Habla
vocero de la Coordinadora Arauco Malleco, Héctor Llaitul
Territorio y autonomía:
demandas del pueblo mapuche
1 de
agosto de 2017
Por
Punto Final
(Rebelión)
El trabajador social Héctor Llaitul Carrillanca (50 años, cinco
hijos), vocero de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), habla para Punto
Final sobre los objetivos
autonomistas y anticapitalistas de su organización. Reivindica las
acciones directas contra las forestales que desde hace veinte años se
llevan a cabo en La Araucanía (Wallmapu para
el pueblo mapuche) y critica en duros términos el plan de desarrollo
para la Región anunciado por la presidenta de la República y que el
ministro de Desarrollo Social, Marcos Barraza Gómez, comunista, calificó
en una columna de opinión en El
Mercurio (5 de julio)
como “una de las propuestas más sólidas e integrales presentadas en esta
materia durante nuestra historia republicana”.
Pedimos a
Héctor Llaitul que hiciera un diagnóstico de la situación en el Wallmapu
y ésta fue su respuesta:
“Efectivamente hay una agudización del conflicto. Esto lo producen
las medidas que implementa el Estado chileno para enfrentar las demandas
-sobre todo las demandas políticas y territoriales- de nuestro pueblo.
Eso ha creado una situación en que el conflicto no tiene solución
en el corto o mediano plazo. El Estado chileno ha puesto en práctica una
suerte de ‘guerra de baja intensidad’ contra los movimientos de
resistencia mapuche para salvaguardar los intereses del gran
empresariado de la región.
Esto se grafica en la militarización de la zona de conflicto entre las
comunidades mapuches y los procesos de inversión capitalista que
arremeten contra nuestro pueblo. La reivindicación territorial y
autonómica choca directamente con los intereses de los grupos económicos
de la industria forestal y energética, lo que ha producido una mayor
radicalidad en la confrontación.
La
creciente militarización del Wallmapu
se observa sobre todo en los patrullajes de carros
blindados de las Fuerzas Especiales de Carabineros, en la cantidad de
personal destinado a la Región que cumple diversas tareas. Son unos tres
mil efectivos apostados en el Wallmapu histórico. Están allí para
custodiar los intereses de las forestales y de los proyectos
energéticos. Otros carabineros cumplen misiones de protección en puntos
de riesgo. En resumen, numeroso personal equipado para un combate,
batallones de policía militarizada con campamentos, vehículos de
transporte mayor como helicópteros y avionetas, equipos de vigilancia
sofisticados que incluyen drones, globos aerostáticos, sistemas de alta
tecnología mediante cámaras de vigilancia en la ruta 5, principal
arteria que cruza el Wallmapu. Algunas con capacidad geotérmica de
visibilidad nocturna. Todo esto ha significado un gasto muy cuantioso.
Sólo las cámaras de vigilancia con infrarrojo significaron una inversión
de más de cinco mil millones de pesos.
A eso hay
que sumar la permanente criminalización del pueblo mapuche. Detenciones
arbitrarias, allanamientos, prisión política -hay más de cuarenta presos
o procesados políticos-, etc.
También
está la aplicación de la Ley Antiterrorista y de la Ley de Seguridad
Interior del Estado en procesos viciados por la utilización de
mecanismos de esas leyes, como los ‘testigos protegidos’. Hay que
agregar las operaciones de inteligencia policial y política con montajes
que pretenden sacar de circulación a dirigentes y militantes. Todo esto
no es nuevo para nosotros, también se hacía en dictadura.
Existe una potente campaña mediática que tiene dos objetivos
principales: reproducir en el imaginario colectivo la imagen del mapuche
‘terrorista’. Cada vez que los mapuches defendemos nuestros derechos, la
prensa nos cataloga de delincuentes o terroristas. Aquello establece una
condena previa contra los militantes de la causa mapuche. Esa campaña
tiene un alto componente de racismo y no solo proviene de la derecha
sino también de los gobiernos de turno. Un racismo que ha existido
históricamente y que ha permitido construir un discurso que es parte de
la ideología del poder. Los mapuches éramos considerados -en el pasado-
sanguinarios, primitivos y salvajes; después nos caracterizaron como
flojos, borrachos, etc. Son prejuicios que reproducen los medios de
comunicación a la hora de situar al pueblo mapuche como actor en este
conflicto.
La
derecha económica y política ha ganado posiciones para crear la imagen
de que las víctimas de la violencia son ellos y no los mapuches. A tal
punto que una de las medidas anunciadas por la presidenta Bachelet
apunta en la dirección de reparar a las víctimas de la violencia rural
que serían los agricultores, colonos y empresas que han sentido los
efectos de la resistencia mapuche. Se les presenta como las únicas
víctimas, no a los mapuches que hemos sido las víctimas históricas del
conflicto desde que el Estado y el sistema capitalista se impusieron a
sangre y fuego en nuestros territorios. Este es, en síntesis, el
escenario actual de la confrontación”.´
ATAQUES
INCENDIARIOS A EMPRESAS FORESTALES
¿Qué
actitud tiene la CAM sobre los ataques incendiarios a camiones y
maquinaria de las forestales?
“Para
analizar esos hechos hay que referirse a la violencia en la agudización
del conflicto entre el pueblo mapuche y el Estado chileno. No es
resultado solo de los grados alcanzados por la resistencia mapuche.
Desde luego, se trata de una confrontación en que ambas partes tienen
responsabilidades. De parte del Estado ha habido una violencia
permanente, estructural, económica y cultural mediante la usurpación de
los territorios mapuches. Asimismo se ha negado a solucionar las
demandas políticas y territoriales de nuestro pueblo. El desarrollo del
proceso de resistencia ha llevado a realizar acciones que enfrentan
sobre todo las relaciones opresivas de mercado que afectan al mapuche.
Son acciones de sabotaje y dirigidas contra los intereses de los
usurpadores de la tierra. Sus procesos de inversión capitalista
destruyen el hábitat y la concepción cosmovisionaria de nuestro pueblo.
Esta es la lógica de esas acciones directas. Tienen el carácter de
sabotaje a la economía capitalista y no buscan poner en riesgo la
integridad de la población, como intentan demostrar los medios de la
derecha. Eso es algo que negamos rotundamente. Estas acciones de
resistencia son un componente importante en nuestra acumulación de
fuerzas. Permiten avanzar en el control territorial, que es el objetivo
estratégico de estas acciones. Buscan una solución al conflicto por las
tierras y se dirigen contra el sistema implantado por las empresas
forestales, responsables de la usurpación y devastación del territorio
ancestral mapuche.
Estas acciones han
generado un punto de inflexión en el conflicto. A tal punto que la
derecha y otros sectores conservadores las estigmatizan como terroristas
para perseguir y aniquilar a quienes están detrás de ellas y así tratar
de frenar la resistencia de nuestro pueblo. Las reivindicamos como parte
de la lucha estratégica y de la protesta social mapuche en general,
porque se han agotado las vías de solución a nuestras demandas
políticas. Se intenta desvincularlas y aislarlas de las otras acciones
políticas que desarrollan las comunidades. Sin embargo, todas forman
parte del proceso de reconstrucción nacional que está desarrollando
nuestro pueblo. Forman parte de la lucha por la recuperación territorial
y por la recuperación de un modo de vida y de un tipo de sociedad mucho
más justa
que la existente”.
PLAN DE
DESARROLLO DE LA ARAUCANIA
¿Qué
opina la CAM del Plan de Desarrollo Integral de La Araucanía anunciado
por la presidenta Bachelet?
“El
conflicto se ha vuelto un tema en la agenda del gobierno. Estamos a
veinte años de los sucesos de Lumaco, cubiertos en la portada de Punto
Final (N° 409 del 19 de
diciembre de 1997) con el título: Lumako.
La dignidad mapuche .
Rememoramos aquel hito porque allí se inició esta etapa del conflicto
con la quema de tres camiones de la Forestal Bosques Arauco. Frente a
las acciones directas y la resistencia han surgido voces, no solo del
empresariado sino también de la clase política, en especial de la
derecha. Pero también de la gobernanza neoliberal representada en un
amplio espectro de la Nueva Mayoría. Esas voces emplazan a buscar alguna
solución a los grados de confrontación adquiridos por el conflicto.
