La participacion como
ejercicio de antagonismo político
8 de noviembre de 2016
Por Felipe Polanía (Rebelión)
Reflexiones sobre la participación de la sociedad en la
negociación política en Colombia, en particular de la población en situación de
migración y exilio
El 27 de octubre debía instalarse la mesa de negociaciones entre
el gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN)
en la ciudad de Quito, Ecuador. A última hora el gobierno decidió
unilateralmente cancelar la instalación argumentando acuerdos incumplidos por
el ELN. Por su parte, la organización insurgente ha planteado que el gobierno
malinterpreta los compromisos adquiridos y reiteró su decisión de cumplir con
lo acordado, pero en los marcos originales del acuerdo.
El gobierno colombiano empezó las
negociaciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el
ELN sobre la base de no negociar el modelo económico del país, ni la
institucionalidad política, ni su doctrina e institucionalidad militar, los
“inamovibles” se les ha llamado a estos puntos. El gobierno colombiano ve las
negociaciones como un proceso de desmovilización, desarme y reincorporación a
la vida civil de las fuerzas guerrilleras. La posibilidad de generar procesos
de transformación social que mejoren las condiciones de vida de millones de
colombian*s1 no está dentro de los planes del
gobierno. Por el contrario, el gobierno quiere culminar el desarme de las
guerrillas en el mandato político de Juan Manuel Santos, para perpetuar su
nombre en los anales de la historia nacional, con premio nobel incluido. De ahí
la idea de una negociación expresscon
el ELN. El lobby de Juan Manuel Santos lo ha llevado a la realizar la primera
visita al reino unido como jefe de estado colombiano, en donde va a ofrecer a
Colombia como país seguro para las inversiones de empresari*s británic*s.
La Paz para el gobierno es un problema de
lobby, de marketing, de propaganda. En los discursos mediales y políticos la
paz ha sido equiparada a la cesación del conflicto armado con los grupos
guerrilleros. Los contextos políticos y sociales que han generado la lucha
armada han sido invisibilizados y los discursos reducen el conflicto a una
confrontación fratricida generada por las guerrillas que ha devastado al país y
que debe parar.
Por su parte el ELN entiende la participación
de la sociedad como forma fundamental de las negociaciones y asi fue fijado en la agenda. En los últimos
años en Colombia se vienen construyendo procesos de movilización social y
popular, que ahora se preparan para participar en esas negociaciones con voz
propia. También en los últimos meses después del triunfo del NO en el
plebiscito sobre los acuerdos de la Habana el tema de la participación de la
sociedad se ha puesto en el centro del debate y se han generado dinámicas de
movilización social exigiendo la implementación de los acuerdos por una parte y
por la otra el inicio de las negociaciones con el ELN.
Estas manifestaciones de participación social
no son compatibles con el modelo de gobierno de Santos y la oligarquía
colombiana, que ya hace largo tiempo han promovido la entrega de las riquezas
del país al capital transnacional, han limitado las garantías laborales en
beneficio del capital nacional y transnacional y han fortalecido los mecanismos
clientelistas y corruptos en el ejercicio de la política institucional. Para
los movimientos sociales y político en Colombia el modelo de gobierno de la
oligarquía ha representado y sigue representando represión. Baste mirar las
prácticas del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) en el tratamiento a la protesta
social, el nuevo código de policía que sigue disminuyendo las garantías de
protección para l*s ciudadan*s de a pie y finalmente la impunidad real que
sigue acompañando el accionar de los grupos paramilitares.
El gobierno de Juan Manuel Santos está hoy
confrontado con la exigencia de participación desde los movimientos sociales y
políticos mientras negocia la implementación de los acuerdos de la Habana con
otros sectores de la burguesía, incluyendo el sector militarista que encabeza
el partido Centro Democrático y la perspectiva conservadora y reaccionaria que
representan algún*s pastor*s evangélic*s. Los movimientos sociales y políticos
por su parte no paran en su demanda de participación y han venido construyendo
espacios propios para el ejercicio de la democracia desde abajo. Es así como
por ejemplo el pasado jueves 3 de noviembre se ha instalado la Mesa
Nacional para la Paz como un espacio de participación
desde las propias reivindicaciones de los movimientos sociales en la solución
al conflicto armado en el país.
