Ecuador
Un resultado
contundente
Que no
resuelve los problemas
Por Guillermo Almeyra
16.Feb.13 :: LatinoAméricAhora - Ecuador
Casi seguramente Rafael Correa será elegido presidente en la
primera vuelta de estas elecciones y casi seguramente la inestable coalición
plurinacional de las izquierdas que se le opone y se opone también a la derecha
clásica obtendrá menos del 6 por ciento de los votos.
Correa
podrá entonces, a justo título, hablar de consagración popular (sobre todo si
la abstención disminuye, como es probable) y el ALBA, la UNASUR y el grupo de
los gobiernos “nacionales y populares” respirarán con alivio tras el duro golpe
sufrido con la devaluación venezolana. Correa, en efecto, en este último grupo,
y a pesar no haber podido sacar a su país de la paridad con el dólar, es uno de
los más firmes pues, a diferencia de otros gobiernos, hizo auditar la deuda
externa en vez de reconocerla, rompió con el FMI y desconoció el organismo del
Banco Mundial para la solución de las disputas comerciales (por supuesto, la
solución a favor de las transnacionales). Su victoria electoral, por
consiguiente, es también en buena medida una derrota de las fuerzas de derecha
ecuatorianas e internacionales y será una buena noticia para Venezuela, Bolivia
y Cuba.
En cuanto a la coalición de izquierdas, entre cuyos principales integrantes están el partido indígena Pachakutik y la CONAIE, creo que una parte del movimiento indígena será atraído por la tentación correísta y que la siempre oscilante política de los maoístas del Movimiento Popular Democrático entre el ultraizquierdismo sindical y el oportunismo también recibirá un golpe, sobre todo porque el MDP ya estaba en crisis y buscó enla Unidad Plurinacional
de las Izquierdas una salida positiva a la misma. Este posible debilitamiento
de los componentes de masa de la oposición izquierdista pesará sobre el núcleo
intelectual más consecuente, que encuentra su expresión en Alberto Acosta, el
cual une una política ecologista radical con ideas democráticas y sociales
avanzadas y muy a la izquierda de la línea socialcristian a,
desarrollista-extractivista del presidente Correa.
En cuanto a la coalición de izquierdas, entre cuyos principales integrantes están el partido indígena Pachakutik y la CONAIE, creo que una parte del movimiento indígena será atraído por la tentación correísta y que la siempre oscilante política de los maoístas del Movimiento Popular Democrático entre el ultraizquierdismo sindical y el oportunismo también recibirá un golpe, sobre todo porque el MDP ya estaba en crisis y buscó en
Éste, en efecto, defiende y aplica –como todos los gobiernos “progresistas” o
no de los países dependientes- una política extractivista que descansa, sobre
todo, en las esperanzas en la gran minería a cielo abierto (o, en el caso
argentino, en ésta y en la costosísima extracción del petróleo no
convencional). Incluso para refutar a sus críticos les ha preguntado dónde en
Marx hay una crítica a ese tipo de minería (que, obviamente, en los tiempos de
Marx no existía y era técnicamente impensable y, por lo tanto, no podía ser
criticada). La izquierda, por su parte, junto con las poblaciones afectadas por
esas minas que las dejan sin agua y destruyen el ambiente, no explican
suficientemente cómo, en una primera fase de transición, un gobierno
democrático y ecologista podría prescindir totalmente del extractivismo
impuesto por la dependencia del mercado mundial y con cuáles recursos se
contaría para trabajar por una alternativa al extractivismo y al desarrollismo
que dé origen a otro tipo de economía nacional, a un gobierno de las autonomías
y anticentrlista, a una producción fundamentalmente para el consumo y no para
la exportación y a un sistema de comunas autogestionarias unidas por la
solidaridad y por planes elaborados de común acuerdo a escala nacional.
Porque el gobierno paga hoy sus planes sociales, sus subsidios y sus obras
públicas con el impuesto a los exportadores de materias primas y, por lo tanto,
vela por el fortalecimiento de las grandes transnacionales y las grandes
empresas lo que le impide salir de la dependencia del capital financiero
internacional y, cuando mucho, mediante el aparato estatal trata de sustituir a
una burguesía nacional casi inexistente. De ahí que necesite seguir exportando
bananas, petróleo, minerales a granel y no pueda recuperar una moneda propia.
Si dejase de lado, de repente, su política desarrollista y extractivista
Ecuador no tendría ingresos y su economía se derrumbaría.
Por eso el problema no consiste en una oposición lisa y llana en nombre del ambiente y de las necesidades sociales a la política de Correa. A ésta hay que oponerle otra política para la obtención de recursos (impuestos a los bancos y grandes empresas, supresión de gastos militares, modificación de las políticas alimentarias y las importaciones de alimentos e insumos, creación de infraestructuras para reducir los costos de transporte y otros, por ejemplo) y una política de preservación de los bienes comunes y de las bases para la producción indígena que ante cada proyecto estatal o empresarial discuta, caso por caso, si los efectos ambientales, económicos y sociales inmediatos y a largo plazo no son demasiado onerosos e irreversibles. Si hubiera una disputa entre los técnicos y los habitantes, en nombre de las autonomías regionales, de la autogestión, de la democracia y dela propia Constitución
debe predominar la posición de estos últimos.
Por eso el problema no consiste en una oposición lisa y llana en nombre del ambiente y de las necesidades sociales a la política de Correa. A ésta hay que oponerle otra política para la obtención de recursos (impuestos a los bancos y grandes empresas, supresión de gastos militares, modificación de las políticas alimentarias y las importaciones de alimentos e insumos, creación de infraestructuras para reducir los costos de transporte y otros, por ejemplo) y una política de preservación de los bienes comunes y de las bases para la producción indígena que ante cada proyecto estatal o empresarial discuta, caso por caso, si los efectos ambientales, económicos y sociales inmediatos y a largo plazo no son demasiado onerosos e irreversibles. Si hubiera una disputa entre los técnicos y los habitantes, en nombre de las autonomías regionales, de la autogestión, de la democracia y de
Correa seguramente obtendrá una Asamblea que le será fiel. Habría que aprovechar
esta nueva composición del aparato legislativo para completar –y no retacear-
lo alcanzado por la
Constituyente. En ese trabajo constituyente la izquierda
perdería si se aferrase a los no sistemáticos y en cambio ganará si se define
por sus planes y proyectos ambientalistas y anticapitalistas pues eso le
permitirá hacer frente común con una parte del correísmo.
Éste, aunque es adversario duro de la izquierda, no puede ser considerado su enemigo sino un aliado inseguro, vacilante e inconsecuente so pena de, nuevamente, como cuando Pachakutik coqueteó Gutiérrez y con la derecha, hacerle el juego a ésta o sea, al gran capital extranjero y a las transnacionales extractivistas que tanto Pachakutik como la CONAIE combaten.
Éste, aunque es adversario duro de la izquierda, no puede ser considerado su enemigo sino un aliado inseguro, vacilante e inconsecuente so pena de, nuevamente, como cuando Pachakutik coqueteó Gutiérrez y con la derecha, hacerle el juego a ésta o sea, al gran capital extranjero y a las transnacionales extractivistas que tanto Pachakutik como la CONAIE combaten.
Fuente: http://www.dariovive.org/?p=5401