Las diferencias de los K con los del Pro,
no indican alternativas.
Ambos menosprecian la vida.
Los resultados de cualquier extractivismo
son:
Dólares para las
transnacionales mineras, venenos para la comunidad
17 de febrero
de 2016
Por
Manuel
Humberto Restrepo Domínguez
La ecuación es sencilla: ganancias exorbitantes
para los inversionistas; posicionamiento del gobierno ante los grupos económicos
y de poder global y; secuelas de destrucción y pérdida de la riqueza nacional
para las mayorías de población. En la escala menor del ámbito local se recibe
más cianuro, mercurio, sulfatos, desechos, polvo, sustancias tóxicas, tala a
máxima escala, pérdida de flora y fauna y sequía para distribuir entre la
comunidad, la tierra y las fuentes hídricas.
El régimen Uribe
estableció hacer de Colombia un país minero, y lo dejo consignado en el Plan
Nacional de Desarrollo Minero y de Política Ambiental Visión Colombia 2019. A
partir de esta decisión se conformaron los distritos mineros definidos conforme
al grado de concentración mineral.
En 2010 la llamada
Locomotora Minera del Presidente Santos, daba cuenta de 42 Distritos mineros en
328 municipios (pbi.colobia.org, boletín 18, 2011), en los que la extracción de
recursos minerales se convirtió en una prioridad al servicio de las
transnacionales, que disponen del país a su antojo en ejecución de la política
de consolidación de la inversión extranjera en Colombia. Entre los principales
beneficios se destaca por ejemplo que en ese mismo año, 2010, solamente
tributaron un monto de 5.6 billones de pesos, cuando debían haber pagado 15,3
billones de pesos. Adicionalmente el beneficio se extendió a descontar en
impuestos el pago de regalías y no cobrar suma alguna por la renta producida
debida a cambios de precios del mercado, es decir la regalía le resulta igual si
la onza de oro vale cien o vale mil dólares, lo que en cambio no ocurre con el
precio de la gasolina, los alimentos o los arriendos. El desequilibrio en la
tributación con garantías permite establecer que el país nacional, empobrecido y
endeudado prácticamente paga para que se lleven la riqueza colectiva.
Las transnacionales a 2010 casi habían duplicado
la producción y multiplicado las ganancias. Los precios del carbón pasaron de 90
a 160 dólares por tonelada y la onza de oro de 700 a 1800 dólares. La ecuación
es sencilla: ganancias exorbitantes para los inversionistas; posicionamiento del
gobierno ante los grupos económicos y de poder global y; secuelas de destrucción
y perdida de la riqueza nacional para las mayorías de población. En la escala
menor del ámbito local se recibe más cianuro, mercurio, sulfatos, desechos,
polvo, sustancias toxicas, tala a máxima escala, perdida de flora y fauna y
sequía para distribuir entre la comunidad, la tierra y las fuentes hídricas.
La confianza inversionista ha adelantado sus
triunfos asociada a la seguridad democrática que convirtió en enemigos a los
pequeños y medianos mineros, y en corto tiempo ha logrado un rápido
enriquecimiento para las empresas transnacionales y daños irreversibles
acompañados de un envenenamiento lento de mediano plazo para los verdaderos
dueños de esa riqueza.
Las cifras de la
relación extracción-daño irreversible llaman a la reflexión ahora que vienen
tiempos de una paz acordada, propicia para recuperar la memoria y también la
soberanía. Para extraer una onza de oro se destruye una tonelada y media de roca
y la mina se gasta el agua que podría consumir una familia campesina en 20 años
(migrantelatino.com/Francisco Real). El resultados final es de mas de mil
dólares que crecen en el mercado para los inversionistas y nuevo veneno para los
pobladores que reciben en promedio 40 gramos de arsénico, 10 de cromo, 170 de
plomo y 70 de Zinc (Minería en Colombia, 2013). El proceso productivo por ser
expansivo provoca la perdida de soberanía alimentaria, modifica el curso de ríos
y quebradas y aumenta el riesgo sobre la vida e integridad de las comunidades
expulsadas con las reglas de la nueva territorialidad de la mina, o desplazadas
de manera forzosa por la seguridad armada de la mina. Una situación similar ha
ocurrido en la escala nacional con las siete bases militares militares
americanas instaladas en medio de la mejor biodiversidad, que han creado su
propia territorialidad y que en tiempos de paz están llamadas a ser desmontadas,
máxime si la ONU viene a verificar el cese de fuegos internos.
