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11 de noviembre de 2015

II. La estrategia progresista del control social, su institucionalización de las rebeldías y nuestra necesidad de recuperar el anticapitalismo.

Resistir la institucionalización, 
recuperar el Anti-capitalismo

Desde La Fogata hemos venido señalando la progresiva re-institucionalización de los movimientos y grupos sociales en Argentina desde que el Kirchnerismo asumió el gobierno. (Editorial: Un debate necesario, Donde hubo rebeldías y Los movimientos sociales frente al progresismo, estos materiales están en nuestra Web, y también materiales de otros compañeros en la sección DEBATES
Seguimos pensando hoy que este problema debe ser puesto en el centro del debate, y en consecuencia lo analizaremos desde el arriba y desde el abajo, desde la estrategia del poder y desde las propias tendencias a institucionalizarse de los movimientos sociales.

Tendencias a la institucionalización desde las organizaciones sociales
La paulatina recuperación de confianza de las mayorías populares en el Estado y los partidos políticos que el kirchnerismo fue logrando a partir del 2003, puso a los movimientos en crisis: Se debilitaban las incipientes ideas y prácticas de autonomía y auto-organización que se estaban gestando en muchos grupos sociales, y se profundizaban divisiones internas.
Fundamentalmente se debilitaba lo que desde nuestro punto de vista era el avance más importante que se había logrado, el principio de una ruptura con la subjetividad dependiente generada por el peronismo, cuya ideología siempre hizo de "dique de contención", frenando y encauzando las rebeldías dentro de límites institucionales.
De esa grieta que los movimientos sociales habían generado, hoy queda muy poco y la vuelta atrás de esa conquista, de esa radicalidad alcanzada, es la clave de este regreso a la institucionalización que estamos señalando.
Para analizar el tema nos apoyaremos en parte, en la muy buena nota "La nueva izquierda ya está vieja" de Martín Echenbaum publicada en la página de La Fogata. (http://www.lafogatadigital.org/15arg/arg04/arg.26.2.htm).
En dicha nota se señala que "…las organizaciones grandes del sector ven agotada la ‘política’ desarrollada hasta el momento y deciden, en distintos momentos, dar el ‘salto adelante’ y competir en elecciones…., tomando el camino de institucionalizarse" Son los casos de Pueblo en Marcha en su apoyo a la izquierda clásica trotskista del FIT y Patria Grande apoyando al Frente Popular, resaltando en sus argumentos "la identidad peronista de amplios sectores" (*). La nota continúa diciendo que otras organizaciones "se refugiaron en lo conocido, en la resistencia de las construcciones sociales"
(*) Patria Grande manifiesta que: "hay amplios sectores populares que portan una fuerte identidad peronista con potencialidades plebeyas, contraculturales. Desde nuestro punto de vista, el peronismo como identidad política persiste mayoritariamente en la dirigencia de muchas organizaciones, algunas explícitamente peronistas y otras no"- "en las actuales condiciones sociales y políticas de nuestro país, la vía electoral es la principal hipótesis de acceso al poder político"
Coincidimos con Echenbaum cuando dice que existe desorientación y falta de elaboración política en el sector. Esto se da tanto en los grupos que "vuelven a creer" en el Estado y el partido político como medio de las transformaciones sociales, como en los grupos que supuestamente mantienen convicciones de construcción fuera del Estado.
El colectivo La Fogata se encuentra entre los grupos de este último bloque y desde ese lugar venimos tratando de aportar al debate y a la búsqueda de alternativas ante estos problemas.
Intentaremos entonces esbozar algunas de las posibles causas del momento crítico en que se encuentran nuestras experiencias militantes.
En primer lugar no podemos desconocer que existe inexperiencia en la militancia autónoma o independiente, aunque más no sea por el sólo hecho de recorrer caminos con pocos antecedentes. Las ideas de construcción social y política por fuera del Estado eran más fáciles de sostener en la época menemista (y su continuidad hasta De La Rúa), cuando el Estado estaba absolutamente ausente. Pero, como decíamos al principio, cuando el kirchnerismo comienza a recuperar empleo, a reivindicar desde el Estado algunas de las demandas movimientistas de los 90, y a relacionarse con los movimientos a través de los planes sociales, comienza una paulatina desmovilización de las organizaciones cuyo aglutinante original había sido la lucha colectiva contra el desempleo.
Con desmovilización nos referimos a la pérdida de iniciativa en la búsqueda de alternativas de auto-organización colectiva, a la falta de reacción ante estos cambios que el Estado kirchnerista ofrece como seducción para re-institucionalizar a los movimientos y grupos sociales que se habían "descarriado".
Se volvía a mirar hacia el Estado, hacia el partido peronista, ahora aggiornado como kirchnerismo, y hacia los sindicatos (otro mediador social que estaba desprestigiado).
La subjetividad peronista y el control social, recuperaban terreno.
No hubo, en medio de esta situación, un debate profundo sobre qué hacer ante el nuevo escenario, creemos que inclusive no se llegó a visualizar cabalmente este proceso de re-institucionalización. Los pocos debates políticos que existieron en el campo de la autonomía se vieron atravesados por la controversia "gobierno progresista versus oposición corporativa". "La política con mayúsculas" se metía en nuestras políticas y las anulaba.
A nivel regional, la re-institucionalización se extendió por Latinoamérica contrarrestando en parte, la influencia que el movimiento zapatista estaba ejerciendo en mayor o menor medida sobre los movimientos, en cuanto a la forma de pensar, de organizarse en forma comunitaria, y de luchar desde una perspectiva anti-capitalista y autónoma frente a las instituciones estatales.
Como contrapartida, el bloque de los nuevos gobiernos progresistas latinoamericanos cumplió y cumple un papel de recuperación institucional y de control social para el capitalismo del continente.
Y ese control social desplegado por estos gobiernos no es espontáneo ni casual, existe una estrategia pensada por sus líderes que luego va siendo rediseñada a medida que van acumulando experiencia en el poder.
Analizaremos estas estrategias a través del discurso de Álvaro García Linera en el "Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad" realizado en Marzo de este año en Buenos Aires (https://www.youtube.com/watch?v=beta2M46dSg) ya que Linera no sólo es uno de los intelectuales más importantes del progresismo, sino que en su exposición en el mencionado foro, explicitó este pensamiento de una forma directa como nunca lo habíamos escuchado.

