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18 de octubre de 2019

IV. ¡Basta de terricidios! Colapso socioecológico amenaza a todes y responsables son las empresas nacionales y transnacionales y los Estados.

La herencia colonial de la deuda climática a través de la idea de raza
15 de octubre de 2019
Por Andrés Kogan Valderrama (Rebelión)
A propósito de una nueva conmemoración del mal llamado día de la raza o encuentro entre dos mundos este 12 de octubre, se hace interesante reflexionar en qué medida la crisis socioambiental en la cual estamos envueltos en la actualidad como seres vivos, tiene directa relación con la aparición de un nuevo sistema mundo colonial moderno, el cual desde la conquista hasta nuestros días, sigue dejando huellas en los diferentes territorios que ha impuesto su dominio.

Una de estas huellas, es lo que se conoce como deuda climática, la cual no es otra cosa que el brutal impacto que ha tenido el planeta en los últimos 200 años, como resultado de la explosiva industrialización de algunos países del Norte Global desde el siglo XIX, los cuales con sus sistemas de vida basados en la producción y consumo ilimitado de mercancías, han generado efectos irreversibles para el planeta en su totalidad.
Como la evidencia histórica nos muestra, países de occidente como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Australia, Canadá, son los que a lo largo de los dos últimos siglos más han impactado el clima a nivel mundial con sus sistemas de vida insostenibles para el planeta. De ahí que desde el Sur Global se hable de una deuda histórica de aquellos países y la necesidad de garantizar una justicia climática para todas y todos, la cual anteponga los derechos de pueblos y territorios por sobre los estados y las empresas.
No obstante, esa expansión industrial de esos países, no es posible entenderla sin un proceso previo de colonización desde 1492, el cual fue capaz de expandirse gracias a la idea de raza, la cual como bien plantea el pensamiento anticolonial, se usó para clasificar mundialmente a distintos grupos de seres humanos en inferiores o superiores. En consecuencia, la racialización de comunidades indígenas durante la conquista, solo se entiende en la medida que los llamados indios fueron vistos como seres salvajes, no civilizados y más cercanos a la naturaleza.
Una herencia colonial que se ha mantenido hasta el día hoy, la cual se evidencia con cada proyecto extractivo que se aprueba e instala en cada país de la región, sea este minero, maderero, agroindustrial o petrolero, en donde siempre los más perjudicados son comunidades indígenas, ante su mayor apego a los territorios. Por eso que es tan importante ser igual de críticos tanto con gobiernos conservadores como progresistas, ya que todos están atrapados en lógicas de colonialismo interno, funcionales al extractivismo imperante.
Sin embargo, la deuda no debiera pagarse en dinero, como algunos sectores de izquierda plantean, sino en decrecimiento de los países más industrializados, que incluya también a países no occidentales como China por ejemplo, el cual es el mayor contaminador del planeta, por lo que se hace indispensable incluirlo también en la lista de países ecocidas a nivel planetario, más allá que algunos sectores decoloniales lo vean como un aliado contra occidente.

China no habrá usado la idea de raza para expandir su dominio económico en la actualidad, como ocurrió con los imperios de occidente, pero igualmente está tomando un estilo de vida que tiene su origen en 1492, el cual se sustenta de la extracción de bienes comunes de América Latina y África.
A su vez, sería bueno que Naciones Unidas entienda de una vez que los Derechos Humanos tienen que ampliarse a los Derechos de Los Territorios, pasando de una mirada jurídica antropocéntrica a una que incluya al resto de los seres vivos, de manera de exigir a los Estados una responsabilidad planetaria en sus políticas. No es posible que en cada cumbre por la crisis climática que se realizan en distintos países, se siga pensando con lógica dual, que separa la cultura de la naturaleza, como si las sociedades se pudieran sostener solas, por fuera de los ecosistemas.
Seguramente los predicadores del crecimiento económico sin fin y expertos en derecho internacional, como son buena parte de los economistas y abogados, sean estos de izquierda o de derecha, les parecerá una locura estas ideas, pero es la única forma de construir en conjunto la idea de una nueva justicia climática, que se haga cargo del calentamiento global y de un sistema depredador, que afecta a las poblaciones más empobrecidas, sean estas humanas como no humanas.
Andrés Kogan Valderrama, sociólogo, editor del Observatorio Plurinacional de Aguas.

III. ¡Basta de terricidios! Colapso socioecológico amenaza a todes y responsables son las empresas nacionales y transnacionales y los Estados.

Declaración de las y los asistentes a encuentro sobre crisis climática, transición energética y extractivismo minero en América Latina

17 octubre 2019
Por OLCA

Frente a la innegable crisis climática y las falsas soluciones levantadas por instancias coaptadas por el sector empresarial transnacional apoyado por los Estados, del 26 al 28 de septiembre se realizó en Santiago de Chile el Encuentro Regional: Crisis climática, transición energética y extractivismo minero en América Latina. Organizado por el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina junto a War on Want y Mining Watch Canada.

Consideramos
Que los verdaderos responsables del colapso ambiental son las empresas nacionales y transnacionales y los Estados, principalmente del Norte industrializado y las potencias emergentes como China, a través de sus políticas de fomento a la acumulación capitalista, consumismo y de las actividades extractivistas.
Que el discurso de la crisis climática actual interpela a las personas por una responsabilidad individual, distrayendo la atención de los principales responsables.
Que a los pueblos, comunidades y organizaciones que resisten a estas actividades extractivistas y que defienden la vida, el agua y los territorios se les estigmatiza, reprime, criminaliza y asesina.
Que las empresas y los Estados extractivistas son quienes incurren en verdaderos actos criminales contra toda forma de vida, violando los Derechos Humanos y los Derechos de la Naturaleza.
Que el extractivismo minero en todas sus fases provoca ecocidio y etnocidio en los distintos territorios donde se instala.
Que el crecimiento económico en el Norte Global y las potencias emergentes se esconde tras el discurso de la ‘transición energética’ incrementando exponencialmente las zonas de sacrificio para garantizar el suministro de minerales para las llamadas tecnologías ‘verdes’, a costa de la explotación de nuestros territorios y la precarización de sus habitantes, intensificando la crisis ecológica.
Que a la histórica y manifiesta resistencia existente en nuestras comunidades urbanas y rurales del Sur Global ante la crisis climática, hoy se suma el pánico que se ha instalado en el Norte Global. El pánico no puede imponernos falsas soluciones ni reproducir el extractivismo.
Que la crisis climática, como parte de una crisis ecológica, es una condición del modelo de desarrollo mundial capitalista, que requiere múltiples acciones conjuntas de los pueblos del mundo.
Denunciamos
Cualquier intento de las empresas mineras de beneficiarse de la crisis climática con engaños como: Relaves Inclusivos y/o “adopción” de pasivos ambientales, Minería Responsable, Minería Verde, Minería Sustentable, Minería Ecológica, Minería Limpia, Minería Climáticamente Inteligente, Mecanismos de Compensación frente a daños sociales y ambientales, Economía Verde y cualquier otro concepto que busque lavar su imagen o permanecer en la impunidad.
A los Estados y las corporaciones que descuartizan, dividen, privatizan, rematan y mercantilizan a la naturaleza y los territorios para convertirlos en recursos, mercancías o servicios ambientales.
Las visiones de una transición que se centren en la mera nacionalización de los minerales y el petróleo y no garantizan un cambio estructural, distinto al capitalismo extractivista.
Cualquier apropiación de conocimientos, experticias y sabidurías locales por las empresas mineras y los Estados para fomentar actividades extractivas. Las verdaderas conocedoras de los territorios son los habitantes y nadie más.
Que las empresas extractivistas además de enajenar el medio ambiente también deterioran la credibilidad y autoridad de las instituciones gubernamentales con acciones de corrupción de funcionarios y entidades del Estado.
Que a la fecha las “COPs” no han aportado a la solución de los problemas de injusticia climática y desigualdad provocada por el extractivismo depredador, concentrando las decisiones a la sombra de los intereses empresariales responsables de la crisis climática actual.
Reconocemos
Que la fortaleza para enfrentar esta crisis está en los jóvenes, mujeres, comunidades y organizaciones, movimientos y territorios.
Que nuestra lucha anti-capitalista también es una lucha decolonial, anti-patriarcal y anti-racista.
Que la naturaleza es sujeto de derechos y su reconocimiento es una necesidad global.
La autodeterminación de los pueblos para resistir y decir “no” ante la invasión de las empresas mineras en sus territorios.
Lucharemos
Para que la justicia ecológica surja de los territorios desde donde se lidera los procesos para proteger las formas de vida, el agua, los glaciares, los ríos, los ecosistemas y la Madre Tierra cada día más amenazados e impactados por el capitalismo extractivista depredador.
Por respetar y fortalecer la autonomía de las comunidades y sus organizaciones, para definir las soluciones definitivas en el marco de la justicia y la equidad en función de la naturaleza, el planeta y la humanidad.
Por el respeto a los pueblos Indígenas, campesinos y otras comunidades, quienes son los guardianes de sus territorios.
Por detener la entrega de concesiones mineras y petroleras en los territorios.
Por apoyar procesos de prohibición y resistencia a la mega-minería.
Para asegurar que los responsables de los procesos de cierre sean las mismas empresas mineras que se beneficiaron del saqueo y que la reparación integral del territorio surja de un proceso colectivo y participativo de las comunidades afectadas.
Para que las catástrofes ambientales, la contaminación, los asesinatos y cualquier otra violación a los territorios provocados por empresas mineras sean reconocidos por lo que son: CRÍMENES. Es urgente desarrollar políticas y mecanismos vinculantes para enfrentar la impunidad de las empresas, sus dueños, ejecutivos y sus centros financieros.
Para fortalecer organizaciones y movimientos que luchan en defensa de los territorios.
Desarrollar acuerdos regionales de solidaridad y complementariedad para asegurar la soberanía alimentaria, energética y económica.
Para defender el agua en todos sus estados como fuente de vida.
Para sembrar, celebrar y fortalecer territorios libres de minería.
Organizaciones firmantes:
Asamblea por la Defensa del Elki (Chile/Elqui)
Acción Ecológica (Ecuador/Quito)
Asamblea por el Agua del Guasco Alto (Chile/Huasco)
Belén dice NO a la minería (Chile/Arica)
CENSAT Agua Viva (Colombia/Bogotá)
Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB) (Bolivia/Cochabamba)
Centro de Investigación sobre Inversión y Comercio (CEICOM) (El Salvador/ San Salvador)
Codemaa (Chile/Atacama)
Comunidad Indígena Diaguita Patay Co (Chile/Huasco)
Coordinadora Ambiental Valles en Movimiento Limarí – Monte Patria (Chile/Limarí–Monte Patria)
Coordinadora Penco-Lirquén (Chile/Penco-Lirquén)
Coordinadora por la Defensa del Río Loa y la Madre Tierra (Chile/Calama)
London Mining Network (Reino Unido/Londres)
Movimiento por las Sierras y Aguas de Minas Gerais (Brasil/ Minas Gerais)
Mesa Comunal de Turismo Monte Patria y Limarí (Chile/Monte Patria - Limarí)
Mining Watch Canada (Canadá/Ottawa)
Observatorio de Conflictos Mineros en América Latina (OCMAL) (Chile/Santiago)
Observatorio Conflictos Mineros de Zacatecas (OCMZAC) (México/Zacatecas)
Observatorio de Ecología Política de Venezuela (OEPV) (Venezuela/Caracas)
Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) (Chile/Santiago)
Observatorio Plurinacional de Salares Andinos (OPSA) (Chile/Atacama)
Putaendo Resiste (Chile/Putaendo)
Red de Afectados por la Vale (Brasil/Minas Gerais, Brumadinho)
Red de Mujeres El Loa (Chile/Calama)
War on Want (Reino Unido/Londres)  
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Documentos/Declaracion-de-las-y-los-asistentes-a-encuentro-sobre-crisis-climatica-transicion-energetica-y-extractivismo-minero-en-America-Latina

II. ¡Basta de terricidios! Colapso socioecológico amenaza a todes y responsables son las empresas nacionales y transnacionales y los Estados.

Argentina. Ya van 9 días de la ocupación pacífica del ministerio del Interior por parte de mujeres indígenas que luchan por el territorio y la vida /Convocan concentración y acto solidario este sábado a las 13 horas



(..)Por último, se anunció que el sábado a las 13 horas se realizará en la puerta del ministerio (25 de Mayo 101) una concentración y acto solidario, con la intervención de músicos y artistas.
Como se ve, la Revolución de las flores nativas y rebeldes sigue dando pasos en aras de conseguir respuestas concretas para sus demandas y reclamos.

Parte de Prensa
Noveno día de la #OcupaciónPacifica en el #MinisterioDelInterior llevada adelante por el Comité de Mujeres Indígenas de territorios en conflicto autoconvocadas.
Queremos comunicarles que esta lucha es por el territorio y por la vida. Llevamos nueve días soteniendo esta lucha por la visibilizacion.
Hoy hemos tenido una reunión con la secretaria del Instituto Nacional de las Mujeres (INAM), Silvia Lommi. Fue una reunion muy positiva. Queremos reiterar que estamos acá de manera autoconvocada, cada una de nosotras decidió salir de los territorios a luchar y ser la cara visible, ser la voz se esos ríos, de esos cerros, de esas montañas que estan siendo fuertemente amenazados por empresas extractivistas.
Queremos agradecerles a cada uno de ustedes por su apoyo. Nos sentimos acompañadas.
La secretaria Lommi nos recibió muy amablemente, escuchó las verdades que han sido omitidas hace muchísimo tiempo, verdades de hermanas indígenas que han sido asesinadas por feminicidio indígena en nuestros territorios. No solamente escuchó nuestras historias de dolor sino también nuestras propuestas para poder trabajar en nuestras comunidades, para ser nosotras las operadoras o defensoras de la vida, como preferimos llamarnos. Trabajaremos para relevar todo lo que tenga que ver con violencia hacia las mujeres indígenas y feminicidios, tanto en la periferia como en la urbanización, para poder poner en claro a este gobierno y a los que vienen que hay muerte hacia nuestras mujeres.
Exigimos justicia. También expusimos que no todas somos iguales, no todas somos mujeres, dentro de las naciones indígenas también hay disidencias.


Vamos avanzando de a poco, esperamos que desde los otros ministerios nos reciban y se sensibilicen con las demandas que traemos. Nos falta la presencia del secretario de salud y del ministro de medio ambiente que parece nos va a recibir mañama a las 13hs ya que realmente los casos que traemos son urgentes. Para nosotras no solamente es el cuidado de la naturaleza sino conservarla. Así que esperamos tener novedades en el día de mañana. Queremos expresar la solidaridad con compañeres que han estado aquí apoyándonos desde el primer día y que están siendo hostigades por la policía. Repudiamos la persecución que intenta criminalizar la solidaridad, que intenta desarticular los lazos que hay entre los pueblos y queremos pedirles que no duden en hablar con nosotras porque nos importa mucho la seguridad de todes ustedes.
Esto da cuenta del peligro en el que se siente el sistema cada vez que los pueblos de manera unida y amorosa entendemos la magnitud de la lucha que tiene que ver con el resguardo de la vida. Aca venimos a denunciar a las grandes empresas extractivistas transnacionales que están destruyendo todo. Venimos a declararnos en contra del terricidio y eso les está preocupando. Asi que compañeres no se dejen intimidar y aquí estamos para ponerle el cuerpo ante la necesidad de garantizar la seguridad de ustedes. También queremos agradecer a les trabajadores del Ministerio del Interior que se han comportado amablemente en general, fueron pocos los casos de trabajadores racistas que se molestaron ante esta medida, en general hemos tenido expresiones de apoyo y respero. Continuamos esta ocupación pacífica. Esto es memorable, pasaran los años y se recordará que alguna vez vinieron un puñado de mujeres indigenas rebeldes a decir que había que hacer algo contra el terricidio que hay que preservar la vida de los territorios y los pueblos. Esperamos que esto sea una semillita que germine en una gran rebelión que haga nacer una nueva sociedad. Exigimos a la Secretaría de Salud que nos reciba también el día de mañana.

Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/10/17/argentina-ya-van-9-dias-de-la-ocupacion-pacifica-del-ministerio-del-interior-por-parte-de-mujeres-indigenas-que-luchan-por-el-territorio-y-la-vida/

I. ¡Basta de terricidios! Colapso socioecológico amenaza a todes y responsables son las empresas nacionales y transnacionales y los Estados.

Argentina: Sigue la revolución de las flores nativas

Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano, 17 octubre 2019

(..)Autoconvocadas para hacer oír sus reclamos, estas mujeres se enfrentaron una vez más con un Estado que desborda racismo por todos los poros, que más allá de quien gobierne, generalmente se las margina como ciudadanas de una clase muy inferior al resto. Se les roban sus tierras, se impiden sus ceremonias ancestrales, se las expulsa con violencia de pequeñas parcelas donde mantienen cuatro gallinitas, un par de cabras o en el mejor de los casos algunas ovejas. Muchas de ellas cargan sobre sus espaldas las marcas del rigor con que las maltratan gobernadores esclavistas o empresarios trasnacionales que les imponen hidroeléctricas o deforestan a mansalva para que “se vayan de una vez esos indios molestos”.

Con razón, declaran a quien las quiera escuchar: “Acusamos de terricidio a los gobiernos, y a las empresas que están asesinando nuestros territorios». Y agregan; «Llamamos terricidio al asesinato no sólo de los ecosistemas tangibles y de los pueblos que lo habitan, sino también al asesinato de todas las fuerzas que regulan la vida en la tierra, a lo que llamamos ecosistema perceptible”.

Son sabias y peleonas estas mujeres y por eso van logrando poco a poco lo que se proponen. Lo hacen en sus comunidades, en peleas desiguales con gendarmes, policías brutales y jueces que las miran con desprecio. Muchas veces les va la vida en ello, pero no retroceden. También aquí ocurre lo mismo, ya que al ver que un ministro se borraba, levantaron la apuesta y dijeron: “reclamamos una mesa resolutiva interministerial”. Y así, ya pudieron contar sus reclamos en el ministerio de Justicia, donde surgieron algunos avances para investigar a fondo el caso de Marcelino Olaire e Ismael Ramírez. Sin embargo, la ocupación sigue, a la espera de poder hablar con otros ministerios y romper con la muralla de silencio que generalmente tiene el Estado cuando los pueblos originarios exigen soluciones.

Capítulo aparte de esta importante acción directa encarada por 23 mujeres que saben lo que quieren, es otro de los desprecios habituales, el de los medios hegemónicos de comunicación, que estos 9 días hicieron como si el problema no existiera. Ellos, que tan presurosamente van a sitios intrascendentes movidos no por la noticia, sino por el morbo, no se dignaron a aparecer por 25 de mayo 101, donde está instalado el “campamento de la dignidad y la lucha”. Como en muchas otras ocasiones, fueron los medios alternativos los que dieron visibilidad a lo que está ocurriendo hasta el momento en que se escribe esta nota. Cronistas sensibles que no van detrás de primicias sino de hacer fuerza, a su manera, para que la victoria alumbre a estas mujeres que no solo hablan por su gente, ya que también traen la voz de los valles, de los ríos y de las montañas.

Fuente:  http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/10/17/argentina-sigue-la-revolucion-de-las-flores-nativas/

III. El petróleo no es futuro, entonces Vaca Muerta dejará sólo ecocidios-genocidios

¿Tendencias en el nuevo tiempo político en América Latina?
Crisis de la civilización petrolera,
extractivismo predatorio y
política del saqueo
14 de agosto de 2019

Por Emiliano Teran Mantovani (Rebelión)

I. Nueva fase del extractivismo y la oleada de acumulación por desposesión
Del llamado ‘neo-extractivismo progresista’ en Venezuela apenas queda hoy una burda y vacía retórica ‘revolucionaria’, que desborda un cinismo escalofriante. En esta ruta al desastre que hemos transitado en el país, lo que viene emergiendo es un nuevo escenario del extractivismo, sui generis, uno de carácter absolutamente predatorio que difícilmente pueda ser entendido sólo bajo los códigos reduccionistas de la polarización, o bien de la puesta en escena y la retórica de los principales líderes político-partidistas.
Su contexto inmediato: la maduración de la Gran Crisis venezolana (2013-2019), atravesada por intensas luchas por el poder (en sus múltiples escalas), un aumento de la internacionalización del conflicto político, una desestructuración de la economía (formal) nacional, y un peligroso proceso de descomposición de la política que no sólo impulsa una significativa fuerza derechizante, sino también una mafización (o gangsterización) de la misma.
Este extractivismo predatorio no se establece por medio de una maquinaria corporativa que homogéneamente, de arriba hacia abajo, controla el proceso de apropiación/capitalización de la naturaleza y los territorios del país; ni tampoco por medio de la dominación irresistible de un sector o grupo de actores políticos nacionales. Más bien está marcado por la multiplicidad, volatilidad, inestabilidad, fluidez, fragmentación, precariedad; por un mosaico de conflictividades, de diversa intensidad y violencia, de coaliciones ramificadas y accidentadas; por el desgarramiento sistémico y por la trasnacionalización.
Pero no se confunda. A pesar de lo revuelto y movido del escenario, aquí hay una política. El conjunto de grupos y actores que disputan la gestión y participación en el extractivismo, sean actores provenientes de la esfera estatal (en sus diferentes facciones), de los grupos políticos de oposición, de grandes y medianas potencias internacionales, de grupos armados irregulares y criminales, entre otros, se orientan y operan fundamentalmente a partir de una política del saqueo. Esta, sea porque representa el mecanismo esencial de la acción, o porque se produce como una forma de aprovechar la vorágine dominante –lo que a su vez profundiza la crisis y los factores causantes del conflicto–, es la política compartida de los actores en disputa, y formatea el nuevo escenario del extractivismo en el país.
Esto tiene implicaciones tremendas, en la medida en que la geografía venezolana va siendo atravesada por las lógicas de las violentas economías de enclave, por lo que presenciamos la formación de un extractivismo de trincheras, de posiciones, de feudos, en el cual grupos del sector militar, gobiernos locales (alcaldías, gobernaciones, etc.), la criminalidad organizada, grupos armados para-estatales de diverso proceder (nacional e internacional), conforman poderes particulares (dependiendo del territorio donde se desenvuelvan) y tienen como botín los recursos, los territorios y la población.
El trasfondo esencial de esta situación es el impulso de una gran ola de acumulación por desposesión de alcance nacional, que está pulverizando el ya vulnerado estado de derecho y provoca que el muy heterogéneo y fragmentado campo de resistencias, contestaciones y luchas populares ante el expolio, sea atravesado por lógicas de guerra. Es en este sentido que hablamos de un extractivismo predatorio.

II. Rasgos del extractivismo predatorio
Política de Estado y estado de la política
No existe ninguna disputa entre demonios y redentores en Venezuela. En este escenario, todos los grupos de poder en pugna son diferentes expresiones de un voraz neo-colonialismo sobre la vida. El extractivismo predatorio y su política del saqueo deben ser entendidos en su doble dimensión: tanto como una política de Estado, encabezada hoy por el Gobierno de Nicolás Maduro –principal gestor de este proceso masivo de acumulación por desposesión en el país–; como una expresión del estado de la política, en franca descomposición y vandalización, la cual, aunque lo abarca, va mucho más allá del poder formalmente constituido, y se manifiesta en una multiplicidad de actores que operan desde la ilegalidad, la corrupción, la criminalidad y la para-política. Ambas dimensiones están profundamente atravesadas por el accionar de actores y lobbys internacionales, principalmente provenientes de los Estados Unidos, Rusia, China, Cuba, Colombia, Turquía, España, entre otros.
Esta política de Estado se configura hoy como un régimen de apropiación/extracción, gobernabilidad y territorialización basado en un estado de excepción (jurídico y de facto) de perfil primordialmente militar, que se organiza en torno a la hexada: reformismo neoliberal autoritario / violencia exacerbada / des-territorializaciones / minerías / despojo generalizado / administración de la precariedad.
El dramático colapso de la industria y de la renta petrolera, así como del Petro-Estado, junto a la descomunal corrupción, las tensiones políticas internas y los efectos de las sanciones impuestas por el Gobierno de los Estados Unidos (principalmente desde 2017), han fragmentado el extractivismo en el país, promoviendo una multiplicación de operaciones de extracción y despojo, en las cuales prevalece la minería como una actividad fundamental parala reproducción de estructuras de poder local y nacional.

Convertir a Venezuela en una mina
Esta situación determina esta política de Estado, la cual se expresa tanto en la programática formal del Gobierno de Maduro, como en la proliferación de minas irregulares que sostienen poderes locales vinculados a militares, gobernadores, alcaldes o funcionarios corruptos de alto nivel.
Respecto a lo primero, el Gobierno de Maduro ha insistido en la depredadora opción minera como la supuesta vía para ‘salir de la crisis’ y ‘diversificar la economía’. Dicha opción, que en un principio se orientaba al mega-proyecto del Arco Minero del Orinoco, se presenta en la actualidad como un más amplio y definido mapa minero (extracción metálica y no metálica), que ofrece al expolio prácticamente todo el territorio nacional. Sobre esto destaca la presentación en junio de 2019 del ‘Plan Minero Nacional 2019-2025’, que sistematiza, como nunca, la meta de recuperar y aumentar la “producción” a su ‘máxima capacidad’ de cuanto emprendimiento minero haya disponible en el país (oro, diamante, hierro, carbón, níquel, coltán, fosfato, feldespato, bauxita, mármol, granito, caliza, entre otros). Esto se da en el marco de una progresiva radicalización neoliberal (la que hemos llamado ‘El Largo Viraje’ 2014-2019) que desregula, flexibiliza y adapta crecientemente al país a las lógicas de ajuste y a los requerimientos de las corporaciones transnacionales.
Pero esta programática es apenas la fachada normativa y pseudo-institucional que busca recuperar y re-centralizar algunas rentas y excedentes que puedan oxigenar las precarizadas arcas gestionadas por el Poder Ejecutivo, mientras que se presenta una vitrina minera para ahora sí ofrecer las verdaderas ‘oportunidades de negocios’ para el capital transnacional (Plan Minero dixit). Detrás de esta fachada se revela el que es hoy, el extractivismo realmente existente: se multiplican minas y operaciones de extracción a lo largo y ancho de toda la geografía nacional, extracciones absolutamente arbitrarias, irregulares, atravesadas por la corrupción, el pillaje y la ilegalidad. Areneras que tienen a pobladores locales bajo amenaza; militares sacando carbón vegetal para su comercialización; total complicidad e incluso direccionalidad de funcionarios del Estado en la extracción ilegal de oro en la región Guayana; emprendimientos devastadores y sin ningún control, como el de la minería de arenas en el río Turbio; u otros que emergen bajo las sombras y en el secretismo y que generan conflictos con las poblaciones locales, como el ya conocido caso de las iniciativas de minería de cal y feldespato en el Cerro La Vieja. Son apenas ejemplos de una oleada extractiva que apunta a convertir a Venezuela en una mina.

El asalto a la tierra/territorio y la política del más fuerte
Sin embargo, y como ya mencionamos, no se trata sólo de la apropiación minera. La política del saqueo es integral en la medida en la que se orienta, por un lado, de acuerdo al valor y la vocación que puedan tener las tierras (agrícola, maderera, ganadera, turística, etc); y por el otro, al control y dominio territorial. Ambos factores (tierra/territorio) están políticamente entrelazados. Esto nos señala al menos tres cosas fundamentales e interrelacionadas que vale la pena destacar:
a) esta política constituye el marco de la violenta arremetida de persecución y despojo sistemático de tierras que se está produciendo en la actualidad contra los campesinos del país, con el fin de favorecer a viejos y nuevos latifundistas. La Plataforma de Lucha Campesina, organización en la que confluyen diversas agrupaciones del campo venezolano, y que ha ocupado recientemente las instalaciones del Instituto Nacional de Tierras en Caracas, ha señalado más de 100 casos de estos despojos e irregularidades que favorecen al latifundio, además del acoso, la criminalización y la judicialización que están sufriendo los pequeños productores. Lo más grave es que no se ha hecho justicia hasta hoy ante los más de 350 campesinos asesinados durante el proceso bolivariano, lo cual en cambio se ha agravado en los últimos doces meses, donde han sido ultimados 25 campesinos –6 de ellos el pasado 27 julio en el estado Barinas;
b) ante el colapso de la renta petrolera, es importante insistir en que el conflicto no se define simplemente por los recursos y el saqueo per se, sino fundamentalmente por una política que busca establecer un modo de gobernanza configurado en torno a estas lógicas del pillaje. Esto implica que para los actores que persiguen la hegemonía, no basta la apropiación económica, si no se establece el régimen de dominación política. Todo esto revela la necesidad por parte de estos actores de asentar geográficamente el poder y, por tanto, muestra el trasfondo de disputas por los territorios;
c) ante la debilidad del Estado venezolano, esta fase predatoria del extractivismo está siendo determinada por las lógicas de la imposición del más fuerte, lo que configura a su vez un escenario abierto de conflicto, determinado en muy buena medida por lógicas de guerra. Esto es muy significativo porque hace que, de hecho, el punto de partida de la política sea la extra-legalidad, la excepcionalidad. O para decirlo en otras palabras, las prácticas criminales, al menos en sentido estricto, penetran profundamente la política de Estado y atraviesan determinantemente el estado de la política hoy.

Violencia sistemática en expansión y federación del saqueo
En esta fase predatoria del extractivismo en Venezuela, la violencia juega un rol central. Es la mediación política principal. Violencia exacerbada, masiva, sistemática. Violencia acompasada con los nuevos tiempos para América Latina y las crecientes tensiones geopolíticas. Violencia transversal, que determina tanto la política de Estado como el estado de la política.
El Gobierno de Maduro escala cada vez más en el despliegue cuantitativo y cualitativo de la violencia. Todo este avance de la acumulación por desposesión se viene haciendo bajo una intensa represión –fundamentalmente contra los grupos sociales que ofrezcan resistencia– en la cual podemos destacar el rol de los cuerpos de seguridad especiales (como es el caso del FAES) o de grupos para-estatales o para-policiales diversos, muchos de ellos denominados mal llamados ‘colectivos’. El FAES (iniciales de Fuerzas de Acciones Especiales) está siendo empleado para numerosas operaciones de contención de la protesta en el país, por medio de procedimientos militares y actuando como un ejército de ocupación, con formatos de ataque letal mediante los cuales realizan ejecuciones extrajudiciales. Estos cuerpos de seguridad no distinguen si sus objetivos son ‘opositores’ al gobierno o chavistas que lo apoyan, como se dio con el desalojo violento de campesinos chavistas que intentaban recuperar sus tierras en el estado Guárico y la retención del vocero campesino Jesús Osorio. Por otro lado, el papel de los grupos armados para-estatales, que pueden ser provenientes de organizaciones políticas, funcionarios vestidos de civil, hampa, policías, entre otros, ha sido primordialmente de amedrentamiento en las protestas de diverso tipo que se dan contra el gobierno.
El resultado de esto ha supuesto un acorralamiento de la ciudadanía y las organizaciones de base que protestan no sólo antes las muy precarias condiciones de vida actuales, sino también para aquellos que resisten a esta política del saqueo. Ejemplos de ello lo conseguimos en las resistencias del pueblo indígena pemón por la autodeterminación en sus territorios, con la consiguiente respuesta gubernamental de militarización, amedrentamiento, torturas, tratos crueles y degradantes e incluso el asesinato de integrantes de este pueblo; en la situación de acoso y criminalización que, sea por acción u omisión, se produce contra las comunidades yukpa familiares de Sabino Romero y Carmen Fernández; en la criminalización del movimiento campesino por parte de voceros gubernamentales; o en la voraz cooptación de comunidades indígenas para que aprueben el Arco Minero del Orinoco, aprovechando su muy precaria situación humanitaria; entre otros.
Pero como ya se ha dicho, todo esto se solapa con la violencia generada desde los actores que operan más allá del régimen formal: bandas criminales locales controlan, con formas de violencia extrema, buena parte de las minas de oro del sur venezolano; grupos armados vinculados a los poderes del latifundio son señalados por las organizaciones campesinas como los responsables del asesinato de decenas de sus integrantes; disidentes provenientes de las FARC penetran territorios venezolanos, dedicándose a actividades delictivas; del mismo modo, integrantes del ELN operan en territorio nacional, incluyendo en las minas; paramilitarismo colombiano ejerce la fuerza en numerosos territorios fronterizos del país, interesados tanto en el contrabando transfronterizo, como en el posicionamiento colombiano/estadounidense en territorio venezolano; y diferentes formas del crimen organizado transnacional y el narcotráfico, siendo este último el encargado de mantener y controlar las rutas de tránsito de la droga hasta los puntos de desembarco regional. Cabe destacar que, el contrabando transfronterizo es muy significativo (principalmente hacia Colombia) y que fomenta que los commodities extraídos en Venezuela (madera, gasolina, cultivos como la palma aceitera, especies protegidas, etc.) sean mejor vendidos en el país vecino, dado las enormes diferencias existentes entre el valor del bolívar y el peso colombiano (o el dólar).
Sobre todo lo dicho, es fundamental destacar al menos tres cosas: una, que si bien muchos de estos grupos están en confrontación y rivalizan entre ellos, otros más se articulan y cooperan mutuamente en pro de intereses particulares. Esto hace estallar la limitada interpretación de la polarización política que sólo ve disputas entre chavistas y opositores, o bien entre Venezuela y el Imperio estadounidense. El entramado del conflictivo escenario político venezolano es mucho más complejo y movible que eso.
Dos, que la frontera entre lo legal y lo ilegal, entre lo formal y lo informal, se ha hecho en extremo borrosa, y antes que ser sólo una condición anormal, se ha vuelto la normalidad. El caso venezolano revela como la extra-legalidad es la norma y es el factor determinante del extractivismo realmente existente. El Arco Minero del Orinoco es un ejemplo emblemático de ello.
Tres, que estas dinámicas descritas son multi-escalares, fluidas y transfronterizas, en la cuales, las disputas territoriales e intereses locales, que tienen sus propias particularidades, dinámicas y tiempos, se articulan con poderes de más amplia escala, como los gobiernos locales o regionales, el Poder central estatal, las corporaciones transnacionales, las potencias imperiales, los mercados y rutas transfronterizas, el crimen organizado transnacionalizado, entre otros. En el caso venezolano, la precariedad estatal y la diversidad de actores en disputa ha configurado un mapa de coaliciones de poder que, por un lado establece regímenes locales basados en concesiones otorgadas ‘desde arriba’, que sostienen la política del despojo; y por otro lado, conforma canales entre poderes que permite cierta transmisión de riqueza y poder hacia los precarizados mandos centrales o esferas de poder más altas. Todo esto ha generado la formación de una especie de federación del saqueo.

III. ¿Qué nos muestra Venezuela de este nuevo tiempo político en América Latina y el Caribe?
La derechización del Gobierno bolivariano y los lastres de la izquierda
El devenir del proceso bolivariano nos ha llevado hasta este desastre que se vive en el país, hasta este largo laberinto del cual aún se busca desesperadamente una salida. Así como es indiscutible que este ha sido un proceso muy conflictivo y que este terrible resultado ha sido también construido por otros actores políticos a parte del Gobierno bolivariano (poderes económicos locales tradicionales, partidos políticos de oposición nacional, derechas regionales, política exterior estadounidense, grandes capitales financieros transnacionales, etc.), del mismo modo es indiscutible que ha sido el propio Gobierno el principal responsable de esta situación, allanándose el camino a ella incluso desde el período de Chávez. No es posible eximirlo de este desastre, como tratan algunos. Pero incluso hay que señalar algo aún más grave: en el período de la Gran Crisis que se inaugura a partir de 2013/2014 hasta nuestros días, se genera un extraordinario despliegue de lógicas del saqueo y el desfalco impulsadas desde las estructuras de poder del Estado –que ya existían previamente y se señalan como una de las causas coyunturales de dicha crisis–, las cuales, ante la suma de intereses y circunstancias acaecidas, terminaron asentando la política del saqueo como sistema de gobierno. En el marco del proceso de descomposición política y derechización del Gobierno bolivariano, antes que poner en primer lugar la solución de la crisis, se ha priorizado el mantenimiento del poder a toda costa, por lo que se fue reorganizando conscientemente el extractivismo hacia esta forma predatoria, administrando la sociedad desde la precariedad y el estado de excepción militarista, con un alto componente criminal. El actual Gobierno de Maduro es absolutamente funcional al capital foráneo y la apertura de nuevos procesos de re-colonización, principalmente vinculados a China y Rusia, lo que no es del agrado del Gobierno de los Estados Unidos, que considera a Venezuela como parte de su patio trasero.
El caso de Venezuela ha sido muy sensible para las izquierdas en el mundo, para sus agendas, su legitimidad y reputación, que hoy se encuentran en un proceso de reflujo y estancamiento, mientras sectores de derecha y extrema derecha han crecido en la región. Sobre esto, de manera general pueden destacarse dos tensiones que evidencia el caso venezolano. 

La primera, señala que el proceso de derechización en Venezuela, antes que darse por la llegada de un nuevo Presidente de ‘derecha’ (como ocurrió en el caso argentino o brasilero), fue generándose desde el propio seno del proceso bolivariano, y sectores de las izquierdas tienen parte de responsabilidad en esto, al acordar que la política ‘correcta’ era no sólo apoyar y acallar sus críticas, ante el avance de casos de corrupción, errores de gestión y represión a organizaciones sociales, sino incluso señalar, criminalizar y tratar de neutralizar las críticas que otras izquierdas sí realizaron. Esto vuelve a evidenciar que la autocensura y el rol policial es un terrible camino para estos sectores ‘contra-hegemónicos’.

La segunda, y en relación a lo anterior, nos muestra que parte de las izquierdas no han sabido hasta hoy rechazar a un Imperio criminal como el de los Estados Unidos (y sus aliados), sin terminar dando sostén a un gobierno autoritario que, en nombre del ‘socialismo’ y la ‘revolución’, impulsa políticas neoliberales, saquea el país, favorece al capital transnacional, mientras persigue trabajadores, indígenas y campesinos. Los pueblos, en sus luchas concretas y anhelos emancipatorios, sencilla y lamentablemente no tienen sólo un enemigo.

Venezuela es un síntoma del nuevo tiempo latinoamericano
Pero, además de los debates en la izquierda ¿qué nos dice Venezuela de este nuevo tiempo político en América Latina y el Caribe? Una de las grandes preguntas que surgen es si esta fase predatoria del extractivismo es sólo la expresión de una crisis localizada y coyuntural, o si bien revela los factores constitutivos de un nuevo período histórico que se despliega en el siglo XXI.
Venezuela podría también ser vista, tal vez, como la más clara expresión de la crisis de la civilización petrolera. Si se quiere, también evidencia muy bien los probables escenarios (ya no tan futuros) del antropoceno: colapso energético, caos sistémico, migraciones masivas, disputas por los recursos, etc. Luego, podemos analizar en detalle la especificidad latinoamericana, y advertimos que en Venezuela lo que colapsa es precisamente una sociedad basada, con un alto sesgo, en el modelo extractivista/rentista/dependiente y lo que estallan son las contradicciones sociales, económicas, culturales, geográficas y políticas propias de nuestras sociedades periféricas (como la dependencia alimentaria, las desigualdades y marginación social, fuerte informalización de la economía, violencia endémica, expansión de la criminalidad, entre otras). 

Esto nos remite a pensar en dos factores: uno, ante la intensificación histórica de las contradicciones inherentes de nuestras sociedades, es necesario resaltar la inviabilidad de las economías dependientes y de cómo la apuesta extractivista/rentista es más riesgosa y nos va a salir cada vez más cara. Dos, ya es por tanto, una cuestión de sobrevivencia comenzar un tránsito post-extractivista y post-capitalista en la región, que incluya además elementos de adaptación y resiliencia ante los tiempos por venir (ej. el cambio climático). Lamentablemente, caminamos en sentido contrario.
Otro elemento a evaluar es el problema de la derechización. La del Gobierno bolivariano no está desconectada de la ola reaccionaria que tensiona al mundo. En este sentido, conviene más analizar estos procesos de derechización como una reacción y síntoma de la crisis global; pero también cómo esta se refleja no sólo en los gobiernos o partidos contendientes, sino en diversos ámbitos de la vida socio-política. Las políticas de Donald Trump o la radicalización de la avanzada contra la Amazonía por parte de Bolsonaro, no son, en esencia, diferentes de la exacerbación del extractivismo en toda América Latina, de la política del saqueo del Gobierno de Maduro, o de la explosión del crimen organizado transnacional en nuestra región. Todos comparten lógicas de despojo altamente patriarcalizadas y autoritarias, que van extremándose tanto en las formas de violencia, en la devastación de la naturaleza, como en la asfixia a los ya precarios sistemas democráticos.

Así que, hay muchas más cosas que mirar además de los gobiernos, partidos y líderes políticos, cuando se trata de reflexionar sobre este nuevo tiempo en la región. Venezuela nos muestra que, desde las entrañas de los procesos también germinan formas de derechización. La gran expansión y creciente penetración de las economías ilícitas en los territorios y las prácticas sociales y comunitarias se replica en toda la región, con mucha fuerza en Centroamérica, Brasil, Colombia, México y Perú, y de manera creciente en Ecuador, Bolivia, Argentina, Costa Rica, Paraguay. Estas se conectan con los altos niveles de corrupción estatal de nuestros países y conforman coaliciones de poder, gobernanzas criminales, nuevas geografías del despojo. Transforman la fisionomía de los Estados latinoamericanos y de la política en general, los cuales están respondiendo con menos democracia y más militarización y estado de excepción. A eso nos enfrentamos.

¿Cómo nos enfrentamos a esto? Pueblos en movimiento, nuevas subjetividades y el horizonte de lo común en tiempos de tormenta
El escenario, como ya se evidencia, es bastante complejo y las preguntas son mucho más numerosas que las respuestas. Pero en todo caso, no nos conviene mirar solamente lo que domina, lo que agrede, lo que amenaza. Este nuevo tiempo político no lo define únicamente la violenta derechización. Hay que resaltar también aquello que se opone, que re-existe, que construye alternativas, que las transita en el ahora (por tanto, hablamos de cosas que van mucho más allá de los partidos de izquierda, o de si Cristina va a volver o no en Argentina).

El contagioso movimiento de mujeres que crece en varios rincones de la región; los ya numerosos procesos de consultas populares en Colombia (que se replicaron reciente y exitosamente en Ecuador); el movimiento campesino, las movilizaciones estudiantiles y la Minga indígena del Cauca, nuevamente en Colombia; los movimientos urbanos en Brasil (como el Movimiento Pase Libre); las múltiples movilizaciones y organizaciones sociales que han logrado neutralizar el conjunto de proyectos mineros en el Perú; el movimiento mapuche de recuperación de tierras, en Temuco (Chile); o la Marcha Campesina y la Plataforma de Lucha Campesina que en Venezuela, desde el año pasado, se ha movilizado, ocupando instituciones y por la recuperación de tierras, generando solidaridades de otras organizaciones sociales y enarbolando su lucha contra el latifundio. Son algunos ejemplos. Muchos o pocos, fuertes o débiles, estables o efímeros, son estos movimientos el principal bien de re-existencia que tenemos en la región.
Pero además de ellos, emergen también múltiples formas de descontento, de rebeldía, de solidaridades en red, que tienen otros tiempos, otros códigos, otras definiciones. ¿Qué sujetos, qué potencialidades surgen de las sostenidas protestas que se desarrollan en Honduras al menos desde 2017? ¿Qué nuevas subjetividades aparecen de las protestas contra Daniel Ortega en Nicaragua? ¿Qué otras de las movilizaciones que derrocaron a Ricardo Roselló en Puerto Rico? ¿O qué podría emerger de un cierto desgaste de la polarización política en Venezuela, que ha abierto el camino a que actores políticos y organizaciones comiencen a establecer canales, puentes y alianzas para salir de la crisis?

Lo cierto es que existen nuevas subjetividades, otras formas de politicidad, expresiones de solidaridad que son más movibles que estables, que parecen no tener la ‘forma’ esperada y una más clara ‘definición ideológica’ para algunas izquierdas, por lo que no son consideradas como sujetos ‘válidos’ para una potencial transformación emancipatoria. El debate sobre el movimiento de los ‘Chalecos Amarillos’ en Francia ha expresado estas tensiones. Por otro lado, existen también contradicciones que, con la agudización de la crisis, se intensifican en el seno de las organizaciones sociales, lo que también se presenta como una tensión en la valoración sobre las potencialidades emancipatorias. Por ejemplo, numerosas comunidades del pueblo indígena pemón, en el sur de Venezuela, ha luchado férreamente por el derecho a la autodeterminación en sus territorios ancestrales. Mediante su lucha han logrado desplazar a bandas criminales y militares corruptos que en sus territorios practicaban la minería ilegal de oro. En su lugar, han ocupado las minas y reiniciado la actividad minera, con motobombas y mercurio, ahora para el usufructo de sus comunidades. Varias organizaciones sociales que acompañan a los pueblos indígenas los han apoyado.

Lo esencial de esta discusión es no sólo reconocer que el campo popular es contradictorio e híbrido, y probablemente lo sea cada vez más, sino que el propio antagonismo está en disputa (y en dicha disputa participan inclusive las derechas). Estas nuevas potencialidades, ¿a qué proyecto pueden tributar? ¿Es viable hoy un gran programa emancipatorio en el que confluya la enorme heterogeneidad de subjetividades que buscan un cambio? A parte de esta última gran pregunta, es claro que entre los retos fundamentales siguen estando las posibilidades de una articulación amplia en la diversidad, que logre sumar fuerzas lo suficientes para enfrentar tanto las fuerzas políticas conservadoras/reaccionarias como el sistema económico global, que funciona en múltiple escalas.

Lo único que nos queda es lo común: nuestra casa común, que abriga y envuelve la vida que nos hermana; nuestras memorias ancestrales, nuestro hacer para la reproducción de la vida, que sólo es posible, en su esencia socio-ecológica, si se construyen en colectivo. Si la depredación capitalista se radicaliza, parece necesario radicalizar la apuesta por lo común. Defendiendo lo común existente, las últimas fronteras materiales, culturales y espirituales de los pueblos; y retejer incesantemente en todo lo que ha sido desgarrado por esta lógica civilizatoria, pero también en todo lo nuevo que emerge, que es fluido, contradictorio, maleable, que migra y es nómada.
Si la palabra democracia aún tiene sentido, todo impulso emancipatorio ante y contra la hidra capitalista tiene que ser por más democracia, nunca por menos. Siempre más, más democracia. 
* Emiliano Teran Mantovani es sociólogo venezolano, miembro del Observatorio de Ecología Política de Venezuela e investigador asociado del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes – Universidad Central de Venezuela).


II. El petróleo no es futuro, entonces Vaca Muerta dejará sólo ecocidios-genocidios

El petróleo como responsable directo de la emergencia climática
18 de octubre de 2019
Por Enrique Dans

Blog personal

La próxima salida a bolsa de alrededor de un 2% de Aramco , que permitiría a la compañía levantar unos cuarenta mil millones de dólares y valoraría la totalidad de la empresa en unos dos billones de dólares, la mayor salida a bolsa de la historia, pone de manifiesto todo lo que le queda al mundo para lograr la necesaria descarbonización de la economía, un requisito imperativo y fundamental para plantearnos superar la emergencia climática que vivimos.
Se calcula que tan solo esa compañía es la responsable del 4.38% de todas las emisiones de dióxido de carbono y metano desde el año 1965. Veinte compañías, todas ellas petroleras, son directamente responsables de un tercio de todas las emisiones de gases de efecto invernadero en toda la historia moderna , las verdaderas responsables del progresivo exterminio de la vida humana en el planeta.
Un artículo en The Guardian traza una línea temporal de cómo, a lo largo del último medio siglo, las empresas petroleras han entendido perfectamente las consecuencias de sus operaciones, y a pesar de ello, lo han negado persistentemente, han protagonizado campañas de desinformación a todos los niveles, y sobre todo, como bien afirma George Monbiot , consiguieron echar la culpa del problema a los usuarios y absolverse a sí mismas de toda responsabilidad . No creas absolutamente nada sobre los supuestos planes de la industria petrolera para invertir en su mejora: todo lo que pretenden es ganar tiempo y poder seguir extrayendo petróleo del suelo.
En la imagen de esta entrada, la refinería de petróleo de La Coruña, donde mi padre trabajó toda su vida profesional. Literalmente comí de ese lugar hasta los veintipocos años, por mucho que obviamente, ni fuese mi voluntad, ni supiese las cosas que ahora sé sobre esa industria. Hace alrededor de un año, esa misma compañía, la propietaria de esa refinería, me llamó para participar en un proceso de reflexión sobre transformación digital, y me vi obligado a decirles claramente que cuanto mejor le fuese a su compañía, peor nos iría a todos, y que la mejor transformación que podría experimentar sería su cierre, su desaparición. Y realmente es lo que pienso: la industria del petróleo es la principal responsable de la crisis medioambiental, y cuanto antes logremos darnos cuenta de la radical importancia que tiene acabar con ella y con todo lo que representa, antes podremos empezar a pensar en construir un sistema genuinamente viable, en lugar de uno que nos aboque a la catástrofe medioambiental.

Las emisiones provocadas por la quema de hidrocarburos son el problema más importante al que nos enfrentamos, por mucho que algunos pretendan tozudamente seguir negándolo y por muchos importantes intereses económicos que sigan financiando el movimiento negacionista . Mira bien con qué colaboras cuando niegas el cambio climático, cuando te crees y utilizas en tus argumentaciones todas esas estupideces y basura sobre manchas solares, sobre supuestos efectos geológicos imparables, sobre coches eléctricos que supuestamente contaminan más que los diesel, o sobre el catastrofismo del «no podemos hacer nada». Si eres negacionista, ya sabes con qué estás colaborando.

Acabar con la industria del petróleo es una de las tareas más importantes y fundamentales con las que podemos colaborar como personas. Descarbonizar nuestras actividades todo lo que podamos, evitar en la medida de lo posible el consumo de hidrocarburos, no invertir en ellas, no financiarlas, situarlas como lo que realmente son: el cáncer del planeta. Políticas de descarbonización agresivas planteadas no para dentro de veinte o treinta años, sino ahora, cuando aún pueden significar una diferencia, y cuando el mercado nos demuestra cada día más que las energías renovables no solo son buenas para el planeta, sino que son, además, un muy buen negocio . En crear una conciencia clara en torno a ese tema, en promover la descarbonización como el cambio tecnológico más importante en la historia, es donde nos jugamos, en gran medida, el futuro de la humanidad.

I. El petróleo no es futuro, entonces Vaca Muerta dejará sólo ecocidios-genocidios

El petróleo ya no es promesa de futuro, sino sinónimo de inestabilidad
18 de octubre de 2019

Por Emiliano Teran Mantovani 

Observatorio de Ecología Política de Venezuela


Desde principios del siglo XX, el petróleo representó la gran promesa de riqueza súbita y modernidad a nivel mundial, e incluso numerosos proyectos de luchas en el Sur Global lo tuvieron como un instrumento principal para la ‘Liberación Nacional’. Pero hoy como nunca, es evidente que se trata de una promesa rota. El tiempo de auge, estable dominio y expansión del petro-capitalismo contemporáneo no sólo ha llegado su fin, sino que asistimos a una fase de la crisis energética global determinada por la volatilidad, inestabilidad y el declive.

No se trata sólo de la ocurrencia de ‘guerras por el petróleo’ (que suelen ser usadas para explicar toda la conflictividad y contradicciones generadas en torno a este recurso); o del ‘fin de la era de los hidrocarburos baratos’, aunque es también un factor determinante. Lo que cruje, lo que se estremece, es todo el mundo que ha sido configurado en torno a los hidrocarburos. Las relaciones de poder global, los ritmos de acumulación y consumo, las tecnologías y la potencia de las máquinas, la movilidad y la relación espacio-tiempo, la alimentación, la distribución de energía, el metabolismo social y los modos de relacionamiento con la naturaleza, los ciclos ecológicos, los patrones culturales.

El sistema se desacopla internamente (como ocurre con las brechas que se van generando entre la oferta y la demanda de hidrocarburos; o el declive de las fuentes convencionales), pero también radicaliza su desfase con los límites del planeta Tierra. Esto nos está llevando a escenarios límite. El mundo que sostiene el petróleo se desquicia, mientras que se van profundizando significativamente las contradicciones. ¿Hacia dónde nos dirigimos?

Haití, Aramco, Londres, Venezuela. Crisis energética en fase tardía
Con la sofisticada tecnología de los drones, rebeldes houti logran llevar a cabo el pasado 14 de septiembre un bombardeo de gran escala en las instalaciones de Aramco, la mayor petrolera del mundo, ubicada en el segundo país productor de crudo del planeta, Arabia Saudí. De un plumazo lograron afectar la mitad de la capacidad de producción de la empresa, unos 5 millones de barriles diarios. El pasado viernes 11 de octubre, un tanquero iraní era atacado en el mar Rojo, zona costera de Arabia Saudí. La volatilidad del mercado petrolero está también estrechamente relacionada con la creciente volatilidad del conflicto geopolítico. Ambos factores se retroalimentan peligrosamente.

Pero en un sentido muy diferente, y motivados por la emergencia climática que se asume cada vez con más fuerza en el mundo, miles de activistas en varias partes del mundo se vuelcan a las calles, ya no sólo a protestar, sino a ejecutar acciones directas de ocupación de espacios y cortes de ruta para tratar de detener máquinas, proyectos y flujos de mercancías que siguen contribuyendo al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero; pero también, para tratar de sacudir el mundo, de generar una reacción social. 

Desde el 7 de octubre miles de activistas del movimiento internacional ‘Extinction Rebellion’ acuden al llamado a la ‘Rebelión Internacional’ y, bloquean avenidas principales o plazas en ciudades europeas como Amsterdam, París, Berlín, Madrid o Roma; las puertas o alrededores del parlamento en Londres o Dublín; o hasta acciones en aeropuertos como en Londres. Sólo en esta ciudad, al menos hasta el día 12 de octubre, casi 1.300 personas habían sido arrestadas.

 Varias comunidades, pueblos y organizaciones en el mundo están en esta misma línea (como las ocupaciones de minas de carbón por el grupo Ende Gelände en Alemania, las resistencia contra la explotación petrolera en la Amazonía ecuatoriana por parte de indígenas Shuar y Achuar, o los bloqueos de oleoductos en Standing Rock en los Estados Unidos) y nuevas acciones de rebelión climática están programadas. Estas son el síntoma del crecimiento de la legitimidad de las acciones radicales para hacer frente drásticamente al cambio climático. El petróleo nunca había sido tan impopular como en la actualidad.

A pesar de ello, los combustibles siguen estando entre los productos más requeridos para el desarrollo de la vida cotidiana de millones de personas. La crisis energética, que se conecta con la inestabilidad del acceso a los combustibles, está vinculada a su vez con la emergencia de numerosas de las explosiones sociales que vemos en la actualidad. 

Haití, que está sumergida en una profunda crisis, experimenta en la actualidad un escenario de intensas protestas generalizadas en el país desde el pasado mes de septiembre hasta la actualidad (sumando ya unos 18 muertos), motivado a una creciente escasez de combustible, que ha visto su suministro colapsar desde agosto. La razón: el fin de los envíos que la ex-potencia petrolera Venezuela dirigía a este país en el marco de la alianza ‘PetroCaribe’. El colapso de la nación petrolera venezolana ha repercutido en diversos grados en varios de los países de la zona que contaban con su apoyo, lo que ha contribuido a la intensificación de las crisis económicas internas de los mismos. La corrupción en Haití, que también es uno de los factores que motivan las protestas en ese país, está también vinculada a PetroCaribe, en la medida en la que antiguos y el actual gobierno, liderado por Jovenel Moïse, han estado involucrados directamente en el desfalco de los fondos obtenidos de ese programa, que se dirigían a mejorar los servicios públicos para los más pobres.

Las revueltas que han convulsionado Ecuador en la primera quincena de octubre, también están relacionadas con el aumento de los precios de los combustibles, a raíz del anuncio del Presidente Lenín Moreno de eliminar los subsidios. Luego de las protestas, primordialmente encabezadas por las organizaciones indígenas como Conaie, Moreno se vio obligado a derogar el decreto. Pero lo que pudiésemos destacar es la evidencia de la relación entre crisis económica, ajustes neoliberales y el acceso social a los combustibles. Los huecos fiscales, sobre todo en los países del Sur Global, y el afán de mantener los márgenes de ganancia del gran capital cargándoles a los más pobres los costos de las crisis, van afectando permanentemente la capacidad de dichos países de mantener subsidios y evitar las alzas de precios, que tantas protestas van generando. Estas tensiones calientan aún más el termómetro de la crisis, y la redimensionan.

Si esto lo vemos a escala geopolítica, Irak hoy es una de sus más claras expresiones. El país vive una oleada de protestas desde inicios de octubre, que ha dejado cerca de un centenar de fallecidos. Pobreza, desempleo, corrupción, violencia y servicios públicos inservibles son de las principales demandas de los manifestantes, en un proceso crítico desatado en desde intervención militar estadounidense y el derrocamiento de Sadam Husein a principios del siglo XXI. Una guerra desatada en primer lugar por petróleo.

Por último, en esta panorámica de la relación petróleo-inestabilidad volvamos a Venezuela. Aunque las sanciones de los Estados Unidos están teniendo un gran impacto en el país, en realidad se trata de una crisis mucho más profunda. El país caribeño es, a nuestro juicio, la expresión más clara de la crisis de la civilización petrolera; un reflejo en pequeño del colapso sistémico de un mundo construido alrededor de los hidrocarburos. No hay que olvidar que décadas atrás, Venezuela fue la gran promesa de la modernidad, la estabilidad y la riqueza en el Sur Global. 

Si se quería analizar cómo se expresaba el ‘mito del petróleo’, bastaba mirar al país. En la década de los años 80, la economía colapsó y el hechizo comenzó a romperse. La posterior instauración de la llamada ‘Revolución Bolivariana’ parecía decidida a cumplir la gran promesa de modernidad y emancipación social incumplida en el pasado. Pero decidió surfear la ola revolucionaria montado sobre una nueva versión de la Gran Venezuela Petrolera, ahora con los crudos extra-pesados de la Faja del Orinoco como bastión. Hoy el derrumbe en el país es integral y ha provocado un conjunto de conflictos de diversa escala (protestas de calle, conflictos territoriales, conflictos políticos por el control del Petro-Estado y/o conflictos de orden geopolítico). Venezuela es el reflejo del nuevo ‘orden’ del mundo de los hidrocarburos.

Ya no hay nada futuro que prometer con el petróleo
Antes que eventos aislados, estos conflictos sociales y geopolíticos laten al ritmo de un tiempo límite. Son también el movimiento proactivo o reactivo de las volátiles e inestables ondulaciones de este sistema global petrolizado. El petróleo es ya hoy muy requerido, pero a la vez muy socialmente contestado y se muestra cada vez más incapaz para sostener el mundo que construyó sobre sus hombros. Así que estamos en un crucial período de redefiniciones en el cual, además, se está jugando el mantenimiento de las condiciones que hacen posible la vida en el planeta.
El petróleo, que otrora construyera horizontes de futuro, ahora es el emblema de la inestabilidad. Ya no hay nada futuro que prometer con el petróleo. El camino es claramente otro, pero no bastarán energías renovables, si no se produce un profundo cuestionamiento a un modelo civilizatorio capitalista, colonial y patriarcal. La profundidad de la crisis es tal, que es a la vez una oportunidad para abrirnos hacia otros horizontes civilizatorios.
*Emiliano Teran Mantovani es sociólogo venezolano, miembro del Observatorio de Ecología Política de Venezuela e investigador asociado del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes – Universidad Central de Venezuela).
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261527