Desde la Presidencia surgió la idea de una comisión asesora que
respaldara ciertos anuncios. En su momento dijimos que no era una
instancia legítima, sino un intento más -como muchos anteriores- de
crear un mecanismo que actuara como dispositivo para atenuar la
confrontación. La comisión entregó su informe a la presidenta que,
finalmente, anunció medidas que no fueron de extrañar. Más de lo mismo,
o nada nuevo bajo el sol. Lo único concreto es la declaración de un Día
de los Pueblos Originarios, un día feriado. Los otros anuncios son solo
anuncios y promesas. Por ejemplo el reconocimiento constitucional de los
pueblos originarios requiere una reforma de la Constitución. ¿Cuánto
tiempo tendrá que pasar para que esto se produzca? Se trata de una
demanda mapuche que tiene casi treinta años.
Chile es
uno de los países más atrasados en el reconocimiento de sus pueblos
originarios. Este anuncio no se va a materializar durante este gobierno.
Si viene un gobierno de derecha menos se va a concretar. La creación de
un Ministerio de Pueblos Indígenas y de un Consejo de Pueblos
Originarios son proyectos que están en el Congreso y que van en la misma
dirección, considerando que los parlamentarios representan en su mayoría
posiciones empresariales. Al respecto, debemos aclarar que la CAM no
demanda la creación de esas instancias que tienen que ver con el modelo
colonial de dominación que sufre nuestro pueblo. Serían algo así como la
Conadi con mayor presencia indígena y recursos para seguir administrando
el estado actual de cosas. Son instancias que demandan otros sectores
del pueblo mapuche interesados en avanzar por la vía institucional.
Pero
nosotros estamos por otra vía: acumular fuerzas para la recuperación del
territorio y la autonomía. Nuestra lucha no va por la institucionalidad
opresora.
Impresiona la desfachatez de los anuncios del gobierno. No variará
las condiciones de opresión y no otorga medidas que restablezcan los
derechos fundamentales de nuestro pueblo, que son derechos políticos. Un
aspecto positivo podría ser el reconocimiento constitucional -aunque no
nos casamos con esto- porque abriría la posibilidad de la lucha política
por la autodeterminación. Por ahí podrían lograrse avances sustantivos.
Pero el reconocimiento constitucional es hasta ahora una promesa
incumplida. En los anuncios presidenciales se nota la influencia que
ganaron los sectores conservadores, no solo en la comisión asesora sino
en los cercanos a la Presidencia. Por ejemplo, se determinó un fondo de
reparación para víctimas de la violencia rural, pero no para los
mapuches que han sufrido violencia en el actual periodo. Entonces, ¿no
hay justicia para los mapuches? ¿Cuántas casas mapuches han sido
quemadas o destruidas? Cercos y sembrados arrasados. Vidas arrebatadas,
torturas, allanamientos, prisión política, etc. ¿No hay reparación por
estos crímenes? ¿El Estado no se hará cargo tampoco de las masacres del
pasado, de la usurpación territorial, de mantener al pueblo mapuche en
la pobreza?
El discurso empresarial ha instalado víctimas de un solo lado, y
este gobierno se alineó con ellos. Nosotros afirmamos con fuerza que en
este conflicto las víctimas son los mapuches. Las víctimas históricas
desde que el Estado usurpó nuestros territorios a sangre y fuego, con un
ejército financiado por la oligarquía que despojó al pueblo mapuche de
más del 95% de su territorio, robó su ganado, masacró a la gente y la
condenó a vivir en la miseria. Estas son las víctimas reales del
conflicto y el Estado no saca nada con pedir perdón si la solución no
repara ni hace justicia.
También
se anunció un fondo para potenciar el desarrollo en La Araucanía.
Pero los recursos no van para los mapuches y ni
siquiera tiene una lógica indígena. Este gobierno insiste en la idea
colonial de tratar de superar la pobreza y la desigualdad con mayor
asistencialismo.
La presidenta Bachelet entregaría fondos para
que la gente capitalice y reproduzca el capital en una zona muy
conservadora y que está en manos del empresariado. El fondo está
destinado a grupos conservadores, lo que incluye también a colonos
fascistas responsables además, de la represión de personas que llevaban
adelante el proceso de Reforma Agraria en los años 70. No es por nada
que La Araucanía es conocida como el bastión de la derecha más
recalcitrante”.
EL
CAMINO DE LA CAM
¿Qué
plantea la CAM frente a esta realidad?
“Tenemos
una mirada positiva de la lucha mapuche y de sus resultados. Esta lucha
es entre los poderosos y los oprimidos, y por razones obvias estamos en
desventaja estratégica. Hay un conflicto que en el corto y mediano plazo
no tiene solución, al menos en el actual escenario político-social. Pero
se debe reconocer que, del lado mapuche hay una fuerza social, política
y militar que se confronta con el empresariado y la gobernanza
neoliberal y que lo hace dignamente. Con el tiempo y al calor de la
lucha, hemos desarrollado capacidades político-organizativas expresadas
en las experiencias de control territorial, así como de capacidad
operativa con los diversos Organos de Resistencia Territorial, los ORT,
quienes han sabido expresar la resistencia con sabotajes certeros al
gran capital, y a su vez disposición combativa permanente para el
enfrentamiento con las fuerzas de ocupación. También se debe reconocer
que el movimiento de resistencia va adquiriendo paulatinamente
perspectivas autonomistas y revolucionarias en sus definiciones. Y es
aquí donde nos situamos como CAM.
Hay un proceso de acumulación que tiene que ver con el objetivo del
control territorial. Las acciones de resistencia han permitido entrar a
disputar las tierras con el empresariado. Las tierras recuperadas, que
están bajo la plataforma del control territorial, llevan un curso
distinto a la reproducción del capital y constituyen la base para la
reconstitución del mundo mapuche, es decir el logro de la reproducción
del tejido político, social y cultural de nuestro pueblo. El capitalismo
es el que depreda los territorios aniquilando toda forma de vida. Frente
a esa realidad, existe una fuerza social, política y militar del pueblo
mapuche que defiende sus derechos y que está acumulando fuerza en una
perspectiva autonomista y revolucionaria.
La CAM ha
señalado públicamente su disposición de llegar a un entendimiento
-inclusive propusimos una tregua en la confrontación-.
Estamos dispuestos a conversar -y a transar inclusive-, pero sobre
aspectos sustantivos: los derechos fundamentales de nuestro pueblo que
tienen que ver con la recuperación del territorio, que es la demanda
histórica más sentida, y la posibilidad de reconstruir el mundo mapuche
sobre la base de la autonomía y la libertad.
Esa
concepción es de todos los pueblos que no quieren ser sometidos por
nadie. En ese marco estamos dispuestos a conversar, pero las autoridades
no están dispuestas a hacerlo en esa misma sintonía. Sólo pretenden
entregar algunas concesiones básicas. El movimiento autonomista ya no
quiere tratar esos temas. La fuerza que hemos logrado no es para que
ahora vayamos a sentarnos a una mesa a conversar los temas y promesas de
siempre. La fuerza lograda, producto del sacrificio y esfuerzo de las
comunidades, de mujeres y hombres, de ancianos y niños, merece un
proceso con mayor altura de miras. Un enfoque que reconozca los derechos
políticos de la nación mapuche. Tal como lo hizo antes nuestro pueblo
cuando confrontaba y llegaba a Parlamentos con el Estado español y la
recién creada República chilena. Parlamentos establecidos en base a
relaciones diplomáticas, comerciales, políticas, etc. Hoy no existe esa
voluntad de parte del Estado chileno, y en la práctica no se puede
dialogar cuando existe una relación desigual y aún de tipo colonial.
Sin embargo, nuestro pueblo tiene la suficiente
capacidad y la dignidad suficiente para mantener la resistencia y
avanzar en este proceso que aún tiene mucho tiempo por delante. Las
potencialidades están en las nuevas generaciones que van resignificando
la causa mapuche con mayor newen
ka feyentun. La lucha por el territorio ancestral continuará porque
es la base esencial de la reconstrucción de la Nación Mapuche. La
autonomía es nuestro sueño de libertad”
Publicado en “Punto Final”,
edición Nº 880, 21 de julio 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario