Cómo
es en La Plata
8
de marzo de 2014
Un informe devela las mañas de la especulación inmobiliaria,
que se aplican en todas nuestras ciudades. Trabajo clausura obras que el macrismo
quiere dejar en paz, mientras que la Justicia frena el ovni de San Telmo.
Por Sergio Kiernan
En su reciente columna en este suplemento, Ana Bóscolo informó con
su habitual precisión sobre la batalla legal por la preservación de su ciudad, La Plata. No se trata sólo
de preservar el patrimonio edificado de la gran ciudad planificada del siglo
XIX, que es literalmente único, sino ya de preservar la habitabilidad del
tejido urbano. Que la amenaza es meramente una cuestión de intereses económicos
queda clarísimo, porque no hay proyecto de ciudad coherente, apenas un Código
de Ordenamiento Urbano para el que se consultó a las grandes consultoras. La
batalla por la opinión pública que sigue fuerte muestra a cada bando con enorme
claridad. Una muestra es un informe lapidario, muy completo y cargado de datos
concretos que acaba de publicar Defendamos la Ciudad de La Plata, la asamblea
de vecinos que está poniendo un fuerte parate a la especulación. El
informe puede verse completo en defendamoslaplata.blogspot.com, y la
información que contiene es ejemplar del peligro que corren muchas ciudades de
nuestro país.
Resulta que los intereses creados andan
publicando solicitadas tratando de convencer a los platenses de que la
especulación inmobiliaria, la que hace torres y le reserva todo ese sector de
la economía a un puñado de empresas grandes, es “progreso”. A fines de 2009,
cuando se armó el escándalo del nuevo Código, el slogan era “¿Construcción ya
no es sinónimo de progreso?” y lo único que admitía el sector era que sí, que
es molesto tener una obra al lado de donde uno vive o trabaja, pero que no es
para tanto. Para fines del año pasado, el sector se molestaba en alegar que la
construcción no causa las inundaciones y en acusar por los problemas de
infraestructura que causan a “la falta de inversión de los respectivos
concesionarios”. Pero directamente se negaba a mencionar siquiera los problemas
de saturación urbana, excesiva densidad o destrucción de tejido urbano que
causan los que quieren llenar todo de torres.
Estas solicitadas
fueron y son firmadas por los empresarios del sector y sus cómplices
económicos, los representantes locales del CPAU. Es notable cómo este colegio
profesional, que tiene la matrícula obligatoria de todos los arquitectos y
urbanistas del país a través de los colegios locales, sólo se moviliza cuando
se trata de limitar alturas y rezonificar para abajo. En lugar de entender que
a menor escala mayor autonomía de sus afiliados compulsivos, el CPAU defiende a
los grandes estudios y grandes firmas, que sólo piensan en el arquitecto como
empleado.
El estudio de
Defendamos La Plata menciona varias dolorosas demoliciones autorizadas por la
municipalidad local para erigir edificios grandotes y sin el menor valor
estético. También alertan de que en La Plata el 19 por ciento de las viviendas
no tiene ocupantes permanentes, o sea son estacionamientos de dólares y no
unidades necesarias para alojar el crecimiento de la ciudad. De hecho, el
proceso de construir para guardar dólares se acelera cada vez más, llegando el
año pasado a medio millón de metros cuadrados permisados. Estos niveles de
especulación –metros construidos sin uso inmediato, metros habilitados– son
sólo superados en la
Capital Federal.
Defendamos La Plata
hasta encuentra que el proceso de concentración, lejos de ayudar a dar vivienda
a las 15.000 personas que se mudan a La Plata cada año, expulsa propietarios y
empuja una ciudad de inquilinos. El censo del 2000 mostró que la capital
bonaerense tenía un 72,7 por ciento de propietarios, gente viviendo en su
propia casa. Para 2010, la proporción había pasado a 66,9 por ciento, que es el
menor porcentaje en el Gran Buenos Aires, en esa provincia y, de hecho, en todo
el país. Esto se explica por la enorme distorsión de precios que crea la especulación
inmobiliaria, que se rige por pautas de capital y no de personas reales que
ahorrar y compran. Así, en el último quinquenio los sueldos reales subieron un
22 por ciento, pero los terrenos en La Plata subieron un 40 por ciento y los
departamentos un 32.
Que la industria
diga que su actividad no tiene nada que ver con las inundaciones cada vez más
peligrosas de la región es pueril. El Código que terminó suspendiendo la
Justicia permite más que duplicar el casco urbano construyendo sobre zonas
inundables, sube las alturas vigentes entre uno y seis pisos y permite la
construcción en altura en más del 50 por ciento de la ciudad. El engendro
también creaba un sistema de premios y permisos especiales para aumentar el FOT
y la densidad, y poco menos que obligaba a subdividir cuanta chacra o campo
quedara a la vista de la
ciudad. Estos kilómetros cuadrados de pavimento y cemento,
más los kilómetros cúbicos de hormigón, ciertamente afectan el momento en que
la lluvia toca el suelo.
