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22 de marzo de 2010
El bloqueo al debate de la estafa y del regresivo régimen tributario
Sr. Presidente (Alfonsín).- Tiene la palabra el señor diputado por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Sr. Solanas.- Señor presidente: lamentablemente, a esta hora estamos abriendo quizá uno de los debates mayores que nos permite tratar el decreto 2010. Ese debate mayor se vincula con el tema que ha ocasionado la frustración de millones de argentinos y de una generación y media de compatriotas. Me refiero a la cuestión de la deuda, que se originó durante la dictadura, se renegoció con el Plan Brady, continuó con el blindaje y el megacanje y siguió con la negociación que entablaron Kirchner y Lavagna en 2005.
No es ni un problema técnico ni económico, sino político, que se ha llevado el esfuerzo del pueblo argentino, representado por aquello que debió servir para la calidad de vida, para el bienestar, para tener un hospital que trate al enfermo y lo opere a horas de realizar su pedido –no cuatro, cinco o seis meses después-, para poder inscribir a esos cientos de miles de chicos que hoy no pueden concurrir a la escuela, para hacer una fuerte inversión en ciencia y técnica en las universidades, para reconstruir la infraestructura de transporte, para hacer exploración de recursos naturales y petroleros, para tener crédito blando para las pymes, para contar con la seguridad social para el ciento por ciento de los trabajadores, etcétera.
Estos son los problemas concretos del pueblo argentino vinculados con la deuda. Hay un pueblo argentino que mira azorado esta crisis institucional. Pasaron varios meses hasta que se abrieron las sesiones del Congreso y todavía no se discutió sobre el monstruo, que devora el trabajo argentino.
No sólo no se quiere discutir acerca del monstruo sino que hay algo peor e inadmisible: el monstruo lo ha identificado la Justicia Federal Argentina en dos causas que se encuentran en el Juzgado Federal Penal N° 2 de la Capital Federal, más la que se ha abierto por el megacanje, causa firmada por la doctora Carrió, Graciela Ocaña, Mario Cafiero y Alfredo Bravo.
La deuda no es, como dice la presidenta, algo del pasado, que se debió tratar al comienzo de la democracia. Esto sería como decir que la causa de los desaparecidos y los delitos del terrorismo de Estado no se pueden investigar porque hubo amnistía y son cosa del pasado.
Tengo razón en plantear esta cuestión de la deuda que hizo desaparecer el ahorro nacional, porque hoy la deuda está más viva que nunca. Todos aquí saben que la deuda es un delito económico de acción continuada. Sigue siendo delito por más que este Parlamento haya tratado pagos de la deuda. Lo dice claramente el Código Civil argentino, y la naturaleza de los ilícitos no los cambia nadie, ni siquiera el Parlamento.
En consecuencia, señor presidente, esta es una tragedia. El interbloque Proyecto Sur apela a la responsabilidad de los legisladores de abrir el debate profundo que este Parlamento se niega a dar, porque le ha dado la espalda a la investigación de la deuda y se la da también al tratamiento puntual de todos los asuntos de la deuda pública, que es una obligación constitucional.
Señor presidente, ¿quién esconde el detalle de lo que quieren pagar? Me refiero al decreto 298, la modalidad de ese pago, la comisión, el porcentaje, los plazos, la vergüenza del banco inglés Barclays mezclado con la explotación petrolera de las Malvinas y haciendo el canje de deuda. No seamos hipócritas.
A este fondo, en el año 2010, no se lo puede denominar Fondo del Bicentenario. ¡Es una vergüenza para la causa de Mayo! ¡Es ofender a los Belgrano, los Moreno y los Castelli dictar un decreto a cinco días de haber finalizado el período de sesiones ordinarias, sin necesidad ni urgencia, para endeudarnos más!
Digo que es una catástrofe, porque de lo que no se quiere hablar es de la catástrofe económica y social que ha ocasionado a la Argentina la política del desarrollo con endeudamiento. Para colmo se ha avalado una deuda que, según la investigación del juez Jorge Ballesteros en la causa Alejandro Olmos, detectó 477 ilícitos, grandes estafas. ¿De quién? De todos los bancos que operaban en Argentina, nacionales y extranjeros. Todos: Citi, Boston, Morgan, Italiano, Español, Francés, locales, Galicia, los que quieran, más todos los grupos económicos.
