Archivo del blog

29 de septiembre de 2009

No hay salida minera: trabajo para siempre, para todos, sin destrucción

La Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Esquel Por el NO A LA MINA difunde:
Carta abierta de vecinos y organizaciones de las provincias patagónicas rechazan de plano los dichos del gobernador chubutense Mario Das Neves quien la semana pasada afirmó sin vergüenza alguna que "la minería es la única salida para la meseta". Pero no sólo eso, sino que en una sintética y rica enumeración le dicen a él y a los demás gobernadores de la región, intendentes y legisladores, todo lo que se puede hacer para que "generen trabajo para siempre, para todos y sin destrucción".


CARTA ABIERTA
Al Señor Gobernador de Chubut Mario Das Neves, y a los gobernadores, intendentes y legisladores de las provincias patagónicas.

¡¡NO ES CIERTO que la Minería es la única salida para la meseta patagónica!!
Y jamás podrá haber otra si quienes INTENTAN REPRESENTARNOS no usan la razón.

El desafío es pensar y explorar otras formas de economía, economías a escala humana y no a medida de los mega consumos de los países del norte y al facilismo de los gobiernos de turno.

  • Pensemos en actividades que generen trabajo para siempre, para todos, sin destrucción.
  • Preguntándonos siempre:¿cómo, para qué, para quiénes?.

  • Evaluemos cuáles serán las consecuencias a corto y largo plazo de estas formas de producción, no podemos comprometer a las futuras generaciones con nuestra inconsciencia y las ambiciones de poder de unos pocos.

- DEBEMOS comenzar a trabajar con los niños y jóvenes desde las escuelas para pensar a la Región Central Patagónica, Santacruceña, Chubutense, Rionegrina y Neuquina, como una unidad pluricultural, geográfica, ambiental, social, productiva, industrial y comercialmente integrada.
- TENEMOS que trabajar en la meseta para lograr un polo tecnológico, donde el estudio de nuevas formas de energía contribuyan al bienestar de los vecinos. Desarrollemos la energía EOLICA Y SOLAR para cada poblado establecido, y de esa forma tener alternativas propias y limpias a la escasez de petróleo y gas.
- UTILICEMOS muchísimos menos cantidad de agua que las que pretenden envenenar las mineras, para sistematizar el riego y producir:

  • Plantas para fijación de suelos tan necesarias en nuestra provincia para frenar el avance de la erosión.

  • Plantas aromáticas.

  • Producción, procesamiento y comercialización de semillas orgánicas de hortalizas en los valles interiores de la estepa patagónica, con certificación de calidad de origen.

- INSTALEMOS pequeñas plantas industriales para el procesamiento y comercialización de minerales en el sitio de producción (lajas; arcillas; pórfidos; bentonita; piedras preciosas para orfebres).
- HEMOS DE ORDENAR Y PROMOCIONAR el ecoturismo de observación científica anivel arqueológico, paleontológico, botánico, entomológico y ornitológico. Ofrezcamos turismo para la salud , la recuperación mental y espiritual en un ambiente sano.
- CRIEMOS choiques y guanacos para el propio procesamiento local de su carne, pelo y o plumas.
- INTEGREMOS NUESTRO TRABAJO para lograr la identificación, promoción y comercialización de la "LANA MERINO PATAGÓNICA"; a producir en campos donde se respete la biodiversidad del suelo, la carga y rotación de hacienda y sus principios sanitarios; sumando a ello el mayor valor agregado de la lana con el establecimiento de pequeñas industrias locales para su lavado, peinado, cardado, hilado y tejido semi industrial, tarea a conjugar entre las diversas comunidades rurales de los poblados de la región de la estepa santacruceña, chubutense y rionegrina.
- COMERCIALICEMOS la artesanía patagónica, de condición genuina, en los centros turísticos de la costa atlántica, la cordillera y el extranjero, controlando que la mayor parte de la renta quede para quien la produce y no para intermediarios.

Si confiamos en la creatividad, conocimiento, experiencia y control de la misma población de la meseta sobre su economía, no necesitaremos comprar los ESPEJITOS DE COLORES de las "REGALÍAS" que cada día nos hacen más dependientes.

Lejos de ser simplistas, estas tareas implican un arduo trabajo por parte de los gobernantes, pero fundamentalmente dependen de la decisión que tomen las comunidades implicadas en cada emprendimiento. Y para ello, y antes que nada,
DECLARAMOS:
1) No puede haber una salida de principios democráticos para el poblador de la Región Central Patagónica , sin la debida autonomía política de las comunas rurales y las comunidades indígenas que la habitan; en cumplimiento de su pleno ejercicio de derecho de elegir sus propias autoridades; con lacomprensión y respeto por su cosmovisión vital y o principios idiosincrásicos, y desde ellos definir su propia característica evolutiva, sin presiones externas.
2) Este gobierno y los anteriores ya han demostrado su capacidad destructiva en otros sectores extractivos. No les vamos a permitir hacer lo mismo envenenando el agua, destruyendo la Naturaleza, saqueando nuestros minerales; creando AREAS DE SACRIFICIO en nuestra frágil Patagonia.
3) Mina Angela y Mina Gonzalito prueban que la minería no es la salida para la meseta, sino la entrada a gravísimos problemas de salud y ambientales (contaminación por plomo en San Antonio Oeste, pasivo ambiental mina Ángela).
4) La salida no puede ser una actividad prohibitiva, mejor busquemos una actividad LEGÍTIMA, LEGAL, razonable, posible en el tiempo, acorde al lugar y a largo plazo.
5) No queremos asociarnos con Aquiline Resources (quien a su vez es socia de una empresa con los antecedentes y prontuario de Monterrico Metals), Patagonia Gold (son los mismos que el proyecto Esquel), Golden Peaks (acusada de hacer un desastre en el campo donde trabaja), la ComisiónNacional de Energía Atómica (por sus antecedentes de daño ambiental), o Yamana Gold.
6) El propio gobierno de Chubut ha calificado a Aquiline Resources de "fraudulenta", ¿para qué queremos asociarnos con ella?
7) Las mineras canadienses ya llevan casi 10 años trabajando en la meseta ¿cuáles han sido los beneficios para las poblaciones, y cuáles han sido los beneficios para los accionistas?
8) ¿Para qué extraer plomo, un metal de extrema peligrosidad para el organismo humano y animal, mientras en el mundo se reduce cada vez más su uso?.
9) ¿Para qué extraer oro, plata, cobre o uranio a cambio de envenenar el agua, saquear nuestros bienes naturales, hacer indigno al poblador de la Patagonia?.
10) ¿Por qué pagar a las mineras para que nos roben alevosamente? Les entregamos la tierra, el agua, la energía con escandalosos beneficios económicos gracias a las leyes vigentes desde 1994.

Sres. gobernantes: La meseta central patagónica NO ES una gran bolsa de basura.
Impediremos con todas nuestras fuerzas que hagan lo que ya hicieron con la pesca, el petróleo, los bosques.

Fuente: http://www.noalamina.org/ 28-9-09




Honduras y la ocupación del Continente

Ana Esther Ceceña (ALAI), en "Honduras y la ocupación del Continente", sostiene: "El ataque a Sucumbíos en marzo 2008 marcó el inicio de un nuevo ciclo dentro de la estrategia estadounidense de control de su espacio vital: el Continente americano.

Era el momento de creación de plataformas regionales de ataque bajo el velo de la guerra preventiva contra el terrorismo. Pero si en Palestina y el Medio Oriente había ya costumbre de recibir las ofensivas del Pentágono aderezadas con los propósitos particulares de Israel, en América no había ocurrido un ataque unilateral de un Estado a otro “en defensa de su seguridad nacional”.

El ataque perfiló las primeras líneas de una política de Estado que no se modificó con el cambio de gobierno (de Bush a Obama) sino que se adecuó a los tiempos de la política continental que, en esa ocasión, dio lugar a un airoso reclamo de Ecuador, secundado por la mayoría de los Presidentes de la región en la reunión de Santo Domingo.

Prudentemente se detuvo esta escalada militar para bajar las tensiones y dar paso al cambio de gobierno en Estados Unidos pero la necesidad de detener el crecimiento del Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y la búsqueda de caminos seguros para intervenir en la región, sobre todo frente a Venezuela, Ecuador y Bolivia, llevó nuevamente a Estados Unidos a involucrarse en proyectos desestabilizadores o directamente militaristas.

