Al menos el 4 0% de
los conflictos internos están vinculados a la explotación
de los recursos
naturales de gran valor
En guerra permanente
15 de noviembre de 2017
Por Nora Fernández (Rebelión)
El 6 de Noviembre se celebró el Día
Internacional de la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente por la
Guerra y los Conflictos Armados, fue una decisión aprobada por las Naciones
Unidas el 2001 que se basó en los efectos que sobre el medio ambiente tienen la
guerra y los conflictos armados, generalmente no incluidos en nuestros
recuentos de daños de guerra que se limitan al número de víctimas humanas.
Sabemos que los conflictos armados incluyen estrategias de guerra como la quema
de cosechas, la tala de bosques, el envenenamiento del aire, del agua, del
suelo y la destrucción de ciudades y de infraestructura para lograr ventaja
militar. Ya los romanos contaminaban los suelos de sus enemigos con sal
inutilizándolos para la agricultura y hambreando y debilitando a sus enemigos.
La guerra favorece y facilita, además la explotación del medio ambiente al
aumentar la necesidad de sobrevivir a cualquier precio.
Las Naciones Unidas, en su programa del Medio
Ambiente (UNEP en inglés), encontraron que durante los pasados 60 años por lo
menos el 40% de los conflictos internos han estado vinculados a la explotación
de los recursos naturales de gran valor (madera, diamantes, oro, petróleo) o
escasos (el suelo fértil y el agua). Descubrieron, además, que los conflictos
relacionados a recursos naturales tienen el doble de probabilidades de
repetirse. Por esa razón fue que adoptaron el 2016 una resolución que reconoce
el papel que los ecosistemas saludables juegan en la reducción de los
conflictos armados. Las Naciones Unidas han reafirmado, por todo esto, su
compromiso con la paz y con estrategias en su favor (Transforming our world:
the 2030 Agenda for Sustainable Development –Transformando nuestro mundo:
Agenda a favor del Desarrollo Sustentable 2030) (1).
Pero a pesar de los compromisos por la paz, la
guerra se impone como estrategia de expansión. Esfuerzos que documentan los
costos humanos y ambientales ayudan a entender que la paz es la única opción,
estos esfuerzos son particularmente importantes en tiempos en que una ideología
guerrerista se expande y la guerra es aceptada como permanente y se promueve un
proyecto globalizador que además genera consenso a favor del uso de armas
nucleares en los conflictos armados.
La guerra cuestionada
Estados Unidos y el resto de occidente
favorecen una estrategia de guerra permanente, contra humanos y naturaleza,
alimentando un ciclo autodestructivo doloroso y en extremo peligroso porque
incluye la creciente aceptación del uso de materiales nucleares. Los materiales
nucleares implican al plutonio y uranio empobrecido pero también bombas de
capacidad variada, muchas con capacidad atómica muy superior a las de Hiroshima
y Nagasaki. Las bombas atómicas que Estados Unidos usó contra Japón tenían
entre 15 y 21 kilotones y generaron un hongo nuclear que no alcanzó los 10 mil
metros de altura, que no es poca altura, un avión comercial de pasajeros viaja
a una altura de 10 a
15 mil metros. Pero la capacidad atómica hoy ha aumentado en cien, mil y más
veces, por ejemplo, la bomba atómica norteamericana B83 tiene mil kilotones y
un hongo nuclear que llega a los 20 mil metros de altura y la Castle Bravo tiene 15
mil kilotones y un hongo nuclear que alcanza los 30 mil metros de altura pero
la bomba atómica rusa “Bomba del Zar” es un gigante, con 50 mil kilotones y un
hongo nuclear que alcanza los 40 mil metros de altura. (2)
La perspectiva de guerra permanente de la mano
con un proyecto globalizador (antaño: imperialista) impone, o trata de imponer,
los intereses de un grupo dominante. En sus 500 años de dominio occidente no ha
sido ni flexible ni abierto, ni ha tomado responsabilidad sobre sus acciones,
siempre los malos han sido otros, los sin Dios, los con otro Dios. Vistos como
los “elegidos,” los “civilizados,” hemos impuesto nuestro modelo a los
“salvajes.” En América, África o Asia, los “salvajes” han sufrido los esfuerzos
civilizatorios occidentales traducidos en opresión, genocidio, esclavitud. La
arrogancia occidental entiende al resto como amnésicos que olvidan los males
sufridos y agradecen las imposiciones, occidente mira con los ojos del
dominador.
La globalización se vende como panacea pero es
un proyecto injusto, opresivo, esclavizador que contribuye a la explotación de
niños, mujeres y hombres y a la destrucción y explotación ecológica. Se impone
con un doble discurso (antaño: hipocresía) que dice favorecer la “diversidad”
(de género, sexual, racial, étnica) al tiempo que termina con los derechos
humanos y los derechos laborales y sociales establecidos. Se trata de explotar
más y mejor, no de alcanzar igualdad socio-económica o justicia social. El
proyecto alimenta pirámides paralelas a la del hombre blanco adinerado.
Pirámides que al tiempo que permiten que unas pocas mujeres, que unos pocos
hombres no blancos, alcancen cúspides corporativas, mantienen intactas las
estructuras del poder. Se globaliza a favor del ilimitado enriquecimiento de
una élite global corrupta, mientras jugosas migajas benefician a sus
intermediarios. Es aceptable tener billonarios no blancos, y hasta mujeres billonarias,
siempre que el control y el poder queden en manos de los más ricos. La
naturaleza de la carrera a la cima se encargará de que los “diferentes” que
lleguen no sean demasiados y al fin, llegan ricos, y los ricos no tienen más
foco que acrecentar su fortuna y velar por sus intereses.
La misma élite que usa el militarismo ha
logrado, generalmente, tener a las Naciones Unidas a su servicio y promover
desde allí también su agenda. El poder se reinventa imponiendo su nueva-vieja
ideología totalitaria a partir de los años 80. Con el fin del período de
pos-guerra termina también la primavera de los 60. Es el “adiós” a los hippies,
a los izquierdistas, a los críticos. Y el “hola” a la policía militarizada
vestida a lo Darth Vader, a las computadoras, celulares y juegos cibernéticos,
a los entretenimientos masivos con sueldos millonarios, a los políticos de
pacotilla que nos mienten, a los feminismos acomodados y jeans de diseño,
tacones altos y uñas y pestañas postizas, a la comida basura que crea obesos, y
al crédito, o mejor dicho a la deuda -a muy alto costo para los pagadores de
intereses pero gratis para los bancos prestamistas que reciben el dinero al 0%.
La guerra como estrategia ha sido cuestionada
hasta por los propios militares. Ya en 1933, el Major General Smedley Butler,
el soldado más condecorado de los Estados Unidos, la vio como vehículo para el
enriquecimiento de unos pocos, su discurso se hizo libro. La guerra es un
chantaje, dijo, un fraude, que beneficia a los menos y que pagan, dolorosamente
hasta con sus vidas los más. Smedley Butler, que se alistó en los Cuerpos de
Marina en 1898, peleó en la Primera Guerra Mundial y predijo que habría una
Segunda guerra y que otras guerras la seguirían, porque las guerras son un buen
negocio para el círculo interno que las promueve. Smedley Butler entendió que
era imposible terminar con la guerra desde Ginebra, hablando. Smedley Butler
argumentó que para terminar con la guerra es necesario terminar con el negocio
de la guerra, con sus ganancias, permitir que los soldados –quienes tienen que
pelear, decidan si debe haber o no guerra, y limitar a las fuerzas militares a
la defensa del país, terminar con las acciones extraterritoriales. (3)
Estados Unidos y la guerra permanente
En Estados Unidos la guerra ha sido cruenta.
En la Guerra Civil
de 1861-1865 y según el censo anterior a esta (1860) murieron el 8% de todos
los varones blancos de entre 13 y 43 años de edad, incluyendo el 6% en el Norte
y el 18% en el Sur. Esta guerra destruyó la riqueza del Sur y no menos del 40%
de la riqueza del Norte y su efecto económico perduró hasta el siglo 20. No es
sino hasta la guerra con Vietnam que en Estados Unidos surge resistencia masiva
contra la guerra de conscripción. Pero el concepto de guerra permanente se
re-impone con la ofensiva de George Bush (padre) en 1991 contra Irak y con los
posteriores golpes de la administración Clinton. El 2003 la administración Bush
(hijo) adopta el ataque “preventivo” con aprobación del Congreso aunque no
cuenta con la aprobación de las Naciones Unidas y Kofi Anan lo cuestiona
describiendo esta política como “un acto ilegal de guerra.” De todas formas la
estrategia se impone. Para el 2015, y luego de las invasiones a Irak (2003) y
Libia (2011), Barack Obama (presidente desde el 2009) comenta en un discurso en
la base de la Fuerza
Aérea en Tampa (Florida) que su presidencia es de tiempos de
guerra basados en una autorización extendida 15 años atrás por el Congreso.