Esos ilícitos luego se multiplicaron en las sucesivas renegociaciones. ¡Cómo es posible que el cínico decreto del Bicentenario quiera pagar y arreglar con los fondos buitres, cuando en el año 2005 se hizo una ley cerrojo para que los que quedaban afuera no tocaran más! Los mismos fondos buitres están siendo investigados hoy por tres causas penales. ¿No es eso interrumpir la continuidad jurídica? ¿No es eso reírse de la Justicia argentina?
Digo que esta es una catástrofe porque a veces las cifras no demuestran nada. Los 6.500 millones de dólares de 2010 equivalen a apenas menos que todo el presupuesto nacional de educación más todo el presupuesto nacional de salud del año 2010. ¡Cómo podemos tratar esto así, livianamente, mintiendo a derecha y a izquierda que iba a haber dinero para provincias!
Bien lo demostró el diputado Lozano analizando en serio el presupuesto y planteando la primera denuncia seria de que este presupuesto para el 2010 era una tomadura de pelo a todos los argentinos. Sinceremos el discurso.
Cuando digo catástrofe me refiero, por ejemplo, a que para reconstruir Chile hacen falta 30.000 millones de dólares. Y nosotros, en estos pocos años, pagamos 40.000 millones de dólares. Hemos pagado casi 150.000 millones de dólares de deuda en 26 años, con muy mala inteligencia el canje fue atado a la inflación del CER y pudrieron las estadísticas públicas que confecciona el INDEC.
Hoy la Argentina debe más de 170 mil millones de dólares si incluimos los pagos a los holdouts y al Club de París. Nadie de la dirigencia argentina se animó a aprovechar la jurisprudencia internacional más favorable al interés de la Nación. Me refiero a la jurisprudencia que utilizan los Estados Unidos en Irak para no pagar las deudas de Saddam Hussein, la teoría de la deuda odiosa de William Taft.
Esto nos ha costado una generación de argentinos. Por eso no queremos discutir tanto el pasado sino qué destino vamos a dar a nuestros hijos y nietos teniendo en cuenta que los pagos de la deuda están programados hasta más allá del año 2080.
Creo que pretenden sacar los 6.500 millones para tomar otros 15 mil, porque este año los servicios de la deuda insumirán 22 mil millones de dólares.
Nos hemos acostumbrado a pedir en lugar de mirar lo que sucede aquí. Se quiere ocultar el otro monstruo que configuran los favores, las desgravaciones y exenciones impositivas y los subsidios escandalosos, como los otorgados a Robertito Urquía, pobrecito, que este año tiene más de mil millones de pesos en subsidios.
En los presupuestos de todos estos años hubo alrededor de cuarenta mil millones de pesos de desgravaciones impositivas. ¿Y los aportes patronales? Nadie dice que en 1993 Cavallo los disminuyó en un 50 por ciento y no hemos tenido la dignidad de reponerlos al ciento por ciento, exceptuando las pymes.
Nosotros queremos discutir estas cosas; no pretendemos solo denunciar. Esto es escandaloso por muchos motivos, pero en particular porque oculta la mayor estafa, la mayor defraudación de toda la historia nacional.
En este año del bicentenario esta fuerza va a tirar todos los parches, tocará todas las puertas y mirará de frente a todos para que tengan la dignidad, la honradez y el coraje de auditar la deuda pública argentina. Es mentira que eso no se puede hacer.
En la actualidad el Congreso brasilero audita los últimos 30 años de su deuda, y todos se llenan la boca con Lula. El gobierno ecuatoriano de Correa auditó la deuda con investigadores internacionales y nacionales, y fue un ejemplo.
¡Que nadie nos cambie el discurso! Es mentira que esta fuerza habla de no honrar las deudas; queremos democratizar la democracia y las instituciones. Pretendemos más calidad institucional en el Parlamento, en la justicia y en toda la vida nacional. Las deudas se pagan, pero cuando hay litigio y la propia justicia las está investigando, los pagos se consignan. No se paga así, no se le da un cheque en blanco a la presidenta porque lo pide disfrazado de Fondo del Bicentenario, mientras nosotros ni nos enteramos a quién paga.
Redondeando, señor presidente, nuestra propuesta es auditoría general de la deuda, acotada en el tiempo –entre diez y doce meses‑, con los recursos necesarios para hacer esa auditoría en la comisión bicameral y consignar los pagos de deuda ad referéndum del resultado de la investigación ya sea en el Banco de Basilea o en el que se determine.
Nosotros creemos que esto no es suficiente. Hay que sentar las bases para una reconstrucción en la Argentina. No nos oponemos al uso de las reservas, porque los grandes países en desarrollo –Brasil, China, India y Sudáfrica‑ las usan para relanzar su estructura económica. Acá hay que crear el Fondo Nacional de Desarrollo para relanzar la industria petrolera, recuperar el ferrocarril para todos los provincianos y reconstruir la flota marítima y fluvial.
Debemos convocar rápidamente al ministro de Economía y Finanzas Públicas para que concurra a la Comisión de Presupuesto y Hacienda a fin de analizar una ley complementaria del presupuesto 2010. Este espacio tiene las propuestas, aunque no es momento para tratarlas.
Queremos que se hable de lo que no se ha hablado. Primero, de la auditoría general de la deuda. Segundo, de cómo es posible que luego de todas las medidas y ajustes fiscales que debe tomar la Argentina, no se llegue a una solución respecto de la renta financiera en juego, de las brutales exenciones a las petroleras y las mineras, y de los bancos que ganaban el 51 por ciento en 2008 cuando todo el sistema bancario quebraba. Los bancos deben financiar y cofinanciar los agujeros fiscales con un bono fiscal a diez años a tasa fija.
Queremos discutir esas medidas concretas, pero no es posible que el pueblo argentino siga pagando con ajuste social por el endeudamiento y la complicidad por la estafa de la deuda.
Fuente: http://www.psamdp.com.ar/notas_noti.htm
20 de marzo de 2010
El bloqueo al debate sobre el mecanismo central de empobrecimiento
"Resulta curioso observar que, más allá de un escenario mediático que deja traslucir confrontación y polémica, en un aspecto no hay discusión. En un elemento central de la vida económica de nuestro país, no hay diferencias entre gobierno y oposición: la deuda externa debe pagarse, afirman unos y otros.
Lo que los divide, en todo caso, es el origen de los recursos que deben ser utilizados para tal fin. Es más, aquéllos que desde hace décadas propugnan el no pago de la deuda como la única opción razonable para interrumpir un mecanismo bicentenario de rapiña en Argentina son señalados ahora, por unos y otros, poco menos que como anacrónicos agitadores de izquierda.
Más allá del oportunismo de un sector, que busca debilitar la gestión a través de una constante campaña de desgaste encabezada por los grandes monopolios de prensa; y de la manipulación del otro, que persigue la continuidad del modelo económico de décadas pasadas, explotando el recurso punteril y clientelista para controlar el clima social en los barrios. Todos coinciden en “honrar” una deuda ilegítima, asumida por genocidas o personajes nefastos de la historia local que hoy gozan de los usufructos de una maniobra que entrega los recursos generados por los trabajadores a la usura de los grupos financieros internacionales.
Como sucedió con quienes criticamos la nefasta decisión de adelantar el pago de la deuda al FMI (mientras la mitad del país sigue bajo la línea de la pobreza y las condiciones laborales empeoran), otra vez se escucharon voces que aducen, con hipocresía, la supuesta “funcionalidad” de la crítica. No menos cierto es que en esta disputa muchos supuestos “compañeros” terminan hoy asociados a maniobras de gestión que confirman el modelo contra el cual alzaron su voz años atrás. Ahora, en cambio, insisten en advertir sobre la amenaza de la derecha reaccionaria, como si hubiese modo de justificar la entrega y la rapiña sólo por el hecho del signo político de quien proponga la aberración de seguir pagando una deuda fraudulenta con la miseria de millones.
Si bien tampoco conviene subestimar un clima político que en el continente está signado por el golpe en Honduras, la instalación de bases militares en Colombia y la ofensiva contra los gobiernos de Paraguay, Venezuela y Bolivia; pretender cajonear convicciones y barrer los principios debajo de la alfombra no parece la mejor manera de presentar batalla contra el avance estratégico del imperialismo en América Latina. ¿Hace falta, acaso, recordar que el reclamo del no pago de la deuda forma parte de la identidad de más de una generación de compañeros? ¿Hace falta señalar que para implementar la lógica del endeudamiento sistemático hubo 30.000 desaparecidos que pagaron el precio de oponerse a ese modelo? ¿Será una medida ocasional o será otra más en una larga lista que exige el disciplinado apoyo de muchos, cómplices ahora también de la entrega y la rapiña?
Bolivia hoy
Hay un proceso en marcha en el vecino país. Un camino elegido por la mayoría absoluta del pueblo boliviano, que hoy asoma como un modelo inequívoco de dignidad y justicia después de siglos de explotación e impunidad. En ese camino es válido contraponer opiniones, generar polémicas, intercambiar ideas entre compañeros de la misma Patria Grande. Para conocer, para discutir, para aprender. Por eso, la idea de convocar nuevas miradas sobre el presente, que incorporen también un balance de gestión desde el 22 de enero de 2006, cuando Evo Morales asumió la presidencia, hasta hoy, y que señalen los desafíos que se abren a partir de este nuevo período.
En un país arrasado por la codicia de los miserables, hay una puerta abierta que apuesta al cambio, con sus formas y sus tiempos. En un país de ricas tradiciones culturales, es importante insistir en el concepto de “proyecto en disputa”. Bolivia, hoy, vive ese "proyecto en disputa” con el pueblo en las calles y diversos sectores intentando hegemonizar un proceso contradictorio y cambiante, mientras la derecha no pierde sus mañas y desde sus privilegiados barrios ricos espera el tropiezo, persigue el desgaste, apuesta a la crisis.
Aquí esta Bolivia, ante los ojos del mundo".
Fuente: http://www.revistasudestada.com.ar/web06/article.php3?id_article=655
17 de marzo de 2010
Deuda pública externa, razones para bloquear su debate entre los de abajo
La deuda externa puede ser considerada parte de políticas que se adoptan en función de proyectos que impulsan diferentes actores sociales y económicos en determinadas coyunturas históricas. A comienzos de los años 1970 se planteaba la necesidad de impulsar una nueva estrategia exportadora basada en exportaciones de productos manufacturados no tradicionales, que pudiera darle nuevo oxígeno a la política de industrialización por sustitución a las importaciones desarrollada hasta ese momento. Por aquel entonces nuestro país era uno de los más industrializados de América Latina, tenía uno de los ingresos per-cápita más altos del continente y un desarrollo científico-tecnológico substancial. Se consideraba, por ejemplo, que
su industria electrónica se hallaba en ese momento a la par de la de Corea del Sur.
Como consecuencia, una estrategia basada en las exportaciones de productos manufacturados equiparable a las desarrolladas por los NICs (nuevos países industrializados) de Asia y el Brasil en América Latina, habría sido una respuesta a la presunta crisis que se avisoraba en ese momento. Desde ya se trataba de una estrategia mucho más generadora de empleo que el modelo basado fundamentalmente en las tradicionales exportaciones de productos primarios,
agropecuarios, y petróleo.
Sin embargo, después del corto periplo de Ber Gelbard por el Ministerio de Economía durante los gobiernos de Cámpora y Perón, esta estrategia exportadora quedó relegada. Tras el golpe militar de 1976 queda definitivamente enterrada y comienza la aplicación de otro modelo y estrategia económica pivoteada fundamentalmente sobre intereses especulativos y financieros y grandes grupos económicos. Se trata del modelo denominado de “valorización financiera”.
En este contexto se da impulso al aumento de la deuda externa que se despliega plenamente.
¿Porqué fue relegada esa nueva estrategia exportadora a que hacemos referencia, una estrategia que podría haberle dado un nuevo impulso al proceso de industrialización o, por lo menos, hubiera posiblemente evitado la extrema desindustrialización y demás tendencias regresivas inherente a las estrategias adoptadas por sucesivos gobiernos desde mediados de los años setenta a esta parte?
Durante los años 1960 persistían diversas estrategias económicas enfrentadas entre sí. Por una parte, una estrategia que podríamos denominar como “desarrollista” basada en intereses de una burguesía industrial, aliada, en algunos sentidos, con sectores sindicalistas, ambos interesados en potenciar el mercado interno en base a procesos de industrialización por sustitución a las importaciones para lo cuál se proponían medidas proteccionistas y promocionales de diversa
naturaleza. Frente a estos sectores se configuraba una alianza de sectores agrarios y de la oligarquía terrateniente, con el capital extranjero que planteaba la necesidad de lograr la plena liberalización de la economía. Sus argumentaciones se basaban en la idea de que el sector agropecuario tenía ventajas comparativas respecto de otras actividades económicas y que cualquier “intervencionismo estatal” generaba ineficiencias inconvenientes para la evolución económica del país.
La estrategia exportadora industrialista que se avizoraba en ese momento significaba un enfrentamiento con los tradicionales intereses oligárquicos del sector agropecuario y con los del capital extranjero. Asimismo, se insinuaba que habría de favorecer el avance de la clase trabajadora que era considerado perjudicial para esos intereses tradicionales (véase Minsburg, 1987; Teubal, 1993). ¿Qué mejor idea que sustituirla por argumentos neoliberales que en última instancia habrían de privilegiar a intereses financieros?
Etapas en el proceso de endeudamiento
La primera etapa del endeudamiento externo fue quizás la más importante. El gobierno militar que asume en 1976 impulsa la necesidad de que las empresas públicas y el sector privado se financien mediante recursos “genuinos” provenientes del exterior. Se trata del período de la “bicicleta financiera” que inaugura una nueva era en el quehacer económico de nuestro país. La deuda externa pasa de 6 a 7.000 millones de dólares en 1976 a 46 mil millones al finalizar la dictadura militar en 1983. Se trata de una deuda “odiosa” (contraída durante una dictadura militar) e “ilegítima” (gran parte de los capitales que ingresan pertenecían a nacionales que
los tenían depositados en el exterior). Se trataba de una deuda que, tras la crisis de 1981/82 y la consiguiente devaluación, es traspasada al estado.
El gobierno de Alfonsín no cuestiona ese endeudamiento. Por el contrario, lo legitima. A partir de entonces comienza el periplo de negociaciones con el Fondo para que sea pagado. Para ello el gobierno emite títulos públicos (el festival de bonos) que son tomados por el antiguo establishment que ya había traspasado su deuda al estado. La deuda externa sigue creciendo hasta alcanzar más de 63 mil millones en 1989. Esta etapa concluye con la crisis de 1989 tras el “golpe económico” que comienza ese año y que habría de generar las hiper inflaciones del período 1989-1991.
Finalmente la tercer etapa de la deuda comienza con la Convertibilidad en 1991 bajo el gobierno de Menem siendo impulsada por Cavallo. Se consolida con el Plan Brady, un nuevo estratagema según el cuál, gran parte de la deuda es transferida de los grandes bancos acreedores a pequeños ahorristas anónimos (pensionistas de los países industrializados fundamentalmente). Asimismo, el esquema de la convertibilidad posiblita la aplicación extrema del modelo neoliberal
en nuestro país, basado en las privatizaciones, y desregulaciones extremas (fundamentalmente del mercado laboral) y una apertura al exterior en particular para el sector financiero. Se trata de un modelo que requiere para su sustentabilidad del aumento continuo de la deuda, que alcanza unos 146 mil millones en 1999.
La crisis que comienza a partir del año 1998 y que se manifiesta plenamente en los años 2001/2002 es la culminación de este modelo. Los intentos por evitar el fin de la convertibilidad e incluso el default (blindaje y megacanje)fueron desastrosos. Una gran parte de la actual deuda que supera los 190 mil millones de dólares fue contraída en ese período. Pero no pudo estabilizarse la economía ante el embate de la fuga de capitales, motorizados por los amigos del
poder, como numerosas investigaciones han sacado claramente a la luz.
Para qué sirvió la deuda externa
En estos días se ha debatido mucho en torno a la nueva estrategia del canje de la deuda privada, llevada adelante por el gobierno de Kirchner, como para hacer más manejable el pago de los servicios de la deuda en el futuro y salir del “default” en términos más “sustentables”. Se habla mucho de ligar el pago de los servicios de la deuda a la sustentabilidad del modelo y fundamentalmente al crecimiento de la economía. No cabe duda, se han adoptado, por lo menos en lo que hace a la retórica, nuevos criterios para enfrentar la negociación de la deuda que modifican a los anteriores. Pero es evidente que no se ha “resuelto” el problema de la deuda, y que ésta continúa siendo un factor importante a considerar para la evolución futura del país.
