Por qué apoyar a
Marichuy
11 de noviembre de 2017
Por Guillermo Almeyra (Rebelión)
La vocera del Consejo Indígena de Gobierno, Marichuy Patricio
Martínez (MPM), se presenta a las elecciones presidenciales de 2018 con el
objetivo de organizar los pueblos, las comunidades, la población trabajadora y
la izquierda anticapitalista para una lucha que supera ampliamente el proceso
electoral. Su candidatura confía sólo en la unificación de las fuerzas del
pueblo mexicano, que hasta ahora libran una lucha dispersa, y apuesta a la
elevación del nivel de conciencia de los oprimidos cuya mayoría actualmente aún
comparte la ideología de sus explotadores.
Marichuy tiene conciencia de que carece de una máquina electoral y
de que enfrenta la hostilidad de todos los “factores de poder” (bloque
empresarial, prensa y medios de
comunicación del capital, conservadores y oportunistas que buscan ventajas
personales en las instituciones estatales, organismos represivos del Estado
capitalista, oligarquía gobernante al servicio del capital financiero y del
imperialismo estadounidense).
Su propuesta, surgida de los más pobres y
apoyada por éstos y por los más conscientes, no busca ocupar posiciones de
poder en el Estado capitalista sino crear poder popular cambiando la
subjetividad de las mayorías trabajadoras, organizando y reuniendo las fuerzas
de éstas, elevando la moral y la autovaloración de los oprimidos para llevarlos
a la lucha social y a cambiar el país.
Su participación en el proceso electoral es lo
opuesto del electoralismo, de las promesas preelectorales que “se olvidan” al
día siguiente de las elecciones, de los programas-que-jamás-se-ejecutarán, de
la hipocresía y del engaño electoral, del engaño para conseguir votos que
expresan todo el desprecio de quien los obtiene por quienes incautamente se los
dan y es lo contrario de la compra de votos por limosnas que quitan toda
dignidad a los que venden su ciudadanía por un plato de lentejas.
Por eso, en primer lugar, hay que darle una
firma para afianzar su derecho a presentarse en las elecciones organizadas por
y para el capitalismo como candidata anticapitalista, mujer trabajadora y
exponente avanzado de los indígenas.
La mera obtención de más de un millón de
firmas para validar su candidatura sería ya de por sí un gran triunfo
organizativo y político porque demostraría que hay una gran cantidad de
mexicanas y mexicanos que luchan contra la discriminación racial y contra la
opresión de las mujeres y que, por eso mismo, son capaces de firmar para hacer
respetar el derecho ajeno dejando momentáneamente de lado las diferencias de
opiniones políticas partidarias.
El logro antes de diciembre de la cantidad de
firmas que exige el INE será posible por el apoyo de los anticapitalistas, como
la Organización
Política de los Trabajadores (OPT), el Partido Revolucionario
de los Trabajadores (PRT), la
Nueva Central de los Trabajadores (NCT) pero, sobre todo, por
el de grupos organizados de trabajadores y de oprimidos y demócratas
consecuentes presentes sobre todo en MORENA y, en mucho menor medida, entre los
simpatizantes de otros partidos y con el apoyo militante de vastos grupos de
estudiantes en todo el país que así rendirían homenaje concreto a los 43
normalistas de Ayotzinapa víctimas del terrorismo de Estado.
Firmar el pedido de la candidata indígena no
obliga a nadie a dejar de lado otras opciones porque Marichuy no compite con
nadie en el campo electoral ya que ese no es su terreno de lucha y porque tiene
plena conciencia de que la oligarquía que controla el país como agente del
capital financiero internacional jamás reconocería un candidato que no sea “de
la familia” y, mucho menos aún, uno anticapitalista que, para colmo,
movilizaría a las mujeres y a los indígenas y tendría, por lo tanto, gran
simpatía en toda América Latina e incluso en Estados Unidos. Compite, en
cambio, y mucho, en la disputa por las mentes y los corazones de los oprimidos,
contra el hecho aberrante de que existan pobres que aceptan la ideología de
quienes los hunden en la pobreza y explotados que creen que su explotador es su
benefactor.
En sus banderas MPM se define anticapitalista.
La recolección de firmas para su campaña, sin embargo, ganaría en fuerza e
ímpetu y tendría mucho mayor eco si a esa fundamental definición general le
agregase la exigencia de un plan nacional de trabajo para reducir la
desocupación y el trabajo informal y la emigración y recibir a los compatriotas
expulsados por Trump.
Sería necesaria asimismo la reivindicación de
un aumento general de salarios del 50 por ciento (dada la caída de los salarios
reales y el hecho de que la mayoría de los trabajadores no gana tres salarios
mínimos), la exigencia de un sostén a la agricultura familiar y ejidal y de una
amplia protección legal a los trabajadores mexicanos emigrados perseguidos por
Trump y la demanda de priorizar la educación pública, favoreciendo a los más
pobres desde la primaria hasta las Universidades.
El capital es internacional e internacionalista debe ser el
anticapitalismo. No es posible un gobierno solamente de indígenas pues éstos
son una minoría y necesitan aliados fraternos entre los campesinos y
trabajadores de todo tipo. Por eso, para hacer alianzas, hay que definir por
cuál gobierno futuro se combate.
Es fundamental además organizar la oposición a la preparación de
guerras imperialistas – que implican en todos los países una represión a los
movimientos sociales y la eliminación de las conquistas históricas de los
trabajadores- y defender los países que debilitaron la cadena del imperialismo
y que, como Cuba o Venezuela, son hoy blanco del Pentágono. El silencio
refuerza los planes agresivos del capital.
El programa selecciona y forma los cuadros y da conciencia de sí
mismos a los habituados a recibir todas las ideas de quienes les oprimen.
Precisar el programa anticapitalista, por eso, es indispensable para lo que
vendrá en los próximos años.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=233922
No hay comentarios:
Publicar un comentario