La participación de la sociedad en las
negociaciones finalmente se viene consolidando como consenso en la opinión
pública. Sin embargo, las perspectivas desde la que se entiende la participación
son variadas y diferentes. La participación de las comunidades en el sentido de
tener acceso con capacidad vinculante a los espacios de decisiones políticas en
la sociedad difiere de la perspectiva del gobierno y la burguesía que vé en la
participación una estrategia para fortalecer y extender el consenso político
sobre su proyecto de dominación capitalista.
La participación en las negociaciones de la
Habana fue muchas veces sólo un despliegue publicitario que pretendía legitimar
la mesa de negociaciones sin plantearse realmente el problema del monopolio de
la palabra por parte del Gobierno y las FARC. Baste recordar que lascomunidades y organizaciones indígenas y negras fueron
invitadas ya en la
recta final de las conversaciones que habían empezado cuatro años atrás y sólo
tres meses antes de la firma del acuerdo final. De alguna manera se puede
entrever con qué criterios se invitó a estas comunidades a la Habna.
En el nuevo proceso de negociación con el ELN
como también en la lucha de los sectores sociales y de las iniciativas
ciudadanas por la implementación de los Acuerdos de la Habana se vienen gestando
otros entendimientos de participación. La participación tiene que dejar de ser
la coartada para el ejercicio clientelista de la democracia y debe ser más un
proceso de formación y organización política que garanticen el ejercicio de la
política de forma sustentable y libre de la violencia de las armas y del
terrorismo de Estado. Esta participación sólo se puede dar si las
organizaciones y movimientos sociales son escuchados en la definición de
políticas que afecten la vida de las comunidades y poblaciones que representan.
En las siguientes líneas trataré de plantear
una perspectiva para la participación en general a partir del caso concreto de
la población colombiana emigrada y en exilio en Europa. Gran parte de estas
reflexiones hacen parte de debates que actualmente tienen lugar al interior del
Congreso de los Pueblos de Colombia, Capítulo Europa, (CdP_Europa) organización
del exilio y la migración colombianas de la cual hago parte.
Participación continuada y desde la propia
realidad
Creemos que la participación no debe ser
reducida a un momento de representación, pues estos momentos pueden ser
utilizados como legitimación de una política unilateral y de actores que
aboguen para sí mism*s una representación de los movimientos sociales. La
tercera asamblea del CdP_Europa en Otxandio plantea en sus conclusiones que, la participación no se concreta en
eventos o foros puntuales porque debe mirarse como un proceso a largo plazo que
requiere de un esfuerzo sostenido. El Congreso de los Pueblos por sus
particularidades mismas no puede pretender representar a la totalidad de las
personas migradas, no sería legítimo ni justo abogarnos ése papel. En ese sentido el CdP_Europa
promueve una participación pluralizada, es decir una participación que se
construya desde las diversas realidades de la migración y el exilio.
Para el CdP_Europa la diáspora colombiana debe
participar desde sus especificidades y condiciones en tanto que personas
migradas y en condición de exilio y/o refugio. Esta participación debe hacerse
con un enfoque diferencial teniendo en cuenta el género, la generación, las
diversidades sexuales y étnicas, las razones o causas de la migración y/o
exilio, el lugar en donde se vive y el estatus de residencia o trabajo que se
tiene . Algunos debates en el
CdP reflejan la preocupación por asumir una voz única y homogénea desde la
situación de diáspora. El CdP considera que l*s migrantes y exilid*s no pueden
caber en una sola definición. Hay muchas razones para salir del país e
igualmente hay diferentes marcos legales, sociales y culturales que condicionan
la presencia en los países de destino y por lo tanto las subjetividades que se
construyen son también diferentes. Por lo tanto hay también distintas
necesidades y reivindicaciones desde la población en el exterior y reducir al
conjunto de ésta población como víctimas del conflicto y suponer como
reparación fundamental el derecho al retorno con garantías. El CdP_Europa
considera la migración y el exilio como una multiplicidad de procesos que no
puede centrar su participación en
los marcos de la definición de víctima, sino que debe buscar la reafirmación de
personas migrantes y en exilio como sujetos de derechos y con capacidad de
auto-representación, tanto en los marcos del Estado nacional colombiano como en
los de los Estados de exilio y migración .
