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11 de noviembre de 2015

I. La estrategia progresista del control social, su institucionalización de las rebeldías y nuestra necesidad de recuperar el anticapitalismo.


DEBATES
Esta nueva sección tiene por objeto generar y fomentar debates en el campo de la  militancia social.
Partimos de algunas inquietudes que tienen que ver justamente con la falta de intercambio de ideas y experiencias, así como la desconexión que, desde nuestro punto de vista, existen actualmente entre los distintos grupos autónomos. 
La relación con el Estado y los gobiernos progresistas, el "juego" de relaciones que se genera y su influencia sobre nuestras subjetividades, son temas que venimos pensando y trabajando en La Fogata desde hace varios años. Sobre todo en base a nuestras experiencias inmediatas y también a lo que observamos en general en otros movimientos y lugares del mundo.
 La idea es entonces intentar romper con estas desconexiones a través de los debates, ampliando las miradas, intercambiando y poniendo en juego ideas entre quienes sigamos siendo anti-capitalistas y sigamos intentando abrir caminos hacia  “una otra sociedad”.
Colectivo La Fogata. para comunicarte:  lafogata@lafogatadigital.org

Editorial: Un debate necesario
Colectivo La Fogata
En este número de La Fogata sentimos la necesidad de poner en discusión las relaciones entre los movimientos y grupos sociales con los gobiernos progresistas. Se trata de un debate que creemos está pendiente en los movimientos sociales, o por lo menos no ha sido profundizado
Por otra parte, varias de las notas publicadas en la revista, escritas por distintos autores, ponen en la picota a los Estados y gobiernos progresistas en Latinoamérica:
·         La nota "El nuevo extractivismo desarrollista en Sudamérica" de Ricardo Verdum, da cuenta de la continuidad e inclusive la profundización, por parte de los gobiernos progresistas, de las políticas de "extracción y exportación de minerales, petróleo y productos para la industria agropecuaria, donde estos gobiernos vislumbran el motor del "crecimiento económico" nacional, incluyendo también los agrocombustibles obtenidos de la soja", que transforman a la región en proveedora de recursos naturales a los países capitalistas centrales, recibiendo para la realización de estos proyectos inversiones extranjeras justamente en la infraestructura necesaria para reducir costos y tiempos de transporte de las mercancías. (*1)
·         La nota "El traje que vestí mañana" de Gustavo Esteva, desarrolla un amplio análisis de la crisis capitalista actual, poniendo énfasis en el papel de las resistencias de los nuevos movimientos y espacios sociales y en las formas cada vez más violentamente represivas de las democracias. Señala además que dentro de estas democracias, e independientemente del carácter "progresista" o neoliberal de las mismas, la soberanía del estado toma una forma policíaca y existe un estado de excepción ficticio, no declarado, que es hoy la regla.
·         En "Bolivia- Ecuador; El estado contra los pueblos indios", Raúl Zibechi señala, como estos Estados progresistas se van enfrentando cada vez más con los pueblos originarios que hace unos años venían revelándose contra el neoliberalismo e inclusive fueron parte de la base o el apoyo a la llegada al poder tanto de Evo Morales como de Rafael Correa. Zibechi observa que los pueblos originarios saben que los Estados necesitan explotar los recursos naturales para pagar sus cuentas y al mismo tiempo, saben que esa lógica conduce a la destrucción de sus comunidades.
·         Raúl Cerdeiras, en su nota "El regreso de la política: ¿Qué política?", analiza el autoproclamado regreso de la política del gobierno kirschnerista, revelando entre otras cosas lo que él llama ¨el gran olvido", que consiste en el ocultamiento y re-encauzamiento por parte del gobierno, del contenido emancipador de los movimientos de resistencia originados en las luchas contra el neoliberalismo durante la década de los noventa y que desemboca en la jornadas del 19/20 de diciembre del 2001.
·         John Holloway, en la entrevista que le realiza el escritor irlandés Ramor Ryan, sobre su último libro Crack Capitalism, se refiere también a la contradictoria relación entre movimientos sociales y gobiernos y estados progresistas en América Latina.
La propuesta desde La Fogata es entonces, pensar sobre las relaciones entre los movimientos sociales y los Estados progresistas en Argentina y Latinoamérica.
Para ello, y en consonancia con este hilo conductor, o esos hilos conductores, que "como un fantasma" recorren la revista, hemos escrito la nota "Los movimientos sociales frente al progresismo".
(*1) Estas inversiones se realizan a través de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA)

http://www.lafogatadigital.org/debate2015/debate.1.4.htm
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Los movimientos sociales frente al progresismo


