De los Mártires de Chicago a los
petroleros de Las Heras
Por: Andrés Figueroa Cornejo (especial
para ARGENPRESS.info)
“Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila.”
Mariano Moreno
El 12 de diciembre de
2013, alrededor del medio día, cuatro trabajadores petroleros de Las Heras
-explotación situada en la provincia de Santa Cruz, en la Patagonia- fueron
condenados a cadena perpetua por luchar hace 7 años contra la tercerización y
el denominado “impuesto a la ganancia”.
Sí, en Argentina. No en
tiranías africanas, ni en las dictaduras que asolaron a Latinoamérica entre los
60 y los 80 de la centuria pasada. Ni en el crimen sempiterno cometido contra
los pueblos centroamericanos, ni en Asia dolorosa, ni en Medio Oriente. En
Argentina. En la
del Papa Francisco I y Messi, en la de Cortázar y las
Madres de la Plaza de Mayo; en la de el novel de la Paz, Pérez Esquivel; en la
del discurso oficialista con abundante excipiente de ‘titanes de los derechos
humanos’. En territorio de Piazzolla y Goyeneche; de Borges y la producción
científica contra las cardiopatías; la del psicoanálisis a granel, la
antipsiquiatría; de José Hernández de Martín Fierro. El mismo país donde nació
Guevara de la Serna; que fue llamado ‘el granero del mundo’; la Argentina, que
cobijó a tanto exiliado chileno y uruguayo.
Hace 7 años, y en la
tercera semana de los piquetes, la huelga y la resistencia de los trabajadores,
fue encarcelado el vocero de los petroleros. Sus compañeros partieron a
buscarlo a la alcandía.
La policía, ante la pueblada, comenzó con los balazos. En ese
contexto, murió en circunstancias jamás aclaradas, un uniformado apellidado
Sayazo. Naturalmente, el poder culpó a los trabajadores con el fin de terminar
con la huelga e imponer el orden que demanda la explotación humana en la
comuna.
Primero fueron
detenidos 12 trabajadores. Absolvieron a uno. Sobre las acusaciones por el
policía muerto, una de las abogadas del caso, Claudia Ferrero, indicó que “no
hay ninguna prueba concreta. Fueron armadas por la Brigada de Investigaciones
de Santa Cruz en base a apremios y torturas, aterrorizando a toda la población
en esa época y consiguiendo testimonios falsos a través de amenazas y
persecuciones”.
Ramón Cortéz, José
Rosales, Franco Padilla y Hugo González recibieron, sin más pruebas que las
declaraciones arrancadas bajo tortura –donde para evitar los dolores sin
nombre, se suele decir lo que el torturador quiere escuchar- el cautiverio
ilimitado. Si en Argentina existiera la pena de muerte, se estaría frente a la
versión argentina y contemporánea de los Mártires de Chicago, que con sus
ejecuciones ominosas inauguraron el Día Internacional de los Trabajadores en
1886. Hace 127 años.
Los demás fueron
acusados de ‘coacción agravada’ (también sin pruebas) con condenas de 5 años.
¿Por qué los trabajadores recibieron
semejantes condenas?
Porque ante el ajuste estructural y antipopular en curso y que se intensificará en el corto plazo, ejecutado por el gobierno y mandatado por los organismos financieros del imperialismo norteamericano, la clase política toda –salvo los tres diputados del Frente de Izquierda de los Trabajadores, de un total de 250 parlamentarios subordinados al capital- debe con rapidez y brutalidad que no deje cabida a ambigüedades, imponer medidas ejemplares para el conjunto de los asalariados y los oprimidos castigados por la crisis económica. La inversión transnacional exige mansedumbre social, el precio más barato posible del trabajo, garantías y riesgo cero para continuar saqueando los recursos naturales del país. No es suficiente con aranceles inexistentes o puramente simbólicos a las utilidades empresariales de Monsanto, Chevron, Barrick Gold, Bayer, Santander, Itaú, etc. Los pocos dueños de todo –capital nativo transnacionalizado o capital transnacionalizado vestido de nativo-, quieren más. Y los inquilinos de turno de la Rosada tienen que facilitar la realización de esos intereses. De lo contrario, de no ofrecer gobernabilidad suficiente a la reproducción capitalista, calificarían como concesionaria política ineficiente y sustituible.
Porque ante el ajuste estructural y antipopular en curso y que se intensificará en el corto plazo, ejecutado por el gobierno y mandatado por los organismos financieros del imperialismo norteamericano, la clase política toda –salvo los tres diputados del Frente de Izquierda de los Trabajadores, de un total de 250 parlamentarios subordinados al capital- debe con rapidez y brutalidad que no deje cabida a ambigüedades, imponer medidas ejemplares para el conjunto de los asalariados y los oprimidos castigados por la crisis económica. La inversión transnacional exige mansedumbre social, el precio más barato posible del trabajo, garantías y riesgo cero para continuar saqueando los recursos naturales del país. No es suficiente con aranceles inexistentes o puramente simbólicos a las utilidades empresariales de Monsanto, Chevron, Barrick Gold, Bayer, Santander, Itaú, etc. Los pocos dueños de todo –capital nativo transnacionalizado o capital transnacionalizado vestido de nativo-, quieren más. Y los inquilinos de turno de la Rosada tienen que facilitar la realización de esos intereses. De lo contrario, de no ofrecer gobernabilidad suficiente a la reproducción capitalista, calificarían como concesionaria política ineficiente y sustituible.
Porque se trata de
petróleo, el recurso energético estratégico de la actual fase capitalista. Los
Estados imperialistas, en particular el estadounidense, hacen guerras, matan
niños, pulverizan pueblos completos por la apropiación del ‘oro negro’. Y
Chevron (ex Texaco) quiero convertirse en exportador de petróleo y gas desde
Argentina.
Y, por último, están
las recientes motines policiales reclamando reajustes salariales –superiores a
los de los trabajadores en general-, en varias provincias, y en algunas de
ellas, como Córdoba, segunda provincia Argentina, aliadas con la industria del
crimen organizado. Ante ello, y manifestando una debilidad alarmante para todos
quienes preferimos aun las democracias burguesas a las tiranías
cívico-militares (más allá de que ambas formas ocultan la dictadura del
capital), el gobierno, dentro del paquete de concesiones a los uniformados o al
cuerpo estatal encargado de cautelar la propiedad privada y cualquier
manifestación de descontento de la mayoría oprimida, envía, además de plata,
una nueva señal de tranquilidad a la policía, y por extensión obvia (César
Milani, Comandante en jefe del Ejército, mediante) al conjunto de las Fuerzas
Armadas.
Desde el movimiento
popular o mayoría activa, hoy las fuerzas resultan ostensiblemente
insuficientes.
Al respecto sólo existe una táctica posible: la
unidad acelerada y generosa de todo lo que se mueve y que en su movimiento
enfrenta al capital. Manteniendo la independencia de clase de los oprimidos,
mucho más allá de los trabajadores organizados; fundiendo tanta bandera
incomprensible; colocando los intereses históricos del pueblo siempre por
delante de los ideologismos, el caudillismo y los ombligos particulares.
Conquistar y recuperar los territorios sociales controlados momentáneamente por
la hegemonía de los exponentes políticos del capital y de la usina del crimen.
Emplazar y multiplicar las organizaciones sociales en vistas de la acción
directa, las primeras pistas de poder popular. Exudar vocación unitaria y
convicción de poder. Sin atajos y desarrollando militancia joven, creadora, en
disposición de lucha. Se pueden ganar todas las federaciones universitarias y
comisiones de delegados sindicales, pero ello, teniendo su importancia, por sí
sola no crea fuerza social transformadora e insurrecta.
La estrategia es el
poder y la socialización de la
vida. La toma de decisiones colectivas de todo un pueblo a la
hora de escribir la historia, sin desdeñar ninguna forma de lucha. La estatura
de nuestros deberes es proporcional a las medidas del enemigo y de la nueva
sociedad post capitalista, que por necesidad histórica, tiene que devenir por
voluntad y condiciones objetivas. Ya estamos atrasados. Entonces, sincronía y
articulación pronta de la unidad.
s
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