Resistir la
institucionalización,
recuperar el Anti-capitalismo
recuperar el Anti-capitalismo
Desde La Fogata hemos venido señalando
la progresiva re-institucionalización de los movimientos y grupos sociales en
Argentina desde que el Kirchnerismo asumió el gobierno. (Editorial: Un
debate necesario, Donde hubo
rebeldías y Los
movimientos sociales frente al progresismo, estos materiales
están en nuestra Web, y también materiales de otros compañeros en la sección DEBATES
Seguimos pensando
hoy que este problema debe ser puesto en el centro del debate, y en
consecuencia lo analizaremos desde el arriba y desde el abajo, desde la
estrategia del poder y desde las propias tendencias a institucionalizarse de
los movimientos sociales.
Tendencias
a la institucionalización desde las organizaciones sociales
La paulatina
recuperación de confianza de las mayorías populares en el Estado y los partidos
políticos que el kirchnerismo fue logrando a partir del 2003, puso a los
movimientos en crisis: Se debilitaban las incipientes ideas y prácticas de
autonomía y auto-organización que se estaban gestando en muchos grupos
sociales, y se profundizaban divisiones internas.
Fundamentalmente se
debilitaba lo que desde nuestro punto de vista era el avance más importante que
se había logrado, el principio de una ruptura con la subjetividad dependiente
generada por el peronismo, cuya ideología siempre hizo de "dique de
contención", frenando y encauzando las rebeldías dentro de límites
institucionales.
De esa grieta que
los movimientos sociales habían generado, hoy queda muy poco y la vuelta atrás
de esa conquista, de esa radicalidad alcanzada, es la clave de este regreso a
la institucionalización que estamos señalando.
Para analizar el
tema nos apoyaremos en parte, en la muy buena nota "La nueva izquierda ya
está vieja" de Martín Echenbaum publicada en la página de La Fogata. (http://www.lafogatadigital.org/15arg/arg04/arg.26.2.htm).
En dicha nota se
señala que "…las
organizaciones grandes del sector ven agotada la ‘política’ desarrollada hasta
el momento y deciden, en distintos momentos, dar el ‘salto adelante’ y competir
en elecciones…., tomando el camino de institucionalizarse" Son los casos de Pueblo en Marcha en
su apoyo a la izquierda clásica trotskista del FIT y Patria Grande apoyando al
Frente Popular, resaltando en sus argumentos "la identidad peronista de
amplios sectores" (*).
La nota continúa diciendo que otras organizaciones "se refugiaron en lo conocido,
en la resistencia de las construcciones sociales"
(*) Patria Grande
manifiesta que: "hay
amplios sectores populares que portan una fuerte identidad peronista con
potencialidades plebeyas, contraculturales. Desde nuestro punto de vista, el
peronismo como identidad política persiste mayoritariamente en la dirigencia de
muchas organizaciones, algunas explícitamente peronistas y otras no"-
"en las actuales condiciones sociales y políticas de nuestro país, la vía
electoral es la principal hipótesis de acceso al poder político"
Coincidimos con
Echenbaum cuando dice que existe desorientación y falta de elaboración política
en el sector. Esto se da tanto en los grupos que "vuelven a creer" en
el Estado y el partido político como medio de las transformaciones sociales,
como en los grupos que supuestamente mantienen convicciones de construcción
fuera del Estado.
El colectivo La Fogata se encuentra entre los grupos de este
último bloque y desde ese lugar venimos tratando de aportar al debate y a la
búsqueda de alternativas ante estos problemas.
Intentaremos
entonces esbozar algunas de las posibles causas del momento crítico en que se
encuentran nuestras experiencias militantes.
En primer lugar no
podemos desconocer que existe inexperiencia en la militancia autónoma o
independiente, aunque más no sea por el sólo hecho de recorrer caminos con
pocos antecedentes. Las ideas de construcción social y política por fuera del
Estado eran más fáciles de sostener en la época menemista (y su continuidad
hasta De La Rúa), cuando el Estado estaba absolutamente ausente. Pero, como
decíamos al principio, cuando el kirchnerismo comienza a recuperar empleo, a
reivindicar desde el Estado algunas de las demandas movimientistas de los 90, y
a relacionarse con los movimientos a través de los planes sociales, comienza
una paulatina desmovilización de las organizaciones cuyo aglutinante original
había sido la lucha colectiva contra el desempleo.
Con desmovilización
nos referimos a la pérdida de iniciativa en la búsqueda de alternativas de
auto-organización colectiva, a la falta de reacción ante estos cambios que el
Estado kirchnerista ofrece como seducción para re-institucionalizar a los
movimientos y grupos sociales que se habían "descarriado".
Se volvía a mirar
hacia el Estado, hacia el partido peronista, ahora aggiornado como
kirchnerismo, y hacia los sindicatos (otro mediador social que estaba
desprestigiado).
La subjetividad
peronista y el control social, recuperaban terreno.
No hubo, en medio
de esta situación, un debate profundo sobre qué hacer ante el nuevo escenario,
creemos que inclusive no se llegó a visualizar cabalmente este proceso de
re-institucionalización. Los pocos debates políticos que existieron en el campo
de la autonomía se vieron atravesados por la controversia "gobierno
progresista versus oposición corporativa". "La política con
mayúsculas" se metía en nuestras políticas y las anulaba.
A nivel regional,
la re-institucionalización se extendió por Latinoamérica contrarrestando en
parte, la influencia que el movimiento zapatista estaba ejerciendo en mayor o
menor medida sobre los movimientos, en cuanto a la forma de pensar, de
organizarse en forma comunitaria, y de luchar desde una perspectiva
anti-capitalista y autónoma frente a las instituciones estatales.
Como contrapartida,
el bloque de los nuevos gobiernos progresistas latinoamericanos cumplió y
cumple un papel de recuperación institucional y de control social para el
capitalismo del continente.
Y ese control
social desplegado por estos gobiernos no es espontáneo ni casual, existe una
estrategia pensada por sus líderes que luego va siendo rediseñada a medida que
van acumulando experiencia en el poder.
Analizaremos estas
estrategias a través del discurso de Álvaro García Linera en el
"Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad" realizado en
Marzo de este año en Buenos Aires (https://www.youtube.com/watch?v=beta2M46dSg)
ya que Linera no sólo es uno de los intelectuales más importantes del
progresismo, sino que en su exposición en el mencionado foro, explicitó este
pensamiento de una forma directa como nunca lo habíamos escuchado.
La
estrategia progresista del control social. Álvaro Linera y la
institucionalización de las rebeldías
Linera comienza
describiendo dos tipos de democracias existentes actualmente: las viejas
democracias que se reducen al voto, a las que llama "democracias fósiles"
y las nuevas democracias que tienen un valor agregado: "La Plaza"
Linera dice:
· ……. la democracia
no se puede reducir al voto. Hay otras formas de enriquecer la democracia, esa
otra forma es la plaza, la calle; marchas, sindicatos, comunidades….
· …... La democracia
no se hubiera sostenido ante los embates de la derecha si no hubiera sido
enriquecida y defendida por la democracia en las calles, de las organizaciones,
si no fuera por la fuerza de los movimientos sociales…
El planteo de
Linera no es a primera vista novedoso: propone llenar la cáscara de la
representación democrática con el contenido de la gente en la calle, de los
movimientos sociales, de las plazas. Esta situación se da en Bolivia, pero
también en Ecuador, Argentina, Brasil, Venezuela etc., obviamente con sus
muchos matices.
El "valor
agregado" que como diferenciación tienen estas democracias progresistas
con las "fósiles", es el tras-basamento del poder de la movilización,
de la energía de los movimientos sociales a los gobiernos progresistas como
base y apoyo a la representación democrática y a la vez de escudo protector
contra las derechas.
Pero lo novedoso de
esta estrategia consiste en que los nuevos sujetos, los movimientos y grupos
sociales que constituirían "la plaza", no necesariamente deben formar
parte del partido político gobernante, ni de ningún otro partido. En cambio son
convocados a "la plaza" a tener una actividad participativa
relacionada a este esquema de "democracia+plaza" planteada por
Linera.
Y con esta
participación no nos referimos (ni Linera tampoco) a concurrir a actos
oficiales (como por ejemplo los festejos del 25 de Mayo en Argentina), sino a
mantener una actividad, incluso de protesta, pero dentro de ese marco
institucional extendido hasta la calle.
La estrategia
entonces, se concreta a través de esta transacción, a la cual pareciera que la
mayoría de las organizaciones sociales en Argentina no puede escapar; La
transacción progresista es lo que al mismo tiempo que le da contenido a la
representación y al Estado, frena y re-encausa los procesos autónomos previos,
coarta la posibilidad de que los mismos se sigan desarrollando.
La estrategia de
inclusión/contención que Linera describe en su discurso, está relacionada y
mucho, con la situación previa a su acceso al gobierno junto a Evo Morales, ya
que como sabemos, en Bolivia los movimientos sociales tenían un alto grado de
auto-organización por fuera de lo institucional.
Es por eso que un
nuevo tipo de gobernabilidad debía basarse en la institucionalización de los movimientos,
otorgándole a las autonomías un lugar dentro de este esquema, para poder
controlarlas desde el Estado como veremos ahora.
Linera dice:
- Hay una aparente contradicción
entre Estado y autonomía….entre
Estado
o construcción autónoma. ….. hay que cultivar las
estructuras
autónomas
(comunidades, barrios etc.) y ocupar El Estado a la vez…. se
debe
construir sociedad y Estado a la vez….
Linera nos dice que
es falso el debate entra Estado y autonomía, que esta dualidad debe integrarse
en la democracia. Admite
la contradicción entre ambos pero frente a eso argumenta que hay que fortalecer
las "esferas de autonomía al mismo tiempo que se ocupa el Estado".
Esta es la línea
argumental de la estrategia progresista que recogen muchos movimientos y grupos
sociales, aceptando el lugar participativo que les ofrece el Estado. Esta es la
transacción que se realiza consciente o inconscientemente, y a través de la
cual se le delega la fuerza y la energía de la lucha anticapitalista al Estado
que no es otra cosa que capitalista.
(*)Mientras
en el mercado el plusvalor producido por los trabajadores es distribuido entre
los capitales singulares a través de la competencia, la "intervención del
Estado" implica que una porción significativa del plusvalor es canalizada
hacia el Estado a través de la imposición fiscal (en cualquier forma) y
reorientada por aquel a través del gasto, con el objetivo de mantener las
mejores condiciones posibles para la acumulación del capital. Holloway, John,
"keynesianismo una peligrosa ilusión" ED. Herramienta, 2003, Buenos
Aires
Cuando Linera
propone "convertir la
indignación en esperanza" está
proponiendo que la rebeldía de hoy se transforme en esperanza, y esa esperanza
se deposite en el Estado. O mejor dicho, que la indignación no se transforme en
rebelión, sino que se aplaque, se quede en esperanza, que se aplace la rebeldía
para un futuro que siempre va a ser futuro.
El paquete de ideas
que Linera arma en su discurso termina anudándose, como no podía ser de otra
manera, con "la economía":
Linera dice:
-
……la voluntad y la esperanza tienen un límite, entonces hay que crear
un
régimen económico sostenible, redistributivo, generador de riqueza.
…
Sin créditos y economía las ideas no se sostienen.
Es decir: Si estas
democracias progresistas no obtienen créditos de los centros de poder
mundiales, esto es de los organismos internacionales de crédito, este
capitalismo progresista, no se sostiene.
Queda claro que la
convocatoria a los movimientos a entregar su energía para fortalecer la
democracia y el Estado capitalistas, se completa con el sinceramiento de lo que
finalmente constituye el objetivo más importante: La inserción en la economía
capitalista mundial aunque como "democracia progresista". Esta misma
línea fue la que comenzó a trazar el entonces presidente de Venezuela Hugo
Chávez en Mar del Plata, en la Cumbre de las Américas en 2005.
Es aquí donde decimos que una cosa es
reconocer las diferencias que existen entre el progresismo y la derecha ultra
neoliberal, y otra es caer en la transacción progresista y no ver que las
estrategias del "progresismo" y del "neoliberalismo" son
estrategias de control social a través del estado, con el objetivo común de
asegurar la reproducción de las relaciones sociales del trabajo asalariado, la
reproducción del capital.
Proponemos en cambio recuperar la rebeldía
y las energías delegadas a la representación partidaria y el Estado;
recuperemos las ideas de auto-organización, recuperemos el anticapitalismo.
La necesidad de recuperar el
anticapitalismo
Lo primero que (nos) proponemos es la
recuperación de los ejes de debate, las ideas que en el caso de nuestro país,
comenzaron a discutirse a partir de la segunda mitad de los noventa; La
relación con el Estado, la influencia de este sobre los grupos sociales, la necesidad
de habilitarse un espacio para pensar independientemente de instituciones y
partidos políticos, cómo organizarse sin mediarse por los distintos componentes
estatales.
Esos ejes se fueron desplazando hacia el
eje "progresismo vs. neoliberalismo", es decir dos expresiones, dos
líneas de la producción y reproducción de la ideología y de las relaciones
sociales capitalistas. Empecemos por romper con la trampa de esta dicotomía y
recuperemos la autonomía de pensamiento.
Hay que mirar más allá de las coyunturas
políticas; Tal vez para pensar y re-organizarnos no sea necesario tener
protagonismo político, o justamente, el no ser protagonista sea una condición
-en un principio al menos- para avanzar en nuestras estrategias. En todo caso, el accionar dentro de lógicas
institucionales ocasiona la invisibilización y la disolución ideológica.
Recuperemos la esencia de ese sujeto
político surgido de las luchas de los noventa como militante autónomo, y
rompamos con el militante-institucionalizado. No nos olvidemos que en
determinado momento, desde el encuentro en la calle y la organización
espontánea se pudo influir fuertemente en los escenarios político-sociales,
rompiendo con la aparente inamovilidad del estado de las situaciones.
Discutamos por ejemplo, si queremos buscar
formas de emanciparnos del capitalismo desde ahora y hacia adelante o si en
cambio seguimos dejando esa rebeldía para "otro momento", para
"cuando las condiciones estén dadas", cultivan do
la ilusión del "mientras tanto" progresista.
Pensamos que debemos recuperar la
radicalidad, y al mismo tiempo no dejamos de reconocer que tenemos pocas
certezas sobre cómo seguir. Pero esos caminos más claros, sólo los podremos
encontrar si insistimos en el caminar.
Las formas de organizarnos también deben
entrar en debate. Inclusive para quienes optamos hace años rechazar el
verticalismo de los partidos políticos, se nos hace evidente que los buenos
ensayos que realizamos en la década pasada deben ser repensados o recreados
frente a la recuperación institucional. En esa línea, creemos que es necesario
por ejemplo, generar mejores conexiones y articulaciones entre las distintas
experiencias colectivas, además de espacios de debate.
Seguramente las únicas certezas que tenemos
están relacionadas con lo que no queremos: el capitalismo y su vida miserable
bajo la coerción del trabajo asalariado, la "libertad" de vender
nuestra fuerza de trabajo y ser explotados, o "la libertad" de
negarse y morir de hambre, o consumir en lugar de disfrutar, o la destrucción
del planeta para llevar al infinito las ganancias capitalistas.
Pero a partir de negarnos a aceptar esta
"realidad" como si fuera perpetua, debemos buscar otras formas
alternativas de vivir que puedan superar las capitalistas.
De aquí surge, creemos, el mayor desafío, lo más difícil de
imaginar: cómo revolucionar el mundo, como terminar con el capitalismo con y
contra las limitaciones que nos impone el trabajo asalariado. Cómo salirse de
esa trampa y relacionarse en comunidad, sobreviviendo a la vez.
Desde La Fogata seguimos pensando que hay que buscar formas
de organización comunitaria de la vida, formas que necesariamente son
anti-capitalistas, que requieren de relaciones no jerárquicas entre las
personas y que deben ir generando un cambio en la subjetividad desde el primer
momento. Y esa nueva subjetividad y esas nuevas relaciones sociales
comunitarias, pueden ser el embrión de "una otra sociedad" como
dirían los zapatistas.
Para que las ideas de cada uno de nosotros, de cada grupo, no
queden en el aire, debemos juntarnos a discutirlas. Para que las cosas que
hacemos políticamente en grupos aislados puedan potenciarse o puedan generar
otras, debemos conectarlas, ponerlas en juego y amplificarlas.
Colectivo La
Fogata - Julio de 2015
http://www.lafogatadigital.org/debate2015/debate.1.1.htm
http://www.lafogatadigital.org/debate2015/debate.1.1.htm