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15 de octubre de 2016

III. Advirtamos: “El extractivismo no es un rasgo aleatorio, sino que es la médula estructural constituyente del capitalismo periférico dependiente. Entonces, cómo pensar transformar una sociedad en términos de justicia, de sustentabilidad, de equidad, profundizándolo”.

La política minera de Macri: 

extractivismo recargado
23 de febrero de 2016

El anuncio por parte del gobierno de Mauricio Macri de quitar las retenciones a las exportaciones mineras, además de garantizar un incremento sideral de la ya de por sí millonarias ganancias de las empresas trasnacionales dedicadas a este tipo de explotación, obliga a realizar un balance de los doce años de política minero-energética dinamizada por el kirchnerismo, así como del papel que ha jugado el Estado, e incluso el sistema científico nacional, en el sostenimiento y agudización de este modelo. Para analizar en profundidad la nueva medida y las raíces profundas del extractivismo en Argentina y en la región, desde Enredando las Mañanas conversamos el viernes 19 de febrero con Horacio Machado, docente de la Universidad Nacional de Catamarca e investigador del CONICET.
Por RNMA
¿Cuál es tu lectura del decreto Nº 349 que quita retenciones al sector minero? ¿Qué viene a plantear de novedoso esta iniciativa macrista con respecto al kirchnerismo en la materia?
En realidad la quita de las retenciones es correr todavía más el umbral del despojo, porque estamos ante un paquete tributario que fue pergeñado en la época de Martínez de Hoz, después concretado con la ley Nº 2456 y sus correlativas con Menem, y eso no fue tocado en absoluto durante los 12 años del kirchenirsmo. El antecedente de esto es que en el año 2007, en un contexto de salto de la cotización internacional de los minerales con ganancias extraordinarias, el gobierno de Kirchner mediante resoluciones administrativas de la Secretaria de Minería, impone retenciones del 5 al 10% a las mineras. Obviamente las mineras apelaron esto, iniciaron un proceso judicial, porque afectaba los 30 años de “estabilidad fiscal” que le garantiza la ley 24196. Lo que vino a hacer Macri es eliminar esas retenciones, y lo que me llama mucho la atención es que esta medida fue anunciada como un “estimulo” de apoyo a las economías regionales. Lo cual en realidad es un disparate, ya que tiene efectos y consecuencias completamente contrarias. El modelo minero es un modelo de enclave, beneficia exclusivamente a empresas transnacionales, por lo tanto, resulta irrisorio y ofensivo para la inteligencia media que en el decreto se mencione que se quiere favorecer pequeñas y medianas empresas. Estamos hablando de que las exportaciones mineras esta 100% concentrada en grandes oligopolios de empresas transnacionales. Las empresas pequeñas y medianas que trabajan con la minería son minería de cantera, dedicada a la construcción y al mercado interno, y no tienen ningún tipo de exportación. No hay ninguna justificación más que granjearse la simpatía de los capitales. Nada mas que eso. Porque ni siquiera modifica significativamente la búsqueda que se pretende de atraer inversiones.

Si tuvieras que hacer un balance o señalar los aspectos principales del modelo minero de 12 años de kirchenirsmo, ¿qué nos dirías?
Una cosa que resulta llamativa de este anuncio es cómo gobernadores de provincias alineadas con el kirchnerismo estuvieron presentes apoyando y celebrando esta quita de retenciones. Habría que preguntarse por qué esto. En realidad en el año 2004 el presidente Kirchner anuncia el Plan minero argentino. El mismo modelo de saqueo ahí tiene una inflexión y empieza a tener una retórica de que la minería podría aportar al desarrollo nacional, a la industrialización, y bajo esa retórica se pretendió justificar la continuidad de un modelo que venía dentro de los lineamientos del Consenso de Washington. Porque hay que decir que las leyes mineras de los ’90 fueron impuestas por el Banco Mundial a nuestro país y a otros 190 de toda América Latina, Asia y África. Tiene que ver con una re-localización general de las grandes empresas mineras, que tenían fuertes costos sociales, ambientales y tributarios en el norte, y empiezan a buscar nuevas reservas de estos yacimientos en los países del sur. El Banco Mundial impulsa entonces una transformación de todo el marco legislativo, con el objeto principal de garantizar la rentabilidad de estas empresas. Este es el modelo que no se tocó, no se vio afectado, de hecho el Secretario de Minería del kirchnerismo, Jorge Mayoral, tiene fuertes vínculos con empresas mineras, él mismo es un empresario minero, entonces esto de la “ceocracia” podemos decir que ya tiene antecedentes en el modelo minero del kirchenirsmo. Con respecto a los gobiernos provinciales, hay que decir que este modelo minero profundiza una economía rentística. Los gobiernos provinciales no están interesados en el desarrollo del aparato productivo de los sectores locales, la minería no genera empleo.

Estamos ante una economía de enclave, no tiene ningún tipo de encadenamiento con la economía local, al contrario, tiene efectos negativos, porque se trata de una actividad que consume muchísimos recursos hídricos y energéticos, que producen el desplazamiento de otras actividades locales. Nosotros siempre decimos que más que generar empleos producen destrucción de empleos, y esto se puede constatar a lo largo de las investigaciones, no solo en nuestro país sino a lo largo de toda América Latina. Para que tengan un dato que ejemplifica esto, los casos de Chile y Perú, cuyas exportaciones mineras están alrededor del 70% del total de las exportaciones (un sector mucho más expandido), el empleo minero es menos del 1% del total de la población económicamente activa en estos países. De manera tal que se trata efectivamente de un modelo de saqueo, y volviendo a lo que decía con respecto a cuál es el interés que tienen los gobiernos provinciales para apoyar este tipo de medidas, es que captan una mínima renta que les permite profundizar un modelo asistencial-clientelar que es el que predomina en estas provincias.

