciendo exactamente
lo mismo que la “troika” europea quienes, quitándole todos sus beneficios
históricos a las clases trabajadoras europeas, esa inmensa expropiación a la
clase trabajadora la hacen en función de retribuirle sus ganancias a las
cúpulas bancarias más ladronas del mundo. Sólo que en este caso los políticos
europeos aparentemente no están engañando a nadie, lo hacen defendiendo este
sistema de dominio y asumiendo como derecho a hacerlo el voto popular que los
ha elegido. Mientras que entre nosotros, el engaño es absoluto, esencialmente
el mismo mecanismo se hace en nombre “de la revolución popular, anticapitalista
y etc”. Esto es simplemente un descaro de la peor calaña que nada tiene que ver
con tendencias políticas y de pensamiento (al menos que aceptemos que el
descarado engaño sea una tendencia legítima dentro del pensamiento
revolucionario). Por supuesto, lo hacen bajo la creencia que su fuerte “aparato
de captura” de cuerpos y conciencias, utilizando el legado chavista es
infinito. Ya veremos si es así, si podemos ser tan infinitamente imbéciles y
engañables…es posible, Diosdao está contento, el devenir dirá.
2. Premisas para una metodología de Gobierno
Popular
Entrando ahora en el problema del método, este
comienza con la pregunta respecto al ¿cómo hacer?. Un punto que para nosotros
supone responder metodológicamente a una pregunta respecto al “¿qué hacer?” y
para lo cual utilizamos la figura de “Gobierno Popular” desarrollado en el
artículo anterior “Principios y preguntas de Gobierno Popular”. Pero antes
precisemos una cosa. ¿Cuál es la posición que hemos asumido respecto al que
hacer?, ¿por qué tiene sentido ahora más que nunca hablar de Gobierno Popular
fuera del Estado?. Se pueden asumir tres posiciones, y de hecho las hay, frente
a las circunstancias que vivimos (a parte de apoyar pasivamente el gobierno y
ser un burócrata o un iluso más metido en este engaño). La primera: seguimos
jugando el juego de la “dialéctica progresiva”, a una especie de acumulación de
fuerzas bajo un horizonte que se pierde todos los días. El mecanismo es el
silencio y una complicidad que todos los días es más imposible al menos que
entremos en el juego oscuro, es decir la inmoralidad y la corrupción. Descartada
esta posibilidad. La segunda: es jugar a la conspiración y el desespero, o la
saltadera de talanqueras, a la frustración de quien se asume víctima de un
engaño, ayudando en el fondo a que el lado oscuro de la misma luna, la derecha
oficialmente establecida, sustituya este gobierno de ricos. Un absurdo. O por
el contrario a estas dos primeras: reconocemos que el movimiento contradictorio de
esta historia, el “no-lugar” a que ha llegado, no sólo es la historia de “los
de arriba” sino también de “los de abajo”, asumiendo que ha llegado el momento
de politizar esa historia, es decir, convertirla en un acontecimiento que
empiece a quebrar los mecanismos de dominio, no importa cuán grande o pequeña
es esta opción. Eso es lo que hemos llamado “construir Gobierno Popular”,
convertir en política y en estrategia lo que hemos venido reconociendo como “la
moral del alzado”.
3. Cuatro puntos metodológicos básicos
-¿Cómo gobierna el Gobierno Popular?, una de
las preguntas iniciales que intentamos responder dentro del documento anterior.
Se establece que su método de gobierno es la capacidad que se tenga de
concentrar procesos de autogobierno colectivo y que su decisión tenga la fuerza suficiente como
para poner “al estado contra la pared”. Esa
es la premisa metodológica básica.
-Ahora bien, entendamos que la capacidad que
se va gestando de agrupar y sintetizar espacios plurales de autogobierno por
fuera del Estado, necesita reconocer cuál es la situación que hoy vive el
estado venezolano como maquinaria de poder. Muy buena esa aquella alegoría de
Deleze y Guatari de visualizar el Estado como una “maquinaria de captura”.
Desde ese punto de vista el Estado venezolano, es un viejo instrumento de
dominio que se va desgastando y siendo sustituido por formaciones paraestatales
que se internan dentro de él, capturando territorios, y estableciendo nuevos
órdenes despóticos donde solo impera su propia ley, acumulando una fuerza
militar que muchas veces es superior a los cuerpos de seguridad del Estado (es
una situación que se multiplica dentro de todos los Estado subordinados del
mundo). La situación en el estado Bolívar es un típico ejemplo de ello. Todo
espacio de Gobierno Popular necesita entonces tener
la capacidad de quebrar estas lógicas de captura y sustituirlas no con una nueva
sino por redes asamblearias con suficiente capacidad operativa como para ir
desplazando los viejos y nuevos despotismos.
