Alberto Fernández: “Mi objetivo es
pagar al FMI y los acreedores”
25 de junio de 2019
Arrancó la campaña
electoral y este jueves Fernández se reunirá con una delegación del FMI a la Argentina. El
candidato presidencial reiteró su prioridad de pagar la deuda.
El candidato presidencial por el Frente de Todos elegido por
Cristina Fernández hizo sus primeras declaraciones de campaña electoral luego
del cierre de listas. Dejó muy en claro que la deuda se va a pagar y que la
situación de ajuste va a continuar.
Para Alberto
Fernández, el país ya está técnicamente en default. “Si todavía no estamos en
uno es porque vivimos una ficción a raíz de la plata que le pedimos al
Fondo", expresó.
También indicó que no
piensa retrotraer los tarifazos en los servicios, tampoco congelar las tarifas.
Fue en una entrevista realizada este lunes por Reynaldo Sietecase y Ernesto
Tenenbaum en Radio con Vos.
Este jueves se reunirá
con el enviado del Fondo Monetario Internacional (FMI) Alejandro Werner, y con
Trevor Alleyne, representante del organismo residente en el país. El FMI dijo
querer saber más sobre "las prioridades de política económica" de los
candidatos presidenciales. Alberto Fernández ya se adelantó: su objetivo es
pagar toda la deuda, sin siquiera una auditoría sobre su orígen y destino.
Un
nuevo nunca menos... para el FMI y el capital financiero
Fernández manifestó
que "nuestro primer desafío es que el Fondo entienda que ha cometido un
error garrafal prestando dinero a un gobierno para que le pague a los
acreedores y lo usó para pagar la fuga de divisas".
Efectivamente, una
parte importante de los dólares que ingresaron del préstamo stand by con el FMI se fugaron por otra
ventanilla.
A pesar de ello, el
candidato afirmó que su objetivo es pagar la deuda. "Mi objetivo es pagar,
pero no manteniendo la recesión de Macri", dijo Fernández. Promesas de
campaña que pretenden ilusionar con la posibilidad de una salida pacífica y no
catastrófica de la crisis sin dejar de pagar la deuda.
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Consecuentemente con
este planteo de no continuar con recesión, es decir, de la ilusión de una
mejora económica, los periodistas le preguntaron si entonces cambiar de “palanca”
implica aumentar salarios rápido. Pero la respuesta por parte de Fernández fue
cambiar el eje y proponer "mantener los empleos" por la vía de
asegurar las ganancias empresarias. No hizo ninguna referencia a recuperar algo
de los 12 puntos de salario real perdidos bajo el régimen de Macri y el FMI
solamente en el año pasado.
¿Bajar
las tarifas o congelarlas? No. "Las tarifas tienen que ser rentables"
Asimismo, los
periodistas le consultaron si, entendiendo que Fernández afirmó que "las
tarifas deben ser acorde a los términos de riqueza de una sociedad",
bajaría las tarifas de los servicios públicos. Nuevamente, la respuesta fue
apenas que "por lo pronto no seguiría incrementándolas".
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electoral de los Fernández sobre los tarifazos?: bien, gracias
También agregó
"terminaría con la dolarización de las tarifas y esta lógica de negocios
de los amigos de Macri: de los Mindlin, de los Caputo”, pero
contradictoriamente, luego negó afirmar que desdolarizaría las tarifas y las
congelaría por un tiempo. Es el problema de hablarle a los "mercados"
y prometer alguna mejora al pueblo trabajador al mismo tiempo, generando
confusión y sin poder siquiera afirmar alguna propuesta concreta.
De manera que, a pesar
de oponerse a la "lógica de negocios", el candidato sostuvo que
"la realidad es que muchos empresarios argentinos cuando el Estado les da
un subsidio, una ventaja, en realidad la hacen ganancia y no la
invierten".
Eso es precisamente lo
que sucedió durante los años de gobierno kirchnerista, en donde se sostuvo la
ganancia de las privatizadas a través de subsidios, pero la desinversión fue
deteriorando los servicios, en desmedro de la calidad y la infraestructura. Ni
subsidios ni tarifazos resolverán un problema anclado en la privatización de
servicios públicos.
