El Concejo
Indígena
de Gobierno de México:
un
anticapitalismo realmente
existente para el siglo XXI
14 de
diciembre de 2017
Por
Mara Kaufman
(Counterpunch)
En medio de los múltiples huracanes que azotan América del Norte y
el Caribe, los incendios en el Oeste de Estados Unidos, los grandes
terremotos de septiembre y una oleada de abandono y oportunismo en torno
a la ayuda de emergencia y rescate, una tormenta completamente diferente
se forma en México. El anticapitalista Concejo Indígena de Gobierno y su
vocera María de Jesús Patricio Martínez (Marichuy), una mujer náhuatl
que busca la postulación como candidata independiente en las próximas
elecciones presidenciales de 2018, acaban de iniciar un recorrido
nacional por México, que empezó en el sureste estado de Chiapas, un
bastión de gobierno autónomo y una inspiración para el
mundo: el
territorio zapatista.
El Concejo Indígena de Gobierno (CIG) es una iniciativa del Congreso
Nacional Indígena (CNI)
y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), creada a través
de una consulta aprobada por 523 comunidades en 25 estados de México. El
CIG propone gobernar el país colectivamente de acuerdo con los siete
principios del Mandar Obedeciendo del CNI/EZLN.* El CIG está conformado
por 42 pueblos indígenas –la mayoría de los pueblos originarios del
país– y propone organizar el autogobierno, la salud, la educación y la
autodefensa de las comunidades indígenas y no indígenas en México.
El recorrido del CIG y su campaña presidencial, como
ha afirmado reiteradamente el CNI, no busca ganar votos, sino
aprovechar la coyuntura electoral para denunciar
a toda la clase política y al sistema capitalista que representan, al
que responsabiliza de la devastadora violencia en el país, el
desmoronamiento de las instituciones, la destrucción ambiental y el
fortalecimiento del crimen organizado, factores que hoy en día
predominan en México.
Según Mario Luna, delegado del CNI de la Tribu
Yaqui, esta campaña pretende entrar en el ámbito de las elecciones –que
se ha convertido en una “negociación interna entre los partidos
políticos”–
con el
objetivo de promover la autoorganización comunitaria, basada en la
asamblea, por todo el país. La elección que el CNI quiere presentarle al
pueblo mexicano, entonces, no es entre diferentes candidatos, sino entre
formas enteramente diferentes de gobernar.
Del 14 al 19 de octubre de este año, una
caravana de docenas de vehículos que transportaba a Marichuy, 156
concejales del CIG y varios centenares de delegados del CNI, atravesó
las montañas de Chiapas, donde fueron recibidos por decenas de miles de
zapatistas y no-zapatistas en los cinco caracoles del territorio
zapatista.
La importancia histórica de la presentación de la primera mujer
indígena candidata a la presidencia de México sólo fue igualada por la deslumbrante
serie de discursos pronunciados por
las mujeres indígenas de todos los niveles de la autoridad zapatista:
mujeres representantes de las Juntas de Buen Gobierno, mujeres
autoridades regionales del Ejército Zapatista, y mujeres del Comité
Clandestino Revolucionario Indígena, que dirige al ejército, una amplia
y poderosa demostración del liderazgo de las mujeres en las entidades
militares y civiles zapatistas en un lugar donde hace apenas unas
décadas, las mujeres y los hombres indígenas trabajaron como esclavos en
condiciones de peonaje permanente para los grandes terratenientes en
todo el estado.
¿Un giro electoral?
El CNI, formado en 1996 como resultado de la
convergencia de los pueblos indígenas de todo el país en torno a las
demandas del levantamiento zapatista de 1994, es el primer organismo
indígena organizado y representativo a nivel nacional, totalmente
independiente del estado y de las fuerzas partidarias.
Las profundas raíces comunitarias y el proceso
de organización autónoma del CNI contrastan
radicalmente con
la manipulación y el clientelismo que caracterizan el sometimiento de
los pueblos indígenas a los intereses del Estado mexicano. Por lo tanto,
la radical independencia política del CNI lo vuelve una presencia
extremadamente inconveniente para la clase política mexicana. Por esta
razón, ha sido blanco frecuente de silenciamiento y mentiras, y esta
nueva iniciativa no ha sido la excepción.
De hecho, frecuentemente cuando se ha
mencionado al Concejo
Indígena de Gobierno, ha sido para condenar o
felicitar al EZLN por supuestamente haber dejado su política de
autonomía y haberse unido al campo electoral. Es más, por mucho tiempo,
gran parte de la clase política mexicana se dedicaron a divulgar la idea
de que el EZLN se había derrumbado debido a un liderazgo defectuoso
(inevitablemente atribuido al entonces Subcomandante Insurgente Marcos,
hoy SupGaleano) o que se desvaneció en la irrelevancia debido al
aislamiento en sus remotos bastiones comunitarios.
Sin embargo, el CIG y su recorrido en las últimas semanas no
dejaron a vista un EZLN cansado y obsoleto, como algunas fuentes
desesperadamente quisieran, sino una amplia gama de florecientes
instituciones comunitarias y cuerpos autónomos que mostraban, incluso a
simple vista, la profundidad de la
organización zapatista a través de
varias generaciones, múltiples idiomas, y varios contextos geográficos
articulados juntos, a gran escala y dirigidos por asambleas,
constituyendo así un orden social comunitario con una capacidad
organizativa sin precedentes.
Más específicamente, cada parada en territorio zapatista reveló
clínicas de salud autónomas atendidas por promotores de salud
capacitados y con equipo médico, sistemas escolares autónomos que
educaron a los jóvenes que ahora dirigen sus propios equipos de
comunicación, órganos de gobierno, cooperativas de producción, decenas
de miles de hectáreas de tierras productivas trabajadas colectivamente
para proveer sustento para cientos de miles de personas en todo el
territorio zapatista, infraestructura de transporte independiente y
miles de milicianos del ejército zapatista que proporcionaron anillos de
seguridad alrededor del CIG y de su vocera en cada paso.
Cabe destacar que fueron hombres zapatistas
quienes sirvieron a los visitantes platos de caldo humeante y tortillas
hechas a mano; fueron ellos también quienes organizaron el alojamiento,
distribuyeron las cobijas y lavaron los trastes para el siguiente
autobús que llegaba lleno de delegados hambrientos –mientras pasaba
esto, Marichuy, las concejalas del CIG y las mujeres autoridades del
EZLN se dirigían a la multitud desde el templete.
Como era de esperar, la clase política mexicana
en realidad ni se cree sus propias mentiras sobre el EZLN. Al contrario,
parece que les da pánico la posibilidad de que esta forma de
autoemancipación colectiva gane influencia y crezca en el resto de
México. Como evidencia de este temor, vale notar que la iniciativa del
CIG tuvo una cobertura mediática casi nula en los medios de paga. Es
más, quienes intentaban cubrir el recorrido del CIG por Chiapas se
vieron obstaculizados por el hecho de que, a medida que la caravana
avanzaba por regiones del estado que normalmente tienen servicios de
comunicación estables, el servicio de internet, la señal de los
celulares, e incluso los teléfonos fijos se
caían por completo y notablemente no regresaban hasta que la caravana saliera
de la región, haciendo que la cobertura oportuna de estos eventos fuera
casi imposible. Además de este bloqueo comunicacional, la clase política
ha hecho todo lo posible para inhibir la recolección de las más de
860.000 firmas ciudadanas requeridas por ley para que un candidato
independiente aparezca en las boletas. La aplicación para teléfonos
celulares desarrollada por el Instituto Nacional Electoral (INE)
para este propósito ha probado no funcionar de manera
adecuada, excepto en dispositivos de alta gama con nuevos sistemas
operativos que cuestan mucho más que las ganancias mensuales de la
mayoría de la población mexicana.
En un país que carece de un servicio de
internet adecuado en gran parte del territorio nacional, la aplicación
misma, como denunció
Marichuy el 18 de octubre ,
tarda horas en descargarse y una vez instalada puede tomar hasta 16
horas registrar una sola firma (lejos de los 4 minutos y 30 segundos que
debe tomar según el INE). Hay muchos ejemplos más, todos los cuales
apuntan a una enorme energía gastada en subvertir el alcance de una
organización y forma de gobierno anticapitalista –cuya existencia, sin
embargo, la clase política sigue negando.
