La
defensa del territorio es por la vida
27 de mayo de 2016
"La Milpa es
un referente común, amplio y múltiple para las familias e individuos
campesinos de una misma comunidad, mientras que su siembra, percibida
como mero procedimiento técnico a innovar desde una perspectiva externa,
la desagrega y descontextualiza, contribuyendo a alterar para siempre
procesos ancestrales vinculados a ese referente."
Por
Miguel Ángel Mijangos (1)
¿Por
qué defender el territorio?
Dentro
del contexto en el cual trabajamos, la palabra defensa siempre
nos lleva a pensar en acciones para la protección o salvaguarda ante un
peligro latente o eminente, y muchas veces nuestras reacciones suelen
pensarse para uno mismo o lo más cercano de nuestro entorno. No
obstante, cuando hablamos del territorio y las amenazas que sobre él se
vislumbran, nuestras
acciones y pensamientos sobre su defensa suelen adquirir una dimensión
multifactorial y compleja; los interpretamos o relacionamos en
función de nuestros propios contextos o circunstancias, de tal manera
que podemos reaccionar desde lo local hasta lo global según el caso.
La
dimensión del territorio nos lleva a tener muchas y marcadas diferencias
sobre cómo lo interpretamos y por ende, igual se diversifican las
acciones para defenderlo ante amenazas dadas o potenciales. No es
casual entonces que existan y coexistan múltiples actores -mujeres y
hombres-, quienes definen sus estrategias de acuerdo a sus propias
características y condiciones, y por ello hay quienes las realizan a
través de las leyes o lo jurídico, así como también los hay con enfoques
citadinos o urbanos, al igual que a partir de lo rural o como sucede
también con los pueblos originarios, quienes bajo sistemas de gobiernos
locales basados en “los
usos y costumbres” definen diversas acciones para la defensa.
En
términos generales, podemos afirmar que existen y se recrean miles de
diferencias entre las acciones y estrategias que se realizan sobre
“defensa”, de acuerdo a las condiciones y particularidades de los
sujetos para con su territorio.
Derivado
de esas características, en algunos casos las y los sujetos o entidades
sociales suelen apropiarse
del “territorio” a partir
de una demarcación o límite geográfico o político, pero generalmente son
expresiones sociales que se encuentran separadas o atomizadas unas de
otras, como sucede por ejemplo con los municipios o los distritos
políticos, en donde la “acción
social y colectiva”, no siempre encuentra pluralidad en orden y para
la gobernanza (2),
aunque por supuesto siempre hay excepciones a la regla.
En otros casos, aun dentro de ciertos “límites geográficos”, y a pesar de tratarse de espacios que han sido “reconocidos o entregados” por otros -por ejemplo los núcleos agrarios-, son las acciones colectivas y comunitarias las que a través de sus expresiones sociales y culturales lo “demarcan en gobernanza”, encontrando su propio crecimiento cultural y espiritual, de tal manera que existen vínculos territoriales de coexistencia para con los bienes naturales, como la tierra, el agua, el viento, la flora y la fauna, sin que sea limitativa a éstos su conexión, así como también es ahí donde se establecen las conexiones espirituales, religiosas y cósmicas, las cuales por supuesto, prácticamente nunca están separadas de lo terrenal. Quienes mejor expresan esta condición “territorio/sujetos” son sin duda alguna los pueblos originarios. (...)
En
contrasentido… ¿qué pasa
cuando a través de la resistencia de las y los sujetos, se organizan
acciones para la defensa del territorio ante las amenazas que los
ocupan? El sujeto y su
colectivo refuerzan y fortalecen sus lazos identitarios, depuran su
sentido de pertenencia y con ello se adhieren aun más a sus bienes
colectivos concentrados al interior del territorio, ese territorio que
definen y delimitan geopolíticamente o que delimitan con o sin linderos,
pero que recrean en su cotidianeidad terrenal, espiritual y celestial y
que, en conjunto, otros conocen como cosmovisión.
Derivado
de lo anterior partimos de una premisa: No hay sujetos colectivos sin
territorio. En otras palabras, sin
territorio él/los sujetos son incapaces de recrear la totalidad de los
elementos que permiten construir un proceso identitario sólido y capaz
de articularse a otro y con otros en solidaridad; por lo tanto, se
ven forzados a romper su propia naturaleza de lo comunitario que
responde al sujeto social colectivo, y en consecuencia, aflora el
individualismo y el sujeto se vuelve incapaz para ejercer sus propios
procesos relacionados a la libre determinación y de auto-adscripción, a
la vez que le cuesta mucho más su construcción espiritual; por lo tanto,
es más fácil que se encuentre desconectado de sus creencias, deidades,
religiosidad y por ende menos capaz de construir una CULTURA COLECTIVA
PROPIA .
