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13 de febrero de 2015

II. Necesidad de construir el Nunca Más al capitalismo, porqué y cómo. Basta analizar algo de la Masacre de Once.

 (…)¿Qué pasó?

A partir de ese momento la línea de mando del Gobierno nacional se pronunció, aparentemente perpleja, al respecto de lo ocurrido. Del escalón Schiavi al del ministro de Planificación Federal Julio de Vido y de él al de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien cinco días después le pidió “encarecidamente a la Justicia” que la pericia para determinar a los responsables no durara más de quince días porque las víctimas necesitaban saber qué había pasado. “Es muy terrible la muerte, créanme que no tiene reparación”, se quebró Fernández de Kirchner comparando los decesos naturales, como el de su marido y ex presidente Néstor Kirchner, con las 52 vidas truncadas en la estación de Once.

Desde el día en que De Vido anunció que el Gobierno pediría ser particular querellante en el proceso judicial, y el anuncio de la elevación a juicio oral de la causa, pasó más sangre bajo los rieles (tres muertos el 13 de junio de 2013 a metros de la estación Castelar, otro choque en el mismo andén 2, el 19 de octubre de 2013 y descarrilamientos con heridos en diversas líneas) y más promesas fueron llevadas por el viento.

La Cámara Federal rechazó el pedido de la Nación de ser denunciante en la causa, porque está en la línea de responsables, Schavi dejó su cargo en manos de Alejandro Ramos y la administración del transporte pasó al a la del Ministerio del Interior conducido por Florencio Randazzo. Desde allí se resolvió hace pocos días disolver las unidades de gestión ferroviaria UGOMS y UGOFE y poner en exclusivas manos privadas todos los ramales menos el Sarmiento.

Aunque el mazo se haya mezclado, las cartas siguen siendo las mismas y el servicio no mejora. De hecho, en los últimos anuncios los grupos Roggio y Emepa –que nunca sacaron la cuchara del negocio- fueron los principales beneficiados.

¿Se puede afirmar que fue un error humano? ¿Los trenes andan bien o mal? Si el Estado era el encargado de controlar, ¿por qué siguen jugando el papel de quien no tiene nada que ver?

Por su parte, los hermanos Cirigliano siguieron explotando la concesión de los talleres de reparación de Emprendimientos Ferroviarios (EmFer) a pesar de engrosar el listado de acusados que el próximo 18 de marzo empezarán a ser juzgados por el Tribunal Oral Federal n°2 de la Ciudad. Junto a ellos se sentarán, entre otros, el mismísimo Schiavi, su antecesor Ricardo Jaime, el ex subsecretario de Transporte Ferroviario Antonio Luna, los ex titulares de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) Pedro Ochoa Moreno y Antonio Sícaro y Marcos Córdoba, el maquinista de 28 años que manejaba el tren que dos años atrás no frenó al llegar a la estación. (…)
Esta nota también fue publicada por su autora en www.frecuenciazero.com.ar
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Siguen los vaciadores 13 de febrero de 2014 | Edición Impresa #1302

Por Partido Obrero

Ferrocarriles

A diez días de cumplirse el segundo aniversario de la masacre de Once, el gobierno ordenó la disolución de las unidades de gestión ferroviaria Ugoms y Ugofe, que eran manejadas por los grupos Romero y Roggio, para adjudicarles la concesión de los distintos ramales a esos mismos grupos, pero ahora por separado. A partir de esta medida, las líneas Mitre, San Martín y Urquiza estarán a cargo exclusivamente de los Roggio, mientras que el Roca, Belgrano Sur, el Belgrano Norte y Ferrocentral estarán en manos sólo de Romero. La resolución 41/2014, por lo tanto, refrenda la continuidad de los vaciadores ferroviarios. TBA -de los hermanos Cirigliano- quedó fuera de la gestión de los ferrocarriles tras la masacre de Once, pero continúa participando a través de la reparación del material rodante.
La "novedad" que introduce la medida es que, en lugar de actuar por “cuenta y orden del Estado”, los concesionarios lo harán por cuenta y orden de las sociedades estatales Sofse (gestión) y Adifse (infraestructura). Replicando el modelo anterior, a través de estas empresas, el Estado continuará pagando todos los costos de la operación del servicio, incluidos salarios. El artículo 16, explica que el Estado seguirá costeando todo a través de Sofse y Adifse, sin requerirles inversión alguna a las operadoras. Una bicoca. Los empresarios cobrarán un canon por la gestión y además lucrarán con la subcontratación de sus propias empresas (tercerización) para refacciones y otras tareas ferroviarias. Nada ha cambiado. A las empresas que han vaciado el sistema ferroviario -Roggio y Romero- el Estado les pide que cumplan “el mismo servicio” que sus antecesoras por los próximos dos años, y les promete renovar anualmente sus contratos “si todo sigue igual” -es decir, si prestando "el mismo servicio" por milagro no se producen nuevas masacres o grandes crisis políticas, como la derivada del asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra. Randazzo reemplazó a los personeros de la burocracia ferroviaria que estaban a la cabeza de Sofse y Adifse por hombres de su propio riñón. Sin embargo, hoy los directorios de ambas empresas son virtualmente secretos. Tras anunciar tres veces la estatización de los ramales urbanos del ferrocarril, el gobierno finalmente ratifica con todas las letras a los vaciadores cómp
lices del asesinato de Mariano.
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Tragedia de Once: ya nadie se acuerda del testigo asesinado