Se estima que después del canje la deuda pasaría de los 190 mil millones de dólares, 112% del PBI, a 122 mil millones, 70% del PBI. Esto significa que si antes de este canje todo niño nacía en el país con una deuda de 5000 dólares a sus espaldas, en la actualidad nace debiendo “sólo” 3800 dólares.
Para ubicar la coyuntura actual en cierta perspectiva, podríamos preguntarnos
¿para qué sirvió la deuda externa en el pasado? Desde ya sabemos que tuvo bastante que ver con la crisis actual. Pero aún así, y haciendo oídos sordos por el momento a su carácter odioso e ilegítimo, podemos reiterarnos la pregunta del acápite de esta sección: ¿para qué sirvió la deuda? ¿Qué finalidad tuvo más allá de favorecer los negocios financieros de unos pocos, aquí y en el exterior? ¿Para promover qué tipo de actividades? En fin: éstas preguntas también pueden relacionarse estrechamente con aquella que se pregunta acerca de sus consecuencias económicas y sociales.
Los medios tienden a impulsar un cierto sentido común sustentado por “expertos” que nos indica que para que el país crezca y se desarrolle necesitamos abrirnos al capital extranjero y al mundo financiero en general. Y que no “integrarse al mundo” es ir en contra de la modernidad y la globalización, procesos éstos que son inexorables en el mundo contemporáneo. Pero existen algunos datos contra fácticos que matizan o contradicen este sentido común. Por una parte, como lo destaca frecuentemente Aldo Ferrer, la mayor parte de la inversión en el país es de origen local, no internacional, y la que más empleo genera es la que realiza la mediana y pequeña empresa.
Por otra parte, cabría preguntarse acerca de la reciente expansión económica desarrollada en el país. Ésta precisamente se realizó con gran parte de la deuda privada en default (no la del FMI y de otros organismos internacionales a quienes se han remitido en el período post-default 11.500
millones de dólares), sin acceso a nuevas fuentes de endeudamiento externo, y sin
la aplicación de las políticas de ajuste de rigor en otros períodos. Se trató efectivamente de un período en el que “vivimos con lo nuestro”. Podría vislumbrarse que ésta situación de crecimiento económico no se debió a la pura casualidad (aunque la crisis redujo las importaciones y el alza de los precios internacionales de algunos “commodities” incidieron significativamente sobre el valor de las exportaciones y sobre la balanza comercial favorable que tuvo el país
en años recientes) sino a que no fueron aplicadas las políticas de ajuste al estilo de Menem y de la Rúa.
El período clave de endeudamiento externo fue durante la dictadura militar.
Según diversos estudios la deuda fue utilizada para financiar: la copa mundial de fútbol, para prepararse para la guerra con Chile, para construir alguna que otra autopista y la extensión de la red gasífera. Pero el grueso del endeudamiento externo de ese período, 31 mil millones de dólares tuvo como destino las actividades financieras y la fuga de capitales.
Una vez legitimado ese endeudamiento externo bajo Alfonsín, Menem y de la Rúa, la deuda siguió creciendo como una bola de nieve: sirvió para financiar los
negocios financieros de los grandes bancos y grupos económicos, la fuga de
capitales y para cubrir baches en la balanza de pagos que, a causa de la
convertibilidad y la deuda ya acumulada, se hizo con nuevo endeudamiento
externo.
Existe una estrecha correlación entre el aumento de la deuda externa y de
los depósitos de argentinos en el exterior. Asimismo, la necesidad de hacer frente a la deuda requirió cada vez más endeudamiento. La fuga de capitales que se
potenció durante la reciente crisis fue también financiada en parte directamente por el FMI (Calcagno y Calcagno, 2005).
Está claro que el país no se endeudó para industrializarse, para aumentar el empleo o para mejorar las condiciones de vida de la población. Nada tuvo que ver la deuda externa con el desarrollo de la economía nacional o el bienestar social de la población en general. Todo lo contrario: sirvió para financiar un modelo altamente regresivo, excluyente para la mayoría de la población. Sus principalesbeneficiarios fueron los grandes intereses financieros y los dueños de los depósitos en el exterior.
