La resistencia del pueblo mapuche y
el
genocidio indígena en el siglo XXI
8
de diciembre de 2017
Por Editorial Virginia
Bolten
Toda forma de colonización territorial es
llevada por los estados y colonos que utilizan leyes de expropiación. Las
tierras fértiles o las consideradas estratégicas son robadas a las comunidades
históricas en nombre de la prosperidad y el desarrollo desde una lógica
occidental que necesita utilizar métodos de exterminio para consolidar su
dominación no sólo territorial sino también cultural e ideológica.
Las
opciones brindadas por estos estados modernos a las comunidades son
normalización o persecución. La normalización impone que los pueblos originarios
olviden su historia, sus construcciones filosóficas y culturales, sus
sabidurías ancestrales y sus formas de organización política. La persecución se
da a través de la violencia asimétrica la que consideramos más acertadamente
llamar «genocidio
institucionalizado».
La construcción del
“otro” es implantando en el seno de la sociedad por los medios hegemónicos de
comunicación y por las distintas políticas públicas de segregación y
estigmatización. El racismo y el no-lugar de escucha, criminalizan e invisibilizan
la lucha del Pueblo Mapuche por su existencia y preservación de su identidad.
Mientras tanto, muchas
son las formas de organización y resistencia mapuche. La respuesta de la
comunidad a lo largo de los años en su lucha contra la dominación es
contundente. Grandes esfuerzos vienen logrando en el rescate del sentido de
pertenencia y de la mapuchidad (identidad e etnicismo) que son clave para
lograr la existencia del Pueblo Mapuche en el actual contexto social y
político.
Sin
embargo, la construcción de un sentido común anti-indígena es perceptible
cuando hay una profundización de los llamados “conflictos” entre el estado y
las comunidades. La respuesta de los gobiernos y del conjunto de la sociedad sobre
los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel es sintomática. La
naturalización del gatillo fácil contra aquellos que luchan por su territorio y
por su existencia lleva a creer que hay una forma de comprender a los pueblos
indígenas como no-personas. Cuerpos sin alma, como hace más de 500 años
afirmaron los colonizadores –representantes de la codicia europea–. El
colonialismo nunca ha terminado, sólo cambió de forma y sigue intentando
eliminar a los que son considerados un enclave al sistema.
Es necesario pensar que
estas prácticas no son aisladas, hay un sistemático
intento de desaparecimiento de las comunidades originarias. En los territorios
denominados, luego de las invasiones europeas, Argentina y Chile, actualmente
hay 35 personas presas políticas pertenecientes a la comunidad mapuche . Desde
el año 2000, en el territorio denominado Chile–e independientemente del partido
o ideología gobernante– las fuerzas represivas del estado asesinaron a 15
personas de la comunidad mapuche durante su proceso de recuperación
territorial. No es un conflicto, es la continuación del
genocidio.
1. Jorge Antonio Suárez
Marihuan (2002)
2. Edmundo Alex Lemun
Saavedra (2002). (17 años)
3. Agustina Huenupe Pavian
(2002)
4. Mauricio Huenupe Pavian
(2002
5. Julio Alberto
HuentecuraLlancaleo (2004)
6. Xenón Alfonso Díaz Necul
(2005)
7. José Gerardo Huenante
(2005)
8. Juan
LorenzoCollihuinCatril. Agosto (2006
9. Matías Valentín Catrileo
Quezada (2008)
10. Johnny CariqueoYañez
(2008
11. Jaime Facundo Mendoza
Collío (2009
12. José Marcelo Toro Ñanco,
35 años (2009
13. Rodrigo MelinaoLican
(2013)
14. José Mauricio
Quintriqueo Huaiquimil (2014)
15. Victor Manuel Mendoza
Collío (2014)
Los objetivos que
caracterizan la ofensiva contra el Pueblo Mapuche son evidentes. La oposición
al extractivismo y a las lógicas suicidas de desarrollo capitalista hace con
que el Pueblo Mapuche sea considerado enemigo del sistema. El
ataque no es sólo al territorio sagrado mapuche, también al conjunto de ideas
que pone el equilibrio con la naturaleza –fuente de materia prima capitalista– como eje
central de manutención de la
vida. Frente a esto, nosotras desde Virginia Bolten
preguntamos: ¿qué puede ser más disruptivo que apoyar a la resistencia
indígena?
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