-Ningún Gobierno Popular es una voluntad
concentrada que toma el Estado para sí. Como dirían los filósofos no aspira a
ser una nueva totalidad dominante, un “Uno” que sustituye el viejo estado por
uno nuevo. Por tanto, metodológicamente hablando su desarrollo no se da de
acuerdo a los viejos parámetros de la acumulación de fuerzas (se condensa y
condensa fuerza hasta llegar a tener la suficiente como para plantearse por las
buenas o las malas capturar el Estado). Su
lógica es la del tejido que se expande, que va produciendo capacidad
colectiva para gobernar aspectos distintos y a la vez entremezclados en la vida
colectiva común: espacios de producción y distribución, generación de
tecnologías, de educación, cultura, defensa. Cada uno de ellos constituye un
tejido particular que a su vez se centraliza y articula con el resto dentro del
espacio de conexión que estamos llamando “Gobierno Popular”.
-Y un cuarto punto que desarrollaremos mejor
en la segunda parte de este artículo, tiene que ver con el Gobierno Popular como
acontecimiento y como proceso. Es
decir, no se trata de prefigurar una espacie de modelo a priori de Gobierno
Popular. La revolución es siempre un impredecible que acontece o no. Apostamos
a que la revolución “por fuera del Estado” aunque formalmente suceda dentro de
un espacio de gobierno estatal determinado, en este caso el estado nacional
venezolano, comience a ser un hecho siguiendo los horizontes autogobernantes
planteados desde la misma revolución bolivariana. Es un acontecimiento
confrontado y a la vez distante de todos estos aparatos sobre el cual es imprescindible
comenzar a trabajar conjuntamente, dado el desastre que han generado “los de
arriba”.
Puntos metodológicos de construcción de
Gobierno Popular (II)
Siguiendo los elementos contemplados en la primera parte de este
documento sobre método de Gobierno Popular, comencemos con profundizar los
cinco puntos adelantados. Tengamos en claro que estamos procurando crear un
camino estratégico claro para romper de una vez por todas con la ilusión del
Estado burgués, la tramoya que heredamos desde el colonialismo hasta
convertirnos en repúblicas fragmentadas instaladas en su conjunto para darle
continuidad a un modelo de dominio que se universaliza con la globalización
capitalista. El caso de la desaparición del compañero Alcedo Mora, por tomar
uno de tantos elementos en caliente, ignorado y silenciado por un Estado que a
todas luces aparece como cómplice posiblemente junto a organizaciones que se
hacen pasar por revolucionarias, de la desaparición de este noble y crítico
luchador posiblemente, no es solamente indignante sino que nos enfrenta a una
verdad que ya es ineludible: el Estado nada tiene que ver con la democracia
como cometido esencial de gobierno del pueblo.
El Estado, el poder constituido, sus partidos
políticos de derecha e izquierda, su devenir y crisis con la aparición de todas
las formas paraestatales que la violencia de las economías mafiosas impone, su
conversión en consulados de poderes imperiales hegemónicos, usan el derecho
democrático para reproducirse como instancias despóticas de poder que en este
caso coinciden con el proceso imperial del capitalismo. La desaparición de este
compañero chavista, los silencios y complicidades institucionales, deja una vez
más en forma clara e ineludible esta verdad frente a lo cual no tenemos ninguna
necesidad de llorar como víctimas de una tragedia, sino politizar de una vez
por todas la alternativa del no-Estado bajo la cultura y la praxis de “otra
política”. Entramos entonces en una nueva historia, con un tiempo y un espacio
propio, un proceso largo y difícil que ha de independizarse cada vez más del
historial político que nos han dejado los Estados capitalistas y su actual
crisis en el mundo entero. Es el gran reto de la revolución en este siglo
después del fracaso o al menos la paralización en el tiempo de todas las
grandes experiencias históricas del socialismo de Estado, incluidas las
experiencias democráticas revolucionarias nuestramericanas –Bolivia, ecuador,
Venezuela, principalmente- que a grandes rasgos más bien han servido de
tránsito hacia la consolidación del poder y ahora Gobierno Popular.
Empecemos
entonces por “pensar”, tal y como lo pediría toda “razón de todos” dentro del
pensamiento revolucionario, esa alternativa de “Gobierno Popular”. Seguimos en
esta parte con el trazado del método ya comenzado, empezando por preguntarnos:
¿desde el punto de vista metodológico, es decir, del cómo avanzamos hacia
estructuras de Gobierno Popular, cuáles son los objetivos inmediatos a
enfrentar?
Objetivos inmediatos
Objetivos inmediatos
-Tener la capacidad de gobernar “poniendo al
Estado contra la pared”. Forzándolo, develando sus trampas, transparentando sus
verdades escondidas, controlándolo, tomando sus instancias de producción y
acaparamiento de la renta fiscal y del suelo, y finalmente sustituyéndolo en
cada vez más planos de la gobernabilidad de la realidad común colectiva.
-Garantizar de esta manera una “nueva
soberanía” que no pasa por los límites del Estado-Nación, sino que lo
trasciende, empuja la política emancipatoria de los pueblos mucho más allá de
nacionalismo burgués hacia una lucha supranacional más allá de todas las
diversidades que hacen a cualquier pueblo.
-Quebrar sus instancias de captura y
neutralización del potencial insurgente del pueblo. Formando en tan sentido no
instancias de captura sustitutivas –tragedia de muchas organización de
izquierda históricamente- que jueguen a la mera acumulación de fuerzas
institucionalizadas, sino al tejido de autogobierno que se expande , articula y
fortalece territorial y nacionalmente.
-Formar tejidos heterogéneos que se van
entrelazando dentro de los mismos territorios de Gobierno Popular y más allá de
ellos a nivel de la producción, la distribución, la defensa, la comunicación,
la educación, la salud, el ambiente, la cultura, etc.
-Garantizar los procesos constitutivos de
Gobierno Popular, en primer lugar por corredores territoriales que se
compactarán mediante la formación de parlamentos comunes y actas o contratos
sociales que normen su existencia y ejercicio concreto de gobernabilidad.
-Decimos entonces que Gobierno Popular tiene
como primer reto verse a sí mismo como acontecimiento y como proceso. Como un
hecho que irrumpe, se aleja de lógica del capital y el Estado, y comienza con
pleno derecho a construir un espacio solidario, de iguales, dentro incluso de
las terribles realidades que la decadencia y degradación de las sociedades
urbanas controladas por la ley del egoísmo y la acumulación nos ha llevado. Esa
es su connotación estrictamente política. Pero al mismo tiempo todo espacio de
Gobierno Popular es un saber y una “ciencia del pueblo” que se va haciendo en
la práctica y la cualificación de sus prácticas. Es la verdad que le sigue al
acontecimiento político, allí se hace universal, se define como continuación de
la lucha universal comunista. El gobernante colectivo conoce su realidad, cada
vez más a fondo y no solo ello, sino que construye nuevos saberes capaces de
generar nuevas relaciones sociales y nuevos potenciales productivos,
comunicantes, defensivos, es decir, como decía Gramsci, lleva adelante y a
fondo toda la reforma intelectual y moral que necesita un espacio social para
salirse del marasmo de las relaciones sociales y la cultura individualista y
fragmentaria del capitalismo.
-Cada espacio autogobernante se enfrentará a
situaciones que le van sumando heterogeneidad al espacio en la medida en que se
van fraguando dentro de realidades cada vez más complejas desde lo rural hasta
lo urbano. No por casualidad estas experiencias en nuestro caso han podido
empezar su camino dentro de espacios rurales que son relativamente homogéneos
socialmente, mucho más fácil de agrupar y establecer metas comunes que por lo
general comienzan con la producción y distribución común en áreas donde todos
son productores de la tierra agrupados en consejos campesinos y comunas. El
reto es prepararse para abordar no solo situaciones rurales sino urbanas donde
los problemas y la heterogeneidad de los sujetos sociales (como trabajadores y
como comunidades) es mucho mayor, como mayores son los problemas de violencia,
captura de las organizaciones de los aparatos de Estado, carencias
comunitarias, conflictividades laborales, etc.
-Dentro de este plano entendamos que toda
realidad autogobernante no se fabrica desde una perspectiva despótica de
Estado. Es decir, no es un poder constituido estructurado burocrática y
verticalmente que exige obediencia, sino una realidad política se gesta desde
el entusiasmo y el compromiso colectivo horizontal, básicamente de
organizaciones de base. Por tanto su tiempo y dinámica de articulación supone
un proceso desigual y combinado de elementos concretos que generan las redes
autogobernantes en todos sus planos o aspectos concretos de la realidad: salud,
ambiente, producción, etc. Cada uno de estos planos se entrelaza con el otro y
guarda a su vez su independencia creando el tejido activo del Gobierno Popular.
-Hay necesidades inmediatas que toda población
pide que se resuelva y deben ser prioridades para todo Gobierno Popular.
Ejemplo abastecimiento, servicios, seguridad, por tomar los casos más
demandados. Y así mismo hay horizontes más estratégicos, como producción,
comunicación, defensa. Solo generando un verdadero análisis situacional
territorial de acuerdo un diagnóstico de geopolítica territorial adecuado se
pueden generar los planos de trabajo donde todos estos temas que atañen a la
gobernabilidad colectiva. Estos podrían ser enfrentados en grupos
pluritemáticos o unitemáticos, es decir, se enfrentan varias prioridades a la
vez o se van atacando una por una de acuerdo a la complejidad de la situación y
la fuerza concreta de organización con que se cuente.
-Estamos claros, no hay proceso revolucionario
que se pueda predeterminar ni moldear en forma utópica, hay una utopía de la
libertad y la igualdad asumida y ejercida que debe hacerse carne, organicidad
de otra política contraria a todos moldes estatistas y paraestatistas de la
dominación capitalista. Sin embargo, ya sabemos, contrariamente a la izquierda
que por un siglo sólo apostó a tomar el poder de Estado y en ello se concentró
y fracasó, que todo punto de partida ha de ser un acto político que se concreta
dentro de un territorio delimitado pero a la vez potencialmente infinito. A eso
hemos llamado “corredores territoriales de autogobierno”, más concretamente de
Gobierno Popular. Es la experiencia que tenemos hasta los momentos
Metodológicamente el corredor es una “unidad compleja de liberación”, no es
sólo “la unidad de la clase”, vista en forma abstracta donde solo priva el
problema de la situación económica y laboral de cada quien. Aquí el problema de
clase se traslada a todos sus determinantes tanto dentro de las relaciones
sociales de producción como dentro del entramado de las relaciones comunitarias
y urbanas. Esto es lo que debemos resolver en forma de un método cambiante y
multidimensional del ejercicio de una política libertaria. El “corredor” son
comunas, consejos, formas locales de poder popular (agua, energía, salud,
organización de trabajadores, comunicación, consumo, etc) reunidas en distintas
variantes de acuerdo a la
región. Pero el “corredor” es a su vez un espacio amplio que
subdivide un gran territorio rural o urbano no sobre el principio de la
división estatal sino de la uniformidad de un espacio dentro de la cuidad o
dentro de la geografía rural.
-El paso fundamental del momento meramente de
ejercicio de poderes populares fragmentados –y por ello tan cooptados y
utilizados por los aparatos de dominio- al de Gobierno Popular, es un reto que
desde el punto de vista metodológico no es otra cosa que una síntesis de muchos
planos de articulación de políticas de liberación, que no nacen espontáneamente
“de la vida”, del mero movimientismo, de las resistencias aisladas, sino de un
cuerpo unificado que obtiene su fuerza de su misma política, es decir, de la fuerza
que supone poner en movimiento unido todas las voluntades posibles de manera
que se trascienda por entero los siglos que llevamos aguantando de manera
tiránica o “democrática”, la dictadura de las élites beneficiadas por el
capital. Estamos apenas mirando los primeros destellos de esta nueva etapa
revolucionaria y su empuje en el mundo. Por el desastre de una corrupta élite
autocrática que se apoderó del Estado, no dejemos perder la inmensa experiencia
que ha supuesto construir consciencia de autogobierno y de plena democracia
entre nuestro pueblo. El método es tan dinámico como la experiencia misma, pero
es fundamental ir sistematizándola y convirtiéndola en un saber colectivo que
se difunde, utilizando las herramientas informáticas de la memoria, el ordenamiento
en programas y la
difusión. Allí el hecho de que gobernemos “muchos” y no unos
pocos vivos y ricos, comienza a a
ser un hecho dejando de lado “el sueño de lo posible” para convertirse en una
realidad que estamos fabricando.
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198330