Cómo posicionarse frente a los gobiernos progresistas que hoy controlan el Estado en muchos de los países del continente (*1), Que tipo de relaciones establecer frente a los mismos, son preguntas que apenas están planteadas en los movimientos y esa falta de debate determina a su vez no tener estrategias políticas claras desde la mayoría de los grupos sociales.
Colectivo La Fogata
Los movimientos y grupos sociales (*2) en Argentina reflejan diferentes políticas ante la presencia de un gobierno progresista como el kirchnerista.
Algunos grupos que mantienen hasta hoy la decisión de no organizarse en partido político y de no disputar directamente espacios de poder en el Estado, adoptan sin embargo posiciones de cercanía o "apoyo crítico" al gobierno.
Por ejemplo; Al hacer girar las decisiones y rumbos políticos propios en torno a las políticas de un gobierno progresista, en relación a si estas favorecen o no a los movimientos, se están subordinando las propias políticas a las del Estado. En la práctica, esta postura implica, desde nuestro punto de vista, una pérdida de autonomía, renunciándose en parte a la creación de relaciones sociales propias, en contra de las que imponen el mercado y el Estado capitalistas.
Una consecuencia directa de esta subordinación a la relación con el Estado, consiste en que se siguen reproduciendo lógicas de verticalidad hacia el interior de los colectivos.

Otros grupos se diferencian de los anteriores no sólo por no esperar del Estado progresista la solución a sus problemas, sino por la perseverancia en intentar organizarse en base a relaciones de cooperación, rechazando jerarquizaciones y subordinaciones.

Es el caso de algunos de los MTD (Movimientos de trabajadores desocupados) surgidos en los noventa. Estos movimientos irrumpieron como organizaciones que fueron creando nuevas formas de lucha que iban mucho más allá de los cortes de rutas. Desde nuestro punto de vista, son muchas las rupturas que estos movimientos produjeron en esos momentos, pero sin duda alguna, la grieta más profunda, la mas radical, fue la de romper con la subjetividad de la dependencia para con el peronismo.

La relación con la ideología peronista, que siempre hizo de "dique" para contener y encauzar las rebeldías dentro de límites institucionales, fue quebrada en buena medida por estos grupos piqueteros.

La fuerza de esa ruptura llega a nuestros días; sin embargo creemos que la grieta ha sido "reparada" en gran parte por el kirchnerismo y por esa razón pensamos que cualquier grupo o movimiento social que hoy se plantee "cambiar el mundo desde abajo y a la izquierda" por decirlo en lenguaje zapatista, debe replantearse la necesidad de seguir generando esas fisuras y evitar que el progresismo las anule con sus "políticas sociales".
(*1) 7 de los 10 países sudamericanos y cuatro quintas partes de la población latinoamericana sin ir más lejos
(*2) Queremos aclarar que cuando hablamos de "movimientos sociales" no nos referimos a un tipo de organización en particular, sino que pueden ser tanto movimientos como el Tupac Amaru, como los movimientos de desocupados (MTD), o la UAC, como así también grupos y colectivos sociales menos numerosos.
Esto no significa decir que progresismo y neoliberalismo son lo mismo. Además, las rupturas de las que hablamos seguramente no se pueden generar de la misma manera frente a un gobierno "contenedor" como el de los Kirchner que frente a la marginación extrema y la represión menemistas.
Probablemente el camino hacia la auto-organización y a la toma de posiciones autónomas frente al Estado haya sido en parte "empujado" por la represión en la época de los gobiernos de Menem y Duhalde.
Hoy en cambio, mientras por un lado desde el gobierno se "atienden" demandas básicas de los movimientos sociales, por otro (o por el mismo) lado, esa respuesta es el principal mecanismo que utiliza el Estado para recuperar parte del control perdido sobre algunos de los grupos sociales.
Sabemos por otra parte, que todos estamos obligados a tener algún tipo de relación con el poder y con el Estado, de lo contrario sería como decir que podemos vivir al margen del capital y sus relaciones de dominación. De ahí que sería totalmente errado adoptar posiciones cerradas que resten importancia a este problema, argumentando que para los movimientos autónomos da igual si los gobiernos y Estados son de ‘izquierda’ o de ‘derecha’ ".
Desde La Fogata planteamos en cambio, que es fundamental identificar y conocer las diferencias existentes entre progresismo y neoliberalismo, ya que las formas de contención y anulación de las rebeldías que representan una y otra cara del poder son, en la mayoría de los casos, muy distintas y justamente por eso, las estrategias de los movimientos sociales deben ser también diferentes y adecuadas a cada una de ellas.
No es lo mismo, como decíamos anteriormente, enfrentarse a una represión abierta como la vivida durante los gobiernos neoliberales, que intentar seguir construyendo autónomamente frente a métodos de desarticulación y re-asimilación de las rebeldías, como los que el progresismo viene llevando adelante a partir de Néstor Kirchner.