La descomposición de México y la urgente
necesidad de una alternativa
En mayo de este año el Instituto Internacional
de Estudios Estratégicos nombró a México como el
segundo país más mortífero del mundo, superando la violencia
de zonas de guerra como Yemen y Afganistán y siguiendo solo a Siria en
número de muertos. Gran parte de la violencia en México se atribuye a la
guerra contra el narcotráfico lanzada por el entonces presidente de
México en el 2006, Felipe Calderón. Sin embargo, no debemos perder de
vista que el número de muertos (más de 200.000) y desaparecidos (30.000
según estimaciones oficiales) y la total impunidad de estos crímenes
(alrededor del 98%) demuestran que esta guerra responde a un problema
aún más profundo y deja al desnudo la complicidad del Estado –cuando no
su participación directa– en la violencia.
Por ejemplo, tendríamos que tomar en cuenta que
cerca del 90% de la tierra productiva en México ha sido concesionada a
mineras extranjeras o compañías madereras. La violencia paramilitar y la
represión del Estado que acompañan a esta ola extractivista para
“limpiar” las tierras de su población han resultado en la migración
forzada o el desplazamiento interno de millones de personas.
Es en este contexto que comunidades indígenas por todo el país han
establecido sistemas de autogobierno y unidades de autodefensa
comunitarias, expulsando de esta manera a los cárteles de drogas y a los
partidos políticos de sus comunidades y ciudade s, incluyendo (pero no
limitado) a Cherán (Michoacán), a Santa María Ostula (Michoacán), a una
red extensa de policías comunitarias en el estado de Guerrero, a los
pueblos zapatistas en Chiapas cuyo territorio sigue siendo impenetrable
para el narcocontrol, y ahora, a cientos de comunidades más que
participan en el CNI que han declarado su intención de desmontar la
malla de coordinación entre el extractivismo, el narcotráfico, los
partidos políticos, y el estado mexicano.
De hecho, prácticamente los únicos lugares en
el país que no están invadidos por la violencia, el narcotráfico, la
extorsión y la complicidad
entre los partidos políticos y los cárteles
son estos sitios de autogobierno autónomo donde hay un tejido social
intacto o reconstruido y mecanismos de autodefensa comunitaria que han
prevenido que estas fuerzas se apoderen de sus comunidades. No debemos
entender a estos experimentos de autogobierno como reductos exteriores a
la cruda realidad del capitalismo mafia que representa el gobierno de
México, sino como alternativas proposicionales para todo el país
buscando promover procesos democráticos y la participación civil masiva.
Es decir,
es en el contexto del colapso social
generalizado que podemos dar sentido a la insistencia del CNI de que la
propuesta del Concejo Indígena de Gobierno es para todo México, no sólo
para los pueblos indígenas, y han invitado a personas no indígenas a
unirse a esta iniciativa.
Por eso dijimos, los pueblos indígenas del
Congreso Nacional Indígena y nuestros hermanos del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, que ya no estamos de acuerdo, que vamos a luchar y
vamos a pelear por todos, no solamente por los pueblos indígenas, vamos
a luchar por todo el mundo y vamos a caminar este país con nuestros
pasos y nuestras voces, y todo lo que escuchamos y que vamos a seguir
escuchando es algo que está viviéndose en nuestras comunidades, que
están viviendo los barrios, colonias, en todo México. Es hora de que esa
voz se escuche, es hora de que esos pasos caminen juntos. Juntos con
nuestros hermanos del campo y la ciudad.
¿No hay ya un candidato presidencial de izquierda
en México?
Como es normal en las perspectivas
electoreras, el candidato establecido como el “mal menor” se
comercializa como la única opción viable para detener a la derecha
reaccionaria. Ese
título, en este caso, le pertenece al fundador del partido
político MORENA, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien ya ha sido
tres veces candidato presidencial por el PRD (víctima de fraude en las
elecciones presidenciales en 2006, y posiblemente en 2012).