El golpe de Estado en Honduras, uno de los eslabones más frágiles de ALBA, conducido por un militar hondureño formado en la Escuela de las Américas, tramado en vinculación con la base de Palmerola, consultado con el personal de la Embajada norteamericana y asumido por la oligarquía hondureña -que si existe es por el auspicio de los intereses norteamericanos que requieren parapetarse en socios locales-, es el primer operativo de relanzamiento de esa escalada
.


  • Mal precedente el de un gobernante legítimo, derrocado por un golpe espurio, que termina siendo acusado de violar la Constitución y por ese subterfugio es equiparado con el gobierno de los golpistas. Tan defensor como violador de la Constitución es uno como el otro en el esquema de diálogo que se impuso después del golpe.
  • Buen precedente el de un pueblo que se moviliza por el restablecimiento de la constitucionalidad y en contra de un golpe de Estado y de la militarización renovada que recuerda situaciones de un pasado cercano.
No obstante, el golpe en Honduras sólo anuncia lo que se vislumbra para esos gobiernos que han osado desafiar al imperio y que no cesan de ser acosados. Honduras resultó atropellado en una búsqueda por alcanzar objetivos de mayor importancia geoestratégica: Venezuela, Ecuador y Bolivia.

Mientras la nebulosa levantada por Honduras desvió la mirada, se volvieron a desatar los montajes para acusar de cómplices de las FARC-catalogadas como grupo terrorista en las listas del Pentágono-, a los Presidentes de Venezuela y Ecuador; y se revive un viejo acuerdo entre Colombia y Estados Unidos que otorga inmunidad a las tropas estadounidenses en suelo colombiano y permite la instalación de 7 bases militares norteamericanas que se suman a las seis ya reconocidas por el Pentágono en su Base structure report, sancionado por el Congreso.

Honduras constituyó el elemento desencadenador o, mejor, con todo y su gravedad, la cortina de humo que dio paso a la reactivación del proyecto interrumpido después del ataque a Sucumbíos: el establecimiento de una sede regional de la llamada guerra preventiva en América, justo al lado del Canal de Panamá y en la entrada misma de la cuenca amazónica pero, lo más importante en términos estratégicos coyunturales, en las fronteras de los procesos incómodos para los grandes poderes mundiales liderados por Estados Unidos.

Parar la militarización
Está en curso un proyecto de recolonización y disciplinamiento del Continente
completo. Con la anuencia y hasta entusiasmo de las oligarquías locales, con la coparticipación de los grupos de ultraderecha instalados en algunos gobiernos de la región, se construye en América Latina mucho más que un nuevo Israel, desde donde el radio de acción se debe medir con las distancias que los aviones de guerra y monitoreo alcanzan en un solo vuelo, sin necesidad de cargar combustible; o con los tiempos de llegada a los objetivos circunstanciales, que son muy reducidos desde las posiciones colombianas; o con la capacidad de respuesta rápida ante contingencias en las principales ciudades de los alrededores: Quito, Caracas y La Paz; o con la seguridad económica que les da establecerse al lado de la franja petrolera del Orinoco, equivalente a los yacimientos de Arabia Saudí, al lado del río Amazonas, principal caudal superficial de agua dulce del Continente, al lado de los mayores yacimientos de biodiversidad del planeta, frente a Brasil y con posibilidades de aplicar la técnica del yunque y el martillo, contando con la cooperación de Perú, a cualquiera de los tres países que en Sudamérica han osado desafiar al hegemón.

Si bien Honduras muestra claramente los límites de la democracia dentro del capitalismo:
  • El trasfondo de Honduras, con el proyecto de instalación de nuevas bases en Colombia y la inmunidad de las tropas estadounidenses en suelo colombiano, convertiría a ese país en su totalidad en una locación del ejército de Estados Unidos que pone en riesgo la capacidad soberana de autodeterminación de los pueblos y los países de la región.
  • Las acciones de este enclave militar en América del Sur se dirigirán a los Estados enemigos o a los «Estados fallidos», que, de acuerdo con las nuevas normas impulsadas por Estados Unidos, pueden ser históricamente fallidos o devenir, casi instantáneamente, Estados fallidos “por colapso”.
Cualquier contingencia puede convertir a un país en un «Estado fallido» y, por ello, susceptible de ser intervenido. Y entre las contingencias están las relaciones de sus gobernantes con algún grupo calificado como terrorista. Es ahí que se explica la insistencia por acusar a los presidentes Chávez y Correa de mantener vínculos de colaboración con las FARC.
Una vez decretado el Estado fallido la intervención puede realizarse desde Colombia, que ya estará equipada para avanzar sobre sus vecinos.

500 años después, los habitantes de América Latina tenemos que seguir deteniendo el saqueo, la colonización y las imposiciones de todo tipo, pero si no paramos la militarización y el asentamiento de las tropas de Estados Unidos en Colombia las luchas de los últimos 500 años habrían sido en vano.
Nuevamente, como en los viejos tiempos, cobra un sentido profundo la consigna: ¡Yankies, go home!".

- Ana Esther Ceceña, economista mexicana, es investigadora en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, México. www.geopolitica.ws
* Este texto es parte de la revista América Latina en Movimiento, No. 447 de agosto de 2009
Dario Vive. Portal latinoamericano de crítica social y pensamiento plebeyo

Fuente:
http://www.dariovive.org/ Latino América Ahora-Honduras/ 20-8-09

11 de septiembre de 2009

Imperativo de desenmascarar algunos engaños sobre los monocultivos de árboles

El Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM), en "Desenmascaremos algunos engaños sobre los monocultivos de árboles", nos aclara:
"Los monocultivos de árboles a gran escala tienen graves impactos sociales y ambientales. Esto lo saben muy bien las empresas plantadoras. Por eso hacen grandes esfuerzos publicitarios para convencer a la gente de lo contrario. Es muy importante entonces conocer la falsedad de los argumentos manejados por las empresas y oponernos a la instalación de tales plantaciones.

DICEN QUE “las plantaciones son bosques”.
Éste es el punto de partida de la pro-paganda en favor de las plantaciones. Nos quieren convencer de que si los bosques son social y ambientalmente necesarios, entonces las plantaciones también lo serán. Pero una plantación no es un bosque y lo único que tienen en común es que en ambos predominan los árboles.
Un bosque contiene numerosas especies de árboles y arbustos de todas las edades, muchas otras especies vegetales —en el suelo y sobre los propios árboles y arbustos (trepadoras, epífitas, parásitas, etcétera) y una enorme variedad de especies de fauna, que encuentran allí abrigo, alimentos y posibilidades de reproducción.
En cambio, una plantación se compone de una o pocas especies de árboles de rápido crecimiento (generalmente exóticos), plantados en bloques homogéneos de la misma edad, donde se impide el desarrollo de la vegetación local y la fauna no encuentra alimento alguno.

Los bosques están habitados por comunidades humanas que allí aseguran su supervivencia. Las plantaciones no albergan a comunidad alguna. Al contrario: las expulsan, privándolas de sus medios de vida. En las regiones afectadas por las plantaciones, las comunidades locales tienen todo eso muy claro y a partir de su propia experiencia describen las plantaciones como “desiertos verdes”,bosques muertos que matan todo”, “bosques del silencio”, “milicos plantados”, "árboles egoístas”, definiciones mucho más ajustadas a la realidad.
Toda lucha contra el avance de estos monocultivos parte del hecho de que “las plantaciones no son bosques”.

DICEN QUE “Las plantaciones generan empleo”. Este argumento se utiliza mucho para conquistar a las poblaciones locales. Pero es una afirmación es totalmente falsa.
Las grandes plantaciones generan muy pocos empleos, en general de muy baja calidad, casi todos de carácter temporal, con bajos salarios y en condiciones de trabajo donde prima la mala alimentación, el alojamiento inadecuado y el incumplimiento de la legislación laboral vigente. Son frecuentes los accidentes y las enfermedades laborales.
Además, en muchos países las plantaciones tienden a privar de sus anteriores fuentes de trabajo a los previos ocupantes de la tierra. Es común que estas plantaciones se instalen en tierras destinadas a la agricultura de subsistencia, por lo que incluso llegan a implicar que las fuentes de ocupación disminuyan en vez de aumentar, ya que los empleos generados son menos que los que se pierden. Cuando su instalación implica la previa destrucción del bosque, los pobladores locales se ven privados de las ocupaciones y fuentes de ingreso que dependen de los recursos provistos por el bosque. En casi todos los casos, con las plantaciones se expulsa a la población local, en particular hacia los cinturones de miseria de las ciudades.
En todos los países, de todas las actividades capaces de generar empleo a nivel rural la actividad plantadora es generalmente la peor opción —en cantidad y en calidad de empleos. Pese a ello, las empresas plantadoras y los gobiernos continúan difundiendo la falsedad de que las plantaciones generan empleo. A modo de ejemplo, en el Plan Nacional de Forestación de Perú (cuyo objetivo es promover las plantaciones) se afirma que las plantaciones generan un empleo directo cada 4 hectáreas. Para demostrar lo absurdo de tal cifra, basta decir que la Sociedad de Productores Forestales del Uruguay (que también sostiene que la forestación genera empleo) afirma que la forestación genera un empleo directo cada 70 hectáreas.

DICEN QUE “las plantaciones son mucho más productivas que los bosques”. El argumento puede parecer convincente a partir del rápido crecimiento de los árboles en una plantación de pinos o eucaliptos. Pero depende de qué se entiende por “productivo” y a quién beneficia esa producción.
  • Una plantación comercial produce un gran volumen de madera para industria por hectárea y por año. Pero eso es todo: el beneficiario directo de lo producido es la empresa propietaria de la plantación.
  • Un bosque en cambio no sólo produce madera para el mercado, sino que su producción abarca otros tipos de árboles, vegetales, animales, frutas, hongos, miel, forraje, abono, leña, maderas para usos locales, fibras vegetales y medicinas generando además servicios de conservación de suelos, biodiversidad, recursos hídricos, microclima.

Cuando se sostiene que las plantaciones son mucho más productivas que los bosques, únicamente se compara el volumen de madera para industria que se puede extraer de ambos y en esa comparación la plantación parece superior. Pero si se compara la totalidad de bienes y servicios provistos por la plantación y el bosque, resulta evidente que este último es mucho más productivo que la plantación. Es más, en muchos aspectos la producción de la plantación es nula (por ejemplo en alimentos, medicinas o forraje) e incluso puede ser negativa, cuando afecta otros recursos como el agua, la biodiversidad o el suelo.
Lo anterior resulta muy claro para aquellas poblaciones locales que sufren los efectos de la implantación de extensos monocultivos forestales, pues sufren la pérdida de la mayor parte de los recursos que hasta entonces habían asegurado su supervivencia. Para ellos, la productividad de estas plantaciones es negativa.

DICEN QUE “las plantaciones forestales mejoran el medio ambiente”.
Al ser disfrazadas como “bosques”, se dice que cumplen las mismas funciones que éstos: que protegen y mejoran los suelos, regulan el ciclo del agua y conservan las plantas y animales locales. Nada de eso es cierto.
En materia de suelos, las plantaciones provocan erosión, pérdida de nutrientes, cambios en la estructura física y composición química del suelo y compactación. Es decir: los suelos resultan empobrecidos, en muchos casos de modo irreversible.
El agua, vital elemento, es afectada en cantidad y en calidad. A nivel de cuenca, el volumen de agua disponible disminuye drásticamente luego de la instalación de plantaciones. Ello se debe a varios factores, pero el principal es el elevado consumo de agua de estas especies. Para crecer, los árboles llevan los nutrientes del suelo hasta las hojas, donde se produce la fotosíntesis. El vehículo para llevar los nutrientes hasta la hoja es el agua. Para crecer más, necesitan más nutrientes, lo que implica mayor uso de agua para transportarlos hasta las hojas. Dado que se trata de grandes plantaciones creciendo a un ritmo muy rápido, los impactos sobre el agua se vuelven cada vez más graves, y llegan a desaparecer humedales, manantiales, pozos y hasta cursos de agua. La calidad del agua también se ve afectada por la erosión y por el uso generalizado de agroquímicos que la contaminan.
Los impactos de las plantaciones sobre la flora (plantas, arbustos, árboles) y fauna (animales, aves, insectos) son muy graves.
Los ecosistemas locales (bosques, praderas, páramos) son destruidos y sustituidos por plantaciones de una sola especie, normalmente exótica (pinos, eucaliptos, melinas, teca). Las pocas especies de vegetales que logran sobrevivir son eliminadas con herbicidas. Para la mayor parte de las especies de la fauna local, las plantaciones son desiertos alimenticios, por lo que también desaparecen. Las pocas especies que logran adaptarse son exterminadas (en caso de que afecten la plantación) o se convierten en plagas que afectan a las producciones agropecuarias aledañas.

DICEN QUE “las plantaciones sirven para aliviar la presión sobre los bosques”. Alegan que al haber más madera disponible a partir de las plantaciones, se traducirá en una menor extracción de madera de los bosques nativos. Eso puede parecer lógico pero se ha constatado que las plantaciones son en general un factor más de deforestación porque:
• En muchos países, las plantaciones se instalan eliminando antes el bosque existente.
• En muchos casos, sustituir el bosque con la plantación determina la migración (voluntaria o forzada) de los pobladores de la región, que se ven obligados a ingresar a otras áreas boscosas donde inician un proceso de deforestación para poder atender a sus necesidades básicas. En esos casos es doble la deforestación generada por la plantación.
• La madera producida en plantaciones de ningún modo sustituye las valiosas especies del bosque tropical: ambas tienen mercados distintos. En tanto que la mayor parte de la madera de plantaciones se destina a la producción de papel y productos de madera de baja calidad, la madera extraída de los bosques (en particular tropicales) es transformada en productos de alta calidad.
• Se pasa por alto que la extracción maderera no es la única causa de deforestación. Numerosas áreas de bosques son eliminadas para destinar el suelo a cultivos de exportación (como la soja) o a ganadería extensiva; otras desaparecen bajo gigantescas represas hidroeléctricas; los manglares son eliminados para destinar el área a la producción industrial del camarón, la explotación petrolera y minera destruyen amplias áreas boscosas. Ninguno de estos procesos destructivos guarda relación alguna con la mayor o menor área destinada a monocultivos forestales, por lo que resulta claramente falso que puedan “aliviar la presión” sobre los bosques.
El área boscosa del continente sigue disminuyendo pese al avance de las plantaciones forestales en muchos países de la región, lo que demuestra que el pretendido alivio de la presión sobre los bosques no es más que publicidad interesada.

DICEN QUE “las plantaciones son necesarias para que todos podamos usar papel”. El uso de papel vinculado a la alfabetización, la enseñanza y el acceso a información escrita es utilizado por las empresas para justificar sus extensas plantaciones de pinos y eucaliptos destinadas a la producción de celulosa y papel. Sin embargo, gran parte de la madera y celulosa producidas en América Latina no están destinadas a producir papel para abastecer a la población de la región, sino a la producción y consumo de papel y cartón en Europa, Norteamérica y Asia.
De América Latina se exportan troncos, astillas (“chips”) y celulosa para su industrialización en esos destinos. Allí, cerca de 50% del papel y cartón producidos se destinan a embalaje y envoltura, y sólo un tercio se destina a papeles de escritura e impresión. De ese 30% gran parte se destina a producir impresos publicitarios y sólo un pequeño porcentaje termina en materiales de educación o difusión.
A eso se suma el uso excesivo de papel y cartón en los países con altos niveles de consumo. Mientras Estados Unidos, Finlandia y Japón tienen un consumo anual de papel per cápita de más de 300, 330 y 250 kilos respectivamente, países exportadores de celulosa como Chile, Brasil y Uruguay muestran un consumo per cápita de 64, 39 y 36 kilos respectivamente.
En suma, no sólo las plantaciones no proporcionan más papel a América Latina, sino que en gran medida sirven para alimentar un consumo de papel excesivo y socialmente innecesario.