Tal cuestión plantea de por sí una cuestión de justicia: el pago de la deuda (si es que debería realizarse) lo deberían hacer los que fueron sus principales
beneficiarios; debería provenir fundamentalmente de aquellos depósitos existentes
en el exterior, que casi superan al PBI de un año.
Sin embargo, el problema no es sólo quien paga la deuda, sino por qué seguir
endeudándose. No me quedan en claro las ventajas económicas y sociales de seguir “integrándonos a la economía financiera internacional” portándonos “tan bien” como lo hicimos durante la década de los noventa, si en el pasado nos fue tan mal con ello. Pero quizás aquí entran a tallar, no tanto la problemática económica,
sino otras cuestiones netamente políticas.
Fuente: http://argumentos.fsoc.uba.ar/n05/articulos/implicancias_reflexiones.pdf
AGUA, DETERIORO Y DESPUÉS…
AGUAFUERTES AMBIENTALES nos convoca a reflexionar sobre:
Hemos entrado en Marzo, tercer mes del año.
Esto, que no es ninguna novedad, no obstante sirve para destacar como característica ambiental del mes, que en su transcurso, conviven 3 importantes celebraciones o efemérides, relacionadas con uno de los bienes más demandados de la naturaleza y por ello el más preciado para los seres humanos, por cuanto hace a la esencia de la vida misma y que es el agua.
De conformidad a la abundancia de estas tendencias recordatorias, tenemos que:
- El 14, se rememora el "Día Internacional de Acción contra las Represas y en Defensa de los Ríos, el Agua y la Vida", establecido en el marco del "1er. Congreso Internacional de Afectados por las Represas", realizado en la ciudad de Curitiba (Brasil), del 11 al 14 de Marzo de 1997.
- El 22 es el “Día Mundial del Agua”, instituido por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en su resolución N° 47 de 1993, con el objetivo de promover entre los pueblos, la conciencia de la importante contribución que representa el aprovechamiento racional de los recursos hídricos al bienestar social, así como su protección y conservación, con respecto a la productividad económica y las generaciones futuras.
- El 31 del mes, en Argentina tenemos el “Día Nacional del Agua”, que fuera consagrado por Resolución Ministerial Nº 1630 del año 1970, también con similar finalidad que los anteriores, generar conciencia sobre la importancia, uso y aprovechamiento de los recursos hídricos del país.
Con tantas declaraciones, rememoraciones y apelaciones a la conciencia tuitiva, uno se inclina a pensar o creer que, este regalo, que la naturaleza brinda para la vida de todos, cuenta con un marco protector y una acción suficiente, como para preservar al mismo de las tropelías que habitualmente los humanos cometemos contra nuestro entorno.
Lamentablemente y lejos de ello, todas estas fechas suenan por lo general, más a responsos que a celebraciones, a la luz del estado crítico de la situación hídrica planetaria.
Por tanto, debemos entender que más allá o acá, de las reflexiones que hagamos sobre el estado actual del recurso y sus proyecciones futuras, partimos del hecho que el agua dulce para consumo, es uno de los elementos más limitados, de mayor degradación y cada vez más escaso y caro para su obtención.
Es incontrastable que en la mayoría de los acuíferos, sus niveles están bajando, los lagos se secan, los ríos pierden caudal y las zonas húmedas van desapareciendo producto de su uso irracional en la industria y en el sector urbano, pero sobre todo en la actividad agrícola, con la multiplicación de áreas dedicadas a los monocultivos destinados a suplantar combustibles fósiles.
El Informe Worldwacht, de 1993 expresaba: que desde 1950, “El consumo de agua en todo el mundo se ha triplicado con creces”, lo que por estos tiempos seguramente se ha incrementado, como así también el desmejoramiento de su calidad.
La creciente escasez del agua y su consecuente contaminación, es uno de los mayores problemas con que la humanidad debe lidiar y cuyas proyecciones en los próximos años, son inciertas.
El mundo y los que lo habitan, podrían continuar su existencia, si hoy se terminara el petróleo, pero si el agua dulce se agota, ya no sólo se pararán algunas máquinas y motores, sino que se extinguiría toda vida sobre el Planeta.
La gran torta del agua en el mundo, se distribuye de la siguiente forma: entre un cinco a siete por ciento (5 a 7 %) para consumo de todas las actividades humanas (alimentación, higiene, eliminación de excretas, etc.); veintiséis por ciento (26 %) aproximadamente, para uso industrial y el resto, entre un sesenta y siete y sesenta y nueve por ciento (67 a 69%) para uso agrícola.
Al incrementarse en todo el mundo las áreas bajo riego para la producción de especies destinadas a alimentar motores (biocombustibles), la presión sobre los acuíferos se hace insostenible, los que además, sufren los impactos de toda la variedad de venenos que en gran cantidad, esa producción libera a los cursos de agua: Todo lo cual, encierra un círculo vicioso que pone en serio riesgo a la salud humana y la de los ecosistemas.
A la larga lista de calamidades provocadas al patrimonio hídrico, debemos sumar las canalizaciones, terraplenes, represas y secados de esteros y lagunas para ganar terrenos para la producción y además el volcamiento de miles de metros cúbicos por segundo de desechos peligrosos, líquidos, sólidos y metales pesados que acaban por desnaturalizar o inutilizar cuencas enteras. El Riachuello-Matanza es un ejemplo doloroso de ello.
Seguramente por estos días, verá en distintos medios de comunicación, regados copiosamente por publicidades oficiales y de las otras, anuncios o mensajes de que debemos cuidar el agua o hacer un uso responsable de la misma en nuestra actividad cotidiana, emitidos por parte de autoridades, funcionarios y empresas de servicios de aguas.
Aclaramos que en principio compartimos estas recomendaciones, en tanto y en cuanto también digan que quienes han llevado al agua a la situación de riesgo actual, son los grandes productores agropecuarios, las mineras y las industrias multinacionales, que después de haber agotado o deteriorado este recurso en sus países originarios, vienen hoy, a estas regiones a seguir el mismo sistema de explotación, en su propio beneficio y a costa de nuestro futuro.
No queremos que nos hagan aparecer a los ciudadanos comunes, que sólo usamos una pequeña cantidad del recurso, como los malos de la película y que los verdaderos responsables de los descalabros hídricos mundiales, sigan contando sus ganancias de espaldas a las angustias de millones de personas que penan por alcanzar una mísera gota que los salve de morir de sed.
Insisto que en la cuestión del agua, como en toda la temática ambiental, el problema no es técnico o reservado a unos pocos entendidos, como muchas veces se quiere hacer aparecer, sino que es un tema político y ético.
La crisis del agua es una consecuencia de los mecanismos injustos de apropiación de las riquezas implantados en el mundo, que históricamente ha favorecido a unos pocos en desmedro de muchos.
Pese a que desde distintos ámbitos y estamentos se viene advirtiendo, que en los próximos años y de seguir como hasta la actualidad este consumo irracional, millones de personas verán peligrar la vida y su calidad, quienes en el mundo detentan el poder económico global, parecen tener el teléfono descolgado o los oídos cerrados.
El paradigma de vida de ellos, es acumular la mayor cantidad de riquezas en el menor tiempo e inversión posible, aunque eso pueda significar genocidios de pueblos y comunidades enteras.
No por nada, hoy, gran cantidad de enfermedades relacionadas con el agua y su baja calidad, matan más personas que las guerras, ante la indiferencia absoluta de los grandes medios de comunicación y de los organismos internacionales que tendrían que ser los que velen por la sanidad común.
En este mes del agua, el mejor homenaje que le podemos hacer, es darnos cuenta, ya que como dice el refrán, “el que no sabe es como el que no ve”, y si no vemos y no sabemos, no estamos en condiciones de enfrentarnos con éxito a aquellas políticas o procesos que en un tiempo más o menos largo terminarán por afectarnos.
Por ello, señalemos clara y decididamente a los vampiros acuosos y trabajemos en la defensa de este bien, ya que en ello nos va la vida y de las generaciones venideras.
Sin más y esperando que reflexione en torno al tema, me despido hasta la próxima Aguafuerte.
Ricardo Luis Mascheroni
Docente e Investigador Universitario
Secciones
- Agronegocios (6)
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