Conversando hace un tiempo con Raúl Zibechi desde la radio nos decía que el extractivismo no respeta a quien lo gestiona. Queríamos preguntarte por algo tan incómodo para la izquierda latinoamericana, y tan angustiante para los pueblos del continente, como es el dilema del extractivismo, que condiciona a países que tienen una larga tradición en ese sentido, como Bolivia, donde el despojo ha sido una constante desde Potosí hasta hoy con el auge del Litio, o Venezuela, donde el rentismo petrolero le ha generado una encerrona al proceso bolivariano. Sabiendo que no es una respuesta sencilla, y que incluso resulta todo un desafío salir del extractivismo en esas economías tan ancladas forzosamente en la extracción de bienes minerales o gasífero energéticos, ¿cuál es tu reflexión respecto de la coyuntura que vivimos a nivel continental?
Creo que la fuerza de los movimientos populares y la izquierda comprometida con procesos emancipatorios tiene que reflexionar fuertemente sobre esto. Los procesos de transformación que se han dado han significado un avance importante, sobre todo si uno los compara con las políticas del Consenso de Washington. Tenemos que pensar qué es lo que se ha transformado. El extractivismo no es un rasgo aleatorio, sino que es la médula estructural constituyente del capitalismo periférico dependiente. Entonces, cómo pensar transformar una sociedad en términos de justicia, de sustentabilidad, de equidad, profundizando un aspecto medular del capitalismo periférico dependiente. Evidentemente hay acá una encerrona, que tiene que ver con el hecho de que en estos primeros momentos los gobiernos progresistas necesitaron reactivar la economía interna, generar puestos de trabajo, reactivar el consumo. Pero en un punto, nunca estuvo en agenda la transformación de la estructura productiva y la transformación del modelo de inserción periférico dependiente del país. El extractivismo no es solo un problema de nuestras economías, es una función metabólica del capitalismo a escala global. Es decir, se hace extractivismo acá, porque hay consumo sostenible en los modos de vida imperiales de los países dominantes. Mas allá de los flujos financieros y de las utilidades que se remiten desde el sur hacia el norte, nosotros ponemos mucho énfasis en los flujos materiales y los flujos de energía, quienes son en definitiva los que controlan, usufructúan y disponen de los territorios y las energías corporales de nuestras poblaciones.
En ese sentido, ¿qué papel juegan los pueblos organizados, las asambleas ciudadanas que vienen resistiendo todos estos años a este saqueo por parte de los malos gobiernos y las multinacionales?

Yo creo que el movimiento socio-territorial que ha venido tratando de batallar frente a esto, configura un espacio de lucha política fundamental para nuevos procesos de subjetivación política. Hay nuevos sujetos políticos que se empiezan a constituir y se empiezan a sumar. Y el gran desafío es cómo articular y sumar con sujetos políticos que tuvieron sus procesos de irrupción en otras épocas y otras fases, como el movimiento obrero, el movimiento de desocupados, el movimiento feminista, campesino y de pueblos originarios. El movimiento socioterritorial que lucha contra el saqueo y la devastación de nuestros bienes naturales, configura un proceso de subjetivación de nuevo tipo, y que viene a dar nuevos contenidos a la idea de revolución. A la idea de un horizonte socialista que no piensa que solamente se puede concebir la justicia en términos de redistribución de la riqueza, sino que tenemos que pensar en una re-significación de la riqueza y preguntarnos qué significa la idea de riqueza más allá del velo del dinero y del velo de la mercancía.

Por ultimo, siendo muy cercano a las luchas socio-ambientales en todo este tiempo, pero también parte de la Universidad y de un sistema científico que, por lo general, tiende a ser cómplice de esta política de despojo, saqueo y colonialidad, ¿cuál es tu reflexión sobre el papel que ha cumplido la ciencia, la universidad, la investigación, muchas veces acompañando y siendo cómplice, como en el caso especifico de las universidades, que vienen recibiendo fondos de ese mismo engranaje, sumamente aceitado, que se basa en el saqueo y la contaminación constantes?
Es un tema muy interesante y estratégico. Los presuntos científicos y técnicos académicos, prestan un servicio muy importante a la política de saqueo, que tiene que ver con la legitimación bajo un halo presuntamente científico de estas políticas neocoloniales. Y la verdad es que estas políticas de saqueo y extractivismo, no solo en el tema minero sino sojero, petrolero, etc., ha partido a la comunidad académica, produciendo re-acomodamientos en términos de intereses. De un lado, podemos ver la oficialidad de las instituciones del sistema científico y universitario, que se han plegado mayoritariamente a estas políticas de legitimación del extractivismo. Por eso no es casual tampoco la continuidad de Lino Barañao, siendo ministro de Cristina Kirchner y continuando hoy con Macri. Por otro lado, también hay muchos otros científicos, docentes que han venido dando una batalla muy desigual y acompañando a lo que creemos como un aspecto estratégico para los procesos de emancipación: la reivindicación de una ciencia que tiene que estar al servicio de los intereses populares y no al servicio de las grandes transnacionales. No puedo deja de mencionar el caso emblemático de la lucha de Andrés Carrasco, denunciando los efectos letales del glifosato y que con toda su carrera académica ha sido completamente marginalizado por el CONICET.

También el extractivismo constituye al ámbito científico y de las universidades en un espacio de disputa, donde nosotros como sujetos activos de esto (me refiero a toda la comunidad académica: estudiantes, docentes e investigadores), tenemos que corrernos de esa pretensión ingenua de neutralidad. El conocimiento no es políticamente neutro, tiene efectos en términos de practicas, de legitimación de ordenes sociales, entonces tenemos que asumir cabalmente las consecuencias de nuestras investigaciones y del lugar donde nosotros estamos parados. Esto da mucho para hablar, pero simplemente quería remarcar con fuerza que hay pueblos que están movilizados.

La política del extractivismo atraviesa las lógicas de los partidos, las izquierdas y las derechas, y nos lleva a pensar nuevos procesos de subjetivación política y horizontes para imaginar por dónde van los desafíos de la emancipación, de la transformación real de este capitalismo periférico dependiente; las cosas que están pasando hoy en Venezuela son indicativas de la complejidad del escenario y me parece que por ahí hay que buscar este tipo de alternativas.

Fuente: http://www.anred.org/spip.php?article11536

II. Advirtamos: “El extractivismo no es un rasgo aleatorio, sino que es la médula estructural constituyente del capitalismo periférico dependiente. Entonces, cómo pensar transformar una sociedad en términos de justicia, de sustentabilidad, de equidad, profundizándolo”.

Crecidas e inundaciones, 

el extractivismo arrasa los territorios
4 de marzo de 2015


Argentina/Resumen Latinoamericano/ La Izquierda Diario


Por Leonardo Rossi, periodista especializado en extractivismo

 

Técnicos y organizaciones sociales habían advertido el impacto del desmonte y la avanzada inmobiliaria


Tal vez la definición de “Tsunami” del gobernador José Manuel de la Sota fue la expresión que mejor sintetizó esa intención por negar los antecedentes que podrían haber cambiado el cuadro frente a las recientes crecidas de ríos e inundaciones en Córdoba. Las abundantes lluvias, entre 200 y 300 milímetros en menos de doce horas según la zona, son un dato objetivo. También lo son la cantidad de hectáreas desmontadas en determinada cantidad de años, la ubicación geográfica de un loteo, los incendios y la capacidad de recuperación del monte nativo, entre otros factores. Organizaciones ambientales, técnicos e investigadores vuelven a expresar lo que con poca repercusión manifestaron antes del ’tsunami’: la descontrolada urbanización y avance de la frontera agro-empresaria tiene un alto costo social y ecológico. “Estas crecidas no son mero producto de precipitaciones, sino fruto de la acumulación de acciones extractivistas”, define el geógrafo Joaquín Deón, quien realizó una extensa tesina de grado sobre el uso del suelo y el agua en Sierras Chicas. “Lo que ocurrió estaba predicho, y en esta dirección se va a agravar”, agrega la doctora en arquitectura Beatriz Giobellina, especializada en planificación urbana.

Las precipitaciones ocurridas entre el domingo 15 y el lunes 16, y su impacto social (al menos ocho muertes) y en infraestructura (caída de puentes, rotura de sistemas hídricos, anegamientos de calles, pérdida de viviendas) abrió la puerta a una discusión amplia sobre la cuestión ambiental. Sin embargo eran varias las alertas sobre hechos de este tipo. En las 287 páginas de su trabajo Deón realiza un extenso repaso en torno a la gestión del agua y el territorio, cita antecedentes internacionales, para luego ubicarse en las Sierras Chicas y finalmente se adentra específicamente en la cuenca del Chavascate, donde se ubican Agua de Oro, Cerro Azul, El Manzano, La Granja. Escasez y exceso de agua son dos caras de una misma moneda, la falta de planificación estratégica, abordada en el trabajo. “Lo que motiva la presente investigación es analizar el creciente trabajo de organizaciones que buscan revertir los procesos de ‘avance de la frontera urbana y minera’ sobre el área de cuenca”, apunta el investigador en su trabajo.
La investigación aporta un dato que cobra un rico sentido en estos días. Los principales municipios de las Sierras Chicas, que ocupan 1760 kilómetros cuadrados y albergan hoy más de 140 mil personas, “nacen el mismo año (1939) en que se producen las principales y más trágicas crecidas de arroyos e inundaciones asociadas a fuertes tormentas que precipitaron más de 130 milímetros en pocas horas”. Entre diferentes llamados de atención a este tema, Deón resalta las advertencias de vecinos de Villa Allende por las crecidas, y la falta de planificación urbana, realizadas ya en el año 1989. Justamente esta ciudad una de las más afectadas en las últimas semanas. Por si hace falta aclarar, la investigación del geógrafo no fue realizada en las últimas horas, está fechada en junio del año pasado, y recupera otros trabajos realizados en la misma línea. También recuerda que el 12 de marzo del 2000 “precipitaron entre 100 y 120 milímetros de agua en no más de dos horas”. “La inundación ocasionó la evacuación de más de 600 personas, la muerte de tres personas en La Calera, y la destrucción de varias viviendas.”

 

Desmontes y urbanización

Entrevistado para esta nota, Deón señala que “incendios, urbanización y desmonte van de la mano” para desembocar en este tipo de acontecimientos, o su reverso: la sequía. El repaso histórico que realiza sobre el avance de los cambios en el uso del suelo (de áreas de bosque a usos agrícolas, urbanos, e industriales), dice que en las más de 93.500 hectáreas de cuenca media, se perdió un 40 por ciento entre 1940 y 1980; un 5 por ciento entre 1981 y 1990; más de 8 por ciento entre 1991 y 200; y un 9 por ciento en la última década. Los incendios muchas veces fueron la antesala al cambio en el uso del suelo. Entre 2004 y 2013 llegan a 75.220 hectáreas quemadas acumuladas, un 40 por ciento menos que la década anterior, pero “en áreas que se han incendiado más de dos veces en los últimos 20 años”.
Aunque Deón pone el foco en la zona del Chavascate, y los conflictos por el territorio entre 2007-2012, aporta varios datos que exceden ese recorte y sirven para analizar el cuadro en Sierras Chicas y alrededores. La no aplicación de legislación para gestionar cuencas, la falta de trabajo de los municipios entre sí y con organizaciones sociales, y como punto macro la ausencia de gestión participativa de los territorios salen a la luz a lo largo de todo el trabajo, y preanuncian situaciones como la de las últimas semanas.

Entre las conclusiones, el geógrafo dice sin lugar a dobles interpretaciones: “Los aspectos que restringen la posibilidad de una gestión participativa e intergubernamental de la cuenca del Río Chavascate, son los intereses económicos, políticos y culturales puestos en juego por los diversos agentes del subcampo económico empresarial y del subcampo político-cultural articulados a diversas escalas con miembros del metacampo Estatal o formando ellos mismos parte de este metacampo”. Y destaca que “las inversiones inmobiliarias y turísticas en la cuenca han reconvertido a espacios loteados o chacrarizados (subdivididos en chacras) las áreas de bosque ocioso”.
Es basta la bibliografía sobre el rol fundamental del bosque nativo como regulador del escurrimiento del agua. Publicado a fines de 2014, un trabajo del Instituto Superior de Estudios Ambientales de la UNC, también referido al Chavascate, apunta que “la deforestación de toda la cuenca alcanza una tasa anual del 0,5 por ciento, mientras que el incremento de uso urbano-agrícola, un 2 por ciento anual (valor altamente significativo)”. El documento de 38 carillas, firmado por la agrónoma Alicia Barchuk, plantea que en esa zona “sería necesario recuperar 4617,3 hectáreas” de bosque. Como en otros textos académicos se dejó claro que es “esencial que mediante un ordenamiento territorial se limite el avance de la frontera urbana”.

 

Denuncia desde el territorio

Desde las organizaciones sociales también se plantea la misma problemática. La Mesa del Agua de La Granja añade que “los desmontes e interrupción de cursos naturales de agua en la zona alta y media contribuyen a que la absorción de agua sea casi nula y que el suelo se impermeabilice”. “Así el agua corre desde los acuíferos como por avenidas asfaltadas transportando casi la totalidad de lo precipitado provocando cuantiosos daños río abajo, muy superior al que podría haber provocado de existir el monte de antaño”, describen. La mesa sostiene que “no sólo los desmontes en la zona alta provocan daños” también “la invasión de los emprendimientos inmobiliarios en la línea de sirga de los ríos que atraviesan los pueblos se convierten en principal foco de destrucción y caos social”. Desde la tesina de Deón se advierte técnicamente lo que gritan los vecinos: “Deberá regularse la superficie de cubierta vegetal nativa y general que cada propietario de inmueble en la zona ya loteada debe respetar, de lo contrario se perderán alrededor de entre 50 y 130 hectáreas anuales de bosque en toda la cuenca con el avance de la edificación”.