DICEN QUE “las plantaciones permiten aprovechar y mejorar tierras degradadas”. Este argumento es absolutamente falso, ya que las plantaciones comerciales a gran escala nunca se instalan en tierras degradadas. La razón es muy sencilla: en tales tipos de suelos los árboles no crecen bien, y plantar allí no resulta rentable. Si realmente se quisiera restaurar ecosistemas degradados lo peor que se podría hacer sería plantar árboles como éstos que, impactan negativamente suelos, agua, flora y fauna.
La realidad es que los gobiernos —en alianza con las empresas— definen determinadas áreas como “degradadas” (y a veces simplemente como “ociosas” o “subutilizadas”) para justificar su apropiación y destinarlas a plantaciones. No es casualidad que precisamente en tales áreas los árboles crezcan muy bien y que su ubicación geográfica permita hacer rentable la inversión (fácil acceso, cercanía a puertos o centros industriales).
Para los pobladores locales es claro que esas tierras no están degradadas y tampoco son “ociosas” o “subutilizadas”. Dependen total o parcialmente de ellas para asegurar su supervivencia. Allí establecen sus cultivos, crían animales y se abastecen de frutos, fibras, plantas medicinales, caza, pesca y muchos otros productos que satisfacen gran parte de sus necesidades.

DICEN QUE “las plantaciones de árboles brindan oportunidades a las mujeres. La experiencia muestra que, lejos de brindar oportunidades, las plantaciones impactan de manera diferenciada a las mujeres y en muchos casos sus impactos incluso son más graves que los sufridos por los hombres.
Por lo general las mujeres están a cargo de las tareas vinculadas a la provisión de alimentos, agua, leña y del cuidado de la salud de las familias. Con la llegada de las plantaciones el ecosistema que les proveía de todos estos elementos es destruido para dar paso a los monocultivos. Las mujeres se enfrentan a grandes dificultades para continuar con estas tareas. En ciertos casos ya no disponen de tierras para producir alimentos. Ahora el agua escasea por el gran consumo de las plantaciones y está contaminada por el uso intensivo de agrotóxicos. La destrucción del bosque implica que ya no consiguen leña ni plantas medicinales para atender su salud y la de sus familias. Todo esto aumenta la carga de trabajo de las mujeres, ya que tienen que destinar más tiempo y esfuerzo para conseguir alimentos, agua, leña, plantas medicinales. A todo ello se suma el aumento de la violencia hacia la mujer —otro factor fuertemente asociado a la llegada de las plantaciones de árboles a las comunidades. Las razones de este aumento son diversas, como por ejemplo el aumento del alcoholismo o la llegada de personas ajenas a la comunidad para trabajar en las plantaciones, en su casi totalidad hombres.
La mayor cantidad de los empleos generados por las empresas están destinados a los hombres. En los pocos casos en que las mujeres consiguen empleos, éstas son contratadas para realizar tareas vinculadas a la aplicación de agrotóxicos o en viveros forestales, donde tienen que cumplir largas jornadas de trabajo, expuestas continuamente a sustancias altamente peligrosas y con magros salarios.
En resumen, que las plantaciones empeoran la situación de las mujeres.

Mentiras sobre la palma aceitera. Los monocultivos de palma aceitera (también llamada palma africana) tienen impactos muy similares a los de eucaliptos y pinos, por lo que casi todo lo dicho es también aplicable a las grandes plantaciones de palma.
Los empresarios palmeros (y los gobiernos que los apoyan) también cuentan con un discurso publicitario plagado de falsedades sobre “las bondades” que tales plantaciones conllevan.
Las siguientes son algunas de las perlas de ese collar, incluidas en los planes del gobierno mexicano para impulsar esta actividad, pero que se repiten en todos los países donde se la quiere implementar*.
• Que la palma se impulsa en zonas devastadas por actividades improductivas como la ganadería y que han dañado al medio ambiente.
• Que es importante la reconversión productiva, hacer más competitivo al campo y sus productores.
• Que impulsa la reforestación.
• Que genera empleos.
• Que genera un cordón para proteger la biodiversidad de las selvas.
• Que son “bosques protectores de los ecosistemas”
• Que previenen la erosión.
• Que recupera los suelos y las cuencas hidrológicas para retener la humedad
• Que no daña el medio ambiente.
• Que produce más oxígeno.
• Que puede insertarse en el mercado para vender servicios ambientales
• Que genera combustible ecológico.
Pero en todas las regiones en las que ya existen monocultivos de palma se ha constatado:
• Que destruyen bosques y otros ecosistemas locales.
• Que afectan gravemente a la biodiversidad, por la destrucción de ecosistemas y por el uso indiscriminado de agrotóxicos.
• Que destruyen y contaminan los recursos hídricos.
• Que los plantadores se apropian de amplias áreas de tierras, expulsando —a menudo por la fuerza— a las poblaciones locales
• Que los empleos que generan son pocos, mal pagados, con malas y a menudo peligrosas condiciones de trabajo
• Que los agrotóxicos utilizados afectan la salud de los trabajadores y los pobladores locales.
Visto lo anterior, de todos los argumentos esgrimidos por el sector palmero el único que puede generar confusión es el referido a la producción de un tipo de combustible “ecológico”, por lo que vale la pena analizarlo.
En efecto, los combustibles fósiles son una de las principales causas del cambio climático, por lo que sustituirlos por otras fuentes de energía parecería ser parte de la solución. Entre estas nuevas fuentes, una de las más promocionadas es la palma aceitera, con cuyo aceite ya se está produciendo biodiesel. Esto significa nuevos alicientes a la expansión de plantaciones, ahora bajo un manto “ecológico”.
Sin embargo, ésta es una de las peores opciones posibles. Con los niveles actuales de consumo de combustible por parte de los países industrializados, promover los llamados “biocombustibles” (que van de la palma aceitera a la caña de azúcar y los eucaliptos) significará sustituir la producción de alimentos por cultivos destinados a producir energía. En el caso de la palma aceitera, serían millones de hectáreas en los países tropicales, porque es sólo allí donde puede crecer. En esas regiones ya hay escasez de alimentos, por lo que la “solución” para los países del Norte significaría más hambre en los países del Sur.
Plantar palma aceitera ni siquiera tiene sentido desde el punto de vista climático. Las zonas donde se desarrolla son ecosistemas de bosques que, desde el punto de vista estrictamente climático constituyen enormes reservorios de carbono. La ocupación de esas áreas por las empresas palmicultoras implica destruir el bosque, con la consiguiente emisión de enormes cantidades de gases de efecto invernadero que agravan el cambio climático.
El discurso “ecológico” intenta esconder el verdadero problema: el encarecimiento de los combustibles fósiles y la búsqueda de alternativas más baratas. La palma aceitera es uno de los candidatos favoritos, dado que su producción por hectárea es muy alta y sus costos de producción muy bajos, por lo que se espera que pueda competir con el petróleo. Pero esos “bajos” costos son en realidad altísimos a nivel local, dado que se basan en expulsar a la población rural, explotar trabajo, reprimir a las comunidades locales, promover corrupción en las adjudicaciones de tierras y destrucción ambiental.
El discurso del combustible “ecológico” es una mentira más del largo collar de falsedades del empresariado palmicultor.

DICEN MUCHAS otras cosas a menudo apoyadas por supuestos “expertos” privados o gubernamentales, pero lo cierto es que país tras país se comprueba lo falso de todos los argumentos esgrimidos para promover las plantaciones, sean de árboles o de palma. Por más argumentos que inventen, los monocultivos de árboles a gran escala ya demostraron ser social y ambientalmente nefastos en todas las regiones del mundo donde se han instalado. Basta escuchar a los verdaderos expertos —las poblaciones locales afectadas por las plantaciones— para entenderlo".