La participación no puede reducirse a un par
de eventos con personalidades de la política y la cultura colombianas, sino que
debe ser un proceso permanente de organización, formación desde la base que
genere una nueva práctica política, refrendada por la movilización popular. EL
CdP_Europa en sAsmamblea en Otxandio lo formula de la siguiente forma: Esa participación debe hacerse en
todos los espacios y etapas del proceso. En consecuencia, ella debe hacerse en
los institucionales que se generen en las negociaciones entre el gobierno y las
insurgencias y en aquellos que vaya construyendo la sociedad. No hay un
solo interlocutor y debemos construir caminos y prácticas que nos permitan
hablarle a todos los grupos sociales y políticos.
Es de resaltar, que desde el CdP se ve la
necesidad, que las comunidades participen dese sus espacios propios de
organización. No se puee pretender una participación con perspectiva popular,
si no es a partir de construir espacios propios, libres de las dinámicas
represivas y clientelistas de la política estatal colombiana.
Participación desde abajo y antagónica
Los discursos que se construyeron alrededor de
los acuerdos de la Habana plantearon a menudo que la paz era el resultado de
los acuerdos. La perspectiva de perdón y reconciliación que estructuró los
acuerdos hizo que muchas veces se olvidará el carácter de clase del conflicto
armado y social en Colombia. Bajo la supuesta urgencia de reconciliar el país,
se dejó olvidado que el modelo económico y la institucionalidad militar han
golpeado y victimizado grandes sectores de la población colombiana y que por lo
tanto no habrá reconciliación posible mientras esto siga siendo asi.
El país medial que se construye en las redes
sociales, en los medios de
comunicación y en los discursos oficiales ha descontextualizado la exigencia y
el clamor de la población por el cese al conflicto armado y por la
democratización de las estructuras políticas para que la violencia no determine
el ejercicio de la
política. La participación se ha entendido desde el Estado
como la invitación a las comunidades para que participe en espacios
preestablecidos por el mismo gobierno, muchas veces más con carácter de
marketing político, que con el interés de abrir un espacio de decisión para las
organizaciones sociales.
El CdP-Europa es de la opinión que la participación no se puede ver
desde la concepción jerarquizada o jerarquizante en donde un actor
institucionalizado nos abre un espacio. El poder busca legitimar sus formas de
dominación y debemos estar atent*s a que estos espacios no sean la coartada que
les ayude a hacerlo. (…) Un proceso de participación, unos acuerdos o una
dinámica puede también ser contraproducente para las personas y el movimiento
social. Más que hablar de participación se debe hablar y trabajar para
construir poder popular como sinónimos de comunidad que se organiza.(…) Más
vocación de pueblo y menos ambición de gobierno. Hacia el pueblo el discurso no
debe ser solo de “participación” sino de “construcción”. Estar en esos espacios
sí, pero no perder de vista la construcción de poder desde abajo. Participamos
en consecuencia desde una postura antagónica, desde la reivindicación de la
rebeldía de los movimientos sociales, desde la protesta, el paro, la minga, con
una lectura y práctica de clase, contra el sistema patriarcal, jerarquizante,
racista, excluyente e insostenible.
Participación a través de una voz plural,
decolonial y anti-patriarcal.
La Participación debe recoger la multiplicidad
de la Migración y el exilio. Esto significa entonces que no se puede pretender
una interlocución única, sino que la interlocución debe permitir a diferentes
procesos y formas organizativas de la comunidad en el exterior. De igual manera
se debe generar una interlocución desde la perspectiva decolonial, es decir una
participación que también indague por las responsabilidades de los estados
europeos y el modelo económico global, como también de las empresas y
consorcios multinacionales. El discurso por la paz debe también cuestionar y
desenmascarar el doble discurso de los estados europeos, que por un lado se
muestran como promotores de la paz y la democracia y por el otro persiguen y
encierran en centros de detención y deportan a personas por el solo hecho de no
tener un permiso de residencia, como también construyen alambradas y destinan
ejércitos para impedir el arribo a Europa de l*s refugiad*s.
La Perspectiva decolonial consiste en entender
el conflicto colombiano en un contexto de dominación imperialista y
neocolonial, que no es más que el desarrollo del modelo colonialista que empezó
en 1492 y que ha hecho de Europa el centro de la historia mundial y que ha
condenado al sur global a la expoliación de sus recursos y la subordinación de
sus culturas y saberes. Como personas emigradas en Europa no podemos olvidar
que el racismo que afecta nuestras vidas cotidianas está emparentado con el
modelo de dominación que ha llevado a Colombia y el conjunto del sur global al
empobrecimiento estructural y a la guerra.
La perspectiva anti-patriarcal
Es consenso en el CdP_Europa que el debate
sobre la exclusión social y política de las mujeres en el país, debe ser parte
fundamental del nuevo modelo de país. No podemos pensar un nuevo país libre del
imperativo de la violencia en la política, si no transformamos las estructuras
que hacen posible la violencia contra las mujeres en lo cotidiano y en lo
institucional. Esas estructuras son el entramado del Patriarcado. La superación
de la violencia implica a nuestro parecer necesariamente la superación del
sistema patriaracal en la economía, en la educación, en el sistema de justicia
y por supuesto en la
política. El patriarcado basa su lógica en el desprecio y el
sometimiento de todo lo que no represente la figura del hombre heterosexual,
racional, pretigioso y rico. Por eso también las personas LGBTI y los hombres
que se plantean su identidad de género desde otras perspectivas son igualmente
subordinadxs y sometidxs a las dinámicas competitivas, agresivas, intolerantes,
antisolidarias y misóginas del patiarcado.
Reivindicar el derecho a ser diferente y
divergir de la norma patriarcal es urgente en la construcción de un nuevo país.
Frente a los argumentos conservadores de la familia monoparental y
heteronormativa que sectores de la derecha fundamentlista religiosa pregonan
como voluntad nacional, quienes queremos construir un país incluyente no
podemos renunciar a la lucha por la diversidad sexual y de género, no podemos
renunciar al derecho de las mujeres a la autodeterminación sobre sus cuerpos, a
la lucha por el respeto a las formas autoorganizadas de las mujeres y de la comunidad LGBTI ,
ni a la lucha contra la violencia de género.
Para finalizar quiero citar el comunicado
público de la tercera asamblea del CdP_Europa en Otxandio, en donde a mi parecer
se expresa la perspectiva estratégica de la participación desde abajo:
La búsqueda de esa salida concertada no puede
llevarnos a olvidar, que los intereses estratégicos de la oligarquía colombiana
y del capital transnacional no van resolver nunca las necesidades vitales ni de
la población colombiana marginada y empobrecida ni de la clase trabajadora.
Entendemos la participación en los procesos de paz como continuidad de la
oposición política con una visión de país diferenciada de la visión burguesa, colonialista
y patriarcal de la oligarquía colombiana. En este punto afirmamos la necesidad
de una participación desde el antagonismo de clase. La participación no puede
constituirse en un factor de legitimación del orden dominante burgués y del
modelo capitalista, dependiente y extractivista.
Nota:
1 El uso del plural en
Sustantivos y adjetivos que supongan el uso del masculino como forma
generalizada en la diversidad de géneros será marcado en el presente artículo
por un asterisco como forma de rechazar el uso androcéntrico del idioma y la
invisibilización de otros géneros.
Felipe Polanía. Refugiado político en Suiza
desde 1997. Integrante del Congreso de los Pueblos de Colombia – Capítulo
Europa
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218892