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10 de enero de 2012
En la resistencia al gas de esquisto, los franceses miran como prioridad a la articulación de las diversas luchas de los de abajo en el país, continente y mundo
Desde el OPSur deseamos un feliz comienzo de año a todos aquellos que lo festejan de acuerdo al Calendario Gregoriano.
Este año que se fue estuvo signado por mayores presiones de las industrias extractivas en el país. En materia petrolera los pomposos anuncios gubernamentales y empresariales sobre yacimientos no convencionales fueron la gran noticia. La velocidad con la que Argentina entró en este mercado no es algo excepcional sino una tendencia global.
La 'revolución' del gas de esquisto trajo aparejadas numerosas resistencias y oposiciones por los graves impactos sociales y ambientales que se registran en Estados Unidos, único país que cuenta con la experiencia de varios años de explotación. En esta edición del Panorama compartimos una experiencia exitosa de resistencia en Francia, un estímulo para las luchas que se abren con este nuevo ciclo de los hidrocarburos no convencionales.
Por último, queremos compartir la nueva página del OPSur, un cambio que hicimos con el objetivo de mejorar la distribución y organización de la información. Esperamos haberlo cumplido.
Francia prohibió la fractura hidráulica, primer país en el mundo.
Por OPSur.- El país galo es la segunda reserva de gas no convencional en Europa, luego de Polonia. Numerosas áreas exploratorias licitadas en 2010 motivaron la creación de centenares de asambleas anti gas y petróleo de esquisto. En esta entrega, donde se continúa el recorrido de resistencia a los hidrocarburos no convencionales en Europa, miembros de los colectivos de Île-de-France y Montpelier, integrantes de la Coordinación Nacional, cuentan los pasos dados para que Francia sea el primer país en prohibir la fractura hidráulica. Si bien lo consideran un avance, plantean reparos ante la medida –principalmente porque no prohíbe la explotación del gas de esquisto y se permite la exploración con fines científicos- y afirman que su lucha continúa: “¡Ni aquí, ni allá, ni hoy ni mañana!”.
“A largo plazo, Francia debe enviar una señal a Europa y al mundo que permitan, a través de medios y recursos legales, la proscripción definitiva de la exploración de petróleo y gas de esquisto sobre territorios continentales y marinos, incluyendo la perforación en aguas profundas.” Philippe Martin, parlamentario francés.
En febrero de 2011 dieciocho mil personas se movilizaron en Ardèche, al sur del país. La acción “festejó” el inicio de la Coordinación Nacional de colectivos que se oponen a la exploración y explotación de gas de esquisto. Menos de tres meses fueron suficientes para que la información se propague como pólvora -las primeras reuniones se habían dado en el pueblo Jean-du-Bruel en diciembre de 2010. ¿La razón? La concesión, ese mismo año, de áreas para la exploración de hidrocarburos no convencionales. Anna Bednik, del colectivo de Île-de-France, dice que “el gobierno descubrió con asombro que la gente se preocupó [por estas áreas], ya que desde hacía años estaban entregando permisos sin reparos [en otras regiones de Francia].” A través de diversas rondas licitatorias se adjudicaron 84 áreas en todo el país. De acuerdo a Françoise Leinhard -del colectivo sureño de Montpelier y responsable de las articulaciones internacionales para la Coordinación Nacional más de 209 colectivos se organizaron por todo el país en respuesta a la avanzada. Si bien fueron las licitaciones del último año las que provocaron la organización, Lienhard sostiene que, al revisar las previas, todas indican que la búsqueda se centra sobre hidrocarburos no convencionales.