Dice que las “democracias no deben operar en estado de guerra autorizada permanente…no
es bueno para nuestros militares…no es bueno para nuestra democracia.” Pero
Obama no cambia esto. (4)
El presidente entrante, Donald Trump, se
estrena en su cargo lanzando MOAB –la madre de todas las bombas, sobre
Afganistán. Es una bomba (no nuclear) de 10 toneladas, pintada de color naranja
brillante parece una nave. Brian Williams, reportero de MSNBC, comenta por
televisión que verla le recuerda las palabras de Leonard Cohen: “Soy guiado
por la belleza de nuestras armas. ”
(5) Su comentario arrogante sale al mundo. No es moral olvidar la capacidad
destructiva de una bomba y deshumanizar a quienes van a recibir su impacto. Ese
año Trump aumenta el presupuesto militar en un 5% y comenta que “la pelea es
maravillosa.” Washington y la Prensa navegan en un mar militarista.
La huella ecológica del militarismo y
de la guerra
Naturalmente, se trata también de ignorar la
huella ecológica militar que en el caso de los Estados Unidos es enorme dentro
y fuera del país. Estados Unidos tiene 4127 instalaciones militares (del total
unas 860 fuera del país) que ocupan 7,7 millones de hectáreas. La cabeza del
Departamento de Programas Ecológicos del Pentágono, Maureen Sullivan , explicó el 2014 que lidiaba con 39 mil sitios
contaminados, con un costo estimado de US $ 27 mil millones. El ex congresista
por Michigan, John D. Dingell, quien fue congresista por 60 años y sirvió en la Segunda Guerra Mundial ,
argumentó con preocupación que prácticamente todos los sitios militares de
Estados Unidos están seriamente contaminados. Barry Sanders, prestigioso jefe
de investigación nominado dos veces para el Pulitzer, ha dicho que la guerra
contra el terror es una guerra contra el planeta. Y el antropólogo
norteamericano David Vine, en su libro “Base Nation” (2015), argumenta a favor
de suprimir las bases de ultramar, que juegan un papel en la expansión de
Estados Unidos y mantienen una perspectiva racista, generan daños ecológicos y
accidentes, y cuyo personal ha causado crímenes serios por lo que, no sólo son
costosas, sino que perjudican a los Estados Unidos y al mundo. (6)
La contaminación ambiental del militarismo es
enorme. El departamento de Defensa de los Estados Unidos por si solo produce
más basura que las 5 mayores corporaciones químicas de los Estados Unidos,
incluyendo uranio empobrecido, petróleo, pesticidas, herbicidas, plomo y
radiación producida durante la manufactura, el testeo y el uso de armas. Miles
de kilos de micro partículas radioactivas altamente tóxicas, por ejemplo,
contaminan el Oriente Medio, Asia Central y los Balcanes. Las minas y bombas de
racimo están diseminadas en áreas extensas desde el fin de la guerra. El 2009, 34
años del fin de la guerra de Vietnam, la contaminación por dioxina en Vietnam
era 300 o 400 veces mayor que lo normal, resultando en severos defectos de
nacimiento y cáncer en la tercera generación de afectados. Irak, un exportador
de alimentos, importa hoy el 80 por ciento de sus alimentos debido a que la
guerra y las políticas militares desde la guerra causaron desertificación. (4)
Abandonando Kuwait el ejército de Irak
incendió más de 600 pozos petroleros, entre 5 y 6 millones de barriles de
petróleo se volvieron humo junto con 70 a 100 millones de metros cúbicos de gas
natural. Las nubes cubrieron casi 26 mil kilómetros cuadrados, bloqueando el sol y matando miles de
personas por inhalación del humo agrio. Además 60 millones de barriles de
petróleo se filtraron en el suelo envenenando cerca del 40% del agua
subterránea, y cerca de 6 millones de barriles se filtraron al mar formando un
enorme derrame petrolero que destruyó peces, pájaros y mamíferos locales y
terminó con la pesca del camarón. De acuerdo a la Agencia de Protección del
Medio Ambiente de los Estados Unidos cada galón (3,8 litros ) de gasolina
produce 19 libras
(8.6 kg )
de CO2, las fuerzas armadas enviaron 400 millones de libras (cerca de 180
millones de kilos) de gases de efecto invernadero a la atmosfera diariamente.