AMLO ha prometido de manera insistente mantener la “estabilidad macroeconómica” y proteger los intereses del capital privado mientras propone “la reducción de la pobreza”. ¿No es esta la típica fórmula para aplicar la austeridad neoliberal detrás de una simulación de la cascara de lo que alguna vez fue la izquierda? Es decir, ¿no podríamos ver en está formula algo así como el planteamiento de un "liberalismo social" (Salinas de Gortari) para el siglo XXI? Frente a esto nos deberíamos preguntar ¿cómo es que hemos llegado al punto en que un proyecto que tiene como propósito explícito mejor el bienestar del capitalismo ("la estabilidad macroeconómica”) hoy se pueda presentar como “de izquierda”?
En cambio, el EZLN y el CNI entienden que dada la
dinámica de la crisis del capitalismo contemporáneo, aceptar la lógica
del “mal menor” significaría aceptar la continua desintegración de
México y la desaparición de sus pueblos y comunidades. Reconocen a sí
que la sociedad mexicana y el mundo entero no tienen hoy más opción que
enfrentar directamente al capitalismo y a todas sus devastadoras
consecuencias.
Un Concejo Indígena de Gobierno para el mundo
A medida que los fracasos de las fuerzas
electoreras “progresistas” se acumulan por todo el mundo –Syriza en
Grecia, Podemos en España, el
PT en Brasil, el Peronismo renaciente en
Argentina, sólo por nombrar algunas–, nos debe quedar claro que lo que
enfrentamos hoy no es solamente una batalla en contra de la derecha
reaccionaria que implementa políticas xenófobas y protege la estructura
de clases, cosa que podría ser contrarrestada por una izquierda
progresista dedicada a las políticas de inclusión y redistribución. Más
bien, el momento actual indica que a donde vamos todos juntos es a lo
más profundo de la crisis capitalista y a la desintegración del sistema
en sí, condiciones económicas globales cada vez más inestables, niveles
de desigualdad que se disparan, la búsqueda de chivos expiatorios y una
alarmante y acelerada destrucción ambiental.
En estas condiciones, el problema no es la
voluntad de ningún político individual o de un partido: todo tipo de
cárteles acompañan el colapso sistémico y cualquier clase política bajo
el sistema capitalista que colapsa simplemente se convierte en otro
cartel.
Hay pocos lugares en
el mundo como México donde no sólo la disolución de este sistema es tan
claro, sino donde también ya hay alternativas que vienen desarrollándose
desde hace años (¡siglos!) a través de las prácticas de toma de decisión
colectiva y autogobierno. Entonces, es por esto la insistencia del
Concejo Indígena de Gobierno que la única alternativa no es la
implantación de otra clase política, sino la eliminación de la clase
política en su conjunto. Es esto que hace que esta iniciativa sea no
sólo la única posibilidad viable organizada para la supervivencia de las
comunidades indígenas en México, sino también un especie de brújula que
sirva para que todos nosotros podamos salir del desastre que representa
el capitalismo actual.
Pero para esto, primero nos tendremos que convencer, como lo ha
hecho el CIG, de que nadie nos salvará de las ruinas, excepto nosotr@s mism@s. Como
lo explica la Comandanta Miriam del EZLN:
Pero ni pensemos, compañeras, que con el
Concejo Indígena de Gobierno ni con nuestra vocera, no vamos a pensar
que ellos nos van a salvar.
Nosotros, cada uno de nosotros tenemos que salvarnos, compañeras,
porque si no hacemos nada, nuestra vocera tampoco nos va a salvar,
porque no es ese que manda pues, es el pueblo que tiene que dar la
fuerza a nuestra vocera, es el pueblo que manda y nuestra vocera y
nuestro Concejo de Gobierno, tiene que obedecer al pueblo.
*Los siete principios del mandar obedeciendo
Servir y no servirse
Representar y no suplantar
Construir y no destruir
Obedecer y no mandar Proponer y no imponer
Convencer y no vencer
Bajar y no subir
Mara Kaufman, doctora de antropologia y
coordinadora del Taller
de Estudio Intercomunal, un proyecto de El Kilombo
Publicado originalmente en Counterpunch.
Traducción por Valiana Aguilar
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