Fuente: http://www.grain.org/biodiversidad/?id=451 /2-9-09

La invasión forestal

Darío Aranda (COPENOA) nos aclara: "Organizaciones sociales advierten sobre los riesgos del monocultivo de árboles para la industria de la celulosa y aserraderos: concentración de tierras, pérdida de biodiversidad y desalojos campesinos e indígenas. Algo parecido a lo que ocurrió con la soja. Una legislación generosa incentiva su avance.Verdes, prolijos y en línea. Son como un ejército en formación. El norte de Misiones está invadido por árboles que parecen clonados, miles de hectáreas de pinos, el cultivo más popular de la provincia, materia prima básica para plantas de celulosa y aserraderos. Impulsada por los gobiernos y el sector empresarial, la siembra masiva de árboles es un fenómeno en crecimiento, pero con consecuencias silenciadas: pérdida de biodiversidad y desalojo compulsivo de campesinos e indígenas. “Es un avance como el de la soja, que expulsa pobladores ancestrales, arrasa la vegetación nativa, utiliza agrotóxicos y exprime territorios con el único fin de obtener dinero. Es que las forestales no siembran bosques, siembran monocultivo industrial”, sostiene el Consejo Asesor Indígena (CAI), una de las organizaciones que se han declarado en alerta por el avance forestal en la Patagonia, con conflictos crecientes en Río Negro y Neuquén.
En la última década, la forestación intensiva duplicó su producción y la superficie sembrada, al abrigo de una generosa ley –aprobada durante el menemismo y prorrogada luego– que otorga subsidios a las compañías, devolución de IVA y exención de Ingresos Brutos, entre otras ventajas. En definitiva, una industria de bajo perfil y alta rentabilidad. Industria poderosa.Las estadísticas de la Secretaría de Agricultura de Nación muestran que en 1999, primer año de vigencia de ley forestal 25.080, se extrajeron 4,7 millones de toneladas de “madera de bosque implantado”. En 2006, el último registro disponible, el tonelaje aumentó a 7,9 millón. Misiones es la provincia maderera por excelencia, con el 59 por ciento, seguida de lejos por Entre Ríos con el 11 por ciento, Buenos Aires y Corrientes con el 8 por ciento. Río Negro y Neuquén son jugadores menores, pero en ascenso. Neuquén extraía en 1999 sólo 22.000 toneladas. En 2006 ya lo triplicaba: 69.000 toneladas. En cuanto al pino, la estrella forestal, Río Negro exhibe un crecimiento notable: en el 2000 extraía seis mil toneladas. En 2006 ya había duplicado la cifra: 13.000 toneladas. “Mesopotamia y Patagonia son los polos productivos del país”, explican desde la Asociación Forestal Argentina (AFOA), entidad que reúne a las grandes y medianas empresas del sector.La implantación industrial de árboles tiene como fin, casi en su totalidad, las fábricas de celulosa y los aserraderos. “En 2007 se exportó por mil millones de dólares”, detalla el vocero de AFOA, Jorge Barros, y explica que el país cuenta con 1,2 millón de hectáreas de monocultivo forestal, de las cuales la mitad fue sembrada en la última década, al abrigo de la 25.080. El objetivo, a diez años, es llegar a los tres millones de hectáreas, 150 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires.Consultado sobre los efectos sociales de la avanzada forestal, Barros no dudó. “En la Argentina no hay campesinos. La Argentina tiene pequeños productores, pero no campesinos. Y hay muy pocos indígenas. ¿Conflictos? Pudo existir alguno puntual, pero son la excepción.” Según la Secretaría de Agricultura, en la Argentina habitan 220 mil familias campesinas. El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas reconoce en la actualidad a 24 pueblos originarios. Provincia modelo.

Organizaciones sociales, movimientos campesinos y pueblos originarios advertían a fines de la década del ‘90 sobre el corrimiento de la frontera agropecuaria, de la mano del monocultivo de soja, y alertaban también sobre las consecuencias sociales, económicas y sanitarias. Fueron sistemáticamente desoídos. Recién el año pasado –conflicto por las retenciones mediante–, el Gobierno reconoció el avance del monocultivo y sus efectos nocivos. En la actualidad, alertan sobre el avance forestal.

La comunidad guaraní Alecrín cuenta con 14.300 hectáreas. Está ubicada en el municipio de San Pedro, 170 kilómetros al sur de Puerto Iguazú. La empresa forestal Harriet ingresó en 2007 a territorio indígena, volteó bosque nativo, alambró, contaminó el pozo de agua y arrasó la chacra de la comunidad y hasta el cementerio. Tenía como objetivo talar el bosque nativo y luego sembrar pinos.Misiones creció al abrigo de la actividad agropecuaria familiar (yerba mate, té y tabaco). Había grandes plantaciones y se trabajaba para un patrón, pero también subsistía el pequeño colono que comercializaba su producción. Esa historia comenzó a cambiar hace tres décadas por la desregulación en la producción (las grandes empresas fijaron precios tan bajos que los colonos no podían subsistir, perdieron sus chacras y emigraron a los cordones urbanos) y, por otro lado, la provincia mutó el perfil productivo, impulsó el turismo, la energía hidroeléctrica (con las cuestionadas represas) y los negocios forestales.

Misiones cuenta con tres plantas de celulosa (Alto Paraná, Puerto Piray y Papel Misionero). En los primeros eslabones de su cadena productiva, cultivo de árboles y extracción, participan contratistas que suelen hacer punta en el avance sobre tierras de familias rurales. El resultado es la concentración de tierras por parte de privados.Según el último Censo Nacional Agropecuario, en la provincia existen 27.000 explotaciones agropecuarias. Sólo 161 de ellas (el 0,6 por ciento del total) poseen el 44 por ciento de la tierra de Misiones (917.000 hectáreas). En la última década y en la zona de las pasteras (noroeste), descendió un 27 por ciento la cantidad de pequeñas chacras. “La producción forestal artificial nos pone frente a un modelo de monocultivo y concentración. Con su lógica de maximización del beneficio en el menor plazo posible, el sector forestal no respeta las normas de preservación, produce despoblación de las zonas y exterminio de gran parte de los recursos naturales”, afirma Raúl Gorriti, ingeniero agrónomo e integrante de la Red de Agricultura Orgánica (RAOM).Ilustrativo de la concentración de tierras es el caso de la Papelera Alto Paraná, propietaria del diez por ciento del suelo provincial, 233 mil hectáreas. Patagonia forestalLa Empresa Forestal Rionegrina (Emforsa) y la Corporación Forestal Neuquina (Corfone), ambas compañías con participación mayoritaria de los gobiernos provinciales, son las que encabezan el corrimiento de la frontera forestal patagónica.“Las forestaciones con pinos no son bosques, son plantaciones industriales como lo es la soja”, denuncia la comunidad mapuche José Manuel Pichún, a quince kilómetros de El Bolsón, en pleno conflicto con Emforsa. Pese a que la comunidad habita el lugar desde fines del siglo XIX, la Dirección de Bosques de Río Negro ingresó a territorio ancestral en 1987, alambró y comenzó la siembra de pinos en 250 hectáreas comunitarias. Le sucedieron decenas de reclamos administrativos que nunca obtuvieron respuesta. La comunidad, que jamás abandonó el lugar, siempre reivindicó su derecho sobre el territorio. En mayo último, cuando un integrante de la comunidad extraía leña, se reavivó el conflicto. Fue denunciado por “robo” en su propia tierra.“Cansados de soportar tanto atropello e injusticia, la comunidad Pichún decidió reafirmar la posesión que usurpa la empresa forestal”, explicó la organización en un comunicado el 18 de junio pasado. Se negaron a retirar sus animales y comenzaron la construcción de una vivienda en el corazón del pinar. Y fueron por más: ahora la comunidad exige que la empresa estatal se retire definitivamente de sus hectáreas.El Consejo Asesor Indígena (CAI), donde participa la comunidad Pichún, apuntó al fondo del asunto.

“Sabemos que la plantación de pinos, especies exóticas de estos lugares, está fomentada por el Estado y los organismos financieros internacionales. Otorgan subsidios y beneficios fiscales por hectárea plantada, armando engranajes de especulación y extracción de beneficios económicos de la naturaleza. No permitiremos que nuestro territorio sea parte de ese control y saqueo.” Convenios internacionales de rango constitucional (el 169 de la OIT), la Constitución Nacional y legislaciones provinciales son muy claras. Toda actividad que se desarrolle en territorio indígena debe contar con el visto bueno de las comunidades afectadas.La empresa Emforsa no respondió las preguntas de este diario. Derivó las consultas a la Dirección de Bosques, que tampoco respondió los llamados.En Neuquén, la compañía Corfone planifica sembrar 3500 hectáreas durante 2009 y tiene como meta –para el corto plazo– llegar a las 10 mil hectáreas anuales. Desde la empresa no respondieron los llamados de este diario, pero en declaraciones a medios provinciales el presidente de Corfone y subsecretario de Desarrollo Económico de la provincia, Javier Van Houtte, explicó que apuestan a forestar 300 mil hectáreas en toda la provincia.La Sociedad Rural de Neuquén es una aliada en esa cruzada. “La provincia cuenta con 1,2 millón de hectáreas para la actividad. Y cabe destacar que el 40 por ciento son tierras fiscales”, festeja en una publicidad corporativa.