Las estrategias del poder hacia las resistencias sociales
Hemos visto en nuestra historia reciente (y no tan reciente), que dependiendo de la dimensión y profundidad de las resistencias sociales, el poder responde con alternativas neoliberales o progresistas buscando adecuarse en cada momento a la contención de las luchas populares.
Si el progresismo logró tomar el timón en la mayoría de los países sudamericanos, no fue solo por que fracasó el neoliberalismo en la etapa anterior, sino porque las nuevas formas de organización popular que se generaron como contrapartida, debían ser controladas ahora por la vertiente progresista del capital, había que bajar el nivel represivo y realizar "concesiones sociales" para recuperar la estabilidad que el desarrollo del capital necesita.
En el caso de nuestro país, primero hubo una violenta transición que culmina con los asesinatos de Maximiliano Kosteky y Darío Santillán como hecho "ejemplificador" y de advertencia hacia quienes se organizaban para resistir. Luego sobreviene un segundo momento de violencia: la violencia del mercado que intenta resolver para el capital la crisis de la "convertibilidad", golpeando duramente sobre los trabajadores y las clases medias.
Una vez que el neoliberalismo hizo su parte del trabajo para aplacar las insubordinaciones, el progresismo se mostró más apto para tomar la posta y entonces propone transacciones muy distintas, como decíamos antes, para con los movimientos sociales y otros sectores.
La dominación tomó otras formas, menos violentas, más sutiles, pero no por eso menos efectivas.
En una nota aparecida en el diario Página/12 de Argentina en el año 2003 a poco de asumir Néstor Kirchner como presidente, donde se entrevista a un "confidente" del gobierno, se puede leer lo siguiente:
- "La protesta social se está desestructurando en la Argentina. Los grupos piqueteros que siguen
manifestando cada vez se aíslan más. Sus consignas son cada vez más ideológicas: protestan contra
el ALCA, la represión, la injusticia, el imperialismo y otras consignas generales. Van a terminar
aislados, como hizo siempre la izquierda argentina, hasta desaparecer".
- "Esto (la protesta piquetera) se terminará del todo con los planes de trabajo, de generación de
empleos, no parches como el Jefas y Jefes".
- "Prácticamente, la protesta social está ya fuera de las calles. Sólo queda esa protesta cada vez más ideológica".
Las palabras del confidente de Página/12 no son más que una muestra del sitio –uno de los sitios–
donde apunta ahora el Gobierno. Una etapa que se abre para desarticular la protesta piquetera
profunda y aislar a los sectores más radicalizados de desocupados organizados. Este diario dio cuenta de la aparición de piqueteros kirchneristas, de la transformación de otros de ellos al oficialismo y de la negativa de otros tantos por nombrarse como tales, a pesar de serlo.
Queda bien en claro cual fue, desde el primer momento, la estrategia del gobierno kirchnerista hacia la protesta social (sobre todo porque su vocero lo dice explícitamente):
Planes de trabajo a cambio de "des-ideologizar" la protesta. Reducir la misma únicamente a lo reivindicativo, desradicalizándola.
Los grupos que se sigan atreviendo a pensar más allá de las necesidades básicas, de organizarse para tratar de mejorar sus vidas en forma cada vez mas autónoma del Estado (por ejemplo si cuestionan el trabajo asalariado, le representación democrática a través de los partidos políticos etc.), no serán "merecedores" de acceder a los planes.
La idea desde el poder progresista es intentar "reencauzar" a los grupos rebeldes que se habían desbordado del alcance de los sindicatos y los partidos políticos. Y a aquellos que no vuelvan al cauce, se los intenta mantener controlados mediante el tira y afloje de los planes de trabajo, como otra suerte de negociación sindical.
A esta altura vale aclarar que no estamos sosteniendo que los movimientos abandonen las reivindicaciones básicas, sino que las mismas se integren dentro de una política de cuestionamiento y búsqueda de alternativas a las condiciones de vida que nos impone el capitalismo.

Conclusiones
Decimos entonces que las políticas utilizadas por neoliberalismo y progresismo son, en lo inmediato, diferentes, así como son diferentes las consecuencias sobre los movimientos (ya sea que consideremos el aspecto represivo o las "políticas sociales"), pero su objetivo es el mismo: el dominio de las voluntades colectivas e individuales para imponer y reproducir las relaciones sociales mercantiles a través de la alienación del trabajo asalariado.
El mercado disuelve todas las relaciones sociales, y las reduce a que los individuos aislados, se
enfrenten como compradores y vendedores. Esa es la sociabilidad del capitalismo, las relaciones son de compraventa, que inficionan las cercanías humanas. (Rozitchner, 2003:116)
Estas diferentes formas de dominación que el capital ha tenido a lo largo de su historia, aunque rivales entre sí, son opuestas solo en apariencia.
Los éxitos del progresismo radican en la canalización y apaciguamiento de las resistencias, Y antes que sobre el neoliberalismo, son más que nada, éxitos sobre los grupos sociales que tienden a una mayor independencia del Estado o directamente a rechazarlo.
El capital es un movimiento constante de separación. Sobre todo separa lo hecho del
proceso del hacer y del hacedor. ………….
El estado es parte de este proceso, separa a sus ciudadanos de los ciudadanos de otros países, separa lo público de lo privado, lo político de lo económico, etc. El capital es un proceso de despojar que nos fragmenta, el Estado también es un quitar que nos deja fragmentados; El Estado nos quita la responsabilidad de nuestra propia sociabilidad, nos quita la unidad con otras personas, nos quita nuestra unidad como personas.
El estado canaliza la actividad social de una forma que la reconcilia y la integra en la reproducción del capital. (Holloway, 2003:13)
La propuesta planteada en resumen es:No paralizarnos en nuestra resistencia y en el desarrollo de nuestra autonomía, cayendo en el espejismo de creer que el progresismo nos puede allanar el camino. Pero al mismo tiempo identificar diferenciadamente neoliberalismo y progresismo como dos formas de control y dominación en que el capital se personifica, para adecuar a las mismas nuestras estrategias políticas.
Finalmente queremos decir que cuando hablamos de generar otro tipo de relaciones sociales desde los movimientos, señalamos algo que es vital en la resistencia al capitalismo.
Nos referimos a crear, dentro del compartir cotidiano de nuestras luchas y haceres, vínculos de cooperación en lugar del individualismo, de procurar consensos en las decisiones en lugar de la jerarquización y la verticalización, de la búsqueda de alternativas comunitarias, en lugar de trabajo asalariado, de encontrar colectivamente las formas de ir generando las grietas en las relaciones capitalistas para recuperar nuestra sociabilidad humana que el capital permanentemente trata de destruir; Hablamos de construir una sociedad comunitaria, o comunista, o una sociedad de comunidades…..
Bibliografía
Rozitchner, León (2003): Violencia y contra-violencia, El terror y la gracia. Buenos Aires. Grupo Editorial Norma
Holloway, (2003): Chávez, Lula, Kirchner, Keynesianismo una peligrosa ilusión Buenos Aires. Ediciones Herramienta


http://www.lafogatadigital.org/debate2015/debate.1.2.htm

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