 

Desplazados

“Lo que ocurrió es crónica de una muerte anunciada”, asegura Beatriz Giobellina. La doctora en arquitectura, especializada en planificación urbana y su vínculo con el ambiente, coincide con Deón en que “el crecimiento urbano no planificado, muchas veces en zonas inundables, lleva a este tipo de situaciones”. “Esto se va a agravar si no se limita el crecimiento urbano, se crean reservas, se frena el desmonte, y se deja de lotear”, enumera. Para Giobellina debe analizarse la cuestión del precio de la tierra. Más allá de que las crecidas golpearon en zonas de casas de fin de semana, la peor parte la llevaron las familias pobres o de clase media, que muchas veces se han ubicado en terrenos de las Sierras Chicas o en la periferia de Córdoba no tanto por elección sino por falta de recursos. “Conozco personas que están en zonas de Sierras Chicas sumamente riesgosas porque han conseguido el terreno a un precio accesible, pero son lugares donde tal vez no debiera haber población”, analiza. En este sentido “aparece el concepto de desplazado ambiental, el tema es que al no tener recursos y no haber políticas para esas personas, deben regresar a ese sitio”.
La lectura de Giobellina agrega otra arista más a la problemática de las últimas semanas y tiene que ver con la especulación inmobiliaria, que por un lado desplaza de forma indirecta poblaciones a costa del alto precio de la tierra, y por otro avanza sobre territorios frágiles no tanto por necesidad habitacional sino más bien para brindar inmuebles de lujo, incluso a veces deshabitados que sirven como mero bien especulativo. Para ilustrar esto vale repasar un interesante artículo del grupo académico Llano en Llamas (UNC y Universidad Católica), del año 2013, donde se apuntaba que “el área destinada al uso urbano aumentó entre 1991 y 2001 un 320 por ciento por encima del crecimiento poblacional”. Mientras que “el valor de los terrenos dentro del anillo de la Circunvalación de la ciudad de Córdoba subió en promedio -entre noviembre de 2007 y febrero de 2011- alrededor del 50 por ciento” y en algunas zonas llegó al ciento por ciento. Un dato que no puede soslayarse es que la Sierras Chicas son parte del área metropolitana de la segunda ciudad del país. De no regularse estos puntos, “el modelo de desarrollo de Córdoba es insustentable por donde se lo mire”, concluye la arquitecta.

 

Cambiar el rumbo

Como propuesta, Deón sostiene que “deberán acordarse y establecerse los mecanismos necesarios, abiertos a la comunidad, para ordenar estos territorios desde lo social y lo técnico”. “El agua es fuente de vida y de poder, cuando está y cuando falta, pero la tierra que la sostiene es también fuente de lucha y de poder; así, es la voluntad política, la que debe empoderar a los gobernantes y vecinos para cambiar el rumbo del uso del suelo en estas cuencas, en esta tierra y por esta agua”, dice en uno de los últimos pasajes de su trabajo.
Entrevistado, Deón valora “el debate de los últimos días en torno a qué es realmente desarrollo y crecimiento”. “El tema será quién termina decidiendo en torno al ordenamiento territorial”, dice, y automáticamente da la respuesta: “La comunidad debe dar la respuesta”.
*El autor ha colaborado con Página/12, Revista Acción (IMFC), Revista Marcha, Noticias Aliadas y Latein Amerika (Alemania), entre otras.

Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2015/03/04/crecidas-e-inundaciones-el-extractivismo-arrasa-los-territorios/

I.Advirtamos: “El extractivismo no es un rasgo aleatorio, sino que es la médula estructural constituyente del capitalismo periférico dependiente. Entonces, cómo pensar transformar una sociedad en términos de justicia, de sustentabilidad, de equidad, profundizándolo”.

No al fracking, sí a la vida
30 de septiembre de 2016

Enredando Las Mañanas dialogó con Martín Guillermo Álvarez, integrante del Observatorio Petrolero Sur quién realizó un análisis acerca del acuerdo entre YPF y Chevron por la explotación de hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta y profundizó en el actual debate acerca de las cláusulas ocultas del contrato. 

Por RNMA.
Descargar audio.
Martín Guillermo Álvarez nos invita a hacer un recorrido de lo que fue el acuerdo entre YPF-Chevron para comprender la situación actual de nuestro país en relación a dichas empresas. “El acuerdo es un hecho histórico, porque viene a decantar todo un proceso donde Argentina decide enmarcarse lo que es esta locura de extracción de hidrocarburos no convencionales con el método de fractura hidráulica, más conocido como fracking”, explicó Martín
Estados Unidos era el único país donde se explotaba de manera masiva, y lo que permitió este acuerdo es que comience  la explotación de los hidrocarburos no convencionales en escala masiva en Argentina, posicionándolo como el segundo país.  
Uno cuando veía todas las condiciones que se estaban dando en el contrato, veía que en función de hacer que el hidrocarburo fluya, de poderse hacer de esas rentas, de esas regalías y poder revertir ese problema que se tiene todavía con la demanda gasífera, todo eso hacía que uno se encuentre o se vea ante el preludio de una nueva entrega o un nuevo saqueo”, reflexionó el integrante del Observatorio y agregó que “decimos nueva entrega porque venimos de un proceso que duró desde fines de los 90 hasta el 2005, de una explotación despiadada sin ningún tipo de inversión de los recursos convencionales, que termina con Repsol expropiada por no haber invertido y explotado y haber generado hasta desinversión”.  
El caso de Ecuador es una clara muestra de los daños que produjo Chevron a la región. La empresa debe  pagar 9.500 millones de dólares debido al alto nivel de contaminación y muertes que generó, destinados a remediar los pueblos de la Amazonia Ecuatoriana, donde dejó, entre otras consecuencias, lagunas de petróleo.
En Argentina se generó lo que se dio como embargo a la empresa a través de la Procuraduría de Gils Carbó y a través de la Corte se le dio el desembargo. La  Corte lo que dice es 'Chevron no es Chevron', es decir Chevron en Argentina es una subsidiaria que no es Chevron Corporation. La impunidad que se le generó a la empresa la blindó para que puedan andar por el mundo mostrando este desembargo.  Y este desembargo lo firmó la Corte y es un fallo que tiene un peso jurídico importante”, denunció Álvarez.

Derecho a la información pública
La reinstalación del debate en torno al acuerdo que se selló en 2013 entre YPF y Chevron Corporation se da por el pedido del ex senador Rubén Giustiniani a la Corte Suprema de la posibilidad de conocer la totalidad del contrato y las cláusulas secretas del convenio, basándose en el derecho a la información pública.
Los directivos de la compañía junto con el abogado llamaron a los principales medios de comunicación del país, se los llevaron a la torre de Puerto Madero e hicieron una exposición sobre qué es lo que estaba secreto en el acuerdo.  Esa exposición rondó en todo lo que son las empresas offshore, que se generaron para poder blindar el acuerdo. El acuerdo lo que blindaba eran dos cuestiones básicas: la impunidad a Chevron y por otro lado la posibilidad de que no sea embargada YPF por los fondos buitres”, explicó Martín.
Uno de los puntos del acuerdo permitía ver que Chevron, en caso de retirarse del país, tenía  derechos del 50% de lo que se explote de esa área a perpetuidad, es decir a 35 años de concesión lo que implica que se le estaría pagando hasta el año 2048.  
“Estos puntos son los que decimos que tienen que estar a la luz con Chevron y con todas las empresas. Tenemos que lograr el libre acceso a la información pública y que cada uno de los contratos estén en público, que uno pueda ir y consultarlos”, finalizó.

En defensa de la vida
En relación a las consecuencias que sufren las tierras y las comunidades mapuches el entrevistado denunció la gravedad de la situación debido a la explotación masiva en algunos lugares. Los proyectos avanzan sobre las áreas productivas (Alto Valle, Rio Negro, Neuquén, principales productores de peras y manzanas), sobre las fuentes de recursos hídricos como lagos o ríos, sobre las zonas urbanas.
En barrios como Valentina Norte podemos encontrar que los vecinos viven medianera de por medio con los pozos. Estamos hablando que se  está avanzando sobre las tierras comunitarias mapuches, a las cuales el mismo Estado no las ha reconocido. Entonces termina siendo que las petroleras estan de manera legal y los mapuches que vivieron toda su vida y ancestralmente viven ahí son ilegales”, manifestó Álvarez y agregó: “Esas asimetrías no se está generando hoy, con una explotación que cambió, porque estos problemas siempre generalmente estuvieron con el convencional, pero el término del problema del no convencional y del fracking es que es masivo.  Es masiva su infraestructura, es masiva su explotación”.
Red Nacional de Medios Alternativos rnma.org.ar
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III. “Sabemos que la semilla se ha vuelto hoy el corazón de las ganancias de las transnacionales. Pero también sabemos que es el principio de nuestra nutrición y nuestra vida”.

Caminando hacia una agricultura sustentable. 

Ley de Semillas en Argentina

3 de octubre de 2016

 

Vivimos en un sistema siempre al borde del colapso, siempre regenerativo, siempre en contradicción. Un sistema basado en el consumo pero que se esfuerza constantemente en excluir del consumo. Un sistema que inventa lo que ya está inventado. Que privatiza todo lo que se puede envasar