Es por ello que deseamos señalar que cuando hablamos de la defensa del territorio, por supuesto va implícito y está interconectado el sujeto colectivo, que no el sujeto individual. Defender el territorio implica defender el sentido de pertenencia y el proceso identitario de los sujetos colectivos, al igual que defender el sentido identitario es a la vez defender el territorio.
Caso Wixárikas contra la empresa First Majestic:
En la Isla del Rey nacieron los Wixárikas, y desde ahí inician sus
peregrinaciones hasta el Cerro del Amanecer, en San Luis Potosí, donde
recrean el nacimiento del Sol. El cosmos huichol puede considerarse
etnocéntrico. Todo el mundo es una “gran casa”, Una comunidad (kiekari).
Las fuerzas o elementos de la naturaleza son considerados deidades, al
mismo tiempo que sus antepasados y parientes de los huicholes. El centro
del mundo se ubica dentro del territorio huichol. La cosmovisión
Wixárika no separa tajantemente entre los ámbitos de la naturaleza, de
la sociedad y de lo sobrenatural o sagrado. La empresa minera amenaza
con destruir ese lugar sagrado y si ello sucede moriría el pueblo
Wirárika, pero también el mundo entero.
No debe
sorprendernos que la defensa del territorio sea siempre de tipo
multifactorial, puesto que el
territorio es quien acuerpa la propia vida; ahí es donde nace la
naturaleza; ahí se forman los sistemas ecológicos gracias a la
combinación de elementos biológicos, físicos y químicos que suelen ser
transformados por la acción del uso de los sujetos sociales (patrimonio
biocultural). Por lo tanto, el usufructo también crea vida nueva y
diferente dentro de un territorio, vida en donde de por sí ya la hay,
pero también si durante su uso se pierde el enfoque y la visión de la
importancia de lo multifactorial, entonces puede también generarse la
muerte.
En ese
sentido, si coincidimos en que la defensa del territorio es
multifactorial y no está asociada a una acción en particular sobre el
territorio en su sentido amplio, sino a partir de sus vínculos con los
sujetos que lo usufructúan, pensamos entonces que será más fácil
comprender e identificar qué tipo o cuáles son las amenazas que rondan
por el territorio y con ello, amenazan y ponen en riesgo la propia vida
de sus componentes, entre estos a los propios sujetos colectivos.
Enlistemos algunos casos para la reflexión y provocación:
-
¿Los agroquímicos amenazan al territorio? O sólo al sujeto que los utiliza o a quien los consume a través de los productos que se originan con ello?
-
¿El consumo y/o la siembra de transgénicos amenazan los procesos identitarios de los pueblos y por lo tanto, también al territorio?
-
¿La ley de hidrocarburos amenaza al territorio?… ¿amenaza a la nación? ¿O es el modelo extractivo, es decir, la forma en la que se explota el petróleo la amenaza real?
-
¿La privatización de los bienes naturales destruye la identidad de los pueblos?
-
¿Cuidar a la naturaleza a través del “pago de servicios ambientales” amenaza el territorio?
-
¿Los subsidios, por ejemplo el programa de Combate contra el Hambre o el programa Oportunidades ahora denominado Prospera o el Procampo son una amenaza al territorio, a la identidad y por lo tanto a la cultura?
Por
supuesto, el anterior es un listado muy corto en comparación con la gran
cantidad de procesos que hoy y desde hace años están amenazando al
territorio, sin dejar de observar que en varios lugares ya no son meras
amenazas, sino que ha iniciado la destrucción del mismo.
Sin
embargo, en ese mismo contexto, debemos observar que justo bajo
esas mismas circunstancias de amenazas y hechos reales, es donde
también se recrean procesos para la defensa territorial desde posiciones
integrales e integradoras, porque primordialmente se plantean bajo un
enfoque inequívoco: La defensa de la vida.
La
legalización del despojo
En toda
Latinoamérica y no sólo México, vivimos una larga trayectoria de cambios
políticos y de políticas que han estado ratificando y consolidando a los
actuales sistemas de poder que hoy ya tienen en total subordinación y
dependencia a naciones enteras. Desde nuestro punto de vista, ello no ha
sucedido por casualidad, por errores de rumbo o por falta de dirección
en los mandos superiores o gobernantes, sino todo lo contrario; hay
una clara tendencia de “ir acomodando” paulatinamente todo aquello
vinculado con los bienes naturales para la adquisición de ganancias, de
construir condiciones para crear monopolios estructurales bajo la lógica
del poder/fuerza por sobre la soberanía y la democracia, así como la
apuesta cuasi idiota, de que este planeta puede aguantar todas las
atrocidades que podemos ocasionarle, en aras del progreso y desarrollo,
a partir del afamado desarrollo tecnológico. El capitalismo vil a todo
lo que da.
Actualmente varios análisis nos llevan a ubicar por lo menos cuatro
causales que consideramos forman parte de la columna vertebral de lo que
padecemos hoy:
-
Las Reformas a las constituciones nacionales latinoamericanas bajo el eslogan comercial de las llamadas “reformas estructurales”, en donde se pone de manifiesto una serie de iniciativas de leyes que abonan a “la legalidad” del usufructo insostenible de los bienes naturales de las naciones y el consecuente despojo del territorio que se encuentra totalmente articulado al franco adelgazamiento de los derechos humanos individuales y colectivos.
-
La Alineación de las naciones para que asuman como “única e inequívoca forma de progreso y desarrollo” al proceso económico conocido como globalización, que no es más que reafirmar al ya conocido sistema capitalista, sistema que hace apenas unas cuatro décadas dejó de ser ejercido por las naciones, para ahora ser implementado a través de los corporativos empresariales y sus dueños, quienes son seres incapaces e insensibles ante su mayor resultado, que no único: el incremento de la desigualdad social.
-
El Debilitamiento de los gobiernos como estado/nación, para ocupar un rol sumiso ante el poder económico de capitales privados, ha llevado a que abandonen a los sujetos y sus circunstancias -incluidos sus bienes naturales-, como punto central para el progreso, para ahora dar prioridad a la “inversión/dinero/especulación” como única condición para el cambio social. En el caso mexicano ello se traduce en la ruptura total del pacto social logrado durante el proceso de la revolución iniciada en 1910.
-
El Incremento y fortalecimiento de las fuerzas de “seguridad” nacional e internacional, incluyendo la creación de grupos de choque, paramilitares y grupos armados que actúan en contubernio con el gobierno y el crimen organizado, y que son utilizados o azuzados para destroncar las protestas, movilizaciones y resistencias que este mismo modelo depredador genera. A este destronque se le conoce políticamente como “la criminalización de la protesta social”.
La alineación de estos cuatro elementos ha ocasionado que hoy tengamos
una franca tendencia a la eliminación de la vida colectiva.
Esa tendencia es mencionada atinadamente por el Papa Francisco en su
encíclica como “la cultura del descarte”; es decir, lo
que no sirve a los intereses corporativos y financieros simplemente se
desecha. El modelo global rompe el bien común organizado, atenta
contra la cultura fruto de la creación por el usufructo y sabiduría de
los pueblos, destruye permanentemente la naturaleza como espacio
espiritual y de confort, y por ende, su único destino es el “vil
despojo” del humano en conjunto con lo que lo rodea. El modelo
global casi funciona perfectamente, y aunque varias voces lo pongan
hoy en contradicción, la verdad es que a los intereses y objetivos para
los que fue creado, funciona de maravilla. Por ello, aunque estemos
ciertos y seamos racionales respecto a lo que nos ocurre, casi es
imposible que -de forma individual o como colectivos-, no estemos
inmersos en muchos de los componentes mismos que le dan vida propia al
sistema global capitalista.
Al modelo
global lo han hecho ley para, de esa forma convertirlo, en un proceso de
vida para cuasi 7 mil millones de personas, quienes lo retroalimentamos
de manera cotidiana bajo el frenesí del consumo y de los servicios para
que, de esa manera, el sistema continúe operando a la perfección a pesar
de la insatisfacción, opresión y despojo que nos ocasiona.
En
síntesis… el
sistema capitalista se afianza de forma hegemónica y homogeneizadora
bajo la denominada política de la globalización, misma que ha encontrado
en el extractivismo y el monopolio oligárquico, una forma de vida que se
retroalimenta mediante el dominio, la fuerza y la imposición.
No tiene alma, ni territorio, ni espíritu, ni deidades, ni moral, menos
aun ética y por ello no le importa que su destino concreto sea acabar
con la vida. Ese es el
sentido actual del Modelo Extractivo. Este
es, a su vez, la expresión más relevante de la globalización y es
altamente “eficiente” a los fines para lo cual fue creado.
Sin
embargo, la lógica de la competitividad y el libre mercado no atenúa sus
secuelas y daños, por el contrario… el libre mercado exacerba al
máximo sus componentes haciéndolo
depredador de sí mismo; por lo tanto, consideramos que ese modelo no
cambiará salvo se presenten por lo menos tres condiciones:
-
Que se agoten los bienes naturales “estratégicos” que lo alimentan
-
Que la ciencia y tecnología encuentre nuevos recursos que sustituyan a los actuales.
-
Que se genere un estallido social que modifique sustancialmente el modelo energético en el cual hoy estamos inmersos.
Recursos naturales o bienes naturales
El título
ya sugiere una discusión de fondo y forma, pero en su apreciación más
simplista queremos enfocarnos al hecho de que en el actual modelo
global, la naturaleza y sus elementos -todos-, han sido convertidos en
productos financieros, y por lo tanto, con
valor mercantil para ser explotados bajo la tecnología de mayor avanzada
mundial, tecnología que al mismo tiempo es la más irracional y
destructiva que ha creado el ser humano.
El modelo
extractivo no mira a los bienes naturales en su conjunto, sino al
recurso natural específico, porque ese le proveerá de inmensas ganancias
y cuando ese recurso haya sido agotado, la
ciencia y “desarrollo” habrán encontrado un nuevo componente que pueda
suplirlo y con ello continuar con su frenesí extractivo o
peor aún, como ya sucede hoy en día, crear vida de laboratorio,
sintética o manipulada genéticamente que contribuya a la construcción de
monopolios, a la vez que otorgue un mayor control económico global.
Agua,
minerales, gas esquisto o gas de lutitas, viento, biodiversidad,
semillas y petróleo son los grades componentes que el modelo extractivo
requiere para continuar con la dominación de los capitales sobre las
naciones. Sin embargo, lamentablemente no sólo se trata de los bienes
como elemento/insumo, sino del modo y la forma tan destructiva como son
extraídos, generando millones de toneladas de tóxicos que se vuelen
montañas inmensas de pasivos ambientales, los que por supuesto no están
contabilizados en la fórmula financiera de los corporativos, porque si
así fuera, literalmente el modelo extractivo actual sería incosteable
económicamente.
Un
ejemplo cercano sobre ello sirve para mostrar lo anterior: “La empresa
Goldcorp en Carrizalillo, Guerrero, a través de la técnica de extracción
a cielo abierto, obtiene, 28 kilogramos de oro al día, pero por cada
tonelada de piedras y tierra SOLAMENTE extrae MEDIO GRAMO DE ORO,el
resto se convierte en “desechos y desperdicios” llenos de metales
tóxicos y otros contaminantes, los cuales afectarán el ambiente por
lo menos durante 500 años. Para sacar sus 28 kilos de oro diarios
empresa también utiliza 250 MILLONES de litros de agua y le agrega,
igual cada día, 18 TONELADAS de cianuro de sodio. En contrasentido, ya
se avizora que la propuesta de la nueva ley de aguas en México garantice
no más de 50 litros de agua por persona al día. La irracionalidad hecha
ley garantiza mayor acumulación y concentración de ganancias para los
que de por sí ya tienen riqueza económica, mientras que al resto de la
población esas leyes le administran precariamente el uso de los bienes
naturales básicos.
La
defensa de la vida es la fuerza de las resistencias
Es obvio que el despojo se sufre en carne propia; se despoja al ser humano de su salud; se le despoja de su identidad y cultura; se le despoja del ambiente limpio y sano; se le despoja de la naturaleza y la biodiversidad; se le despoja de la comunalidad; se le despoja de la tierra, del agua, del viento, y se le despoja y desplaza del territorio muchas veces con apoyo del crimen organizado.
No
obstante, cuando las mujeres y hombres viven esas circunstancias,
también suelen encenderse o activarse nuevas disposiciones y actitudes
para la defensa de la vida y en contra del despojo y el desplazamiento.
Aún
cuando en ese contexto, las resistencias suelen presentar diversas
características, básicamente la principal diferencia radica en que no es
lo mismo resistir ante el potencial ingreso de unmegaproyecto a
un territorio, a resistir
e intentar sacar de su tierra un megaproyecto ya instalado y funcionando,
sobre todo porque en el segundo caso ya se tiene encima no sólo a la
empresa, sino a todo el Estado y su marco jurídico que para ello ha
creado, el cual, como ya hemos señalado, literalmente está diseñado y
establecido para facilitar el despojo del territorio y de los bienes
naturales de los pueblos.
En el escenario de las resistencias, quizás las que más nos preocupan y
ocupan, son las masivas resistencias de conciencia pero que no se
traducen en acciones recurrentes y cotidianas, porque consideramos que
no es suficiente ser consciente de la problemática que enfrentamos si no
realizamos acciones directas y concretas que pretendan lograr un cambio
parcial o total sobre esa problemática.
De esta
diferencia entre pensar y actuar a la vez, es donde surge el activismo,
surgen los activistas, aquellas y aquellos que se suman a esta lucha
desde lo local hasta lo global en contra de la globalización y el modelo
extractivo. Conocer, saber y hacer, son hoy tres facetas necesarias
de una responsabilidad social que va más allá de la simple participación
ciudadana abstracta, y si la responsabilidad se logra en alianza con
otras y otros, se abona a la defensa de la comunalidad, al sentido de
pertenencia y en consecuencia a la solidaridad.
Como
última reflexión… ¿cómo
hacer que las diversas y diversidades de la luchas se integren en un
sólo frente y dejemos de ser luchas monotemáticas? Requerimos
que una sola conciencia asuma esta lucha global “a favor de la vida”,
por lo tanto, juntarnos es la vía, pero cómo hacerlo es el reto que
tenemos enfrente.
Notas:
(1) Miguel Ángel Mijangos Leal, integrante de Procesos Integrales para la Autogestión de los Pueblos (PIAP, A. C.), asociación civil que trabaja en la región de la Montaña de Guerrero y en la región Istmo/Zanatepec de Oaxaca, sobre procesos de planeación territorial participativa, manejo adecuado de bienes naturales y estrategias para la defensa del territorio. PIAP es integrante de la Red Mexicana de Afectados por la Minería -REMA-, Red que a su vez se integra al Movimiento Mesoamericano en contra del Modelo Extractivo Minero -M4-.
(2) Otro ejemplo ocurre en las ciudades: dentro de una colonia dada, se forman territorialidades que suelen dar forma a barrios en los que por ejemplo, grupos de jóvenes se apropian de espacios para el desarrollo de sus propios procesos, sin que ello haya pasado por definiciones u acciones del conjunto de quienes ahí habitan. En este tipo de casos el espacio público suele ser administrado por el gobierno local, pero pocas veces por los ciudadanos, lo que genera apropiaciones del mismo desde otra lógica y perspectiva.
(3) En un sentido simple aunque a la vez complejo, se entiende por territorialidad; la gobernanza, es decir, la organización y conducta que cierto grupo social determina para un territorio o zona determinada.
(1) Miguel Ángel Mijangos Leal, integrante de Procesos Integrales para la Autogestión de los Pueblos (PIAP, A. C.), asociación civil que trabaja en la región de la Montaña de Guerrero y en la región Istmo/Zanatepec de Oaxaca, sobre procesos de planeación territorial participativa, manejo adecuado de bienes naturales y estrategias para la defensa del territorio. PIAP es integrante de la Red Mexicana de Afectados por la Minería -REMA-, Red que a su vez se integra al Movimiento Mesoamericano en contra del Modelo Extractivo Minero -M4-.
(2) Otro ejemplo ocurre en las ciudades: dentro de una colonia dada, se forman territorialidades que suelen dar forma a barrios en los que por ejemplo, grupos de jóvenes se apropian de espacios para el desarrollo de sus propios procesos, sin que ello haya pasado por definiciones u acciones del conjunto de quienes ahí habitan. En este tipo de casos el espacio público suele ser administrado por el gobierno local, pero pocas veces por los ciudadanos, lo que genera apropiaciones del mismo desde otra lógica y perspectiva.
(3) En un sentido simple aunque a la vez complejo, se entiende por territorialidad; la gobernanza, es decir, la organización y conducta que cierto grupo social determina para un territorio o zona determinada.
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