“Nosotros nos formamos en febrero pasado, justamente después de ver Gasland [i]”, cuenta Bendik. “Somos organizaciones apartidarias, pero políticas. Funcionamos de manera horizontal y lo novedoso fue que la participación es extremadamente heterogénea, la integra gente que nunca pensamos que se iba a acercar”, detalla Bednik. La traducción del documental al francés fue fundamental para conocer la situación de Estados Unidos y, al mismo tiempo, alertar sobre lo que pretendía instalarse en Francia. Las primeras regiones que alzaron la voz y comenzaron a movilizarse fueron las del sur. Julien Renaud, otro miembro de la asamblea de Île-de-France, cuenta que “la historia francesa de movilización ha sido siempre muy fuerte en el sur, es una cultura de resistencia. Y, otra razón [para la fuerte movilización en el sur], es que no hay explotación [de gas y/o petróleo], como aquí, cerca de París, que existe desde 1959.” Île-de-France tiene el 80% de su territorio bajo áreas hidrocarburífera según los entrevistados. “La gente está acostumbrada y no se ve una diferencia entre convencional y no convencional. Cuando en el sur ven un camión saben que es para el gas de esquisto, aquí no nos podemos dar cuenta de eso”, argumenta Bednik. Agrega que “en el sur hay gente que vive de la tierra, desde campesinos a ‘alternativos’, personas que se han ido para allá alejándose de la ciudad. Hay una conciencia del territorio más fuerte. Aquí, en París, somos todos de partes distintas”. Entonces, no es casual que una de las primeras localidades en movilizarse haya sido Larzac, cuna política del líder campesino Joseph Bové, uno de los fundadores de la organización internacional Vía Campesina. Bové, actualmente eurodiputado por el partido Europe Écologie, es uno de los referentes que está impulsando la resistencia a la instalación de las petroleras.
A las asambleas y organizaciones campesinas se les sumó un nuevo actor, los alcaldes locales. Jeremy Dotti, también miembro de la asamblea de Île-de-France, dice que “casi desde el inicio [los alcaldes] impulsaron medidas administrativas, ordenanzas, para ir ganando tiempo. Ellos también se juntaron en un colectivo de alcaldes, una coordinación de autoridades. Las empresas los atacaron por impedir que las obras avancen, al menos quince fueron denunciados. Igual, hace poco retiraron las demandas”. Aclaran que la coyuntura ayudó, el inicio de las movilizaciones confluyeron con las campañas electorales locales. Lienhard refuerza el rol de los alcaldes, especialmente en el sur, pero agrega que “no todos han sido así, como por ejemplo cerca de Suiza. En el departamento Lain uno de los alcaldes tuvo que renunciar frente a las presiones de la gente, se lo acusó de no haber provisto información. Yo creo que ni él la tenía”.
En septiembre, con la ley que prohíbe la fractura hidráulica aprobada, el presidente de la región Rhône-Alpes, Jean-Jack Queyranne, del Partido Socialista, seguía insistiendo y reclamando un debate en torno a la los hidrocarburos no convencionales, al tiempo que afirmaba su oposición a la explotación en el territorio regional (Libération, 9/9/2011).
La escasez de agua en el sur es uno de los temas más acuciantes para las organizaciones sureñas, especialmente por la alta cantidad de campesinos y pequeños agricultores en la región. “Por ejemplo, en mi pueblo, tomamos el agua que viene del río Rhone. Tiene su naciente cerca de Ginebra y abastece a cada pueblo y ciudad en su curso, incluso a Lyon. Ya estamos preocupados por los desechos radioactivos, si bien de baja intensidad, de las plantas nucleares que vierten en los ríos, si contaminan más será terrible”, explica Liendhard. Las características específicas de las cuencas hídricas de la región aumentan la necesidad de resguardo. “El subsuelo está lleno de ‘grietas’ por las que el agua circula, sin saber bien hacia dónde y cómo. Si se contamina en un lugar el daño puede extenderse hasta a 3km sólo por este factor”. Liendhard remarca estos riesgos con énfasis. “No solamente no sabemos de dónde sacarán el agua para perforar sino también qué harán con los barros y líquidos que hay que desechar. Por lo que venimos estudiando es imposible tratarlos, al perforar muchos pozos el problema se acrecienta.”