Carolina Rosales Zeiger – Cosecha Roja.-
“Todavía no puedo creerlo, ya no estás, no se sabe nada y creo que nunca lo vamos a saber, lo único cierto es que te extraño“, escribe una mujer en su muro de Facebook. El mensaje es para su hermano, Leonardo Andrada, en el primer aniversario de su asesinato. Le dice que lo quiere, que es todo tan raro, que no se va a cansar de ir a la fiscalía para que su caso no quede impune. Que la van a tener ahí siempre: promete ser una pesadilla.
Era viernes 8 de febrero de 2013 y Andrada esperaba el colectivo 269 a la vuelta de su casa, en la esquina de José María Paz y Malabia, Ituzaingó. Todavía no amanecía en el barrio Villa Ariza, donde vivía con su mujer y su mamá. La calle estaba vacía: ni testigos, ni cámaras, ni móviles policiales. Sólo el refugio de la parada en el que un vecino lo encontró dos horas más tarde, recostado sobre una de las columnas, con cuatro disparos en la espalda, sin su celular y con los 1200 pesos que llevaba, intactos en su bolsillo. Cerca suyo, una navaja que podría haber usado para intentar defenderse. Alrededor, el silencio.
Dijeron que había sido un robo.
Leonardo Andrada era maquinista del ferrocarril Sarmiento y fue quien, el 22 de febrero, el día de la tragedia, le entregó la formación que finalmente se estrelló en Once al hoy imputado Marcos Córdoba. Había testificado en la causa.
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En su perfil de Facebook muchos de sus familiares llevan la misma imagen: una foto de él con la inscripción “No me olviden“, su nombre y un epígrafe: “Motorman del FCC Sarmiento asesinado“. Está en un tren, con un atardecer de fondo y la mirada fija en la cámara. Se le escapa una sonrisa por los ojos. Como marca identitaria o como factor de sospechas, el hombre y su profesión parecen indivisibles en cada publicación. En una de esas fotos homenaje, alguien comenta: “A un primo mío le dieron una paliza feroz y le destrozaron la nariz simplemente por trabajar en el ferrocarril. Fuerza“. Nadie contesta pero recibe un me gusta del dueño de la cuenta.
En las manzanas que rodean el que era su domicilio, en la calle Esmeralda al 800, ningún vecino quiere hablar demasiado. Una comerciante lo recuerda vagamente: dice que lo veía poco, que parecía trabajador, que la inseguridad llega a todos lados y que nunca terminó de entender por qué se acercaban tantos medios a su negocio. “Por eso de los trenes, ¿no?“, pregunta. Y aclara: “Yo no entiendo mucho pero acá ni la señora ni la madre quisieron hablar nunca con la prensa, y nosotros los respetamos“.
Andrada estaba casado y tenía dos hijos. Su profesión lo acompañaba desde hacía décadas y fue uno de los miles de despedidos a principio de los 90, cuando el menemismo determinó que ramal que paraba, ramal que cerraba. En 2004 acompañó la conformación del Movimiento Nacional por la Recuperación de los Ferrocarriles Argentinos (MoNaReFA) y en 2006 fue convocado por TBA para regresar al servicio. Cuando volvió, lo primero que hizo fue llamar a la Jefatura:
–Los diagramas que ustedes usan están todos mal hechos–, les dijo.
Lo llamaban el “Tatú“ y lo querían todos: no hay quien no confirme que era honesto, solidario y un experimentado maquinista. Había dado de taquito el examen que en su momento tomaba la Escuela de Capacitación de La Fraternidad (el sindicato de maquinistas de locomotoras y trenes) frente a los viejos y exigentes evaluadores ferroviarios. Le faltaban dos años para jubilarse.
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Cuando aquel 22 de febrero Andrada entró con el tren Chapa 16 a la estación de Castelar para hacer el cambio de mando, le dijo a su sucesor, Marcos Córdoba:
–Tené cuidado que viene con freno largo.
Significaba que los frenos estaban lentos y entonces era necesario activarlos con mayor antelación. Esa mañana el tren había retrasado 18 minutos su salida desde Moreno, donde Andrada comenzaba su recorrido, y llevaba, en consecuencia, el triple de pasajeros de lo habitual. El exceso de peso entorpecía su funcionamiento.
“Él había declarado eso en el sumario que instruyó el Juez Bonadío una semana después del choque. Pero en el juicio oral iba a ser otra cosa: ahí iba a decir todo“, contó a Cosecha Roja Juan Carlos Cena, miembro fundador del MoNaReFA. Y siguió: “Acá hicieron un manto de silencio, instalaron el miedo. Ni tuvieron que amenazar a nadie porque estaba todo dicho. Lo lograron: excepto nosotros, ya nadie habla de él“.
En los días siguientes a su muerte, los medios acecharon su casa, elucubraron teorías, anticiparon culpas y aprovecharon para hablar de la inseguridad en el conurbano. “Suena todo muy raro, y un robo evidentemente no fue“, dijo María del Carmen Verdú, ex abogada de un grupo de víctimas del choque de Once. Su teoría fue apoyada por Cena: las balas son muy caras para gastar cuatro por un asalto.
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El día del velatorio, la familia dejó un cartelito en la puerta: decía que estaban de duelo, que el Tutú había fallecido y que lo velaban en una cochería a 30 cuadras de ahí. El aviso se prestó perfecto para el último remate: aprovechando la ausencia, dos desconocidos forzaron la puerta, ingresaron a la casa y revolvieron todo a su paso. Mientras estaban en el interior fueron sorprendidos por un familiar y un amigo, quienes alertaron a la policía. Nunca supieron si habían logrado llevarse algo. Nunca supieron qué buscaban y nunca pudieron dar con ellos.
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En el accidente de Once murieron 51 personas y más de 700 resultaron heridas. Son 34 los acusados y más de 300 los testigos que pasarán por el banquillo a lo largo de todo el juicio oral, que comenzó el pasado 18 de marzo y que se extenderá hasta casi fin de año.
Leonardo Andrada no estará presente. Pero su testimonio, el olvidado y negado por todos, seguirá pesando en las seis carillas que ocupa en la página 894 del extenso expediente.
Fuente: http://cosecharoja.org/tragedia-de-once-ya-nadie-se-acuerda-del-testigo-asesinado
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lograron el silencio”
 12 de febrero de 2015
Se cumplieron dos años del asesinato de Leonardo Andrada, testigo clave de la Masacre de Once, donde murieron 51 personas. Por este motivo, Enredando las Mañanas entrevistó a Juan Carlos Cena, ex ferroviario y miembro fundador del Movimiento Nacional por la Recuperación de los Ferrocarriles Argentinos (MONAREFA), quien afirmó: “Nosotros lo recordamos con tristeza y, en vez de ponerle una velita, seguimos manifestando y rindiéndole cuentas. ¿Qué estamos haciendo ahora? ¿Qué estamos haciendo nosotros por el ferrocarril, por los compañeros, por los trabajadores?”. 