Lo que Sociedad Rural y gobierno neuquino consideran tierras fiscales son, en gran parte, parcelas de pequeños campesinos y comunidades indígenas. En toda la zona se practica la ganadería trashumante, que consiste en el desplazamiento de animales según la estación del año. Durante los meses fríos (invernada) el ganado permanece en las tierras bajas. En los períodos cálidos (veranada) los animales son trasladados a las zonas de cerros, donde los pastos son abundantes y sirven de buena alimentación. El arreo de animales demanda días, hasta semanas, a cientos de kilómetros de distancia. Los conflictos suelen producirse en las zonas de veranada y en los caminos de arreo.
“Es parte de una política para el despojo del territorio indígena”,resume Relmú Ñamku, de la Confederación Mapuche de Neuquén. La Mesa Campesina del Norte Neuquino amplía: “Extender la superficie implantada fue uno de los ejes de la campaña del actual gobernador, que proponía quintuplicar la superficie forestada. En términos de espacio es una avanzada directa con los campos de veranada de campesinos y mapuches”, explica Diego Solana, integrante de la Mesa. El dirigente advierte que Corfone ingresa a tierras de familias rurales “por las buenas”, entrega materiales para el cierre de campos (postes, alambres) a cambio de que le cedan temporalmente una porción de tierras para forestación. “Una vez adentro, no la abandona más, y comienza a avanzar. Estos ‘acuerdos’ se repiten en todo el norte provincial, y luego sobrevienen los conflictos donde la empresa quiere echar las familias.”

Argentina, capital forestal.
Las grandes empresas del sector alaban las facilidades que el Gobierno otorga a la industria forestal. Por esa sintonía entre el sector privado y estatal no sorprendió que Buenos Aires sea, en octubre próximo, la sede del XIII Congreso Forestal Mundial, el evento internacional más importante del sector, organizado cada seis años y clave para negocios a gran escala.A pesar de las críticas que recaen sobre la industria forestal –consecuencias sociales y ambientales–, el Congreso Forestal Mundial cuenta con el apoyo del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y de Parques Nacionales. Las máximas autoridades del evento internacional son Carlos Cheppi, secretario de Agricultura, y Homero Bibiloni, el secretario de Ambiente de Nación".

Fuente: www.argenpress.info / 3-8-09

Ocupación territorial mediante monocultivos de árboles



En la revista Biodiversidad, sustento y culturas nº 61 (del 21 julio 2009) podemos leer "Plantaciones de árboles en América Latina" que redacta el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM) donde hallamos:

Políticas y actores que promueven los monocultivos de árboles

"La actual expansión de los monocultivos de árboles no es algo que haya ocurrido casualmente porque se le ocurrió a algunos gobiernos. Por el contrario, es el resultado del accionar de un conjunto de actores que se plantearon promover tales plantaciones.

Su origen se remonta a la década de 1950, cuando la FAO se constituye en el organismo ideólogo del modelo de monocultivos de eucaliptos y pinos en gran escala (como parte de la llamada Revolución Verde promovida por ese organismo)
. La FAO define las plantaciones como “bosques” y desde entonces dicha definición ha servido a la industria plantadora para disfrazar a sus destructivos monocultivos bajo el ropaje verde de la “plantación de bosques”.
En las décadas siguientes entran a tallar otros actores —el Banco Mundial, FMI, BID, procesos de Naciones Unidas relacionados con los bosques como el panel intergubernamental sobre bosques, con su foro sobre bosques (conocidos por sus siglas en inglés, IPF, IFF, UNFF), agencias bilaterales como GTZ y JICA, empresas consultoras como la finlandesa Jaakko Poyry— que aportan argumentos, conocimientos técnicos, investigaciones y financiamiento para convencer a los gobiernos de las bondades del modelo.
Como resultado de esas influencias externas, los gobiernos del Sur terminaron conformando políticas de Estado de promoción de las plantaciones forestales, ya definidas y en gran medida calcadas en la mayoría de los países —con leves variantes—, teniendo como destino los mercados de exportación.

Según las condiciones de cada país, las políticas de Estado adoptaron diversas formas de promoción, desde subsidios directos (tales como exenciones de impuestos, reintegro parcial del costo de plantación) e indirectos (créditos blandos a largo plazo, construcción de infraestructura, investigación). Al mismo tiempo, los Estados se hicieron responsables de asegurar —sin costo para las empresas— el control social y, siempre que fuera necesaria, la represión de la oposición local.
No es casual que el gran impulso a la “forestación” tuviera lugar en Chile durante la dictadura de Pinochet en los años setenta y en Brasil bajo la dictadura militar de los sesenta. Nuevos mecanismos de promoción. Como si los estímulos existentes a la promoción de plantaciones no fueran suficientes, la Convención sobre Cambio Climático de Naciones Unidas se ha convertido en otro actor importante en la promoción de la “forestación” a gran escala, en la medida que habilita a los países industrializados a “compensar” sus emisiones de dióxido de carbono mediante el establecimiento de plantaciones forestales en países no industrializados. El mecanismo de mercado de los “bonos de carbono” se constituye así en un nuevo subsidio para las plantaciones de árboles.

A su vez, «el nuevo negocio de los agro-combustibles» constituye otro aliciente para la promoción de la “forestación” a gran escala, creando una nueva boca de mercado para cultivos de árboles, como el eucalipto, para la producción de etanol celulósico. Vinculado en particular a esto último, en una veintena de países se está trabajando en la manipulación genética de árboles y microorganismos para hacer económicamente rentable la producción de etanol celulósico a partir de la manipulación genética, a pesar de los graves peligros de estas tecnologías para los ecosistemas nativos. En nuestra región, tales ensayos están siendo llevados a cabo —con apoyo gubernamental— por grandes empresas nacionales y extranjeras en Brasil y Chile.
La certificación como mecanismo de engaño. A raíz de las numerosas denuncias acerca de los impactos de las plantaciones forestales, algunos mercados del Norte comenzaron a exigir garantías de que los productos importados hubiesen sido producidos de manera social y ambientalmente sustentable. La respuesta de las empresas forestales fue apelar a la certificación voluntaria de sus plantaciones en base a dos esquemas: el FSC (Forest Stewardship Council) y el PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification). Bajo este último esquema se desarrolló un sello en Brasil (Cerflor) y otro en Chile (Certfor). En ambos casos se nota la falla original en el uso de las palabra “floresta” o “forest” (bosque) en los propios nombres de los esquemas, incluido el término “forestación”. Es decir, que para estos esquemas de certificación las plantaciones son “bosques”. A partir de esa y otras muchas fallas, en estos momentos existen amplias áreas de plantaciones certificadas en nuestra región —todas ellas han sigo duramente cuestionadas y catalogadas como un mecanismo para engañar a los consumidores escondiendo el carácter destructivo de las mismas.

Plantaciones de palma aceitera
Durante las últimas décadas, el cultivo de la palma aceitera —también llamada palma africana— se ha venido expandiendo en forma acelerada en un número creciente de países del Sur, entre los que se cuentan muchos de nuestra región. Estas plantaciones están causando graves problemas para las poblaciones y el medio ambiente locales, llegando en muchos casos a desembocar en conflictos sociales y violaciones de los derechos humanos.
Si bien los dos principales productores mundiales se encuentran en Asia (Malasia e Indonesia), el cultivo de palma está creciendo aceleradamente en América Latina, con plantaciones en México y Centroamérica (Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá), o en Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Surinam y Venezuela. La única razón por la que no se ha extendido hasta el Cono Sur ha sido la limitante climática, que no hace posible su cultivo en esa zona.
Un monocultivo que impacta a la gente y el ambiente. A medida que el área plantada aumenta, se incrementan en igual medida los impactos ambientales y sociales que el cultivo provoca.
Uno de los principales impactos es la apropiación de amplias áreas de tierras hasta entonces en posesión de poblaciones indígenas, afrodescendientes o campesinas, que de ellas obtenían sus medios de vida.
Es común que esto genere procesos de resistencia ante ese despojo, normalmente enfrentados con el aparato represivo del Estado y de las propias empresas palmicultoras. A la violación del derecho a la tierra se suma entonces la violación de una larga cadena de derechos humanos, incluido el derecho a la vida, como se constatado en particular en Colombia.
En casi todos los casos los monocultivos industriales de palma aceitera se instalan en áreas boscosas. Se puede generalizar que tras toda plantación industrial de palma aceitera hay un proceso de deforestación más o menos importante.
Las obras de drenaje del terreno tienen impactos sobre el agua, problema que se magnifica con el vertido de agrotóxicos y los procesos erosivos resultantes del desbroce del terreno. Todo ello resulta en procesos de contaminación y sedimentación, que tiene consecuencias sobre las especies acuáticas que allí habitan y por ende sobre las poblaciones locales que se abastecen de agua y alimentos de la misma.

Explotación y contaminación industrial.
A la pérdida de las fuentes tradicionales de trabajo se suman las malas condiciones de trabajo en las plantaciones, donde a la peligrosidad se suma el uso generalizado de agrotóxicos, que impacta en primer lugar sobre los trabajadores (muchas veces mujeres).
Además, las industrias procesadoras impactan la calidad de las aguas por la liberación de grandes cantidades de efluentes —por cada tonelada de aceite se generan 2.5 toneladas de efluentes— que en muchos casos contaminan los cursos de agua por no cumplir con los requisitos legales en cuanto a su tratamiento.

Los motores del avance de la palma
Pese a todos los impactos constatados, el cultivo de palma aceitera continúa expandiéndose en más y más países. La razón es que constituye una inversión muy rentable para el sector empresarial —nacional o extranjero— que invierte en esa actividad. La rentabilidad surge de la combinación de mano de obra barata, tierra a bajo precio, inexistencia de controles laborales y ambientales efectivos, disponibilidad de financiamiento y apoyos, el corto periodo que media entre la plantación y el inicio de la cosecha y un mercado en expansión, en particular en los países del Norte.

Se trata de un cultivo orientado a la exportación, lo que explica el apoyo de los gobiernos y de organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, de bancos privados que se benefician económicamente invirtiendo en el sector.
A los destinos tradicionales de la palma aceitera (cosméticos, jabones, alimentos), se ha sumado recientemente el del uso de su aceite para producir biodiesel, lo que significa un nuevo aliciente a la expansión de plantaciones (...)".

10 de septiembre de 2009

Catástrofes socioambientales por monocultivos de pinos


Sebastián Korol (REVISTA SUPERFICIE, especial para ARGENPRESS.info) señala: "Cuando en 2005 el tsunami Katrina barrió con Nueva Orleáns, uno de los pueblos más pobres de los Estados Unidos, se desató un interesante debate que por estas horas resulta oportunamente trasladable a la provincia de Misiones a raíz del trágico tornado de San Pedro: ¿Pueden atribuirse los cada vez más frecuentes y violentos desastres ambientales a reacciones “naturales” de la madre tierra?

La zona sobre la cual se abatió el ciclón que hasta el momento dejó un saldo de 11 muertos, decenas de heridos y cientos de familias damnificadas, forma parte de la llamada selva paranaense, la eco-región con mayor deforestación de Suramérica.

En nombre del mentado desarrollo foresto industrial, en las últimas décadas Misiones redujo alarmantemente la extensión de su territorio boscoso. Para alimentar las industrias madereras y celulósicas, exóticas y milenarias especies vegetales nativas fueron reemplazadas impunemente por interminables plantaciones de pinos, principalmente de origen estadounidense
(elliottii y taeda).

Según estimaciones de distintas organizaciones ecologistas, Misiones ya perdió cerca del 60 por ciento de su selva original y sólo en los últimos veinte años se devastaron más de 250 mil hectáreas de bosques naturales por la tala ilegal y la reconversión de monte nativo a bosques implantados de pinos.
Entre las localidades con mayor depredación figuran San Pedro, San Vicente y Puerto Libertad, que sufrieron cambios radicales en sus ecosistemas naturales.

Este nivel irracional de deforestación contribuye al calentamiento global, que entre otros desastres como inundaciones, sequías, tornados, incendios forestales y terremotos, viene generando en los últimos tiempos ciclones y lluvias torrenciales atípicas en distintas regiones del globo terráqueo.

Un informe de la organización Oxfam Internacional presentado en abril de este año da cuenta de que el número de personas afectadas en el mundo a causa de desastres relacionados con el clima podría aumentar en un 50 por ciento para 2015, hasta alcanzar unos 375 millones de damnificados.

El estudio alerta que el cambio climático junto con la mala gestión del medio ambiente provocan una proliferación de estos desastres y advierte que las personas en situación de pobreza son las que presentan mayor grado de vulnerabilidad.

Resulta absurdo y superficial reducir estas reacciones de la naturaleza a fenómenos ambientales “normales”, mientras se continúa con la tala descontrolada de nuestros montes. La pachamama nos está pasando factura, y la están pagando, como casi siempre, los pobres e inocentes.
Mientras tanto, nuestros gobernantes siguen pronunciando “sentidos” discursos que omiten completamente las verdaderas causas de las tragedias ambientales y sociales que nos aquejan
.

Fuente: www.argenpress.info / 10-9-09

8 de septiembre de 2009

La Gendarmería se adueña de tierras por decreto de la dictadura

Raquel Schrott - Ezequiel Miodownik (BIODIVERSIDADLA) nos comunican:
"Familias de pequeños productores agrícolas de colonia Casco Cué, en el municipio formoseño de Pirané, que viven de lo que producen en sus chacras, ladrillerías y carbonerías, vienen sufriendo la intimidación y el accionar del Escuadrón 5 de Gendarmería Nacional (GN), que desde marzo de este año intenta con sus operaciones desalojar a los pobladores -cuyos documentos de propiedad de las tierras datan de las décadas del 50, 60 y 70 del siglo pasado-, para avanzar con proyectos de infraestrucura de la misma fuerza.
En una carta difundida a comienzos de este mes, el Movimiento Campesino de Formosa (MoCaFor) denunció que el hostigamiento comenzó cuando los campesinos fueron presionados para firmar un acta donde reconocerían ser ocupantes ilegales de sus propias tierras, lo que resistieron para tener que enfrentar luego la "incursión de una topadora para la apertura de carretera en los caminos vecinales y terrenos de los pobladores" y la colocación de carteles con la inscripción "Propiedad Privada - Gendarmería Nacional".
El MoCaFor aconsejó que la Gendarmería Nacional "no debería involucrarse en asuntos que no le competen, ni debe ser manchado por el mal accionar de determinados efectivos que no honran a la Institución, sino son movidos por otros intereses" y apuntó que una situación de abuso de poder en plena democracia, como la que padecen los campesinos de Casco Cué, es "una clara consecuencia de las medidas tomadas mediante el abuso de poder de la dictadura".

Felicia Ibars es vecina de estos pobladores de toda la vida, "desde que tengo uso de razón", cuenta. Su mamá vive allí desde los 9 años y las mismas familias ya estaban allí entonces; algunas documentaciones datan del año 51. Además de ayudar a los productores -unas 26 familias distribuidas en 100 hectáreas- a sembrar en esas tierras, trabaja en una cooperativa agropecuaria preparando suelos. "Tenemos un equipo que es para arar la tierra -explica Ibars a la Agencia de Noticias Biodiversidadla-, preparamos la tierra y ellos siembran lo que acostumbran". Sean hortalizas o maiz para los animales, las familias hacen de todo un poco y, cuando el clima no ayuda, se la rebuscan haciendo ladrillos y carbón.
-¿Dónde está ubicada Colonia Casco Cué?, ¿cómo es el lugar?
-Estamos cerca del municipio, ubicados al sur de lo que es Pirané. La gente que vive ahí, sus chacras son de 22 hectáreas cada una, de 22 a 26, y hacen en esa parcela de tierra un poco de todo. Hay una parte de la tierra donde tienen sus animales, que conserva la vegetación del lugar, de siempre.