Bednik cuenta que, a raíz de las importantes movilizaciones, desde el gobierno “trataron de calmar un poco la situación” y se encomendó la realización de dos estudios para evaluar los riesgos ambientales de la actividad. El primero, a funcionarios de los Ministerios de Ecología e Industria, y el segundo, a través de la Asamblea Nacional, una de las cámaras legislativas. Bednik detalla que “el primero, lo realizó la gente de los Ministerios, que son los mismos que otorgan los permisos, los Cuerpos de Minas, de Ingenieros, de Geólogos, etc. Son organismos científicos muy fuertes. Ellos trabajan para la Secretaría de Energía y, al mismo tiempo, son las escuelas que forman a los técnicos del Estado, pero, como en todos lados, también tienen intereses en las empresas. Por otro lado, la Asamblea Nacional mandató a dos diputados para una Comisión de Información, uno de la oposición, [Philippe Martin del bloque parlamentario ‘Grupo socialista, radical, ciudadano e izquierda diversa’], y a otro del partido en el poder, [el derechista François-Michel Gonnot, de la Unión por un Movimiento Popular”. Pero esto no detuvo a las organizaciones, que siguieron impulsando la difusión y la movilización, que continuó incrementándose. En abril, el presidente francés Nicolás Sarkozy declaró una moratoria suspendiendo los trabajos.
Mientras los estudios se realizaban ingresaron al recinto por lo menos siete proyectos de ley con los más variados alcances y atribuciones. El punto en común era la prohibición de la fractura hidráulica -incluso el Ministro que había promovido la exploración presentó uno. Bednik dice que “eligieron una propuesta del partido de derecha, que es la mayoría hoy en día. Emanaba de un diputado de la región de Paris, de Île-de-France. En julio se adoptó finalmente el proyecto, con bastantes idas y venidas, pero fue un proyecto de emergencia, dijeron. Entonces, en tres meses adoptaron una ley, que es muy rápido”. Dotti agrega que “la derecha tomó la ecología como algo importante, el próximo año [2012] hay elecciones presidenciales”. De esta manera, casi a las apuradas, Francia se convirtió en el primer país a nivel mundial en prohibir la fractura hidráulica dentro de su territorio. ¿Una solución técnica para un problema social?
No todo lo que es oro brilla, no todo objetivo político es legislativo
La revisión de las áreas de exploración era uno de los puntos que estableció la flamante ley de julio, la misma que prohibió la fractura hidráulica en toda Francia. Bednik señala que “el gobierno no tenía ningún medio para saber cuáles áreas eran para convencionales y cuáles para gas y petróleo de esquisto. Entonces, se lo pedía a las empresas”. El gobierno francés recibió y evaluó ochenta y cuatro informes para determinar si se utilizaba la técnica prohibida en las áreas concesionadas. Schuepbach Energy explicitó que en las dos áreas que tiene bajo su control realizaría fractura hidráulica. Total, en cambio, no lo mencionó en sus informes pero lo había publicitado en su página web. Los contratos de ambas fueron anulados el 3 de octubre por el gobierno de Sarkozy. En noviembre Total anunció que le hará juicio al Estado francés por cancelar su concesión de exploración en Montélimar, al sur del país (Le Figaro, 27/11/2011).
Bednik pone dudas y reparos en por qué este permiso fue anulado, el que, casualmente, era sobre las regiones más movilizadas. Según Lienhard, la evaluación de muchos asambleístas es que la decisión fue táctica. “Las personas en el sur están muy enojadas y las elecciones serán dentro de poco, el gobierno necesita calmar los ánimos. Creo que Total tiene razón, si dice que no fracturará por qué sacarle el permiso. En un año o dos lo recuperarán, tenemos que esperar por ahora.” Agrega que “las compañías no fracturarán por un tiempo, pero después de las elecciones de 2012 el panorama puede cambiar, su poder de lobby es muy fuerte”.