Por RNMA
En la madrugada del 9 de febrero de 2013, en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires, Leonardo Andrada fue asesinado de cinco tiros. Esperaba el colectivo para ir, como lo hacía habitualmente, a desempeñarse como maquinista del ferrocarril Sarmiento. Andrada era testigo clave de la Masacre de Once, ya que él fue el motorman que le entregó el servicio a quien luego condujo la formación el 22 de febrero de 2012, donde perdieron la vida 51 personas. Aquel día, en jerga ferroviaria, le afirmó a su compañero: “Tené cuidado que la formación tiene freno largo”, es decir que no estaba en condiciones.
“Cuando lo matan a Leonardo es porque tiene que ver con el accidente de Once, tiene que ver con que le dijeron que no fuera a declarar o si declaraba que no dijera lo que tenía el tren. Él declaró la verdad. Dijo que el tren tenía fallas cuando se lo entregó a Córdoba (se refiere al maquinista), que tenía freno largo y al otro día amaneció muerto”, relató a Enredando las Mañana Juan Carlos Cena.
Y destacó: “Nosotros no estamos de acuerdo en absoluto con la muerte de nadie, supongan con la del fiscal (Nisman). Pero las cosas son diferentes: cuando muere un obrero hay un silencio total y absoluto. Es un subtipo. No hubo eco, no hubo manifestaciones y, como no pertenecía a ningún partido de izquierda, la izquierda tampoco hizo nada. Eso lo digo críticamente. Cuando mataron a Mariano Ferreyra, nosotros salimos y llevamos nuestros carteles en las marchas con el nombre de Mariano y también ahora lo llevamos a Leonardo”.
“Lo recordamos con mucho dolor. Era un gran tipo”, recordó Cena sobre Andrada y agregó: “Era un luchador, un canto a la solidaridad, un tipo silencioso, un compañero que en la huelga del 91-92 cumplió un papel fundamental. Son esos hombres que no hablan pero que están trabajando permanentemente y, cuando no los tenés al lado, los extrañás, tenés un vacío. Nosotros lo recordamos con tristeza y, en vez de ponerle una velita, seguimos manifestando y rindiéndole cuentas. Ese es el verdadero homenaje: rendirle cuentas. ¿Qué estamos haciendo ahora? ¿Qué estamos haciendo nosotros por el ferrocarril, por lo compañeros, por los trabajadores?”
Cuando desde Enredando las Mañanas se lo consultó por la investigación de la muerte, Cena afirmó de manera categórica: “Nada. No hay absolutamente nada y el sindicato no se movió, hizo una parodia”. Asimismo señaló que “lo que ocurrió con la muerte de él es el terror, el escarmiento. Cayó como una puñalada, hirió a medio mundo. Los compañeros, los amigos de él se fueron recuperando poco a poco, pero lograron lo que querían: el terror tanto en la familia como en los compañeros. Lograron el silencio. Lo único que está de él en el expediente de la causa de Once son sus declaraciones y nada más”.

“Está lleno de cámaras vigilando, castigando y echando la culpa”
Respecto a la denuncia contra los ferroviarios del Sarmiento realizada por Florencio Randazzo, Ministro de Interior y Transporte, Cena aseveró: “Nosotros estamos colaborando y apoyando a los compañeros que él denuncia, que no tienen nada que ver con los que estaban parados ahí, porque ni siquiera eran de Vía y Obra. Eran dos compañeros que los habían mandado, que son de Señales y Telecomunicación, y estaban parados ahí cuando se descarrila el tren y uno desesperado agarra la barreta para barretear el cambio. No tienen nada que ver, pero los ve y los acusa. Esto es como vigilar y castigar: está lleno de cámaras vigilando, castigando y echando la culpa. Lo que pasa es que ese mismo fenómeno técnico de descarrilamiento ocurre después dos veces seguidas. A las 4 de la mañana y a las 15.00, 16.00 del mismo día y en el mismo lugar, siempre en el último vagón. Entonces, hay una falla técnica. Los trenes Toshiba todos descarrilan porque todas las puntas de los trenes son motriz y son pesadas y las vías están muy mal. Randazzo ha renovado parte de las vías, pero no ha renovado lo fundamental que son los cambios, las agujas, los aparatos de desvío... Estos trenes que han comprado tienen una suspensión lateral y vertical que está hecho para otro tipo de terraplenado, que no es el de los chinos. Cuando hay una norma, que la tienen los chinos, que es de ellos, y que son coches más livianos porque el terraplenado es diferente, todo es diferente. Acá van y lo compran como si fuera una liquidación”.

También sostuvo que “el ferrocarril no es la zona suburbana. El ferrocarril abarcaba 47.000 kilómetros de vías. Todos los trenes suburbanos de acá los tenemos que enmarcar dentro de una gran campaña electoral. Fueron una vez a Santa Rosa y no fueron más porque se descarrilaban. Las vías están mal. Hace 20 años que no se las tocan. Los trenes de cargas las han arruinado. Los trenes de carga, que es lo fundamental del ferrocarril, los siguen teniendo las multinacionales, ni los han tocado, no les han dicho ni mu. Nosotros decimos que lo que está haciendo Randazzo es puro parche” Y concluyó: “Cuando vos ves el panorama político nuestro, no únicamente el de este gobierno, sino de todas las fuerzas políticas, no hay ninguno que te diga nada. Todas son consignas, una charlatanería total”.

Fuente: http://www.anred.org/spip.php?article9313

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