La industria minera no respeta derechos, ni de humanos, ni de la madre tierra, sobre todo porque no es cierto que haya una minería sustentable. Justificar que lo es es distorsión, engaño. El empobrecimiento y extracción de riqueza mineral en el el siglo XXI, tiene a su favor la desesperanza, las carencias y las necesidades insatisfechas de las mayorías de población, que le hacen fácil al gobierno cumplir sus metas y a las transnacionales adelantar el ciclo de bonanza, destrucción y empobrecimiento, guiado por el proceso privatizador de los bienes y que además del despojo patrimonial provocan desastres ambientales y descomposición social y cultural de comunidades.
Las principales
zonas de incidencia minera en Colombia están empobrecidas, sin agua potable, sin
atención sanitaria, con deficitarios servicios de educación, con hambre, con
presencia paramilitar activa y con conflictos sociales latentes. Mientras tanto
las empresas mas conocidas que dan cuenta de la efectiva confianza inversionista
aumentan sus incalculables fortunas destacándose la Anglo Gold Ashanti Colombia
S A., tercera productora de oro en el mundo, con 406 títulos mineros; Minerales
Andinos de Colombia (Gran Colombia Gold) de capital canadiense cuyos accionistas
mayoritarios son los mismos del Grupo Pacific Rubiales y la ex canciller María
Consuelo Araujo, con 111 títulos mineros (las2orillas 2013, G.Rugeles); Negocios
Mineros S.A., con 88 títulos; Continental Gold De Colombia con 67 títulos;
Mineros S.A con accionistas como el Grupo Colpatria y Financiera Colombiana
controlada por Ardila Lulle con 67 títulos y una producción anual aproximada de
120 mil onzas de oro.
Minería
transnacional significa privatización, contaminación del agua, destrucción del
entorno, elevado uso de energía, degradación de derechos y detrimento de la
calidad de vida por enriquecimiento ajeno, lo que permite vislumbrar que crecerá
la movilización social por la recuperación y defensa del agua, pero además por
la recuperación de la soberanía y autodeterminación en todos los planos de la
vida política, social,económica, ambiental y cultural.
8 Febrero 2016
8 Febrero 2016
Fuente: http://www.dariovive.org/?p=7815
Al
preguntársele sobre la quita de retenciones a las mineras, respondió que las
aumentaría y enseguida se refirió a la refinación como en 2009:
La producción minera en el pais
Definir el modelo
Por
Federico Bernal
(...)En conclusión, la minería en la Argentina debe pensarse y practicarse bajo
la modalidad de ¿un país agrícola-ganadero (o en el mejor de los casos,
agroindustrial)?, o bien ¿de uno decidido y encaminado a abandonar su
aparentemente eterno subdesarrollo? Y aquí es justamente donde la crisis
internacional puede ayudar a una definición a favor de la segunda opción. Con la
comprobación del reposicionamiento mundial del oro como activo estratégico
fundamental a la hora de edificar y proteger la seguridad económica y financiera
de los países, resulta irracional la profundización del
perfil netamente exportador de la minería aurífera en la Argentina.
Mientras tanto, las “revolucionarias” compañías mineras nucleadas en el World
Gold Council –muchas de las cuales son además las principales operadoras
auríferas en la Argentina– sugieren como prudente un aumento del porcentaje de
la “reliquia bárbara” (parafraseando a Keynes) en las reservas del Banco
Central, llegando inclusive hasta insinuar hacerlo comprando la producción
doméstica".
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