En fin, un
documento para entender las claves de un negocio que se comporta como las
madereras en el Amazonas. Y no sólo en La Plata.
Muertos y clausuras
Este miércoles hubo
otro muerto, más dos heridos, en una obra de Callao al 900 que los
patrimonialistas recuerdan bien. Es el lote donde se levantaba La Mutual y fue
la primera batalla legal de la entonces flamantísima Basta de Demoler, que
perdió ese amparo pero aprendió y mucho. Esta vez, fue por el desplome de una
grúa no apta para las cargas que le ponían, como ya había denunciado la Uocra.
Curiosamente, el
gobierno porteño dejó saber esta misma semana que había clausurado seis obras
en construcción por “graves infracciones” y, en un caso, por peligro de
derrumbe. De hecho, agregaron que estos casos se sumaban a otros 45 cierres y
suspensiones realizados en lo que va del año. Obviamente, lo hacían para
defenderse de la acusación de indiferencia hacia la vida ajena y la complicidad
con los que piensan más en bajar costos que en ser mínimamente decentes.
Pero en este
anuncio se les escapó la liebre, porque las 51 medidas fueron tomadas por la
Dirección de Protección al Trabajo que depende de la Subsecretaría de Trabajo,
Industria y Comercio porteña. Esto es, fueron inspecciones únicamente de las
condiciones y riesgos de trabajo, no de permisos y conducción técnica de las
obras. Al hacer este anuncio, el macrismo dejó en claro que su Agencia
Gubernamental de Control sigue negándose a tocar los intereses de las
constructoras.
En cambio, con la
Uocra encima y el escándalo de la muerte de un albañil y las heridas a otros
cuatro del 25 de febrero en la obra de Jean Jaurès y Valentín Gómez, es más
difícil hacerse el oso con la seguridad de trabajo.
Contra el ovni
Hablando de Basta
de Demoler, la ONG tuvo una alegría en estos días cuando la jueza en lo
Contencioso Administrativo María Soledad
Larrea dictó una cautelar que suspende la construcción de ese horror indecible
que se planeaba para la esquina de Caseros y Piedras. El amparo, pedido también
por los vecinos y por el legislador Rafael Gentili, vino después de tratar de
convencer a los autores del engendro de cambiar su diseño. Resulta que sólo
aceptaban pintarlo de otro color que no fuera el verde de la foto.
Lo que zanjó la
cuestión es que la obra excede las alturas permitidas en la zona y no respeta
ni por asomo el entorno de sus vecinos, uno catalogado en firme y el otro en
preventivo, como indica el gráfico. Esto es, el diseño del objeto verde no
tenía en absoluto en cuenta su entorno, cosa que hasta se estudia en la facultad. De hecho,
el proyecto es tan horrible que generó un verdadero debate entre los que le
pusieron “el ovni” y los que le dicen “la Enterprise” por ese reflector que
asoma al frente, como en la proa de la nave de Viaje a las Estrellas. En la
redacción de m2 quedó en claro que es uno de esos casos penosos en que el
arquitecto se inspira en los electrodomésticos, porque el proyecto es
notablemente parecido a una CPU coreana que afea el lugar. Hasta tiene una
parte del mismo verde... Un caso realmente único en que un edificio no puede
construirse por la fealdad del proyecto.
Bien de familia
Como se sabe y se
dijo, el jefe de Gobierno porteño nunca supo muy bien qué hacer con la cultura,
con lo que terminó entregándole el tema a un especialista en turismo. Si bien
esto se nota, hay que admitirle al ministro que en seis años de gestión hubo
tan pocos papelones como aciertos. Parece que esto de la indiferencia con el
tema y la incapacidad hasta de encontrar funcionarios y asesores aptos en la
materia es de familia: Jorge Macri acaba de hacer un papelonazo con un ciclo de
Grandes Mujeres que incluía a Eva Braun, la de Hitler , junto a Eva
Perón. Cuando se armó el lío, el intendente salió a disculparse y se notó que
no tenía la menor idea de qué le estaban hablando. Ni siquiera atinó a inventar
que si se juntaba a las dos Evas en una charla era para elogiar a una en
contraste con la otra. ¿Quién organizó la actividad? La Secretaría de Cultura
de su municipio, por supuesto.
Y hablando de la
zona norte, en Tigre hicieron un papelón ya común al anunciar que “cuidan el
medio ambiente” por usar materiales no convencionales. En este caso, fue que
instalaron 14 –y anunciaron treinta más– paradas de colectivo realizadas en
bambú. El secretario de Protección Ciudadana de Tigre, Diego Santillán, se
entusiasmó con llegar al centenar. Pensar que es el mismo gobierno y los mismos
funcionarios que no cuidan la ecología si alguien les propone pavimentar el
Delta, llenarlo de torres y hacer un buen negocio entre todos.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/m2/10-2682-2014-03-08.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario