Porque el progresismo no es alternativa popular
Uruguay
El cerrojo progresista
19 de marzo de 2018
Por Ernesto Herrera
Correspondencia de Prensa
8 de marzo de 2018. “Todas juntas”. Portadas de
diarios y noticieros televisivos dan cuenta de la enorme demostración. Las
redes sociales explotan de feminismo. Gobernantes y opositores se tiñen de
morado. Más de 200 mil personas. Mujeres de todas las edades. La colorida
multitud tapiza un largo tramo de la principal avenida de Montevideo. Cientos
de videos difunden las imágenes del caleidoscopio. Impresionante.
Las demandas de género y equidad tienen como
destinatarios los poderes del Estado (gobierno parlamento, justicia). La
horrible ola de femicidios y la imparable “violencia doméstica” (que afectan
sobre todo a mujeres jóvenes, trabajadoras y pobres), agregan la cuota de
indignación y de rabia. Al paso de la marcha, en una pantalla gigante del Impo
(Centro de Información Oficial) se lee que Uruguay “es el país con el índice de
asesinatos de mujeres más alto del mundo”. Lo que, de ser exacto, vendría a
contrariar cifras de Naciones Unidas y CEPAL (Comisión Económica para América
Latina y el Caribe), que hablan de “un país con poca violencia de género”. (1)
La “brecha salarial” figura entre los tantos
reclamos. Aunque “se viene reduciendo paulatinamente”, la desigualdad es un
insulto: las mujeres ganan un promedio de 23,9% menos que los hombres por la
misma tarea. Lo que implica nada menos “que si un hombre y una mujer comenzaran
a trabajar el 1° de enero en el mismo cargo, la mujer cobraría a partir del 28
de marzo, por lo que trabajaría gratis los primeros 87 días del año”. (2)
Los contrastes en las proclamas leídas en el
curso de la Marcha, no disminuyen la intensidad del “fenómeno social”.
Reafirman la fertilidad del movimiento de mujeres que se adueña del espacio
público. Aún si “puertas adentro” del feminismo militante se expresan
“diferencias ideológicas y generacionales” que “reeditan el histórico debate
entre la autonomía, la institucionalización y el rol del Estado”. (3)
Infelizmente, la Huelga Internacional
de Mujeres no tuvo el mismo eco. Mientras que en algunos lugares se paralizaron
las actividades total o parcialmente (salud pública, liceos públicos,
Universidad de la República, y pocos del sector privado), la inmensa mayoría de
las trabajadoras no pudieron acompañar la convocatoria. Aun
con sindicalización, las asalariadas de fábricas, panaderías, tiendas,
restaurantes, farmacias, shoppings, supermercados, empleo doméstico, limpieza
subcontratada, call centers, celebraron el 8 de Marzo trabajando.
Ellas, también, exigen respeto, quieren ser
libres, vivir sin miedos. Si bien no estuvieron en la Marcha, ni hicieron la Huelga. Se entienden
las razones: integran ese 70% de “sectores populares” imposibilitado de
realizar los “paros parciales”, que decreta el aparato del PIT-CNT. (4)
Constatación insoslayable. La crítica de la
opresión patriarcal, la reivindicación de los derechos de género, y por tanto,
la emancipación de la mujer, son inseparables de la lucha de clases. Sin
alterar las relaciones de fuerza entre trabajo y capital, sin desafiar el
despotismo patronal, sin eliminar las condiciones de empleo precario y miseria
salarial, sin derrotar la amenaza del despido, sin barrer el acoso machista del
lugar de trabajo, la “condición femenina” continuará en estado de
subordinación. Mucho peor para trabajadoras, solas o jefas de hogar, cuyo
ingreso promedio apenas supera un salario mínimo mensual de 430 dólares.
De todas maneras, es cierto que la Marcha de
las Mujeres -pese a sus diferencias y limitaciones- comparte el podio junto a
la Marcha del Silencio (20 de mayo), y a la Marcha de la Diversidad Sexual,
(28 de setiembre). Son las únicas manifestaciones realmente masivas que
sacuden, tres veces al año, la apatía política.
Aunque sean muy distintas. Por origen,
identidades, reivindicaciones. La Marcha del Silencio (5) convocada por Madres
y Familiares de Detenidos Desaparecidos, reclama Verdad y Justicia. Exige,
incansablemente, el fin de la impunidad, el castigo a los criminales del
terrorismo de Estado. (6) Aunque la burla del gobierno persista. (7)
La Marcha de la Diversidad Sexual,
convocada por colectivos LGTBI, feministas y culturales, ONGs e instituciones
oficiales, resalta derechos conquistados, avances legales, y alerta sobre
discriminaciones enquistadas. Muestra un alto componente juvenil. Aunque desde
hace unos años, se nota un sesgo de marketing político progresista.
No obstante distintas, convergen en ellas
rasgos comunes. Son pacíficas, inclusivas, tolerantes. Revalorizan
solidaridades. Si bien ninguna establece barreras de clase, ni levanta
consignas anticapitalistas, ni pretende subvertir lo establecido. Es decir, no
está en sus intenciones desafiar el orden del capital, ni la “autoridad
legítima” del Estado y sus instituciones.
Lejos de una crítica sectaria, es un dato de la realidad. Las tres
Marchas presentan una nítida fotografía del país progresista. Dónde las
diversas “agendas democráticas” de la “sociedad civil”, superan, largamente,
los índices de “conflictividad laboral” y las plataformas “clasistas” del
“movimiento obrero organizado”. Bastaría una simple comparación: el PIT-CNT
dice contar con alrededor de 400 mil afiliados (30% de los/as asalariados/as
con “empleo formal”), sin embargo, desde hace muchos años, no logra reunir a 5
mil trabajadores en el acto central del 1° de Mayo. La Plaza Mártires de
Chicago a medio llenar. Los parques repletos. Tal cual una jornada de asueto
familiar.
Horizonte infranqueable
La resistencia social
existe. Es defensiva. La cartelera de luchas da cuenta de ello. Movilizaciones por los
Consejos de Salarios (negociación tripartita entre gobierno, empresarios y
sindicatos); protestas contra el “modelo extractivista” y en defensa del agua;
trabajadores rurales que exigen el cumplimiento de la “ley de 8 horas” y el
cese de la represión patronal; familiares de adolescentes presos que
testimonian las torturas que aplican los funcionarios sindicalizados del Inisa
(Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente); clasificadores de basura
que reclaman dignificar su tarea; escraches a los impunes del terrorismo de
Estado; mujeres en alerta que denuncian la violencia de género; reclamos por
mayor presupuesto para la salud, educación y vivienda.
Pancartas y grafitis callejeros aluden al
“ajuste fiscal”, las “rebajas salariales”, la privatización y tercerización de
servicios públicos, a la corrupción (comprobada) en la Administración de
Servicios de Salud del Estado (ASSE). Parece que gobernara el “neoliberalismo
salvaje”.
Algunas de esas luchas han sido, masivas, radicales. Como la de
maestros/as y profesores/as en el invierno de 2015. Tabaré Vázquez les decretó
la “esencialidad de los servicios” que prohíbe la huelga. El Director
Nacional del Trabajo era Juan Castillo, ex dirigente del PIT-CNT, hoy
secretario general del Partido Comunista de Uruguay (PCU). Fueron reprimidos
por las brigadas antimotines de la Guardia Republicana.
Perdieron en esa ocasión y sus organizaciones quedaron
debilitadas. Cumpliéndose así el propósito (hecho público ante los medios) de José Mujica: a los sindicatos de la
enseñanza “hay que hacerlos mierda”. Aunque el 1° de marzo de 2010, ya
posesionado como jefe de Estado, le anunciaba al Parlamento sus tres
principales objetivos: “educación, educación, educación”. Una radiante Hillary
Clinton lo aplaudía de pie.
Los sindicatos de la enseñanza continúan
peleando. Igual que miles de trabajadores/as. Sin embargo, las aspiraciones de
“salario digno” y “justicia social“, no agrietan eso que muchos
comentaristas llaman “hegemonía progresista”, la cual, en verdad, funciona como
cerrojo ideológico y programático. Donde la perspectiva de emancipación social
y el “ir más allá” quedan encerrados en las dos premisas fundamentales que
definen el “cambio posible”: aceptación del capitalismo y colaboración de
clases. Las demandas tienen un límite: el horizonte infranqueable.
Dicho en palabras del jefe de los tupamaros
oficiales. Por un lado, la economía capitalista “es una herramienta de la
prosperidad económica.” (8) Imposible de vencer “con decretos o con decisiones
meramente políticas. Es un cambio de época. Utilizamos los recursos del
capitalismo con el máximo de inteligencia para tratar de tener sociedades mucho
más calificadas”. (9) Por el otro, “las discusiones sindicales no pueden ser
solo sobre salarios (...) El trabajador se tiene que ir empezando a envolver de
las dificultades y los logros que tienen las empresas para exigir que caminen y
que además se reinvierta. No podemos permanecer tan distantes de las
vicisitudes que significa la peripecia de una empresa, cuando está en juego
tanta cosa”. (10)
La profesora Alma Bolon ya lo había apuntado
lucidamente. Mujica no es solamente “héroe de la más exitosa operación
mediático-ética de la que haya registro en estas tierras”; sino “el regalo con
el que la derecha uruguaya nunca se había atrevido a soñar”. (11) Tiempo
después de estas lapidarias afirmaciones, un índice del Instituto Fraser con
apoyo del Centro de Estudios para el Desarrollo, un think thank de corte
liberal, certificaba que la adscripción del antiguo guerrillero a las “reglas”
del mercado es absolutamente sincera: durante su presidencia (2010-2015), el
país consiguió el “mayor grado de libertad económica”. (12)
Las consecuencias de esta espantosa
metamorfosis de la “izquierda histórica” son aplastantes. Entierran principios.
Borran antagonismos entre pobres y ricos. Domestican conciencias. No hay clases
irreconciliables. La “cultura obrera” cede lugar al “status de clase media”. La
lucha de clases se vuelve un juego de intercambios negociados o de
“contrapartidas acordadas”. La “convivencia ciudadana” y el “interés nacional”
como estandartes. Las percepciones socio-culturales se confunden. Hasta las más
elementales.
Los “milicos represores” pasaron a ser la “Policía amiga”. Los
efectivos del Ministerio del Interior (que dirige Eduardo Bonomi, otro tupamaro
oficial) aducen sentirse “rehenes” en los “barrios críticos” de la periferia
urbana. (13) Vecinos, comerciantes y sindicatos del transporte, los convocan y
apoyan. Son el arma institucional para perseguir a los “pobres malos” y, sobre
todo, para castigar a los principales “enemigos de la seguridad”: los “menores
infractores”.
El parte de guerra es un horror. Durante la
presidencia de Mujica se profundizó el “Estado punitivo”. Se aumentaron los
tiempos de “privación de libertad” para los adolescentes. (14) La mayoría de
muertos y heridos en este “combate al delito”, tiene menos de 35 años. La tasa
población encarcelada es la más alta de América Latina (15), el 62% de los 12
mil“ presos y presas es menor de 29 años. La cantidad de “población reclusa
femenina” aumentó 583% en una década.
La pobreza ya no tiene raíces socio-económicas,
sino que es un “problema personal y privado” (16) cuando no consecuencia de un
proceso de “lumpenización” y “favelización”. Un alto porcentaje de personas
(muchísimas votantes del Frente Amplio) critican los planes sociales, piensan
que lo que se hace para bajar la pobreza “es más de lo necesario”. (17) Sin
molestarse en saber que las “transferencias monetarias directas” a los hogares
más pobres apenas representa 0,2% del Presupuesto Nacional; ni que 350 mil
personas (11% de la población total del país) todavía sobreviven en el “núcleo
duro” de la “pobreza estructural”. Desde la Oficina de Planeamiento y
Presupuesto (OPP) dicen que el “país igualitario” muestra signos de fractura.
(17)
El PIT-CNT coopera con los “proyectos
productivos”. Respalda la inversión privada, local y extranjera. Los sindicatos
de la Construcción y Metalúrgicos (dirigidos por el Partido Comunista), admiten
la instalación de la tercera “mega-fábrica” transnacional de pasta de celulosa:
“genera empleos y masa salarial”. No importan la contaminación medio-ambiental,
las exoneraciones fiscales, ni que las “obras de infraestructura vial” sean
pagadas por el Estado. (18) En todos los casos mejor. Es la ley de
“Participación Público-Privada” que, al fin, empieza a derramar “crecimiento
económico”. Porque hasta ahora, solo se había concretado un solo
emprendimiento: la construcción de una “cárcel modelo” con 1.800 plazas, donde
los presos comerán pescado hasta ¡dos veces por semana!
Los gobiernos del Frente Amplio aceleraron la
contrarrevolución agraria. Los propietarios del agronegocio la definen como una
“revolución sorprendente” (19) Editorialistas liberales son más punzantes en el
juicio. El gobierno Mujica, “será recordado por no haber concretado los
desastres que los tupamaros proponían hace cuatro décadas (…) “No hay ‘reforma
agraria’ (salvo la que desarrollaron con indudable éxito los empresarios
brasileños en el campo uruguayo), la banca privada es toda extranjera, las
relaciones con el FMI son excelentes, las multinacionales y el capital
extranjero no sólo son bienvenidos sino que han sido llamados con desesperación
por el liderazgo tupamaro (…) y la ‘extranjerización de la tierra’ se expandió
como pocas veces en la historia del Uruguay durante los dos gobiernos del
Frente Amplio”. (20) Ayuda memoria: Mujica ejerció como Ministro de
Agricultura, Ganadería y Pesca (2010-2014) en el primer mandato de Vázquez.
En un contexto desfavorable, los sindicatos de
trabajadores rurales denuncian la sobreexplotación, los salarios de hambre, la
persecución sindical, las agresiones físicas, las deplorables condiciones
laborales. Y luchan. Aunque la tasa de sindicalización ronde apenas el 6%. Reclaman
fomento de la producción libre de transgénicos, destinada al mercado interno;
créditos a cooperativas. Es decir, proponen otro modelo de “acceso a la
tierra”. Sin embargo, “reforma agraria” y “expropiaciones” están ausentes de la
extensa lista de “reivindicaciones inmediatas”. (21)
¿Ciclo o paréntesis?
1° de marzo de 2018. Ya no hay entusiasmo. Ni
multitudes tomando las calles para saludar a Tabaré Vázquez, el “compañero
presidente”. Como ocurría 13 años atrás, cuando el Frente Amplio asumía el gobierno
nacional por primera vez. En esta ocasión, el progresismo optó, para “defender
su gestión”, por “una nueva estrategia de comunicación”: la Cadena Nacional de
Radio y Televisión. Sin barullo militante ni ondear de banderas. Así los
votantes meditan atentos en sus casas.
La tropa de choque aprueba sin chistar. Tanto
el contenido como la
modalidad. Son los miles de “cuadros políticos” y
sindicalistas que se reciclaron como “gestores/administradores” del aparato de
Estado. Para empujar “más a la izquierda". Y que siguen atornillados en
sus “cargos de confianza política”. Hace rato que abandonaron la tesis de
“rumbo en disputa”. Sus principales instigadores, el Movimiento de
Participación Popular (MPP) y el Partido Comunista, la tacharon del diccionario.
Defienden su cuota de poder en la “nueva elite gobernante”. Ejerciendo
clientelismo, comprando Ongs, traficando influencias, usando dineros públicos.
Haciendo carrera como capa social privilegiada.
Más de una década después de aquel “cimbronazo
político” que prometía, según Tabaré Vázquez, un “camino de transformaciones”
que haría “temblar las raíces de los árboles” el resultado es, cuando mucho,
avaro. Incluso desde una mirada “reformista”.
Leyes de protección laboral; derechos
sindicales; “recuperación salarial” (entre 2005-2013); reducción de la pobreza
y la indigencia (entre 2005-2015); “agenda de nuevos derechos” (despenalización
del aborto, legalización de la marihuana, matrimonio igualitario). En fin, 600
mil personas (27% de la población) integradas al “confortable” consumo de
“clase media”.
No obstante, las “asignaturas pendientes”
superan la lista de materias aprobadas. A pesar de una década con record
histórico de “crecimiento económico” que permitió una “recuperación salarial
sin precedentes”, casi la mitad de la fuerza de trabajo “percibe una
remuneración inferior a los 600 dólares mensuales”. (22) El desempleo se ubica
en 8,5%. (145 mil personas). Una cifra “no dramática” según el gobierno. Pero
en el caso de los jóvenes, el desempleo llega casi al 25%. Alrededor de 185 mil
personas habitan los “asentamientos irregulares”. Las 15 mil viviendas
populares que Mujica prometió en el marco de su “generoso” Plan Juntos, fueron
menos de 3 mil al final de su mandato. El embarazo adolescente llega al 17% en
los barrios más pobres y a cero en los más ricos Apenas 2% de los “hijos de
clase trabajadora” accede a la Universidad. En la enseñanza pública, 6 de cada
10 alumnos no completa los seis años del ciclo secundario. .
Las pautas del programa económico, certificado
por las Instituciones Financieras Internacionales en junio de 2005, en la
ciudad de Washington, están vigentes. Las ataduras a las condiciones que impone
la “mundialización” capitalista, también. La fraudulenta deuda externa se paga
puntualmente. Al final, el progresismo resultó un “cambio posible”...en la
misma dirección.
Por tanto, es una exageración hablar de dos
“ciclos” o de dos “eras”. Neoliberalismo y “pos-neoliberalismo” convergen en la
misma lógica. La prosa “neo-desarrollista” apenas un eufemismo que no modifica la ecuación. La “matriz”
fue diseñada por los gobiernos de coalición entre colorados y blancos en la
“década perdida” de 1990 y así continúa. Los pilares son los mismos. Ley
Forestal; Ley de Inversiones; Ley de Zonas Francas; Sistema de Administradoras
de Fondos de Ahorro Previsional (Afap); Ley de Puertos. Cuando el Frente
Amplio, era oposición de izquierda, se opuso a este proceso de contrarreformas
neoliberales, promoviendo en algunos casos plebiscitos y referéndums. Ninguna
fue derogada en estos 13 años.
El “ciclo progresista” consistió, justamente,
en más continuidad. Desregulación financiera; desnacionalización de la
producción y de la comercialización de los rubros exportables: soja (100%
transgénica), carne, arroz, trigo, lácteos; concentración-extranjerización de
la tierra; multiplicación del régimen de zonas francas; exoneraciones
tributarias a las multinacionales de celulosa y mineras; privatizaciones y
subcontrataciones.
Los sucesivos gobiernos del Frente Amplio le
agregaron: Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF), primer mandato
de Vázquez; ley de “Participación Público-Privada” (PPP) y ley de “Inclusión
Financiera”, mandato de Mujica (23); privatización-tercerización de áreas y
servicios del Banco de la República (BROU), segundo mandato de Vázquez.
La agenda económica no contempló, en ningún
momento, una real distribución de la riqueza. La “rentabilidad” empresarial siempre
estuvo a cubierto de los vaivenes “cíclicos” de la economía. En todo
caso, el progresismo se benefició del paréntesis que abrió la “bonanza” de los
commodities (entre 2004-2001), para “ocultar el “conflicto
distributivo” y generar recursos de inversión pública y financiamiento del
proceso asistencialista de las políticas sociales. Aunque el monto destinado a
esas políticas nunca haya alcanzado el 0,4% del PBI. (24)
Desde el vamos, la política económica fue una
sola. Coherente. Jamás estuvo “en disputa”. Ni hubo tire y afloje entre “dos
equipos económicos”. Las directrices fueron marcadas por su principal teórico y
ejecutor: el solvente Danilo Astori. El historiador y politólogo Gerardo
Caetano, a quién nadie puede tildar de “radical” o desinformado, lo describe
con precisión. “Me causa mucha gracia cuando me dicen que Astori es el gran
perdedor en la interna frenteamplista. En los tres gobiernos frenteamplistas,
luego del presidente, ha sido sin duda el hombre más poderoso en estos 11 años.
Vázquez lo ha respaldado siempre o casi siempre y Mujica, aun cuando lo ha
discutido, a la hora de la verdad también lo respaldó. Entonces la mera
discusión de la política económica del gobierno frenteamplista se ha convertido
en un tabú”. (25) Lo continúa siendo, aun si de vez en cuando hay griterío y
rabieta. Y muchos militantes se sientan desconcertados. Incómodos.
Partido de Estado
Nadie pretendía, o siquiera imaginaba, que el
Frente Amplio sería un gobierno de “ruptura anticapitalista”. Que fuera a poner
en tela de juicio las “relaciones sociales de producción” o que demolería las
instituciones del régimen burgués de dominación política. Tampoco que asumiría
una postura soberanista ante la prepotencia del “campo imperialista”. De hecho,
está a favor de firmar Tratados de Libre Comercio con quien sea. Por ejemplo,
es uno de los socios del Mercosur más proclives a concretar, rápidamente, el
que se negocia con la
Unión Europea.
Su definición estratégica se basó en llegar al
poder de Estado, sometiéndose al régimen de “democracia gobernable”. Ya cuando
la brutal crisis económico-financiera de 2001-2003, su compromiso fue preciso:
“lealtad institucional”. Mientras diversos analistas nacionales e internaciones
(hasta incluso el FMI) daban que el presidente de entonces, Jorge Batlle
(Partido Colorado) estaba “con los días contados”, amortiguó las terribles
consecuencias sociales para “no incendiar la pradera”. No hubo saqueos, ni
huelgas generales, ni asambleas barriales, ni gente con cacerolas en los
ómnibus como en Buenos Aires. Y mucho menos el “que se vayan todos”. Fue el
último examen y lo aprobó. El trampolín hacia la victoria electoral de octubre
de 2004.
Cierto. El Frente Amplio no llegó al gobierno
empujado por una ola de insurgencias populares, ni rebeliones masivas. Es la
diferencia con Argentina, Bolivia, Ecuador, Venezuela. No estaba obligado a ir
por las “reformas estructurales” del programa “antioligárquico” y
“antiimperialista” de 1971, cuando su fundación. La reforma agraria, la
nacionalización de los bancos privados, la reforma urbana, la nacionalización
del comercio exterior, no eran ya una seña programática de la clase trabajadora
y sus aliados populares. La crisis de 2001-2003, fue un punto de inflexión. Las
demandas bajaron a tierra. El desastroso cuadro socio-económico pincho la
“inflación de expectativas”. Había que “recuperar” condiciones de vida
soportables. Más de 150 mil trabajadores/as habían perdido el empleo en el
sector privado; el salario sufrió una caída del 20%; la pobreza y la indigencia
sumaban 39%.
En tal sentido, el progresismo se hizo cargo de
la “herencia maldita” sembrada por la “crisis del neoliberalismo”; recompuso en
parte el “tejido social”, redujo los índices de “pobreza reciente” y,
fundamentalmente, restauró la “normalización” sistémica. Ejerciendo el poder
como partido de Estado. O sea, como partido del orden capitalista. Hecho
cualitativo y definitorio que los sectores frenteamplistas “desconcertados”,
por lo general, omiten de sus análisis. Con mayorías parlamentarias (en los dos
primeros mandatos) y sin formalizar un gobierno de coalición con la gran
burguesía como en el caso del Partido de los Trabajadores en Brasil, el
progresismo uruguayo aplicó con prudencia la estrategia de “unidad nacional” a
partir de una consistente política de colaboración de clases. Que, debe
decirse, contó (y cuenta) con un amplio consentimiento social.
Evidente. La “decadencia ideológica” de la
“centroizquierda” fue sorteando etapas. Comenzó con las distintas
“actualizaciones programáticas”, con el acceso al gobierno municipal de
Montevideo hace 28 años, y con la idea verticalista de que los “cambios” son
más eficientes, duraderos y sostenibles, si se realizan “desde arriba”. Desmotivando así cualquier proceso de auto-organización
por fuera de lo institucional (partidos, sindicatos, gremios estudiantiles,
Ongs cooptadas). Razones que también olvidan los militantes del Frente Amplio
que hoy son críticos y se preguntan qué es lo que terminó y qué es lo que
comienza. (26) Sin responderse sobre la naturaleza y la función actual del
Frente Amplio.
Las fuerzas políticas que deciden en el Frente
Amplio y sostienen al gobierno, ya no pueden considerarse “de izquierda”, ni en
un sentido práctico ni programático. Su capa dirigente es, esencialmente, un
grupo de funcionarios y parlamentarios que viven de los cargos públicos y las
nominaciones electorales; que negocia por dentro del aparato de Estado con un
conjunto de enemigos de la clase trabajadora (derecha política, poderes
mediáticos, corporaciones patronales, instituciones financieras
internacionales, gobiernos imperialistas o reaccionarios), Una capa social
conservadora que, más allá de sus contorsiones discursivas y espasmódicos
“virajes a la izquierda”, es irrecuperable, incluso para una lucha más o menos
“reformista”. Su horizonte estratégico es el poder por el poder mismo, su
programa está desprovisto de un proyecto de nación soberana y huérfano de
cualquier noción de emancipación social.
Obviamente, esto no significa subestimar al
Frente Amplio como maquinaria electoral. En este terreno seguirá gravitando.
Tanto como su indiscutida capacidad de volver a reclutar votos y voluntades que
se inclinan por “lo menos malo” para que “no vuelva la derecha”.
Las conclusiones que resultan de estos 13 años
de progresismo en Uruguay, coinciden con las realizadas por Decio Machado y
Raúl Zibechi en torno a los llamados “gobiernos nacionales y populares” o
“pos-neoliberales” del “ciclo progresista” en América del Sur. “Lo que entró en crisis es un proyecto que buscó
administrar el capitalismo realmente existente (o sea extractivo) pero con
buenos modales. El resultado de los años dedicados a gerenciar el modelo, fue
el ascenso de nuevas proles de gestores que se incrustaron en los altos
escalones del Estado, ya sea como en las administraciones centrales, en las
empresas estatales en alianza con empresas privadas. La crisis del progresismo
devela lo que el discurso pretendió enmascarar: cómo las políticas sociales,
bajo el argumento de la justicia social, el combate a la pobreza y la
desigualdad, se limitaron a cooptar a los dirigentes populares para intentar
domesticar los movimientos de los más pobres”. (27)
La verdadera “disputa”,
entonces, pasa por (re)construir “un campo estratégico” de la izquierda
socialista y revolucionaria. Y no apenas corregir el “rumbo perdido” de la
antigua izquierda. Si la función central del progresismo es la de cerrajero del
“potencial anticapitalista” de la clase trabajadora, el desafío de las fuerzas
de “intención revolucionaria” es (o debería ser) la de forjar una vinculación
real con las resistencias sindicales y populares, siendo protagonista visible,
sin pretensiones vanguardistas, proponiendo alternativas programáticas y
estratégicas antagonistas del poder de Estado y de su arquitectura
institucional. En este cuadro, aquellos militantes del Frente Amplio
“desencantados”, enfrentan un dilema: incómodos adentro, ¿peor afuera?
Montevideo, marzo de 2018.
Notas
1) “Uruguay es un país con poca violencia de
género”. La Diaria, edición Fin de Semana, 3-3-2018.
2) “Brecha salarial: las mujeres trabajan 87
días gratis al año”. Informe Equal Pay Day divulgado por el estudio de abogados
Ferrere, El País, 8-3-2018.
3) “Esta es mi revolución. El feminismo
militante en Uruguay”, Daiana García, Brecha, 9-3-2018, y Correspondencia de
Prensa, 9-3-2018.
4) Plenario Intersindical de
Trabajadores-Convención Nacional de Trabajadores, central sindical única.
5) La Marcha recuerda el 20 de mayo de 1976,
durante la dictadura (1973-1985), cuando fueron asesinados en Buenos Aires los
legisladores Zelmar Michelini (Frente Amplio) y Héctor Gutiérrez Ruiz (Partido
Nacional), y Rosario Barredo y William Whitelaw (militantes escindidos del
movimiento tupamaro). Todos ellos se encontraban exiliados. El crimen fue
cometido por militares uruguayos y argentinos en el marco de coordinación
represiva de las dictaduras del Cono Sur (Argentina, Brasil, Chile, Paraguay,
Uruguay), conocida más tarde como “Operación Cóndor”.
7) “Hasta acá llegamos”, La renuncia de
Familiares al Grupo por Verdad
y Justicia”, Samuel Blixen, Brecha, 2-3-2018 y
Correspondencia de Prensa, 3-3-2018.
8) Almuerzo de Mujica (12-12-2012) con 200
empresarios hoteleros, inmobiliarios y gastronómicos, Actividad organizada por
“Destino Uruguay” en el restaurante Boca Chica de Punta del Este. Búsqueda,
27-12-2012.
9) Entrevista a Mujica, diario El Mercurio,
Santiago de Chile, 5-1-2014.
10) Entrevista a Mujica, suplemento El
Empresario, El País, 5-4-2013.
11) “El 14 de abril”, Ana Bolon, Brecha,
13-4-2012
12) “Uruguay tuvo con Mujica su mayor grado de
libertad económica”, Búsqueda, 5-10-2017.
13) “Los policías denuncian sentirse “rehenes”
en los barrios críticos”. El País, Montevideo, 9-3-2018.
14) “Seguridad, pobreza y criminalización. La
profundización del estado punitivo en Uruguay”, Ana Juanche y Giani Di Palma,
Revista Contrapunto, Montevideo, mayo de 2014.
15) “La benevolencia de la izquierda con los
criminales es un mito”, entrevista al sociólogo Luis Eduardo Morás en el
Semanario Hebreo, Montevideo Portal, 3-3-2018 y Correspondencia de Prensa,
10-3-2018
16) “La pobreza como un problema personal y
privado. El ropaje des-socializante de las nuevas políticas sociales”, Bentura,
Alonso, Mariatti, Brecha, 2-9-2018.
17) “Es pobre por “su culpa”: la nueva grieta uruguaya”,
Tomer Urwicz, El País, 24-9-2017.
18) Ya existen dos gigantescas fábricas
pasteras: una de UPM (ex Botnia), transnacional finlandesa, ubicada en la
ciudad de Fray Bentos, departamento de Río Negro; y otra de Montes del Plata,
propiedad de Arauco y Stora Enso, de origen chileno y sueco-finlandés, ubicada
en Conchillas, departamento de Colonia. La segunda de UPM, se instalará cerca
de la ciudad de Paso de los Toros, ubicada entre los departamentos de Durazno y
Tacuarembó.
19) “Agro. La revolución sorprendente”, Rosanna
Dellazoppa, Fin de Siglo, Montevideo, 2014.
20) “Dos años de Mujica”, Claudio Paolillo,
Búsqueda, 1-3-2012.
21) “El conflicto del campo en la mirada de los
trabajadores. La séptima mochila”, Salvador Neves, Brecha, 9-3-2018, y Correspondencia
de Prensa, 10-3-2018.
22) “Hijos de la tierra. Apuntes
sobre la economía política del Uruguay”, Gabriel Oyhantçabal. y Rodrigo Alonso,
artículo publicado en el libro “Entre: ensayos sobre lo empieza y lo que
termina”, Estuario editora, Montevideo, 2017.
24) “Modos de ocultar el conflicto
distributivo. Focopolítica en Uruguay”, Leticia Pérez, Brecha, 26-8-2016.
25) “El próximo presidente del FA tendrá que
hacer varios parricidios”, entrevista a Gerardo Caetano, Brecha, 22-7-2016, y
Correspondencia de Prensa, 23-7-2016.
26) Un resumen de las posiciones de estos
sectores críticos, la expone el sociólogo Gabriel Delacoste en una entrevista
titulada “La decadencia del progresismo no es electoral sino ideológica”,
Brecha, 9-2-2018. Lacoste integra el colectivo de jóvenes académicos y
activistas de diversas redes sociales, militantes del Frente Amplio, que
publicaron el libro citado en la nota 22.