Fernández intenta
primero tranquilizar al FMI y a los acreedores respecto a que un gobierno
presidido por él priorizará a toda costa el pago de la deuda pública, pero por
otro lado busca presentarse frente a la sociedad como una ruptura frente al
gobierno de Macri. Así, no explica cómo va a hacer cosas diferentes con una
economía controlada por el FMI, ni tampoco asegura que va a retrotraer el empeoramiento
de las condiciones de vida que ya hizo Macri.
Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Alberto-Fernandez-Mi-objetivo-es-pagar-al-FMI-y-los-
acreedores
La delegación en representantes del gran capital local e imperialista sólo profundiza las penurias abajo y ruinas de tanto el presente como el futuro. Por eso, reflexionemos sobre:
¿Atrapada
sin salida?
Argentina
dependiente
en crisis
transicional
13 de junio de 2019
13 de junio de 2019
Por
Mariano Féliz
Argentina atraviesa una crisis económica de larga data. Casi una década de estancamiento y recesión han puesto en alerta a los sectores dominantes. Los partidos del orden no encuentran salidas, pues no comprenden la naturaleza profunda de la crisis actual. Los sectores populares enfrentamos los límites del desarrollo dependiente y una bifurcación histórica.
La economía argentina se
encuentra atrapada en una profunda crisis. Crisis transicional hemos dicho en
otro lado. Una crisis que parece poner en juego la forma de ser del capitalismo
argentino, su lugar en el mundo, su papel en la división internacional del
trabajo.
La segunda mitad de la primera
década de los 2000 mostró la fragilidad del capitalismo dependiente en
Argentina. La crisis de 2008-2009 prendió las alarmas sobre un proyecto
hegemónico que, apenas parecía consolidarse, comenzaba a enfrentar barreras,
primero, y, luego, límites difíciles de superar. En los diez años que sucedieron
a esa primera crisis en la nueva fase neodesarrollista, la acumulación de
capital se hizo inestable al tiempo que pasaba del estancamiento a la depresión.
¿Pero qué le pasa a la economía argentina? ¿Cuál es el fundamento específico de
su crisis transicional?
I
A través de la era neoliberal,
el capitalismo dependiente argentino configuró una nueva forma de reproducción
ampliada. Sobre una base industrial dependiente pero relativamente extendida
bajo control trasnacional, se consolidó un nuevo patrón de acumulación de tipo
extractivista. La primera década del siglo XXI vio la expansión del complejo
agroindustrial de la soja transgénica, el avance de la megaminería a cielo
abierto, la colonización de la producción del hábitat y la vida cotidiana por la
financiarización, y más recientemente la expansión de la explotación
hidrocarburífera por la vía de la fractura hidráulica. Este proceso es dominado
y atravesado por la irrupción del capital trasnacional. Además, la nueva etapa
incluía una nueva configuración de políticas que mantuvieran la superexplotación
del trabajo de las mujeres en la reproducción social y el cuidado. Las políticas
de transferencias de ingresos condicionadas (del Plan Jefes y Jefas a la
Asignación Universal por Hije) vieron articular un mercado de trabajo
hiperprecarizado con la necesidad de sostener la reproducción social a escala
familiar y comunitaria en el marco de un Estado de bienestar que desarticulaba
las políticas universales de inclusión social.
II
Esta nueva configuración de la
estructura de producción de valor y reproducción social en Argentina consolidaba
una nueva base extractivista sobre la histórica estructura industrial
dependiente. La industrialización -llamada por sustitución de importaciones-
entre 1940 y 1960 había podido consolidarse sobre la base de un patrón de
superexplotación de la fuerza de trabajo remunerado (mayormente masculinizado) y
no remunerado (mayormente feminizado). En efecto, en torno a la expansión de la
base industrial local, un capital crecientemente trasnacionalizado pudo
subsistir a partir de un desarrollo urbano “desigual y combinado”: en torno a
asentamientos informales, pésimos sistemas de transporte de pasajeros para las
clases populares y condiciones de empleo de creciente precariedad. Ese
desarrollo industrial pudo consolidarse en un marco internacional dominado por
la irrupción de las multinacionales norteamericanas en un mundo capitalista en
plena reintegración comercial, financiera y productiva luego de la segunda
guerra.
III
En la etapa actual, a
posteriori de la reestructuración neoliberal, la transnacionalización
capitalista y la irrupción de China e India en el mercado mundial colocan a
países de industrialización dependiente -como Argentina- ante una disyuntiva.
Argentina enfrenta este nuevo mundo con su economía articulada por una base
industrial trasnacionalizada y crecientemente articulada al nuevo vector
extractivista.
Por un lado, el ciclo
capitalista local es traccionado por la presión creciente que genera la
formación de renta extraordinaria asociada a la extracción de riquezas naturales
y formas de financiarización de la producción de la vida. Esta situación
exacerba las tensiones históricas de la contradicción entre el capital agrario
(extractivista) y el capital industrial. La ampliación contemporánea de las
bases de apropiación de plusvalía bajo la forma de renta extraordinaria se
convierte en una presión permanente sobre el conjunto del capital productivo en
el resto de las ramas, en especial en las industrias manufactureras.
Estas últimas se ven imposibilitadas de competir por el financiamiento frente a
los elevados niveles de rentabilidad extraordinaria de las ramas extractivistas
y acentúan la presión para la superexplotación laboral (en las fábricas y en las
casas).
IV
En paralelo, por otro lado, el
conjunto del aparato industrial enfrenta la irrupción de las manufacturas del
eje China-India. El capital en esos territorios avanza con su producción
realizada en condiciones de trabajo ultra precarizadas, escalas productivas
inconmensurables y crecientes esfuerzos para el desarrollo de nuevas tecnologías
para la extracción de plusvalía. Esa irrupción golpea de lleno a una economía
como la Argentina donde el ciclo del capital manufacturero se encuentra
plenamente integrado a la economía global. En una posición intermedia entre las
economías poco industrializadas de la región y el hegemón subimperialista
regional (Brasil), el capital en la Argentina enfrenta esa batalla en
desventaja.
El pueblo trabajador argentino conserva -a pesar de todo- una base
de derechos conquistados en sus luchas, derechos que el capital busca diluir
para pegar un salto de competitividad. La resistencia popular frente a esa
ofensiva es la contracara de la incapacidad industrializadora del proyecto
neodesarrollista y la aceleración de la desindustrialización en la etapa
reciente de profundización del ajuste bajo el macrismo.
V
La crisis transicional se
presenta como expresión del último límite del capital dependiente en Argentina.
No parece haber alternativas. Los sectores dominantes pretenden acelerar el
ajuste y la explotación laboral y de las riquezas naturales. Para ello, buscan
avanzar sobre los derechos laborales (reforma laboral y previsional) y destruir
los remanentes del precario estado de bienestar. El salto adelante en términos
tecnológicos y productivos es para ellos inviable y no deseable.
El ajuste
acelerado no es causa sino consecuencia de la crisis transicional, del
anacronismo histórico del proyecto del capital en Argentina.
Para el pueblo la opción es clara: revolución o barbarie capitalista, como decía Rosa. La salida desarrollista (el oxímoron del “crecimiento con inclusión” del kirchnerismo) ya fue olvidada, y esos sectores buscarán una transición políticamente ordenada para conducir el ajuste estructural en marcha. El pueblo organizado tiene como única opción resistir y proyectar una salida revolucionaria, que ponga la reproducción ampliada de la vida en el centro. Estamos ante una bifurcación histórica. Como siempre, sólo el pueblo podrá salvar al pueblo.
Para el pueblo la opción es clara: revolución o barbarie capitalista, como decía Rosa. La salida desarrollista (el oxímoron del “crecimiento con inclusión” del kirchnerismo) ya fue olvidada, y esos sectores buscarán una transición políticamente ordenada para conducir el ajuste estructural en marcha. El pueblo organizado tiene como única opción resistir y proyectar una salida revolucionaria, que ponga la reproducción ampliada de la vida en el centro. Estamos ante una bifurcación histórica. Como siempre, sólo el pueblo podrá salvar al pueblo.
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