-¿Qué es lo que estuvo sucediendo con el Escuadrón 5 de Gendarmería Nacional?
-Son gente conocida, es un pueblo chico donde los gendarmes, o sea, las personas como en el caso de un suboficial que conocemos desde siempre, bueno, esa persona empezó a recorrer la zona preguntando cómo se llamaban y dijo que Gendarmería quería hacer un relevamiento de las personas que vivían ahí. Pasaron unos días y aparecieron con un acta e intentaron que la gente firme, decían que la intención del jefe de escuadrón era que cada uno tenga el título de propiedad, pero el acta dice que esta gente se encuentra habitando un predio que pertenece a Gendarmería Nacional, que su ocupación es ilegal, que se les dejaba notificado y que si no se retiraban iban a ser desalojados judicialmente. También agrega en la parte de abajo que las personas que ellos intentaban que firmaran no contaban con documentación.
En la nota dice que la persona dijo a Gendarmería que no contaban con documentación y que ingresaron a ese lugar por propia iniciativa. Eso es lo que dice el acta que nosotros no le permitimos a la gente que firme. Les dijimos que no, firmar un papel así es decir "soy un delincuente y entré en un lugar que no me pertenece".
A los gendarmes que llevaron esta acta la gente de ahí les pidió que se se vayan hasta mi casa, donde se armó una charla con los suboficiales, donde ellos nos dicen a nosotros que hablemos con alguien del IPV, que es el Instituto Provincial de la Vivienda, porque Gendarmería tenía intenciones de dar las tierras para que se hagan 5 viviendas para gendarmes. Yo les dije que la intención del jefe no era buena, porque si era así, iban a reducir el espacio de estas personas y los iban a desalojar para hacer un negocio con el IPV.

-¿Estas familias están nucleadas u organizadas dentro de algún movimiento?
-Pertenecen al MoCaFor, que a nivel nacional somos parte del Frente Nacional Campesino. La verdad es que siempre defendimos los derechos de todos acá, nunca habíamos tenido "algo" así como tierra, porque esto para nosotros es algo más fuerte. Aparte, no hablamos solamente de vivienda, hablamos de la fuente de trabajo, hablamos de todo. Lo que es la casa de las personas que viven ahí son la mayoría precarias, o sea si hablamos de vivienda y el IPV les va a hacer unas viviendas va a estar todo bien, pero no se trata solamente de vivienda, se trata de fuentes de trabajo. Esa gente vive de lo que produce, de lo que siembra, hay gente que tiene los hijos ya de los hijos, porque se fueron acomodando uno al lado del otro. Hay gente que tiene 9 hijos. Todo lo que producen ahí, de eso viven, en ese espacio.

Yo tuve una charla con el jefe de Gendarmería, que es Juan Carlos Maidana, porque me hizo llamar. De esa charla no tengo testigos, solamente estábamos nosotros dos, el me dice que "este tipo de cuestiones se negocian". Duró como dos horas, pero te resumo lo que él me terminó diciendo: "Es un problema para Gendarmería desde hace muchos años, porque son tierras improductivas".
La verdad que para Gendarmería son tierras improductivas porque ellos no tienen nada que producir, ¿para qué quieren ellos una chacra, si ellos son escuadrón vial?, ellos tendrían que estar arreglando caminos. Él me dijo que en un lugar que está no muy lejos de acá y en otro lugar que se llama Perín, Gendarmería no tiene destacamento, que él negociaba eso y que iba a hacer dos destacamentos probablemente en Belgrano y en Perín, y que iba a ser el superjefe. O sea, que a él no le interesa que las familias se queden sin vivienda, sin producir, sin poder comer, que él quiere ser el "superjefe". Eso me dijo a mí frente a frente.
Nosotros sabemos que no hay nada firmado y creo que tampoco vamos a llegar a que haya un documento que diga "sí, hubo un convenio con el IPV", pero el jefe de Gendarmería me lo dijo a mí en la cara. También me ofreció un pedazo de tierra para la cooperativa, como para que yo me retire y no siga avanzando con esto. Ellos saben que cuando la gente se organiza se logran cosas.

-En la carta que difundió el MoCaFor denunciando esta situación hablaban también de avances con topadoras y carteles de "propiedad privada" sobre estas tierras.
-Lo del acta fue primero; después, yo fui a hablar con el jefe; y después de eso, siguieron avanzando. Empezaron a abrir los caminos, había partes donde había mojones, había árboles, ellos entraron y abrieron esos caminos. Y donde había alambrados le hicieron correr los alambres a la gente y abrieron todos los caminos. Yo estaba justamente de viaje y me llamaron; me dijeron "mirá, vinieron los de Gendarmería con una topadora", de esas enormes que van arrazando todo lo que encuentra en su camino y me dijeron "vino Gendarmería acá con una máquina y tumbaron todos los árboles, abrieron los caminos y a la familia Salina le hicieron que corran el alambre". Yo les dije: "¿Pero por qué corrieron el alambre?, no tendrían que haberlo hecho". Lo que pasa que es Gendarmería, llega así con uniforme, con una máquina y eso inspira temor. A la vez para nosotros es un drama, porque esos caminos estaban marcados pero no se transitaban. Ahora se abrieron esos caminos y se llena de gente que transita por ahí y nos termina robando en esa zona. Así que otro perjuicio más. Dejaron pasar unos días y llevaron unos carteles. En una de las parcelas, la chacra 26, funciona un jardín de infantes. Ahí estaba instalado el grupo de Gendarmería "Viviano Garcete". En esa esquina donde funciona el jardín pusieron un cartel que dice "Propiedad de Gendarmería". En otra esquina, no frente a la casa de las personas, sino en los lugares donde "no hay nadie", pusieron carteles diciendo "Propiedad de Gendarmería". Te imaginás cómo la gente reaccionó, todo un temor. Nosotros nos reunimos, fuimos hasta la comisaría, queríamos exponer, denunciar, hacer algo para que retiren esos carteles, que dejen de hacer eso. Estuvimos toda una mañana y no nos tomaron ningún tipo de denuncia, de exposición ni nada.

-¿Cuentan con algún tipo de apoyo jurídico para defender a estas familias?
-Nosotros tenemos toda la documentación que avala que esa gente vive ahí desde hace mucho. Todavía no hicimos ninguna presentación judicial hasta este momento, porque para todas estas cosas se necesita dinero; tiene que ir todo certificado por escribanía y todo eso, pero sí, lo vamos a hacer para poder darle una respuesta. Esta "resolución" por la cual se hizo la donación de tierras para Gendarmería se hizo en la época donde estaban los militares y el Instituto de Tierras estaba intervenido. Más allá de ir a instancias legales, a mi me parece que la gente que está en el poder tiene que dar una resolución, o sea, se deroga este otro decreto y esta gente presenta la documentación de tierras que tiene desde hace tantos años y se resuelve la cuestión. Seguir judicialmente es un proceso largo que cuesta mucho dinero para esta gente.

-¿Hay algo que te gustaría agregar?
-Me gustaría que el Estado tome parte de esto, las autoridades que corresponden. Esto se hizo en el año 79, se sacó esa resolución viviendo gente ahí, porque esta gente estuvo siempre en ese lugar, lo hicieron con abuso de su poder. Cuando uno hace en ejercicio y con abuso de poder tiene doble condena, las condenas se multiplican. Ellos ya no están más, pero esta gente que está ahora se sigue valiendo de tanta injusticia. Yo tenía un año en esa época, es injusto que a esta altura se siga todavía con esto, creo que son cuestiones que se tendrían que haber arreglado hace mucho. Hace 4 ó 5 días Gendarmería estuvo otra vez midiendo con unos aparatos que no se qué son. Otra vez siguen. Hacen eso, se van y andan por ahí. Intimidan, ese es su trabajo, y ahora esperemos que tenga difusión, que se sepa, que se pueda resolver. Sabemos que hay otras formas para resolver esto que llevan mucho dinero y la gente que vive acá es pobre. Vienen de carencia en carencia y ahora con esto otra vez, la verdad, están tristes".

Fuente:
www.argenpress.info/ 8-9-09