Eduardo Lucita (LA ARENA), integrante del colectivo EDI -Economistas de Izquierda, reflexiona:
"Fue necesario que algunos de los principales referentes de la iglesia católica (Dios sabrá con qué objetivos políticos) y un Papa escandalizado, tomaran el tema de la pobreza para que ésta ocupara la primera plana de los medios gráficos y buena parte del aire radial y televisivo.
En ascenso
En los últimos meses esta columna se ocupó reiteradamente de «la pobreza e indigencia» en ascenso, también de la desocupación creciente. Ahora los datos aportados por el Observatorio Social de la UCA la han puesto en el centro del debate político. Esos datos señalan que en el primer semestre del año la pobreza pegó un salto significativo. Para estos observadores sería cercana al 40 por ciento de la población, alcanzando a 16 millones de personas. Esta estimación supera a las ya informadas por varias consultoras privadas, del orden del 30,5%, a las del IDEF-CTA, 33 por ciento. Por si algo faltara el ex presidente Kirchner la estimó, no se sabe con qué método o en base a qué datos, entre el 22 ó 24%. En cualquier caso todas las estimaciones superan a las del INDEC.
Es que los cálculos de «la pobreza y la indigencia» están en función de los valores de la Canasta Básica Total (conjunto de alimentos y servicios mínimos para la subsistencia de una familia tipo durante un mes) y de la Canasta Básica Alimenticia (comprende sólo alimentos) y éstas, a su vez, se computan según la evolución del índice de precios al consumidor (IPC). Desde la intervención del organismo estadístico estatal, a principios del 2007, todos los datos oficiales están bajo sospecha y cada quién puede llegar a tener su propia estadística. Conviene señalar que en la determinación de la línea de pobreza no se contemplan las llamadas necesidades básicas insatisfechas como el acceso a servicios públicos esenciales (agua potable, sanitarios comunicaciones, salud, educación) o a una vivienda digna.
El problema no es la pobreza
Consciente de ese galimatías la Presidenta de la Nación reconoció públicamente el problema de la pobreza -huelga decir que con estos datos se comprenden mejor los resultados electorales en el conurbano profundo de la Provincia de Buenos Aires- pero prefirió no entrar a discutir porcentajes, agregando que el problema no es la pobreza sino "... la inequidad social, cómo se distribuye el ingreso".
La Presidenta ha acertado. El problema no es la pobreza pero, ¿es suficiente con señalar a la mala distribución del ingreso como responsable principal? ¿El gobierno no tiene nada que ver en esto o no acepta reconocer que es impotente para cambiar la relación de fuerzas sociales? Si es que así se lo propusiera.
Si después de seis años de crecimiento a tasas chinas, y no obstante una mejora real de los indicadores sociales en los primeros años de la administración kirchnerista, esos indicadores comienzan a deteriorarse rápidamente (destrucción de empleos, recrudecimiento de la pobreza y aumento del número de personas consideradas en "situación de vulnerabilidad") hay algo más que la inequitativa distribución del ingreso.
Asistencialismo
Al poner el acento en la inequidad de la distribución se oculta que la pobreza y la indigencia son producto de una relación social en el marco del sistema capitalista vigente. Prisioneros de esta caracterización los Estados y gobiernos -el fenómeno es mundial- sólo atinan a recurrir a las políticas impuestas por el Banco Mundial, definidas como "políticas sociales focalizadas". No son otra cosa que medidas asistenciales, en nuestro país toman la forma de planes de empleo transitorios, del plan familias, de subsidios a los microemprendimientos, entrega de bolsones de comida... o el recientemente anunciado "Cooperativismo social" destinado a crear 100.000 puestos de trabajo, en rigor trabajo estatal precarizado que aparecen como soluciones progresistas. Este asistencialismo trata de paliar las necesidades más urgentes del trabajador y sus familias, y son bienvenidos, pero hay que saber que son medidas de emergencia y en el fondo conservadoras porque no alcanzan para sacar -y en muchos casos las mantienen- de la exclusión de la producción y del consumo a millones de personas y son funcionales a las necesidades de la acumulación del capital en esta etapa histórica de la globalización.
En un mundo cada vez más interdependiente ha sido la apertura indiscriminada de los mercados, el mantener políticas exportadoras permanentes, que han impuesto la necesidad de mejorar sistemáticamente las condiciones de competitividad internacional: deterioro de las condiciones laborales, precarización, caída estructural de los salarios, informalidad, desocupación, prebendas impositivas al capital. Ésta es la fuente de la pobreza actual en el mundo y también en el país.
El problema es la riqueza...
Aún en medio de la actual crisis de la economía mundial no se puede ocultar una realidad aparentemente contradictoria: los mayores niveles de pobreza y desigualdad en el mundo tienen su contrapartida en una fuerte acumulación de riquezas. Las 1000 personas más ricas del mundo atesoran una riqueza personal mayor a la de 600 millones de personas que viven en los países de menor desarrollo. El 5 por ciento de las personas más ricas del planeta se apropian de 114 veces los ingresos del 5 por ciento más pobre. Entre nosotros la desigualdad existente entre lo que recibe el 10% más pobre de la población y lo que se apropia el 10% más rico es de 31 veces. La desigualdad social es hoy la misma que en la crisis del 2001/2002.
Pobreza paradojal es la categoría analítica creada por el economista Bernardo Kliksberg para explicar que la pobreza en la Argentina es "una pobreza en medio de la riqueza". El potencial productivo de nuestro país es "...excepcional y la dotación de recursos naturales es imponente". La explicación de esta paradoja está centralmente en la desigualdad, se produce tanta pobreza a pesar de tener tanta riqueza potencial.
La conclusión entonces surge sola, el problema no es la pobreza, tampoco la falta de equidad. Por el contrario son las desigualdades sociales que devienen del régimen de dominación y producción existente donde la riqueza para acumularse necesita de la expansión de la pobreza. No se trata de atacar la pobreza como propone el banco mundial sino lo contrario, atacar la riqueza para resolver efectivamente la pobreza".
Fuente: www.argenpress.info/ 28-8-09
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