(4)
Los costos de la guerra “contra el
terror” son un terror
El Instituto Watson para Asuntos Internacionales
y Públicos (Watson Institute for International and Public Affairs) de la Brown University
ha completado un detalle estimando los costos humanos de esta guerra,
incluyendo a los soldados americanos que mueren directamente bajo el fuego
enemigo, a los subcontratistas y los aliados, a sus oponentes y a la población
civil muerta directa o indirectamente en ella o por ella. Sus cálculos
ascienden a 1. 261.000 personas hasta el 2016, la gran mayoría de ellos son
civiles y 14.000 son soldados y contratistas. Los costos financieros no se
limitan a los costos humanos, sino que incluyen también los tratamientos a los
soldados que regresan a los Estados Unidos y completas papeles para recibir
asistencia debido a daños físicos, emocionales o sicológicos, que no siempre se
completan de inmediato pero que son inevitables y que para Marzo del 2014
ascendían a 970 mil pedidos formales de asistencia. Además la guerra ha causado
millones de personas desplazadas indefinidamente que viven en condiciones muy
precarias; el número de refugiados afganos, iraquíes y pakistaníes se calcula
en 7.6 millones. Gran parte de los dineros supuestamente destinados a esfuerzos
de reconstrucción y ayuda humanitaria se han perdido, robado o han sido usados
fraudulentamente en proyectos no sustentables. En Afganistán han desaparecido
ecosistemas, fauna y flora, los suelos sufren desertificación, la foresta
desaparece, el 85% de las aves migratorias han desaparecido del área. En Irak
la infraestructura ha sido devastada, incluyendo los servicios de salud y
educación. Las promesas de democracia tampoco se han cumplido, en Afganistán
los señores de la guerra controlan el poder y la sociedad continúa segregada en
términos de género y etnicidad. (4)
El mito de que la guerra es buena para la
economía es falso, las guerras destruyen también las economías. De acuerdo a
Paul Krugman (Nobel en Economía) la guerra es cara y causa daños económicos
serios incluso al ganador. Joseph Stiglitz (Nobel en Economía) está de acuerdo
con Krugman y explica que la Segunda Guerra Mundial no sacó al mundo de la
gran depresión como se dijo, sabemos que esto es falso y que la paz es mucho
mejor para la economía que la guerra. Dean Baker (economista) explica que los
modelos económicos muestran que los gastos militares desvían recursos que
deberían haber tenido usos productivos y al hacerlo enlentecen el crecimiento
económico y reducen el empleo. Joshua Goldstein explica que la guerra termina
con la riqueza, deprime la economía, afecta negativamente los mercados, por lo
que impide el desarrollo económico y desarma la prosperidad. En
tiempos de guerra los precios y las ganancias aumentan pero los salarios y su
poder comprador bajan, explicó James Galbraith el 2004 diciendo que “rufianes,
especuladores y gente bien conectada se hace rica. La gente trabajadora y los
pobres sobreviven como pueden.” Se produce además un deterioro en los ahorros
debido en parte a mecanismos invisibles como la inflación impositiva. O sea la
guerra es terrible para la mayoría de la gente y solo una bonanza para unos
pocos. (4)
Los gastos militares del mundo el 2016 fueron
de US $1 300 millones, el 2% del PIB mundial. Estados Unidos gastó un poco
menos del 50% del gasto total del mundo, US $611 mil millones, lo siguieron
Francia, Reino Unido, Alemania e Italia que juntos gastaron US $173 mil
millones, China gastó US $215 mil millones. El presupuesto de Obama para el
2017 dedicó el 63% a gastos militares (parte de esta suma bajo gasto
discrecional) y el de Trump para el 2018 aumentó los gastos militares en un 5%
alcanzando al 68% del total presupuestado. En Canadá los gastos militares
también han aumentado a partir de 1999 y para el 2010-2011 se alcanzó el mayor
presupuesto militar desde la Segunda Guerra Mundial. Canadá no figura entre
los 15 mayores, sus gastos militares fueron de US $15 mil millones, invierte
alrededor del 1.2% de su PIB (Producto Interno Bruto) pero como miembro de la
OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) tiene el compromiso de
invertir el 2% de su PIB. (4), (7)
Justamente porque la guerra es un evento
funesto para la humanidad se hace crucial cuestionarla abiertamente como
estrategia fallida. La guerra se presenta como última solución, estrategia de
último recurso, pero no es solución ni es aceptable. Facilitar la paz es la única
solución. Es relevante reflexionar sobre, y tratar de implementar, las
recomendaciones que el General Smedley Butler hizo a los Estados Unidos:
terminar con el negocio que es la guerra y favorecer políticas defensivas no
intervencionistas. Es suicidio aceptar la guerra permanente asociada a un
proyecto globalizador que valida el uso de armas nucleares, un acto criminal
contra la vida del planeta que puede ser única en el universo todo y sagrada.
No es válido rendir homenaje a los millones de víctimas de la guerra en
ceremonias que no desafían las perspectivas dominantes sobre la guerra como un
inevitable, que no despiertan la conciencia a la acción por la paz. Promover la paz
como única solución a los problemas de la humanidad es crucial. Hoy, a los daños
de guerra a humanos y a otras especies, se suman los daños al medio ambiente y
el despilfarro de recursos naturales esenciales para la supervivencia de la humanidad. Es
prioritario decir no a la guerra y al militarismo y terminar con la
glorificación de la muerte para beneficio del poder.
Referencias
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=234072
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