Las palabras de Christophe de Margerie, máxima autoridad de Total, ante la asamblea de accionistas, mientras se debatía la ley, reafirman los análisis de los asambleístas. “Lo que aquí se vota no excluye a la compañía de sus derechos mineros […] El texto es inteligente. Encontraremos una solución a los años por venir […] Debemos tener un perfil bajo en este período.” (Greenpeace France, 13/5/2011). Las palabras del primer ministro de Francia, François Fillon, en 2009, son señales de la ponderación que recibe Total de ciertos sectores del país: “una de las más bellas empresas francesas, que más invierte, que más empleo crea y una de las que mayor riqueza genera de Francia” (Liendhard, 2011). El vicepresidente de la región de Lorraine, Benoit Leclair, del Partido Socialista, sostuvo que si las empresas no mencionaron la fractura hidráulica “es claramente con el objetivo de ganar tiempo”, propósito que también atribuyó al gobierno central (Libération, 9/9/2011).
Dotti sostiene que la ley no tiene el grado de alcance que buscaban las organizaciones. “Hay varios puntos. No prohíbe la explotación de gas de esquisto, lo que prohíbe es una tecnología, que es la única que existe ahora para este tipo de yacimientos. Tampoco define qué es la tecnología, algunos dicen que la pueden cambiar pero, es verdad, que tampoco es tan fácil. Otro punto es que autoriza exploraciones científicas con el fin de mejorar los conocimientos del subsuelo. La ley dice que van a formar una comisión científica que decidirá las modalidades exploratorias, esto igual todavía no pasó.” “Que sólo hayan anulado tres permisos acarrea una grave amenaza sobre todo el resto de las áreas”, aclara Liendhard. La posibilidad de realizar fracturas para exploración científica es el mayor problema, y lo que ha motivado la creación de Comités de Vigilancia en Île-de-France, en Périgord y otras regiones. La compañía australiana Elixir Petroleum informó en septiembre el descubrimiento de reservas gigantescas de petróleo y gas de esquisto y, en menor medida, de hidrocarburos convencionales en Lorraine, al noreste del país. Los anuncios rimbombantes y grandilocuentes de corte especulativo parecen ser una tendencia mundial. Un geólogo de la Oficina de exploración y producción de hidrocarburos, consultado por la agencia de noticias AFP, afirmó que las exploraciones en Lorraine en el pasado resultaron infructuosas. “Geológicamente tengo enormes dudas”, dijo. La empresa confirmó que no fracturaría hidráulicamente, respetando la ley (Libération, 16/9/2011). Cómo hará esto es una inquietud que todavía no tiene respuesta.
Los intereses y responsabilidades se mezclan, la vieja puerta giratoria entre la función pública y la privada. Marine Jobert, coautora del libro El verdadero escándalo del gas de esquisto, junto al ex director de Greenpeace Francia, François Veillerette, detalla los vínculos entre la industria petrolera y altos cargos del gobierno francés. Julien Balkany, medio-hermano de Patrick Balkany -referente del partido oficial Unión por un Movimiento Popular-, ocupó el cargo, sin la idoneidad apropiada, de Administrador y Vicepresidente no ejecutivo del consejo de administración de la sociedad Toréador, concesionaria de múltiples áreas, hasta que fue expuesto por un medio. El presidente de Toréador agradeció públicamente y reconoció la labor de Balkany para el desarrollo de la empresa en el país. Otro vínculo es el de Paul Desmarais -uno de los mayores multimillonarios canadienses- y Albert Frère -el hombre más rico de Bélgica- con Sarkozy, ambos son fabricantes de químicos usados en la fracturación hidráulica y con amplia participación en empresas petroleras, incluida Total. La autora dice que el primero es una “figura paternal” para el presidente francés y ambos se excusaron de presentarse en la Asamblea Nacional por su cercana relación con el presidente (Libération, 8/9/2011).
El saber de los pueblos
Dotti dice que “los ciudadanos teníamos la información antes que los técnicos, el saber. Hubo muchísimo trabajo de traducción, recopilación de información, estudio. Son cosas súper técnicas de las que nadie tenía información”. Liendhard afirma que están trabajando con la Asociación de Toxicología Química de París, que ya ha realizado estudios alertando de los impactos pero sin encontrar eco en las esferas gubernamentales. André Picot, presidente de la Asociación, publicó en mayo de 2011 un informe sobre la toxicidad de los fluidos de fracturación y sus riesgos asociados para el ser humano. La gran mayoría de los datos provienen de estudios realizados por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos y del Instituto Nacional de Salud Pública de Quebec, Canadá. Entre casi veinte compuestos químicos identificados como cancerígenos sobresalen el benceno, el plomo y el concentrado de ácido sulfúrico. Picot afirma que: “La presencia de todos estos compuestos es particularmente inquietante. El benceno (agente leucémico de gran alcance sobre los seres humanos) y el N-óxido de 4 nitroquinolina (cáncer de boca muy activo sobre los roedores) son agentes cancerígenos muy peligrosos, la prohibición es obligatoria” (Picot, A., 2011: 38). Otros compuestos que se recomienda prohibir por su alta toxicidad son el formaldehído, el óxido de etileno, la acrilamida y la sílice cristalina. El especialista concluye que “será inaceptable que Francia siga este ejemplo, en tanto el desastre ecológico está probado en el otro lado del Atlántico” (Picot, A., 2011: 42).
Pero la ciencia no es neutral ni objetiva, alertan: el preinforme realizado por los funcionarios de los Ministerios de Ecología e Industria alentaron la explotación. Dotti argumenta que “hay una cuestión ideológica fuerte. Creen en el desarrollo, en la modernidad y en el petróleo”. Renunciar a la explotación del gas de esquisto atenta contra la autonomía energética y la generación de puestos de trabajo, arguyeron los técnicos, por más “que le pese a algunos ecologistas infantiles”. La periodista Jobert, por su parte, afirmó que los miembros del Cuerpo de Minas son juez y parte, ya que ellos mismos son los que habían entregado los permisos en su momento (Libération, 8/9/2011). El informe final, que tendría que haber sido entregado en junio, es un prerrequisito para que los trabajos hidrocarburíferos continúen. Liendhard denuncia que hasta el momento no lo entregaron, no cree que lo hagan y que las obras nunca fueron frenadas
Por otro lado en junio, en la Asamblea Nacional, los caminos se bifurcaron. El diputado de derecha, en disonancia con su par del ala izquierda, calificó como una locura no promover la extracción de petróleo. En las conclusiones Gonnot se preguntó cómo Francia renuncia, y que político lúcido lo corregirá, a esta oportunidad cuando en 2011 el país tendrá [tuvo] que pagar una suma sideral -casi el 2,5% de su PBI- para importar combustibles. El legislador recomendó una moratoria, dado que reconoce los graves impactos inherentes de la fractura hidráulica, pero para investigar nuevas técnicas no dañinas sobre el ambiente. Por su parte, Martin afirmó enfáticamente que Francia debe olvidarse de las hipotéticas reservas. Alertó sobre las graves consecuencias ambientales locales –contaminación y uso masivo de agua, destrucción del paisaje, degradación de la biodiversidad, etc.- y el desarrollo de una actividad minera agresiva que se expandió sin control democrático por parte de funcionaros y los ciudadanos. “Francia debe renunciar al gas de esquisto (…) porque, de lo contrario, dará la espalda a la transición ambiental necesaria que impone el estado del planeta y de sus recursos naturales” (Gonnot, F.; Martin, P., 2011: 107). Con viajes a Estados Unidos y Alemania los legisladores llegaron a puntos contrapuestos pero, también, a varias coincidencias. Bednik detalla que ambos aseveraron que el Estado no tiene una visión global ni particular sobre las áreas hidrocarburíferas, como demuestra los requerimientos necesarios demandados a las empresas concesionarias. Otro punto de coincidencia es que sin la movilización de los ciudadanos y sus organizaciones el tema hubiera transcurrido sin mayores problemas, sin que nadie reparase en él –para Gonnot la problemática “ha surgido con violencia” (Gonnot, F.; Martin, P., 2011: 102). Otro punto en el que existe consenso es sobre las mayores emisiones de gases de efecto invernadero que Martin, afirma, haría fracasar las metas impuestas para Francia, tanto en acuerdos nacionales como internacionales (el Protocolo de Kioto y los acuerdos de Copenhague se encontraban vigentes en ese momento).
Renaud suma otro elemento: habría escaso impacto sobre las arcas públicas municipales, pero, este punto más el alerta sobre el desconocimiento real de reservas y potencial hidrocarburífero son un arma de doble filo. Alegar la falta de exploración “legitima que se hagan las perforaciones científicas”.
“¡Ni aquí, ni allá, ni hoy ni mañana!”
“Lo que antes veíamos que pasaba en África, en Rusia o en Argentina ahora está ocurriendo en la puerta de nuestras casas. Se entendió rápidamente que teníamos que luchar contra esto, pero, también, que no es suficiente luchar contra los hidrocarburos no convencionales solamente en Francia”, analiza Liendhard. Los colectivos comenzaron a tender lazos con otras organizaciones europeas que estuvieran en el mismo camino. Ella es la responsable de esta labor para la Coordinación Nacional y cuenta que se han contactado con personas de Italia, Alemania, Suiza y Polonia. “En Suiza recientemente ha habido problemas, en el país que uno piensa que mayor respeto tienen al medio ambiente. En 2010 perforaron en el Lago Léman, uno de los más grandes de Europa, pero hubo un accidente y tuvieron que poner explosivos en el agujero. No supieron qué hacer con el agua de desecho, al parecer la han llevado a Alemania para quemar. Al principio dijeron que era para gas, después para yacimientos muy profundos y, finalmente, que era para tight gas.” La concesión, otorgada en 2009, a la franco-americana Schuepbach Energy, finalmente fue retirada. En septiembre de este año el cantón Vaud, el que concesiona las áreas, ha prohibido la exploración de gas de esquisto (20minutes, 11/9/2011). Liendhard dice que, si bien es una buena noticia, no es definitiva. “No prohibió ni la fractura hidráulica ni el trabajo sobre tight gas”.
Liendhard subraya: “Nos hemos dado cuenta de la necesidad de una transición, aunque todavía no todos estén listos. Tal vez esto nos ayude a darnos cuenta que tenemos que cambiar”. Lezán fue el lugar elegido para realizar el encuentro Convergencia Energética en agosto de este año. “Seríamos por lo menos 15 mil personas pensando en transiciones y energías renovables, al final hicimos la Declaración de Lezán.”
Esta estableció la transición energética en base a: sobriedad y eficacia energética, detener la carrera por los combustibles fósiles, reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, reapropiación pública y territorial de los medios de producción y distribución de la energía, reconversión de los sectores afectados con acuerdo de los trabajadores y usuarios, entre otros puntos. La transición energética no se circunscribe a un tema técnico o particular sino que es parte de un proceso más global de cambio social. Por esto, en su preámbulo, la Declaración establece que, para asegurar el futuro de las generaciones venideras, se deberá ahondar en: retomar el control por parte de los ciudadanos y ejercer una democracia directa, rechazar la mercantilización de la naturaleza al considerarla como un bien común inalienable y trabajar para un nuevo proyecto de civilización que evite el “caos al que nos lleva el capitalismo”. Confluir entre las diversas luchas –sociales, ambientales, gremiales, etc.- es una prioridad. Liendhard lo resume: “esta declaración dice lo que queremos cambiar en nuestras vidas, en Francia y en el mundo”. ¿Los aires cambian? En un debate organizado en noviembre por el diario Libération en Lyon, del que también participó de Margerie –la máxima autoridad de Total-, Bové dijo que “esta es la primera vez que el debate público sobre la transición energética está en el corazón de la [elección] presidencial”, y al mismo tiempo alertó: “Total cargará con la fractura hidráulica y atacará la ley, sigan movilizándose” (Libération, 26/11/2011).
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