Por Victoria Santagada
Durante más de diez mil años el ser humano construyo una cultura agrícola basada en el respeto por la tierra, en sus tiempos naturales, en el intercambio de saberes y de materias primas, en convivencia con el ecosistema. En otras palabras, construyo una agricultura sustentable.
Como en un cuento, Carlos Vicente imagina esas primeras veces, en un lugar del mundo o en varios a la vez, cuando una semilla silvestre fue plantada por una mujer, o por un hombre, cerca de su casa. Sin saberlo, esas mujeres y esos hombres iniciaban la historia de la agricultura.
Carlos Vicente es farmacéutico, y como tantos otros, allá por el 76´se encontró con otra forma de interpretar y de transitar el mundo. Comenzó a buscar alternativas a la agricultura industrial, comenzó a pensar otra forma de cuidar la salud basada en el uso popular de las plantas medicinales. Se encontró con la necesidad de recomponer el vínculo entre el hombre y la naturaleza, de volver a conectar con la madre tierra.
Hoy acompaña desde la investigación a movimientos sociales y campesinos en sus luchas por lograr sistemas alimentarios basados en la biodiversidad frente al avance de la agricultura industrial.
La crisis que ha producido la agroindustria es tal que,en el 96´la FAO – Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura- anunciaba una pérdida del 75% de las semillas que la humanidad genero en diez mil años de agricultura. En cincuenta años se destruyo un patrimonio de la humanidad que es la base para la soberanía alimenticia de los pueblos.
La libertad siempre es un peligro para los grandes negocios. El poder que ejercen las corporaciones sobre el mercado mundial de semillas –el 60% del mercado en manos de seis corporaciones- parece no alcanzar y hoy el ataque también va por vías legales. La presión esta puesta sobre la Ley de Semillas.
¿Qué es la Ley de Semillas? – La presión de las corporaciones sobre la naturaleza
No es novedad que los Estados priorizan los intereses de las empresas por sobre los intereses del pueblo. La sociedad de consumo promueve una cultura cortoplacista donde el beneficio y el lucro a costa de los que sea parecereinar.
La agroindustria es un modo de explotar la tierra donde el monocultivo, los agrotóxicos, el desperdicio, los excesos de agua y la erosión de los suelos toman protagonismo en pos de una producción masiva de alimentos exportables.
No solo la tierra está en manos extranjeras sino también las semillas, el primer eslabón de la cadena.
¿Qué es la Ley de Semillas?
Lo que hoy se conoce como la Ley Monsanto de Semillas es una propuesta de modificación de la actual Ley de Semillas y Creaciones
FitogenéticasN° 20.247/73. Desde el año 2003 las grandes semilleras y comercializadoras vienen ejerciendo presión en los gobiernos para efectivizar las modificaciones.
El principal propósito de la modificación de la ley es legalizar la privatización de las semillas. Si una empresa presenta una semilla que es distinta a otras puede tener el monopolio de explotación sobre ella es decir, el derecho de ostentor. Esto es que cada vez que alguien utiliza esta variedad debe pagar una regalía.
Dentro de la lógica mercantil suena razonable, “si lo creo, lo exploto y lo usufructo”. Pero analicemos un poco más…
Las semillas son el primer eslabón de la cadena alimentaria. Quien tenga el monopolio sobre ellas podrá controlar el precio, su distribución y su producción en pos de su propio beneficio.
El monopolio sobre las semillas es parte del agro negocio que es un modelo de explotación que para consolidarse promueve: la desaparición de bosques nativos para poder cosechar, la expulsión de pequeños productores agrarios de sus tierras y la eliminación del empleo rural debido a la fuerte tecnologización, la fumigación de cosechas y de pueblos que traen consecuencias mortales para la comunidad y los consumidores.
La situación que hoy vive Argentina se replica como un calco en distintos países de Latinoamérica, donde el desmonte y la persecución son legitimados por los Estados donde las multinacionales ejercen su presión.
La semilla es un bien común que pertenece a la humanidad. No puede ser objeto de apropiación por parte de intereses privados, ni por parte del Estado. Al igual que el aire, el sol, o la sonrisa de nuestros hijos, pertenece por igual a cada ser humano sobre el planeta, y no puede ser tratada como un recurso estratégico por parte de ninguna nación o interés en particular.
El acceso a la semilla es un derecho humano básico, e incluye el derecho a adquirir, adaptar, mejorar, multiplicar, intercambiar, regalar y vender las semillas. Y lo es además por razones prácticas: de este derecho dependen la soberanía alimentaria hoy y la alimentación futura de nuestra especie.”
Este es el primer punto de la Declaratoria del Foro “Semillas y Soberanía Alimentaria en Riesgo”integrado por movimientos campesinos, indígenas, montubios, afrodescendientes y organizaciones sociales del Ecuador realizado en julio de 2016. Declaratoria en respuesta a los debates que se están dando en torno a la Ley de Semillas promovida por la Asamblea Nacional del Ecuador, órgano que ejerce el poder legislativo en el país.
Reconstruir el vínculo con la Madre Tierra
La historia de la agricultura es la historia de la circulación libre de las semillas. El intercambio de saberes, de variedades, de métodos es la materia prima de los avances y la evolución.
El avance de los monopolios agroindustriales sobre los poderes legislativos se sustentan sobre una serie de mitos, entre ellos:
  • La baja productividad es causada por el uso de semilla sin certificar.
    El agotamiento de los suelos y el ecosistema es fruto del modelo agroindustrial que le exige a la tierra más de lo que puede dar en condiciones artificiales. La productividad depende directamente de la adaptación de una semilla a las condiciones locales, labor que vienen realizando los campesinos desde el inicio de la agricultura. La agroindustria le exige a cualquier suelo, en cualquier clima un mismo rendimiento.
    Por otra parte la productividad desde el agronegocio es medida en toneladas y valor comercial. Sin embargo existen otros valores como la cantidad real de nutrientes por hectárea. Valor que en las huertas y fincas agroecológicas es ampliamente mayor siendo las unidades más productivas del planeta.
  • El libre flujo de semillas representa una amenaza sanitaria pues la semilla no certificada lleva plagas y enfermedades.
    No existen aún estudios científicos que lo demuestren. Por el contrario existe la evidencia empírica de que el campesinado nunca ha dejado de intercambiar semillas y esto no ha generado epidemias. Si el suelo es fértil y la semilla ha sido adaptada localmente tiene las suficientes defensas para convivir sin inconvenientes con los organismos considerados plagas y enfermedades.
    Por el contrario la erosión de los suelos, causada por el monocultivo, el uso de agrotóxicos y el uso de semillas mal adaptadas, es decir la aplicación del modelo agroindustrial, han generado la expansión de organismos a nivel de plagas y enfermedades
En la web de Monsanto podrán encontrar uno de los argumentos más populares que esgrimen las grandes empresas “La población mundial continúa creciendo más rápido que nuestra capacidad de alimentarla”.
Tal vez sea ese el problema, no necesitamos multinacionales que nos alimenten, necesitamos conocimiento, necesitamos reencontrarnos con la tierra y con el tiempo para generar nuestro propio sustento.
O tal vez debamos preguntarnos ¿Cómo es que la humanidad ha llegado hasta aquí antes de la existencia de la agroindustria?
También valdrá la pregunta por nuestro lugar como consumidores. Habiendo espacios destinados para la comercialización de productos agroecológicos a lo largo de todo el país y de las grandes ciudades, por qué seguimos eligiendo alimentos transgénicos fumigados con veneno.
Frente a este panorama nos encontramos con movimientos campesinos, sociales e indígenas que rescatan el modelo histórico de producción agrícola con la mirada puesta en recuperar el vínculo armónico entre el hombre y la tierra. Cantidad de ferias y espacios destinados a comercializar sus productos y acercar la alimentación saludable a las grandes ciudades.
En palabras de Carlos Vicente, la crisis es peligro y oportunidad. La oportunidad de encontrar nuevos valores, de reencontrarnos con la prosperidad del entorno a partir de la observación.
Cuando parezca que ya nada nos puede salvar, ahí estará nuestro poder de desobedecer. De mirar de reojo lo que se impone y seguir por un camino a construir. Con certezas e incertidumbres.
Escrito, Investigación y redacción Victoria Santagada.
Fuentes:

II. “Sabemos que la semilla se ha vuelto hoy el corazón de las ganancias de las transnacionales. Pero también sabemos que es el principio de nuestra nutrición y nuestra vida”.

El agua ya no penetra

Agosto de 2015

Por Jorge Rulli*
Empresarios, funcionarios y pobladores de las zonas inundadas postergaron el debate sobre las consecuencias del modelo agroexportador actual. Los sojales desplazaron chacras y tambos que con molinos y bombas extraían grandes cantidades de agua. Las enormes maquinarias compactan el suelo y los pesticidas matan la microvida: no quedaron ni los túneles de las lombrices. Así, el agua ya no penetra, circula hasta acumularse y las inundaciones castigan a los pueblos mucho más que a los lotes agrícolas. Jorge Rulli, miembro del Grupo de Reflexión Rural, traza un mapa del modelo de producción y propone modificar los modos en los que se utiliza el suelo.

La siembra directa fue concebida como una agricultura natural, ecológica, con abundantes rotaciones y con sumo respeto por la vida del suelo. Se implementaba con máquinas simples y livianas. Hasta que el mercado pidió más productividad y una escala mayor: la maquinaria mutó en enormes sembradoras, enormes tractores, enormes mosquitos pulverizadores, cuyas toneladas de peso, dejan necesariamente el terreno compactado. Al no labrar el suelo, el agua de lluvia tiene más dificultades para penetrar. La demanda en aumento de porotos de soja y su precio sostenido durante una década dejó de lado las rotaciones con otros cultivos, que posibilitaban, luego de la cosecha, abandonar sobre los suelos materia orgánica o barbecho para reponerlos. Hay más: se pulveriza glifosato y otros agroquímicos de modo masivo para eliminar malezas perennes y así, año tras año, se fue afectando sensiblemente la microvida del suelo, que facilita la reposición de los nutrientes, así como el laboreo que realizan las lombrices, hoy ya en muchos campos inexistentes. En conclusión, el terreno está desnudo, el agua corre y no penetra en el subsuelo.

El proceso de globalización le impuso a la Argentina en los años ‘90 un modelo de país productor de transgénicos y exportador de forrajes. Las consecuencias de la implantación de ese modelo extractivo y de producción masiva de comodities a lo largo de los años, fueron inmensos territorios vaciados de sus poblaciones rurales, cientos de pueblos en estado de extinción, cuatrocientos mil pequeños productores arruinados, entre ellos el cierre definitivo de millares de tambos, y muchísimos chacareros endeudados debido a la incorporación de nuevos paquetes tecnológicos con dependencia a insumos, semillas genéticamente modificadas, herbicidas de Monsanto y maquinarias de siembra directa.

El mercado impuso sus reglas: la principal fue la necesidad creciente de disminuir costos para competir. Los fondos de inversión que expropiaron los aportes jubilatorios de los argentinos y los fondos fiduciarios generados por algunas empresas para supuestamente democratizar la agricultura, aportaron los recursos financieros para la implementación de los nuevos monocultivos de soja Roundup Ready (RR, que resiste al herbicida glisfosato) en una escala gigantesca. La vieja oligarquía pastoril desapareció en medio de la mayor transferencia histórica de tierras desde la campaña al desierto, para dar lugar en su mismo nicho histórico a una nueva clase empresarial y plutocrática, no ya patricia como la Sociedad Rural Argentina, sino de recientes orígenes inmigratorios. La concentración de campos y la expulsión de poblaciones sintetizaron el modelo neocolonial impuesto por el proceso globalizador.

Los emigrados del campo conformaron nuevos e inmensos cinturones de pobreza urbana, y descubrieron en la ciudad el festival de las importaciones y el consumo, en simultáneo con el creciente desempleo producido por el cierre masivo de las empresas industriales. Un vasto plan de asistencialismo y de empleos de inferior calidad, subsidiados por el Banco Mundial y cargados a la creciente deuda externa, la distribución de raciones alimentarias y un tejido férreo de control en las barriadas, contuvieron por años la creciente pobreza. Lo paradójico de esta situación de insurgencia que vivía la Argentina a principios del milenio fue que muchas de las luchas sociales localizadas, tales como los asentamientos y luchas por el derecho a la vivienda, en la medida que confrontaban con situaciones abusivas de injusticia y no se proponían otro modelo de país ni regresar a los lugares de origen, devinieron funcionales al sistema de agricultura a escala y control del territorio por los grandes pooles, vinculados a los exportadores y mediante ellos, a los mercados globales.

El predominio de visiones urbanas sin arraigos culturales y a la vez, reverenciales de tecnologías y de modelos que rinden culto del progreso, colaboraron de manera eficaz, en mantener invisible el rol que nos fuera asignado de país exportador de comodities, con una agricultura sin agricultores, subsidiada por corporaciones como Monsanto para la producción masiva de transgénicos. Esas visiones urbanas impidieron prever las consecuencias necesarias e inevitables del festival de cultivos transgénicos que podría estar llegando actualmente a los treinta millones de hectáreas.
El modelo del agro negocio sojero desplazó miles de chacras y, en particular, desplazó tambos. Cada tambo contaba con varios molinos y/o bombas para riego o bebederos, que diariamente extraían grandes cantidades de agua, abatiendo las capas de agua a sus niveles tradicionales de 30 a 60 metros de profundidad. Esos espacios tamberos fueron reemplazados por siembra directa.
Reconozcamos que no faltaron avisos que anunciaban la situación que hoy nos preocupa. En el congreso de los Consorcios Rurales de Experimentación Agricola (CREA) de 2014, en una exposición denominada “Del mito de la sustentabilidad a la realidad del compromiso ambiental”, se dijo lo siguiente: “Una visión estática de la naturaleza generó el ‘principio precautorio’ que reclama conocer las consecuencias de nuevas intervenciones agrícolas antes de implementarlas. Ante ese desafío se generaron en el sector productivo metodologías de ‘buenas prácticas’ orientadas a una supuesta sustentabilidad. Pero es difícil definir cómo deberían ser esas prácticas a priori. Cambia el ambiente y lo que sabemos de él; cambian las tecnologías y las opciones, y la mejor práctica hoy puede ser mala mañana”. Esta presentación estuvo a cargo de Esteban G. Jobbágy, investigador del Grupo de Estudios Ambientales del Instituto de Matemática Aplicada de San Luis (Conicet-UNSL), durante una conferencia ofrecida en el Congreso Tecnológico CREA que se estaba desarrollando en Mar del Plata, Rosario y Santiago del Estero de manera simultánea. “Los efectos del desmonte sobre la materia orgánica del suelo y el stock de carbono, sobre las napas freáticas o las poblaciones de grandes mamíferos nativos, requieren observaciones y observadores distintos y deben en todos los casos y etapas sumar aportes del sistema de ciencia y tecnología”, añadió. Jobbágy dijo en ese momento algo por lo demás evidente y de sentido común: que era improbable anticipar todas las consecuencias hidrológicas que el reemplazo de pasturas y montes por agricultura tendría en nuestras llanuras.

“Hemos generado excesos hídricos sostenidos y lo que en un principio se atribuyó exclusivamente a las fluctuaciones climáticas, hoy aparece también vinculado a los cambios en el uso del territorio: ascensos freáticos de diez metros en Marcos Juárez (Córdoba) desde los años ’70, con lotes que se inundan por primera vez en la historia; napas que salvan la producción en años secos pero que ponen en jaque siembras y cosechas en años más húmedos; sales que aparecen en la superficie cuando menos lo esperamos”, comentó.
“Hay que aprender sobre la marcha. Para eso es necesario integrar a expertos y observadores locales, plantear problemas actuales e hipotéticos y avanzar gradualmente con el cambio reservando zonas de control, además de medir las variables consideradas más sensibles, hacer transparente la información y su interpretación, debatir y negociar” Jobbágy señaló también que “la agricultura, como todas las actividades humanas de gran escala, es insustentable. La historia desde la revolución industrial hasta hoy ha mostrado repetidamente que lo único sustentable es el progreso. Aparecen nuevos problemas, generamos nuevas soluciones. Y esas soluciones traen nuevos problemas”, comentó.

Consideremos que no estamos leyendo a un contestatario o a un ecologista, sino a un profesional que se preocupa por mejorar la capacidad del proceso productivo por mantener sus estándares. La idea de que cada solución tecnológica entraña nuevos problemas y la necesidad, a su vez, de generar nuevas soluciones tecnológicas, es un criterio típicamente empresarial, que no tiene en cuenta los ecosistemas naturales y que sólo privilegia la ganancias mediante la continuidad del consumo y la producción de nuevos artilugios y de nuevos tóxicos.
El uso de agrotóxicos en los sojales condujo, por ejemplo, a la insólita situación de que los conocidos bichos bolitas se convirtieran en plaga. Estos insectos se alimentaban de materia muerta que fue desaparciendo por la ausencia de suficientes procesos de humificación; y entonces comenzaron a comer cultivos. Así, se crearon cócteles de venenos específicos para eliminarlos.

En ese mismo congreso, Jobbágy indicó acertadamente que la contaminación por sobre-fertilización, que encabeza la lista de preocupaciones en otras grandes regiones productoras, no es prioritaria en la Argentina. Pero sí lo es la pérdida de hábitats naturales y de recursos hídricos. “Desde lo global un concepto que se ha popularizado para expresar la preocupación por la agricultura y la disponibilidad de agua es la huella hídrica ¿Cuánta agua de lluvia o de riego hemos utilizado para obtener una unidad de producto? Pero el agua no tiene el mismo valor en todas partes ¿Vale lo mismo el agua que permitió producir un litro de leche usando alfalfa regada en Mendoza o maíz picado y pasturas de secano en la cuenca del Salado? La importación ciega de indicadores envasados como la huella hídrica representa un obstáculo en el abordaje del problema producción-ambiente”, dijo.

“De hecho, en una enorme parte de nuestras llanuras el uso conservador del agua que hace la agricultura nos causa problemas más serios: niveles freáticos más elevados, menor capacidad de albergar excesos de lluvia y, por lo tanto, anegamientos e inundaciones más frecuentes en la región pampeana o ascenso de sales en la región chaqueña son algunos de estos problemas. No necesitamos ahorrar agua de lluvia en estas llanuras: necesitamos usar las lluvias tan exhaustivamente como la hacían las pasturas o los bosques que reemplazamos con cultivos anuales. Y aquí empiezan a surgir varias tensiones: las inundaciones castigan a los pueblos mucho más que a los lotes agrícolas. Los tambos son el sistema productivo que generan menores excesos, pero uno de los que más caro paga la inundación. Lleva tiempo y esfuerzo entender estos problemas hidrológicos que no conocen fronteras entre disciplinas”, explicó.
Jobbágy señalo también que,en lo que respecta a la protección de ecosistemas naturales (aspecto regulado por la “Ley de Bosques” Nº 26.331) es necesario buscar acuerdos en un marco que permita distinguir las situaciones de ganar-ganar, perder-perder o ganar-perder en cuanto a ambiente y producción. “La quema de más del 95% de la biomasa desmontada en cordones es un claro ejemplo de perder-perder: deterioramos el suelo y desperdiciamos un recurso valioso. 

Salir de esa práctica requiere pocas innovaciones y acuerdos”, argumentó el investigador.“Encontramos un claro ganar-ganar en la intensificación verde: aumento del doble cultivo, uso de cultivos de cobertura, ciclos más largos, aplicados en épocas de excesos o napas elevadas en las llanuras. Bajamos el riesgo de anegamiento y aumentamos la producción”, añadió. “Los sistemas que alternan cultivos tardíos de soja y maíz han mostrado enormes virtudes productivas y han permitido afianzar empresas agrícolas sobre ambientes que antes se consideraban hídricamente marginales. Una de las claves de la secuencia es que usa conservadoramente el agua evitando estrés y riesgo productivo. Pero, como contraparte, aumenta el incentivo de desmonte en una gran fracción de los bosques del Chaco y el Espinal que antes tenían poco atractivo agrícola. Y además esa secuencia genera mayor drenaje profundo y ascenso freático, incrementando el riesgo de salinización en las tierras que anteriormente fueron ocupadas por bosque”, explicó refiriendo a la llamada extensión de la frontera agrícola, que tantas devastaciones de bosque nativo y conflictos con los pequeños pastores y campesinos ha provocado a lo largo de los últimos años.
“El compromiso ambiental del sector agropecuario está listo para ir más allá de la sustentabilidad y enfrentar el desafío del cambio. Podemos esperar a que lleguen las demandas ambientales y afrontarlas una por una con acciones puntuales y efectos de imagen. O podemos liderar el debate territorial de la próxima década ofreciendo lo que mejor sabemos hacer, que es gestionar creativamente las fuerzas de la naturaleza”, concluyó con cierto optimismo.

Evidentemente los acontecimientos provocados por las desmedidas ganancias de estos años y la imprevisibilidad de sus consecuencias inevitables, han superado por lejos a esta dirigencia empresarial tanto como a los funcionarios del sector. Podríamos hacer extensivo este juicio a buena parte de la población refugiada en las ciudades que ahora, también, sufren las inundaciones. Que se discuta si los responsables están o no están presentes en los lugares de la catástrofe nos parece absolutamente pueril, tanto como discutir sobre subvenciones a los damnificados. Se trata, en cambio, de modificar de modo radical y de una vez por todas los procesos irracionales y de abuso del suelo que condujeron a esta catástrofe; se trata de comprender los procesos de preservación y de recuperación de los ecosistemas agrícolas; y se trata asimismo, de leer detenidamente la Encíclica Laudato Sí, para extraer sus enseñanzas a la vez que aprovechar el enorme caudal de energía que nos proporciona, si deseamos afrontar el desafío de que estas situaciones no vuelvan a repetirse y que en vez de aportar a los “cambios climáticos” seamos capaces de aportar a la preservación de la vida en el planeta tal como nos lo pide el Papa Francisco.

En medio de la catástrofe provocada por las lluvias y por una agricultura guiada por los mercados estamos convencidos que pueden nacer esperanzas nuevas y nuevos debates que tienen relación con la recuperación de una conciencia ambiental, tanto como con los modos de asumir la participación ciudadana. Nuestra emergencia desesperada a más de veinte años de aprobadas las primeras sojas transgénicas sigue siendo una frontera de la globalización y también de las tensiones con la mayor multinacional de las semillas, cuyas últimas amenazas fueron las de cobrar por su propia cuenta regalías en los puertos sobre su soja intacta, en asistencia con las empresa exportadoras. Recordemos que la Argentina aportó en la posguerra a solucionar el hambre del mundo y de Europa particularmente, gracias a sus producciones sustentables y ahora, por el contrario, luego de muchos años de cosechas récord de transgénicos, queda expuesta nuestra pobre calidad de vida, millones de hectáreas inundadas o al borde de la desertización y una economía de exportación cada vez más frágil y basada en los caprichos de los mercados internacionales.
* Jorge Rulli. Peronista histórico y actualmente militante ecologista, fue desde hace más de una década, junto con otros referentes, fundador del Grupo de Reflexión Rural (G.R.R.)
Nota publicada en Revista Anfibia
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Fuente: http://www.sanfernandonuestro.com.ar/wp/el-agua-ya-no-penetra