La estrategia progresista del control social. Álvaro Linera y la institucionalización de las rebeldías
Linera comienza describiendo dos tipos de democracias existentes actualmente: las viejas democracias que se reducen al voto, a las que llama "democracias fósiles" y las nuevas democracias que tienen un valor agregado: "La Plaza"
Linera dice:
· ……. la democracia no se puede reducir al voto. Hay otras formas de enriquecer la democracia, esa otra forma es la plaza, la calle; marchas, sindicatos, comunidades….
· …... La democracia no se hubiera sostenido ante los embates de la derecha si no hubiera sido enriquecida y defendida por la democracia en las calles, de las organizaciones, si no fuera por la fuerza de los movimientos sociales…
El planteo de Linera no es a primera vista novedoso: propone llenar la cáscara de la representación democrática con el contenido de la gente en la calle, de los movimientos sociales, de las plazas. Esta situación se da en Bolivia, pero también en Ecuador, Argentina, Brasil, Venezuela etc., obviamente con sus muchos matices.
El "valor agregado" que como diferenciación tienen estas democracias progresistas con las "fósiles", es el tras-basamento del poder de la movilización, de la energía de los movimientos sociales a los gobiernos progresistas como base y apoyo a la representación democrática y a la vez de escudo protector contra las derechas.
Pero lo novedoso de esta estrategia consiste en que los nuevos sujetos, los movimientos y grupos sociales que constituirían "la plaza", no necesariamente deben formar parte del partido político gobernante, ni de ningún otro partido. En cambio son convocados a "la plaza" a tener una actividad participativa relacionada a este esquema de "democracia+plaza" planteada por Linera.
Y con esta participación no nos referimos (ni Linera tampoco) a concurrir a actos oficiales (como por ejemplo los festejos del 25 de Mayo en Argentina), sino a mantener una actividad, incluso de protesta, pero dentro de ese marco institucional extendido hasta la calle.
La estrategia entonces, se concreta a través de esta transacción, a la cual pareciera que la mayoría de las organizaciones sociales en Argentina no puede escapar; La transacción progresista es lo que al mismo tiempo que le da contenido a la representación y al Estado, frena y re-encausa los procesos autónomos previos, coarta la posibilidad de que los mismos se sigan desarrollando.
La estrategia de inclusión/contención que Linera describe en su discurso, está relacionada y mucho, con la situación previa a su acceso al gobierno junto a Evo Morales, ya que como sabemos, en Bolivia los movimientos sociales tenían un alto grado de auto-organización por fuera de lo institucional.
Es por eso que un nuevo tipo de gobernabilidad debía basarse en la institucionalización de los movimientos, otorgándole a las autonomías un lugar dentro de este esquema, para poder controlarlas desde el Estado como veremos ahora.
Linera dice:
- Hay una aparente contradicción entre Estado y autonomía….entre
Estado o construcción autónoma. ….. hay que cultivar las estructuras
autónomas (comunidades, barrios etc.) y ocupar El Estado a la vez…. se
debe construir sociedad y Estado a la vez….
Linera nos dice que es falso el debate entra Estado y autonomía, que esta dualidad debe integrarse en la democracia. Admite la contradicción entre ambos pero frente a eso argumenta que hay que fortalecer las "esferas de autonomía al mismo tiempo que se ocupa el Estado".
Esta es la línea argumental de la estrategia progresista que recogen muchos movimientos y grupos sociales, aceptando el lugar participativo que les ofrece el Estado. Esta es la transacción que se realiza consciente o inconscientemente, y a través de la cual se le delega la fuerza y la energía de la lucha anticapitalista al Estado que no es otra cosa que capitalista.
(*)Mientras en el mercado el plusvalor producido por los trabajadores es distribuido entre los capitales singulares a través de la competencia, la "intervención del Estado" implica que una porción significativa del plusvalor es canalizada hacia el Estado a través de la imposición fiscal (en cualquier forma) y reorientada por aquel a través del gasto, con el objetivo de mantener las mejores condiciones posibles para la acumulación del capital. Holloway, John, "keynesianismo una peligrosa ilusión" ED. Herramienta, 2003, Buenos Aires
Cuando Linera propone "convertir la indignación en esperanza" está proponiendo que la rebeldía de hoy se transforme en esperanza, y esa esperanza se deposite en el Estado. O mejor dicho, que la indignación no se transforme en rebelión, sino que se aplaque, se quede en esperanza, que se aplace la rebeldía para un futuro que siempre va a ser futuro.
El paquete de ideas que Linera arma en su discurso termina anudándose, como no podía ser de otra manera, con "la economía":
Linera dice:
- ……la voluntad y la esperanza tienen un límite, entonces hay que crear
un régimen económico sostenible, redistributivo, generador de riqueza.
… Sin créditos y economía las ideas no se sostienen.
Es decir: Si estas democracias progresistas no obtienen créditos de los centros de poder mundiales, esto es de los organismos internacionales de crédito, este capitalismo progresista, no se sostiene.
Queda claro que la convocatoria a los movimientos a entregar su energía para fortalecer la democracia y el Estado capitalistas, se completa con el sinceramiento de lo que finalmente constituye el objetivo más importante: La inserción en la economía capitalista mundial aunque como "democracia progresista". Esta misma línea fue la que comenzó a trazar el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez en Mar del Plata, en la Cumbre de las Américas en 2005.
Es aquí donde decimos que una cosa es reconocer las diferencias que existen entre el progresismo y la derecha ultra neoliberal, y otra es caer en la transacción progresista y no ver que las estrategias del "progresismo" y del "neoliberalismo" son estrategias de control social a través del estado, con el objetivo común de asegurar la reproducción de las relaciones sociales del trabajo asalariado, la reproducción del capital.
Proponemos en cambio recuperar la rebeldía y las energías delegadas a la representación partidaria y el Estado; recuperemos las ideas de auto-organización, recuperemos el anticapitalismo.

La necesidad de recuperar el anticapitalismo
Lo primero que (nos) proponemos es la recuperación de los ejes de debate, las ideas que en el caso de nuestro país, comenzaron a discutirse a partir de la segunda mitad de los noventa; La relación con el Estado, la influencia de este sobre los grupos sociales, la necesidad de habilitarse un espacio para pensar independientemente de instituciones y partidos políticos, cómo organizarse sin mediarse por los distintos componentes estatales.
Esos ejes se fueron desplazando hacia el eje "progresismo vs. neoliberalismo", es decir dos expresiones, dos líneas de la producción y reproducción de la ideología y de las relaciones sociales capitalistas. Empecemos por romper con la trampa de esta dicotomía y recuperemos la autonomía de pensamiento.
Hay que mirar más allá de las coyunturas políticas; Tal vez para pensar y re-organizarnos no sea necesario tener protagonismo político, o justamente, el no ser protagonista sea una condición -en un principio al menos- para avanzar en nuestras estrategias. En todo caso, el accionar dentro de lógicas institucionales ocasiona la invisibilización y la disolución ideológica.
Recuperemos la esencia de ese sujeto político surgido de las luchas de los noventa como militante autónomo, y rompamos con el militante-institucionalizado. No nos olvidemos que en determinado momento, desde el encuentro en la calle y la organización espontánea se pudo influir fuertemente en los escenarios político-sociales, rompiendo con la aparente inamovilidad del estado de las situaciones.
Discutamos por ejemplo, si queremos buscar formas de emanciparnos del capitalismo desde ahora y hacia adelante o si en cambio seguimos dejando esa rebeldía para "otro momento", para "cuando las condiciones estén dadas", cultivando la ilusión del "mientras tanto" progresista.
Pensamos que debemos recuperar la radicalidad, y al mismo tiempo no dejamos de reconocer que tenemos pocas certezas sobre cómo seguir. Pero esos caminos más claros, sólo los podremos encontrar si insistimos en el caminar.
Las formas de organizarnos también deben entrar en debate. Inclusive para quienes optamos hace años rechazar el verticalismo de los partidos políticos, se nos hace evidente que los buenos ensayos que realizamos en la década pasada deben ser repensados o recreados frente a la recuperación institucional. En esa línea, creemos que es necesario por ejemplo, generar mejores conexiones y articulaciones entre las distintas experiencias colectivas, además de espacios de debate.
Seguramente las únicas certezas que tenemos están relacionadas con lo que no queremos: el capitalismo y su vida miserable bajo la coerción del trabajo asalariado, la "libertad" de vender nuestra fuerza de trabajo y ser explotados, o "la libertad" de negarse y morir de hambre, o consumir en lugar de disfrutar, o la destrucción del planeta para llevar al infinito las ganancias capitalistas.
Pero a partir de negarnos a aceptar esta "realidad" como si fuera perpetua, debemos buscar otras formas alternativas de vivir que puedan superar las capitalistas.

De aquí surge, creemos, el mayor desafío, lo más difícil de imaginar: cómo revolucionar el mundo, como terminar con el capitalismo con y contra las limitaciones que nos impone el trabajo asalariado. Cómo salirse de esa trampa y relacionarse en comunidad, sobreviviendo a la vez.
Desde La Fogata seguimos pensando que hay que buscar formas de organización comunitaria de la vida, formas que necesariamente son anti-capitalistas, que requieren de relaciones no jerárquicas entre las personas y que deben ir generando un cambio en la subjetividad desde el primer momento. Y esa nueva subjetividad y esas nuevas relaciones sociales comunitarias, pueden ser el embrión de "una otra sociedad" como dirían los zapatistas.
Para que las ideas de cada uno de nosotros, de cada grupo, no queden en el aire, debemos juntarnos a discutirlas. Para que las cosas que hacemos políticamente en grupos aislados puedan potenciarse o puedan generar otras, debemos conectarlas, ponerlas en juego y amplificarlas.

Colectivo La Fogata - Julio de 2015
http://www.lafogatadigital.org/debate2015/debate.1.1.htm

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